miércoles, 19 de octubre de 2016

La Crisis de Mediodía.

Frecuentemente me topo con el hecho de que la gente le da más valor a las intenciones que a los hechos. Todos conocemos el adagio que dice: “la intención es lo que cuenta”. Nada más lejos de la realidad. Lo que cuenta son los hechos. Las intenciones son de carácter moral y por ende cualificables y cuestionables. Los hechos no tienen moral. Los hechos nada más son.

En escritos anteriores hemos explicado que para que el mal se considerado como tal, debe tener: conocimiento e intención. En aquella ocasión ejemplifique lo anterior con una historia personal.

Comentaba que como diletante del arte tuve la oportunidad de comprar un cuadro del siglo XVIII. Lo lleve a casa y le pedí a la madre de mis hijos que por favor se coordinara con el instalador para colgar el cuadro. Salí de viaje y a mi regreso me encuentro con un drama mayúsculo. Mis hijos regañados y el cuadro atravesado de lado a lado con un balón de futbol.

Supe que mis hijos festejaron el gol por lo que de inmediato me sume a su festejo, aun cuando el gol se había consumado días atrás.

Mis hijos no tenían conocimiento de que era una obra de arte del siglo XVIII, ni edad para entender el valor del mismo. Fuimos nosotros los que dejamos el cuadro en un lugar impropio. Ellos solo estaban siendo niños y lo demás fue un resultado natural. En el acto no había conocimiento ni intención.

No obstante el hecho es que el cuadro sufrió un daño sustancial y con ello una sensible pérdida de valor. Supongamos, para explicar la sustancia de lo que quiero enunciar, que mis hijos hubiesen tenido conocimiento e intención… ¿Cambiaría esto el hecho? La respuesta es No. Podría, es cierto, sancionar el acto, sin embargo al final el cuadro seguiría estando igual. Lo que importa es el hecho, no la intención.

La intención nos sirve para calificar, reconocer o sancionar el acto, lo cual de suyo es recomendable, ya que el reconocimiento estimula la repetición, mientras que la sanción, así nos han dicho, evita la repetición. Claro que esto es solo en teoría ya que en la realidad la sanción solo sirve para que el afectado se sienta un poco mejor, pues si algo nos ha demostrado la vida es que la reincidencia de los actores es mayúscula, tanto aquí como en cualquier parte del mundo.

Lo importante es el hecho, no la intención.
Abraham Lincoln nos dice en sus memorias que a él no le interesaba abolir la esclavitud. Esta fue un producto de la oblicuidad. Lo que él realmente quería era sacar en calidad de libertos a todos los negros del país y llevarlos a Liberia.

Recordemos que en 1822 la American Colonization Society definió una zona geográfica al oeste de África, limitada por Sierra Leona, Costa de Marfil y Guinea del norte. Zona donde se iban a llevar a todos los libertos de Estados Unidos. Esto fue lo que hizo que a ese país se bautizara con el nombre que lo conocemos hoy: Liberia.

El objetivo de Lincoln era darle la libertad a todos los negros y sacarlos del país para que no se mezclaran con la raza blanca. Fueron las circunstancias las que lo llevaron a abolir la esclavitud con la finalidad de debilitar la rica economía del sur y con ello ganar la guerra de Secesión.

La realidad es que lo que menos les preocupo y ocupo a los negros es si las intenciones de Lincoln eran loables o no. Lo importante para ellos es el hecho de que se abolió la esclavitud. Las razones y las causas les tenían sin cuidado. Lo más probable es que todos hubiesen estado de acuerdo con la polémica frase que acuño el viejo Sófocles (496 A.C. / 406 A.C.), de que “el fin justifica los medios”. Lo importante para ellos fueron los resultados, no los medios ni las causas.

Recién sostuve una plática con una socia de negocios que lleva poco más de cinco lustros de casada. Su marido es el clásico hombre Masa. Para él lo importante es la familia. La propia en primer lugar, la extensa en segundo lugar. Entendiendo por extensa la de su esposa e hijos. Es un hombre que hace más por su cordón umbilical que por su dinastía. Como todo buen operador, hace mucho y logra poco, de tal suerte que ella ha sido y es el sostén de la casa en un cien por cien, ya que lo poco que él genera es para ayudar a sus padres y hermanos, amén, claro está, de sus divertimentos personales.

Ella ha sido el sostén en todo lo que llevan de casados y lo ha hecho sin aspavientos, reclamos o malas caras. Cierto que en más de una ocasión conmino a su cónyuge para que lo poco que este pudiera aportar entrará a las arcas de la casa y no de terceros (cosa que nunca paso). Ellos tienen tres hijos en situación especial, por lo que los gastos de la casa son bastante onerosos.

Sin importar la renuencia del marido a participar con los gastos de la casa, ella ha hecho todo lo necesario para sacar a los hijos adelante y por ende a él… No obstante de unos meses para acá he sido testigo de las mutaciones que Victoria ha sufrido en todos los aconteceres de la vida. Mutaciones que ineluctablemente han generado nuevas formas de expresión del ser y hacer de su persona, por lo que los encuentros y desencuentros que ha tenido con él, con nosotros y con los demás entes sociales que le rodean (a excepción de los hijos), no se han hecho esperar.

Estadios antropológicos.
Los seres humanos migramos por varias etapas en el tránsito de la vida:

La inmediatez inconsciente (de los 3 a los11 años);
Presente inmediato (de los 12 a los 18 años);
Presente consciente (de los 19 a los 38 años);
Crisis de mediodía (de los 39 a los 50 años);
Futuro inmediato (de los 51 a los 65);
Futuro declinante (de los 66 a los 75 años);
Inmediatez consciente (de los 76 en adelante).

Todas las etapas o estadios tienen sus características, retos e intereses, no obstante la que a nosotros nos compete es la correspondiente a la Crisis de Mediodía.

La Crisis de Mediodía (de los 39 a los 50 años).
La razón de estas mutaciones se debe a que mi socia, como casi todos sus coetáneos y coetáneas, entro de lleno a su Crisis de Mediodía.

La Crisis de Mediodía es un intervalo biográfico en el que se suscitan las disyuntivas más importantes de la vida…, Encrucijadas que terminaran definiendo el devenir de la persona por lo que le resta de vida, ya sea para continuar por el mismo sendero o para emprender nuevos derroteros.

En este intervalo es donde los seres humanos nos cuestionamos todo: la pareja, el tipo de matrimonio que tenemos, la forma en que educamos a los hijos, el trabajo, la vida que llevamos y un sinfín de etcéteras más que tienen que ver con nuestro acontecer biográfico y lo que queremos para él. Es un estadio en el que se dan rompimientos fuertes o consolidaciones drásticas.

Todos los seres humanos estamos condenados a padecerla, ya sea en mayor o menor medida, pero nadie se salva de ella. La intensidad de la misma está subordinada al nivel de conciencia que tenga el individuo.

En otros artículos hemos explicado que la Conciencia es Identificación.
Consciente es aquella persona que tiene la capacidad de llamar a las cosas por su nombre.

Una persona que sea amante de los eufemismos tenderá a tergiversar el significado de las palabras para no llamar a las cosas por su nombre, ya que esto es muy mal visto en la sociedad. Una persona consciente llamara a las cosas por su nombre sin importar si al otro le parece o no.

Paradójicamente las personas conscientes son las que tienden a tener las peores Crisis de Mediodía, ya que estas siempre reman a contracorriente. De tal suerte que cuando llegan a la Crisis de Mediodía, que se caracteriza por enorme cantidad de renuncias, es inevitable que las personas no se pregunten si quieren seguir remando a contracorriente, tratando de mantener a flote lo que hace mucho debieron dejar hundir.

Por el contrario, las Crisis de Mediodía de las personas que viven inmersos en la psicología del autoengaño (inconscientes), son insustanciales.

Estas personas viven en la superficie de las cosas. Lo que les apura es la inmediatez de la moda (modus: manera, medida) en todos los aconteceres de su vida. Sus crisis tienen que ver con el constante parangón que hacen con su entorno inmediato, ya que ellos, a diferencia de su entorno, no pueden vivir con la aparente holgura o despreocupación que viven los demás.

Mi socia entro hace poco más de seis meses a su crisis de Mediodía. De ese entonces a ahora, no ha dejado de cuestionarse todo lo que hace…

Sus preguntas y conversación han mantenido el siguiente tenor:
-Yo me case convencida de que el matrimonio es para toda la vida, no obstante de un tiempo a acá no hay día que no me pregunté si debo seguir viviendo con Carlos. Cada día me es más difícil y cada día me incordia más su presencia. Pero lo que me confunde es el hecho de que a principios de año pensaba que iba a vivir con él toda mi vida. ¿Qué me está pasando y porqué?

-Otro tema que me apura es el del negocio. En alguna ocasión te escuche decir que el esclavo a fuerza de servir se convierte en amo y el amo en esclavo. Cosa que no entendí del todo en su momento, pero hoy que descubro que soy esclava del negocio me pregunto si esto vale la pena. Tengo menos libertad que cualquiera de mis colaboradores. Y si el tiempo tuviera un valor económico, entonces yo terminaría ganando menos que ellos. Llego al negocio a las 7:00 horas y salgo de él a las 20 horas. Me pregunto si esto realmente vale la pena. A mi educaron con la idea de que había que trabajar mucho para ganar dinero y tú siempre dices que lo que debemos hacer es trabajar inteligentemente más que intensamente.

En la reunión que tuvimos hace poco te escuche decirle a una persona que no se preocupe por no poder realizar sus sueños, ya que siempre habrá alguien que lo contrate para realizar los suyos.
La frase me cimbro y no he dejado de pensar en ella, al grado que estoy pensando vender mi parte del negocio y dedicarme a invertir, pero todo el mundo me dice que no lo haga, empezando por mi marido.

-Y de todos los temas que tengo en la cabeza, el que más me preocupa es el de mi persona. Recién tomo consciencia de que en estos 25 años he tenido tiempo para todos menos para mí. Mis hijos crecieron y me perdí muchas cosas que no me hubiese gustado perder pero que me vi en la necesidad de hacer para sacarlos adelante.

Mis hijos están a punto de emprender su propio camino y quiero ser testigo de sus aconteceres, amén de que quiero tener tiempo para mí. Pero la pregunta es; ¿Por qué hoy, que estoy en mis tempranos cuarentas, me preocupan estas cosas que no me ocupaban antes?

Le explique que estaba inmersa en su Crisis de Mediodía, las características de la misma y las razones antropológicas por las cual se da entre los 39 y 50 años de edad, y que lo mejor que puede hacer es vivirla intensamente. Afrontar cada una de las encrucijadas y tomar decisiones basada en el querer-querer y en los hechos.  

Le recomendé ignorar el querer-desear de la gente, ya que este tiene que ver con las intenciones y estas están basadas en deseos, no en querencias.

Conclusiones.
El querer-querer está centrado en los hechos.
La realidad es que en la vida solo logramos coronar aquello que hemos querido-querer…, y añorar aquello que hemos querido desear.

Revise los hechos de una persona. En ellos están sus más íntimas y profundas querencias, aun cuando no las lleve al consciente. Luego, si sus más íntimas y profundas querencias le han llevado a hacer lo que hace, qué le hace creer a usted que esas mismas querencias le llevarán a hacer algo diferente o mejor.

Es importante entender que no hay fondo. Las personas siempre podemos ir más abajo. Nadie toca fondo ya que no existe tal. La única razón por la cual la persona cambiaria es por lo profundo y doloroso de su Crisis de Mediodía.

Cuando las personas le hacen frente a su Crisis de Mediodía, se ven en la no grata necesidad de pagar el precio de la renuncia, lo cual es doloroso tanto para la persona en sí como para los que la rodean.
Cuando la persona opta por ignorar sus crisis, descubrirá que poco a poco se ira aferrando más al pasado que al presente, exigiendo de si y de los demás que las cosas sean como siempre han sido.

Este tipo de personas son las que suelen decir que todo tiempo pasado fue mejor, lo cual, obviamente, es una aberración.

Cuando nada cambia es tiempo de que cambiemos nosotros.

jueves, 6 de octubre de 2016

Por amor o por negocio.

Recién fui testigo de una plática en el que el resultado de la misma puso a la palestra el estatus o cualificación moral de nuestros mal llamados valores.

En artículos anteriores hemos explicado que los valores antropológicos son tres. Todos lo demás, llámesele como se le llame, no son más que usos sociales. Y estos tienen un mayor o menor nivel de apreciación en función de la geografía, época y cultura de la persona que los defiende.

Los usos sociales son hijos de las circunstancias (tiempo y espacio), pero de ninguna manera deben ser considerados como valores.

Un valor, para ser considerado como tal, debe ser válido para todos los seres humanos sin importar época, idioma, religión o color. Los valores que no pasan este filtro son usos sociales, más no valores.

Los valores antropológicos son tres:
La reproducción de la especie;
La conservación de la especie;
La mejora de la especie.

Por supuesto que la honestidad (intelectual), la honradez (material), el respeto y demás atributos que tanto apreciamos, son de vital importancia para las relaciones humanas, sin embargo estos están sujetos a los matices de la época, de la geografía, cultura y religión de cada quien.

El tema, aunque interesante, no es el que nos compete en este momento. En otros artículos hemos hecho un análisis exhaustivo de los valores, por lo que en este nos circunscribiremos a la tergiversación que hemos hecho de los mismos, nominando con la palabra “valores” a los usos sociales, lo que ineluctablemente nos lleva a cometer un sinfín de errores de juicio.

A las cosas hay que llamarlas por su nombre, sin embargo, como nada nos aterra más que la realidad, tergiversamos el uso de las palabras para poder expiar nuestra conciencia. Sirva para ilustrar lo anterior el siguiente ejemplo:

Le llamamos Educación a la Instrucción Pública.
La educación corresponde a los padres y la instrucción pública a los maestros. Los maestros no educan, instruyen. De tal suerte que terminamos teniendo gente con carrera, maestría y doctorado, pero sin un gramo de educación, lo que ineluctablemente los condena al fracaso.

Ejemplos del cómo hemos tergiversado las palabras hay muchos, sin embargo le pido a mis dos o tres lectores que en esta ocasión me permitan abordar el tema en otro artículo para regresar al núcleo de este.

Por amor o por negocio.
En una cena integrada por un grupo heterogéneo de hombres y mujeres, grupo en el cual había dos parejas formales, tres neo-parejas y los demás separados, solteros o divorciados. En este cenáculo se dio un intercambio dialógico con el más joven del grupo (Ricardo), el cual ha permanecido soltero y sin pareja en curso.

Un ejemplo de cómo van cambiando los usos sociales es el hecho de que hace tres décadas a este hombre que está cerca de los cuarenta, la sociedad femenina lo hubiese tipificado como apestado y la masculina hubiese dudado de su masculinidad. Sin embargo hoy que las circunstancias han cambiado y que lo normal es retrasar la edad en que se da una unión formal, ya sea a través del matrimonio o de lo que hoy se nomina como neo-pareja, un hombre de su edad es visto con un atractivo potencial por parte de las mujeres y con algo de enviada por parte de los hombres…

Qué cambio: la época y con ella sus formas. En otras palabras, los valores siguen siendo los mismos, pero los usos sociales cambiaron

A Ricardo le hemos conocido varios intentos de pareja, no obstante la realidad es que ninguna de ellas ha logrado retenerlo o a ninguna de ellas ha logrado retener.

El problema, según Ricardo, es que ninguna de las candidatas potenciales ha reunido los requisitos que se necesitan para formalizar una unión, lo cual obviamente es falso, ya que él es el que consciente o inconscientemente las escoge con esa carencia de atributos que a la postre le sirven para justificar su soltería. 

En la cena el intercambio dialógico se centró en él, debido a que en reuniones anteriores estuvo acompañado de una muchacha hermosa a más no poder. Bello rostro, bella figura y una sonrisa encantadora, amén de una plática interesante, divertida e inteligente.  

Por obvias razones las damas del grupo lo cuestionaron por no haberla llevado a la cena (mujeres al fin). Ricardo vertió mil y un pretextos del porque no. Ninguno de ellos lógico y plausible. Cierto es que pudo haber dicho que no le interesa la dama y no dar más explicaciones, sin embargo la forma en que se excusó dejo ver un tras fondo diferente al que sus palabras enunciaban.

Esta dicotomía no pasó desapercibida para nadie, no obstante ellos hicieron mutis mientras que ellas se le fueron a la yugular (al fin mujeres). Al final fueron tan erráticas sus respuestas y tanto el acoso de ellas que no le quedó otra opción más que decir la verdad del porque ya no andaba con ella.

Su respuesta causo estupor en unas e interés en otros (al fin hombres). No obstante lo que más impacto causo fue un comentario postrer que hizo una de las señoras que nos acompañaban, tanto porque es madre de dos hijas como por el hecho de que nadie se esperaba esa respuesta.

La respuesta franca de Ricardo es que había dejado de andar con ella porque se enteró que la susodicha trabajaba como dama de compañía. Y se enteró por casualidad, ya que un conocido de él la había contratado para que lo acompañara a un viaje de negocios a Europa. Al regreso se reunió con Ricardo a sabiendas de que éste tenía que viajar próximamente, por lo que la recomendó ampliamente.

Ricardo llama a la dama en cuestión y cuando esta le contesta reconoce la voz. Comentó que el estupor y azoro fue tal que se quedó mudo y termino la llamada. Dejo pasar unos días para investigar y tomar las cosas con calma. Días en que ella le llama a su teléfono personal, sin que este tome una sola de las llamadas. Al final la busca y la confronta. Esta reconoce que su trabajo es ese y que en ocasiones su trabajo contempla algo más que una simple asistencia o compañía.

La información causo revuelo entre ellas y sumo interés en ellos (al fin hombres). No obstante hubo un comentario que fue el que más polémica causo.

La comensal arriba mencionada (madre de dos hijas) le dijo a Ricardo lo siguiente:
No seas idiota. Por lo menos esta cobra. Las demás lo hacemos gratis.
Nos enamoramos… Si corremos con suerte nos casamos pero al final nunca cobramos.
Por lo menos ella tiene sentido de negocio.
Cosa que ninguna de las que estamos aquí posee. 

La polémica estallo. El más feliz era Ricardo, ya que a partir de ese momento se le dejo de interpelar. Se mantuvo callado, expectante y atento al devenir del tema.

Contra lo que mis escasos lectores puedan suponer, el comentario causo indignación entre los hombres y azoro entre las mujeres. Cierto que hubo tres de ellas que se incordiaron ante el comentario, no obstante fueron ellos los que más agredidos se sintieron y por ende los que respondieron con más acritud.

La situación hizo que me acordara del filósofo Augusto Comte (1798 – 1857), padre del Positivismo. Este, al caminar por las calles de París, coincide con una mujer que camina en sentido contrario al de él por la misma acera, y tan pronto la ve siente un irrefrenable impulso de gravitar hacia ella. Se acerca, se presenta, le pregunta su nombre y le pide autorización para acompañarla a donde vaya.

Esta se ríe, le cae en gracia la transparencia e ingenuidad del filósofo y le da juego. Comte empieza a frecuentarla y a hacerse acompañar a todos lados con ella. En ese andar con Caroline por las calles de la Ciudad Luz, le ven sus cofrades y amigos, los cuales prestos y solícitos deciden separarlo de ella.

Uno de ellos investiga sobre ella, los lugares que frecuenta y el lugar donde trabaja. De inmediato se hace acompañar por Comte. Llegan al Palais Royal, lugar donde ella ejercía de prostituta, le muestra a Caroline en pleno ejercicio del oficio y le dice: Vela ahí. Es una prostituta… A lo que Comte responde: Tú vez una prostituta. Yo veo un ángel.

Lo demás es historia, se casa con Caroline, duran casados 18 años. Se separan y Comte ve por ella el resto de su vida. Al Final Caroline termina teniendo una tienda de libros y se dedica a vender y promover los libros de Comte y de otros positivistas y filósofos en general.

Los falsos valores.
Por supuesto que Ricardo está muy lejos de Auguste Comte, amén de que las circunstancias de Caroline son distintas a la de Emily. No obstante la situación que nos presentó Ricardo, así como la respuesta que nuestra compañera le dio a éste, dieron tema para el debate y la reflexión.

Según cuenta Ricardo, Emily termino diciéndole que estaba enamorada de él y que quería casarse con él.
Él respondió que no tenía dinero suficiente para hacerlo, a lo que ella respondió que ella pondría el dinero y él todo lo demás.
El contesto que no y menos si el dinero provenía de su trabajo, a lo que ella reacciono preguntándole que qué es lo realmente importante para él: ella o el origen del dinero.
Ricardo no contesto y ella lo interpelo diciéndole que él no estaba enamorado de ella y que el tema de su trabajo era un pretexto racional para no comprometerse y sentirse bien consigo mismo.

Me queda claro que Ricardo debió limitarse a decir sí o no a la propuesta de matrimonio, pero no argumentar la ausencia de dinero (lo cual no es cierto), ni tampoco cuestionar el origen del mismo, ya que al final del día no se quería casar con ella.

No vamos a hablar de que si debería casarse o no. El tema no es ese. El núcleo del asunto es el cómo los falsos valores nos enturbian la mirada y el criterio.

Antes de que Ricardo se reuniera con su amigo, se le vía en todos lados con Emily y se le veía muy bien. Tanto que a más de uno de nosotros nos hizo saber que ahora si estaba cierto de lo que iba a hacer.  

Por otro lado está el hecho de que Ricardo se tiene que mudar del sur al norte de Texas, por lo que la posibilidad de que el pasado de Emily saliera a la palestra era muy baja, si es que esto fuera un óbice para él.

Qué pasaría si Ricardo y Emily hubiesen formalizado su unión, y al tiempo él se enterara de su pasado. ¿Es razón para dejarla atrás? ¿Es más importante eso que lo que ella representa?

Ahora bien, si lo que realmente le importa es ella, porque su pasado debe ser un óbice.
¿Qué es lo que nos lleva a descalificar al otro de una manera tal que al condenarlo nos condenamos? ¿Por qué somos tan obtusos?

Coprofiloneuronal.
La gran mayoría de nosotros tenemos un problema coprofiloneuronal (excremento cerebral). Problema que vamos incrementando en el devenir del tiempo, debido, principalmente, a que hacemos poco nada de limpieza cerebral.

Recibimos en el decurso de la vida un cúmulo de conceptos que por deformación (así nos enseñaron), o por confort (pereza intelectual) o por simple claudicación (miedo a cambiar), decidimos no cuestionar y jamás pensar.

Estos rigen todo nuestro devenir aun cuando no estemos conscientes de ello. Lo que debiéramos hacer es estar en un constante ejercicio de higiene mental. Cuestionándonos porque creemos lo que creemos. A donde nos lleva ese creer. Que debemos cambiar y cómo lo debemos cambiar.

Recordemos que nosotros creemos las cosas no porque sean ciertas, sino porque tenemos una enorme necesidad de que lo sean… Ya sea por confort, por claudicación o por evasión de la realidad.

Vivir en una constante higiene mental nos ayudaría a ser mejores personas y a tomar mejores decisiones.