martes, 31 de marzo de 2015

Antropología del Poder.

Para hablar del Poder nos es menester hablar de esa noble alma de Dios que fue el bueno de Nicolás Maquiavelo, a quien en la actualidad poco se le lee y poco se le estudia. Maquiavelo es al poder lo que Sócrates a la filosofía. Su lectura debiera ser obligada, sobre todo considerando que el poder es el segundo gran motor de los seres humanos. Mucho de lo que el vulgo dice de Maquivelo carece de fundamento. Sirva como ejemplo la frase del “fin justifica los medios”. Frase atribuida a Nicolás Maquiavelo pero que acuño Sófocles mil años antes de que naciera Maquiavelo.

Maquiavelo es considerado el más profundos investigador de la realidad humana. No solo descubrió que el poder es uno de los dos motores del accionar humano, sino que además descubrió la esencia del quehacer humano... Presentó al ser humano como lo que es: un ente ambiguo, traicionero, cambiante y enfermo de poder. Lo cual por supuesto no aplica a nosotros, pero si a nuestros conocidos, vecinos, parientes y amigos. 

El ser humano es un ente que por naturaleza es ambiguo y proclive a la mentira. El otro, por ejemplo, nunca nos miente... Nos mentimos respecto al otro. Él, como nosotros, usa las palabras para decir lo que quiere y callar lo que piensa, y más si ese otro es un hombre de poder. 

El hombre de poder te mentirá más que cualquier otro. Sus palabras siempre estarán por debajo de sus propósitos. El, como nosotros, es fiel a sí mismo y leal a otros. Lo que lo ineluctablemente lo condena a la traición. Su oficio y su naturaleza le hacen ser leal, pero no fiel. Y la lealtad está subordinada a las circunstancias. Cambian las circunstancias, cambian las lealtades. 

El hombre de poder, como todos nosotros, es un ente que esta en constante proceso de formación. Este constante crecer y madurar es lo que hace de él un ser cambiante. No obstante el cambio es más notorio en él que en los demás, debido a que él es ser enfermo de poder. 

El poder, después del sexo, es el motivador más importante de los seres humanos. La primera mitad de la vida en la que el instinto de la reproducción esta al máximo de su capacidad, el sexo ocupa el primer lugar de nuestros impulsos y el poder el segundo. La segunda mitad, en la que el instinto de reproducción mengua sensiblemente, el poder pasa a ocupar el primer lugar de nuestros impulsos y el sexo el segundo, razón por la cual hoy solo me dedico a escribir e impartir conferencias. 

El hombre, como todo lo creado, está subordinado a su naturaleza. 
Al hombre le es imposible dejar de ser lo que es. La realidad es que somos el mismo hombre que el de hace cinco, diez mil o más años. Nos mueven los mismos impulsos, reactivos y motores que movían a nuestro ancestro en el Paleolítico. No solo no hemos cambiado nada, sino que diez mil años de historia nos han demostrado que la evolución en los seres humanos es hacia atrás en lo general y hacia adelante en lo accidental. 

Sirva como ejemplo el caso de Leonardo Da Piero Da Antonio Da Vinci. Este nació hace quinientos años, sin embargo los hombres de hoy no somos más que Leonardo, somos mucho menos que él y que muchos otros que nos han precedido. Nos cuesta trabajo entender y aceptar esto debido a que confundimos los productos de la inteligencia con la inteligencia. Cuando la realidad es que lo único que ha avanzado son los productos de la inteligencia, pero esto no quiere decir que la inteligencia haya evolucionado o que seamos más inteligentes que los que nos precedieron. De hecho cada generación es menos inteligente que la anterior.

Ejercicio del poder.
Todos sueñan con el poder, pero no todos son aptos para ejercer el poder. El ejercicio del poder demanda de personas que tengan la capacidad de mantener el cerebro y el corazón absolutamente fríos. Personas que no se dejen llevar por la emoción, ya que esta tiende a sabotear a la razón, y cuando esta se ve afectada por la emoción, se incapacita para tomar decisiones con la precisión y clarividencia que demanda toda situación.

El poder requiere de personas que puedan dirigir su cerebro. Personas que hayan enseñado a su cerebro a pensar con la finalidad de no darle cabida a nada más que la razón y a la decisión. Personas que entiendan que la gran mayoría de las decisiones van en contra de nuestros impulsos, por lo que no solo nos es menester desarrollar la capacidad de decirle que no al otro, sino de decirnos a nosotros mismos que no debemos subordinarnos a nuestros impulsos al momento de tomar una decisión.

Otro tema importante en el ejercicio del poder es el de la narrativa. No es indispensable aprender a ignorar la narrativa de los otros. Toda narrativa es una novela y como tal subordinada a las emociones, intereses e interpretaciones del narrador. El hombre de poder debe centrarse en los hechos, no en la narrativa. Debe aprender a ignorar lo que la gente dice y a escuchar lo que la gente calla. La verdad está más en lo que se calla que en lo que se dice. 

La Masa no sabe lo que quiere, y lo que quiere lo quiere poco. 
Es de suma importancia que el hombre de Poder entienda que la Masa (93% de la población) es Masa, y que lo único que quiere y puede ser.., es Masa. No le demos el poder a quien no quiere ni puede pagar el precio del poder. La Masa sueña con los beneficios del poder, no con las responsabilidades que éste conlleva.

La Masa habla de los poderosos porque éstos son aquellos que ellos quisieran ser. Sueñan con ser poderosos, con tener lo que el poderoso tiene, no con hacer lo que éste hizo para lograr el poder. La Masa habla de los humildes pero solo como ficción. Lo que menos quieren es ser como el virtuoso del que le hablaban en la escuela, en los libros o en las clases de moral. Todo lo contrario. Lo que quieren es ser malos y no tener problemas con su maldad. 

La Masa no dice con indignación: ¿cuanto se estará robando este fulano? ¡Lo dice con admiración! Cuando el hombre Masa esta con otros hombres Masa, gritara, criticará y se desgarrara las vestiduras por la indignación que le producen los abusos del poder, pero lo cierto es que al final es al malo al que prefieren. Al bueno, al humilde, al virtuoso no lo quieren. El malo podrá será una bestia, pero siempre será preferible una bestia en el poder que alguien que carezca del carácter que se requiere para ejercer el poder. 

La Masa habla del héroe moral, pero lo hace para no quedar mal con sus familiares, amigos, maestros y tutores. La realidad es que al héroe moral nadie lo quiere. Lo ven como un pobre Diablo. Solo es menester que nos escuchemos hablar: ¡Fulano de tal, pobre. Es tan bueno! 

En cambio, del malo, del mendigo, del aventurero, lo que decimos es: ¡Cuidado! Que éste si logra lo que se propone. El héroe moral en los libros de texto pero no en la sociedad. En la sociedad se cotiza el astuto, el inteligente, el practico, el eficiente. El que tiene colmillo. El que logra lo que se propone.

En la vida son más los deseos que las necesidades.
Deseos hay muchos, necesidades, pocas. ¿Debe el hombre de Poder atender a lo que la Masa dice? La respuesta es no. El hombre de poder debe escuchar, pero no atender lo que la Masa dice, ya que esta no sabe lo que quiere, y aquello que dice querer, lo quiere poco, pues tan pronto le pongas enfrente el costo de ese querer, este desaparece como por arte de magia. Sirva como ejemplo el dinero. La Masa quiere tener dinero, no pagar el precio que pagan los que tienen dinero. 

Otro tema de suma importancia en el ejercicio del poder es de la realidad. En el ejercicio del poder no se trata de hacer que la gente sea buena o que sea feliz. Esto es una utopía. Se trata de captar las fuerzas que están en movimiento y utilizarlas hacia el logro de nuestros objetivos. Y el principal objetivo de todo hombre de poder es lograr que la gente sea prospera, que al final es lo único que la gente realmente valora.

Virtud y eficacia.
El poderoso no debe ser un modelo de virtudes, sino de eficacia. Una cosa son las virtudes (uso de la fuerza) y otras las debilidades, como por ejemplo ser humilde, obediente, paciente, tolerante, abnegado y toda esa suma de etcéteras que nos han vendido.

Maquiavelo dice que la Masa no se debiera detener en ver si el líder les gusta, si tiene carisma o si carece de él. Lo único que la Masa debe preguntarse es si el líder es capaz de hacer su trabajo. Si los esta haciendo prosperar.

No le preguntamos al cirujano por su caligrafía, estilo o forma de escritura. Le preguntamos por su cirugía. De igual forma debiéramos hacer con los líderes. No cuestionarlos por sus virtudes o estilo, sino por su eficacia, por sus resultados.

Lo cierto es que nadie tiene la obligación de ser modélico en nada ni con con nadie más que consigo mismo. Porque entonces le exigimos a los líderes que sean lo que nosotros no estamos dispuestos a ser. Es como si el gobernante nos dijera: ya no juego. Hasta que no sean ustedes buenos súbditos, no saldré de la Casa Presidencial.

Es importante también que el líder entienda que lo único que jamás le deberá de preocupar es su moral... Lo que le debe ocupar y preocupar es el arte y la técnica de captar las fuerzas que están en juego para dirigirlas hacia el fin previsto. De tal suerte que si el objetivo es evitar una guerra, tomara las medidas necesarias para hacerlo, aún cuando estas atenten contra la moral 

Así pues, el líder preferirá decir que muera Juan Pérez pero no todos los que viven con Juan Pérez. ¿Hablarán de él? Por supuesto que si. Pero lo que le deberá preocupar no es lo que dicen los demás, sino lo que tiene que hacer. 

En la vida nos han precedido muchos que han sido óptimos y después de nosotros vendrán muchos que serán pésimos, luego no se trata de la evolución de los demás, sino de la de uno mismo. 

Arte y técnica. 
No se puede hacer nada sin partir de la realidad. Todo lo demás es irreal, utópico. Debemos hacer a un lado el ideal y centrarnos en lo que nos pide la realidad. El arte y la técnica de ejercer el poder es como una partida de ajedrez. Uno nunca deja ver la jugada que sigue. Todas nuestras jugadas son para avanzar y confundir... 

Nos es menester aprender a decir lo contrario de lo que pensamos. Cuando dices lo que piensas te abres al otro. A ese otro que si es más versado que tú en el manejo del poder, usara lo que le dices sin que sepas lo que piensa....

Imagínense un presidente extranjero. Este no va a venir a México a decir: quiero petróleo. Lo que dice es: ¡A mi interesa la cultura ancestral de los aztecas! Y así poco a poco ira arreglando las cosas para poder regresar a su país con millones de barriles de petróleo. En una negociación, cada uno va decir lo que no piensa, midiendo que si puede soltar y que debe callar. Siempre conscientes de que lo que ambos quieren es ganar.

Dualidad en el poder.
Debe acceder el poder solo aquel que pueda manejar la dualidad (dos caras). Alguien que no sea esclavo de su estómago, de su hígado o de su moral. El que tenga problemas con su moral que no gobierne. Ya que éste nos va a fallar a nosotros para no fallarse a sí mismo. 

El problema de la moral es la conciencia y hay tantos tipos de moral como conciencias hay. Maquiavelo no dice que el poderoso deber ser absolutamente mentiroso. Dice, que como todos somos mentirosos, lo correcto es que no nos hagamos ilusiones de quienes están en el poder.

Los moralistas son muy peligrosos. Estos se basan en las emociones y estas crean públicos ávidos de esperanzas (mundo de lo posible). Públicos que terminaran creando mayores problemas que los que tenían, debido a que el moralista les vendió lo posible, más no lo probable. 

En el poder no necesitamos a un idealista lleno de buenas intenciones. Lo que queremos es aventureros y piratas, no moralistas o santones. Los moralistas no están aptos para ejercer el poder. Estos se basan en emociones y estas no perduran. La emoción más fuerte en los hombres es el amor, y si algo nos ha demostrado la vida es que no perdura...

Si dos que querían ser uno, que se prometieron estar juntos más allá del instinto, de la emoción y del momento, un día se desconocen y luego se odian. Si esto pasa con el amor que es la emoción más fuerte en los seres humanos, que creen que pase con el fervor de los seguidores. A la gente hay que darle razones, hechos y beneficios. Si solo apelamos a los sentimientos lo único que vamos a lograr es que se pongan en contra de nosotros. 

Solo hay una justificación para emprender algo y es triunfar en ello. Si no se triunfa en ello, no era justificable haber emprendido aquello. En el ejercicio del poder no se perdona el fracaso. No hay honorables fracasos. Al líder lo queremos tanto cuanto nos es eficaz y nos hace prosperar, no en cuanto es emocional. Lo que la gente quiere es ganar y nosotros debemos hacerles ganar.

El poder es un ejercicio de agresión y defensa cerebral. En donde nuestro objetivo es asegurar la estabilidad de un todo para poder hacer las cosas que se requieren para lograr la prosperidad de ese todo. No sirve para ejercer el poder aquel que tenga preocupaciones ajenas al ganar. Este individuo esta condenado a fracasar. 

Cuatro son las preguntas del poder: ¿qué debo hacer para llegar al poder? ¿Qué para conservarlo? ¿Que para utilizarlo? ¿Qué para acrecentarlo? Ninguna de las preguntas está sujeta a reglas éticas o morales. Están sujetas a reglas de eficacia. El poder es amoral, o lo ejerces sin recato u otro lo ejercerá por ti.

En el poder no te preguntas si el otro es una buena persona o si es amoral. Lo que te preguntas es si es bueno o no a tus intereses. Lo que nos interesa es el resultado y que éste se consiga de la manera más armónica posible, cuidando que la solución no genere más problemas que los que soluciono. 

La capacidad de poder se mide en los problemas complejos, no en los fáciles. Seguir la inercia es fácil, pero esto lo hace cualquiera. Transformar ésta en algo mejor es algo que solo un hombre de poder puede hacer. Nada nos hace perder más el poder que la constatación que hacen los otros de nuestra ineficacia, aún por aquellos que antaño nos aplaudían y seguían.

El Príncipe -hombre de poder.
El Hombre de poder es aquel que sabe y acepta que los escrúpulos son limitaciones, ya que la obligación ética de todo Príncipe es lograr el objetivo armónico de lo que se propone. El Príncipe siempre le dará más importancia al Qué que al Cómo. Mientras que los que nacieron para ser gobernados le darán más importancia al cómo que al qué

El Príncipe no distinguirá genero. Para él el otro siempre será alguien que quiere lo mismo que él: ganar. Al Príncipe no le preocupa lo que la historia o la Masa diga de él. No le preocupa si piensan que fue bueno o malo. Lo que le preocupa es ser eficaz, que esto a la postre siempre será más importante que el voluble decir de la Masa. No olvidemos que aquel que vive de los respetos sociales, terminara siendo esclavo de la opinión pública, ya nada hay más mutable que la opinión pública. 

El eficaz siempre se convierte en una fuerza de cohesión, aun cuando la Masa lo perciba como destructor. El Príncipe siempre tenderá a destruir, reformar o mejorar lo ya hecho. No destruye por destruir, destruye para construir una historia que difícilmente otro pueda construir. Para poder hacer esto le es menester rodearse de gente igual o mejor que él. De gente que quiera y pueda sucederle en el poder. Estos no le serán fieles. Serán eficaces. serán personas que tienen clara la diferencia entre saber y hacer, que trabajarán eficazmente para lograr obtener lo mismo que él: Poder.

El Príncipe debe parecer bueno, pero no serlo.
Maquiavelo le dice al Príncipe: sé eficaz y parece bueno. Sonríe, se afable, pero no dudes en ser artero y en hacer lo que tengas que hacer. Debe parecer que posees todas las mal llamadas virtudes humanas, pero pobre de ti si posees alguna de ellas. Serás una luz efímera que pronto regresará a la masa de gobernados. 

Nunca tengas misericordia con nadie. No te compadezcas. Ubica a cada quien donde cada quien debe de estar. No donde quieres que estén o donde ellos desean estar, sino donde deben y pueden estar. No esperes nada de la gente (pareja, hijos, socios o amigos). Recuerda que nada hay más ingrato que la humana naturaleza. Esta agradece siempre lo que esta por recibir, más no lo recibido.

Nunca digas lo que sientes. Te acusaran de anti ético, pero lo ético no es decir lo que quieres, sino hacer lo que debes, querer lo que debes y  triunfar en ello. Si vas a decir algo, dilo haciéndolo. Recuerda que solo tienes dos opciones: o traicionas la realidad o traicionas el ideal.   

El hombre de poder mide su entorno para crear soluciones que no generen problemas mayores que los que soluciono. Dile a la Masa lo que quiere oír, pero ten mucho cuidado de creer lo que les dices. Nunca te detengas en los sentimientos de los demás, que si bien es cierto que la gente si actúa por sentimientos, también lo es el que pesan más en ellos las presiones y los intereses que los principios, razones y valores. Es en sus intereses en lo que te tienes que detener. 

La doble ética es tan natural en los seres humanos, como le es al perro ladrar o al gato maullar. Aquel que diga que no posee una doble ética o que crea que está libre de pecado, es porque tiene una amnesia incurable. El hombre de  poder debe tener siempre presente que es con la doble ética de la gente, con la corrupción y el interés material y político con el que va a construir su ámbito de poder...

Y todo esto lo hará aparentando que es un hombre de una sola ética…

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