Todos
tenemos nuestros fantasmas. Los fantasmas son esas ideas, miedos o paradigmas
que inconscientemente nos crearon en la infancia y que nos han acompañado en el
devenir de la vida. Fantasmas a los cuales hay que agregar aquellos que
conscientemente nos creamos en la adolescencia y edad adulta, los cuales, como
no, reforzamos con esmero en el día a día de nuestra cotidianidad, al grado que
muchos de nosotros hasta nos sentimos orgullosos de ellos.
Los
fantasma (miedo e inseguridades conscientes e inconscientes) están en todos los
ámbitos del ser. Los encontramos en nuestra relación de pareja así como en la
relación con nuestros hijos, socios, amigos y conocidos. No hay forma de que
estos no pueblen todos y cada una de nuestras decisiones y actos, no obstante
la realidad es que los fantasmas se pueden dirigir, sin embargo primero nos es
menester identificarlos, reconocer la forma en que estos inciden en nosotros
para poder aceptarlos y dirigirlos.
Recién
platique con un joven que está en sus primeros treintas. Este, hasta donde él
me había platicado, estaba próximo a contraer nupcias, por lo que para mí lo
natural fue preguntarle cómo iban los preparativos de tan especial
acontecimiento. Su respuesta fue la propia de una persona que está próximo a
ello, no obstante lo que me azoro no fue su respuesta, sino el lenguaje
corporal, así como los sutiles pero determinantes cambios que se dieron en la
arquitectura de su rostro y los decibelios que uso para comentar el tema.
Pudiera
decirles que por desviación de oficio me aboque a explorar el porqué de sus
reacciones, sin embargo la realidad es que no fue el gusto por la investigación
antropológica lo que me impulso a ello, sino el morbo y la estulticia, ya que,
desde fuera se veían como una pareja modelo.
Lo
comenté que dese mi óptica la relación de pareja es la decisión más
trascendental de un ser humano, por lo que lo prudente es que aun cuando crean
que están cien por cien seguros en lo emocional y racional, se den la
oportunidad de tomar un poco de tiempo en silencio y soledad para meditar profundamente
el tema. Mi comentario no solo hizo que las orbitas oculares llegaran a su máximo,
sino que además manifestó un ligero incordio, por lo que me disculpé de
inmediato y le pedí que me permitiera explicar el porqué de mi dicho.
Le comenté que en los seminarios católicos se acostumbra, con mucha inteligencia y prudencia, darles a los jóvenes graduandos un año de vida civil fuera del seminario para que experimenten la vida antes de ordenarse como sacerdotes. En la inteligencia de que el que regrese al seminario lo hará después de haber constatado en piel y alma (mente) que lo suyo es el sacerdocio.
Por supuesto que hay quienes no regresan, no obstante estos son vistos por la iglesia como una aportación a la sociedad, ya que son personas que por su preparación y formación contribuyen a formar una mejor colectividad allá donde decidan quedarse. Contagiando, con su forma de ser y hacer, un nuevo marco de referencia para todas aquellas personas con las que trabajan y conviven.
Le comenté que en los seminarios católicos se acostumbra, con mucha inteligencia y prudencia, darles a los jóvenes graduandos un año de vida civil fuera del seminario para que experimenten la vida antes de ordenarse como sacerdotes. En la inteligencia de que el que regrese al seminario lo hará después de haber constatado en piel y alma (mente) que lo suyo es el sacerdocio.
Por supuesto que hay quienes no regresan, no obstante estos son vistos por la iglesia como una aportación a la sociedad, ya que son personas que por su preparación y formación contribuyen a formar una mejor colectividad allá donde decidan quedarse. Contagiando, con su forma de ser y hacer, un nuevo marco de referencia para todas aquellas personas con las que trabajan y conviven.
Así,
le comenté, cuando yo te decía que si ya habían decidido darse un espacio de un
mes o dos para meditar tan trascendente paso, me refería a ese ejercicio de
silencio y soledad que demanda toda decisión y más si es una decisión de vida,
como lo es la relación de pareja.
Antes
de darle oportunidad de reaccionar a mi comentario, le expuse varias cosas que
la pareja debe meditar a fondo, como son los hijos y la relación de pareja. Le
hice ver que el cociente intelectual lo heredan de la mamá, la fuerza de
dirección (voluntad) del papá; de tal suerte que una mamá inteligente, tienen
una muy alta posibilidad de engendrar hijos inteligentes, en donde ella, por ejemplo,
debiera analizar no solo el cociente intelectual de él, sino la capacidad para
enfrentar las oblicuidades de la vida y la forma en que éste sale adelante de
ellas, pues es muy probable que los hijos hereden la forma de él.
El
cerebro, le dije, no está hecho para pensar. Está hecho para adaptarse y sobrevivir.
Esto quiere decir que al cerebro le tienes que enseñar a pensar, lo cual es de
suma importancia, ya que cuando siembras pensamientos, cosechas actos; cuando
siembras actos, cosechas hábitos; cuando siembras hábitos, cosechas costumbres
y la costumbre termina convirtiéndose en una segunda naturaleza. De tal suerte
que si quieres cambiar la naturaleza adquirida, te será menester enseñar a tu
cerebro a pensar para que este pueda sembrar pensamientos que terminen
manifestándose en una mejor forma de ser y hacer las cosas.
El
problema, si se me permite llamarlo así, es que requieres de un espacio de
silencio y soledad para escucharte y poner en orden tu mente, y esto
difícilmente lo vas a poder hacer en un entorno donde la presión familiar de
uno y otro, la emoción propia del proceso, y la presión de amigos y sociedad en
general, son las que mandan.
De
igual manera está el tema de los fantasmas del amor. Los fantasmas del amor son
todos esos miedos e inseguridades que uno carga…, este o no consciente de ellas.
Las inseguridades, aquellas que ya tenemos identificadas más aquellas que aún
no llevamos a la conciencia, terminaran incidiendo en la calidad de la relación
y/o en el futuro de la misma.
Veamos
algunos ejemplos: un hombre que por natura adquirida tema que la mujer le pueda
ser infiel, tenderá a ejercer tal nivel de control y asedio en la pareja, que
esta, inevitablemente, buscará la forma de escapar de él… Y cuando esto suceda,
él se dirá a sí mismo: “tenía yo razón”.
Lo
malo de esto es que al hacer que ella se escape de él, su profecía cumplida
(esas que uno hace que sucedan), le va a servir para reforzar sus fantasmas y
con ellos su segunda naturaleza, lo cual, inevitablemente, extrapolará en todas
sus relaciones con el sexo complementario.
Como
era de esperarse esta fue la parte que lo atrapo; la de los fantasmas del amor.
Me hizo un mundo de preguntas al respecto y la forma en que estos inciden en la
relación, así como si había forma de manejarlos.
Le
comenté que sí, que si había forma de dirigirlos y controlarlos, pero que por
razones obvias no podía hablar de los fantasmas de ella, debido a que no tengo
forma de hacerlo y que de tenerla, me seria menester que ella estuviera
presente y diera su anuencia. Pero que si podía, si él me lo permitía, hablar
de los fantasmas de él. En donde lo más importante es que él tuviera claro cuál
o cuáles son sus fantasmas y la forma en que estos inciden en él, ya que jamás
podrá dirigir y mucho menos cambiar, lo que no conoces.
De
inmediato me compartió algunos de sus fantasmas, los cuales al revisarlos no
pasaron el filtro, mientras que otros, que eran obvios a mas no poder, jamás
los menciono. Le hice ver que los fantasmas (miedos e inseguridades) no son
exclusivos del amor. Estos operan en todos los ámbitos del ser, sin embargo, es
en el amor donde más inciden, ya que no hay nada más trascendental que el amor.
Esté, en cualquiera de sus manifestaciones, es lo que le da sentido a nuestra
vida. Todo lo demás, por importante que sea, es funcional, transitorio y
accidental.
Le
mencione varios ejemplos, de los cuales me circunscribiré a mencionar algunos
de ellos: “el miedo al compromiso”. El joven en cuestión me comentó que a él le
enseñaron en casa que el “compromiso mata el amor”. En otras palabras, sus
cuitas y canguelos tenían que ver más con el miedo a que el compromiso del
matrimonio mate el amor que con la boda en sí.
Él
creció en un hogar en donde una madre fuera de lo común, le decía a él y a sus
hermanos que el compromiso mata el amor. Que el amor debe estar por arriba de
cualquier compromiso y que si el amor necesita de un compromiso para ser, entonces
no es amor.
La
mamá le hacía ver a sus hijos (dos hombres y una mujer) que para la gran
mayoría de la gente lo importante no es el otro en si, sino el matrimonio. Y
que cuando el otro no da muestras de querer formalizar la relación vía un
contrato matrimonial, lo común es que terminen la relación para estar casados
con otra persona en muy poco tiempo.
Entiendo
lo dicho por la madre, ya que efectivamente hay mucha gente para lo cual lo
importante no es el boda, sino el novio; no el hijo, sino el bautizo, no el
muerto, sino el funeral, sin embargo la realidad es que es muy fácil darse
cuenta desde un principio si la otra persona es de aquellas en donde lo
importante no es el otro, sino lo que envuelve al otro.
En
alguna ocasión conocí a una mujer que me decía que su sueño era casarse en la
catedral, que esta estuviera llena de flores y de gente para que la vieran
todas sus amigas, a lo respondí de inmediato: ¿Cómo? Si tú no eres católica. A
lo que presto respondió: Y eso que tiene que ver. Lo importante es que me vean
mis amigas… El novio y todo lo demás es accidental, puede ser uno u otro, lo
importante es que todas mis amigas vean que me case y que tuve la mejor boda
del mundo.
Para
este tipo de personas lo común es que las relaciones tengan fecha de caducidad,
sin embargo la realidad es que la cada vez más manifiesta fecha de caducidad de
las relaciones, ha hecho que esta se convierta en un fantasma del amor que se
suma a los ya heredados.
Para
ilustrar estos, me abocaré a enunciar algunos ejemplos de gente próxima a mí:
Miriam es una mujer que está en sus primeros cuarentas. A Miriam la signo una supuesta infidelidad de su madre. Cuando ella era una niña vio a su madre platicando con un hombre que no era su papá. Esto la llevo a construir en su mente una infidelidad que nadie más en su casa vivió pero que a ella la signo de por vida.
Miriam es una mujer que está en sus primeros cuarentas. A Miriam la signo una supuesta infidelidad de su madre. Cuando ella era una niña vio a su madre platicando con un hombre que no era su papá. Esto la llevo a construir en su mente una infidelidad que nadie más en su casa vivió pero que a ella la signo de por vida.
Esta
construcción que hizo en su mente, la ha llevado a ver con muy malos ojos
cualquier conducta impropia a sus ojos, aun cuando estas sean comunes y
cotidianas en un entorno donde las redes sociales y la comunidad, son la norma.
Si
su pareja voltea a ver a alguien que entra a un lugar y esa persona es una
mujer, este voltear a ver es una traición. Si este mantiene contacto con
compañeras o amigas del pasado, aun cuando no haya en ellas más que una amistad
de años, es una traición. Si él le da un “me gusta” a cualquier publicación
donde la imagen sea una mujer o sea publicada por una mujer, es una
traición.
Está
por demás decir que la relación que sostiene con su pareja no es la mejor, amén
de que ella guarda en su mente todos y cada uno de aquellos actos que considera
innobles de parte de él. Actos, que sin duda alguna, sanan con el tiempo la herida
que lastima, pero que le dejan una cicatriz que recuerda, distorsiona y engrandece
el acto. La relación de ellos, huelga decirlo, está condenada al fracaso…. No
por algo real, pero si imaginado.
Otro
fantasma común es el de la familia de origen. Hay quienes tienen un miedo
enorme a perder contacto con su familia, por lo que desde el noviazgo hacen
hasta lo imposible para que el otro se integre como parte esencial en la
familia de él o de ella.
Rafael
es un hombre que está en sus primeros cincuentas y tiene un matrimonio de
varias décadas. Para él lo más importante es la familia de origen, es decir,
sus papás, hermanos, cuñados y sobrinos. Su esposa e hijos los da por hechos,
por lo que todo su esfuerzo se encamina en atender a sus papás y agregados.
Sus
hijos, que nacieron y crecieron en ese entorno, lo ven normal, sin embargo la
esposa no lo ve así. Y si han durado más de tres décadas se debe a que uno de
los fantasmas que rigen la vida de ella, es el de la no disolución del
matrimonio. No obstante eso no quiere decir que la relación sea la mejor.
El
fantasma del control.
Blanca
creció en un hogar donde el control era la norma. Su papá, hombre al que
idolatró por sobre todas las demás personas, incluido pareja e hijos, era un
hombre con un nivel de control y con una capacidad administrativa inigualable.
Hace
algunos años me invitaron a comer a casa de los papas de Blanca. Conocí al
señor, platique con él y entre los temas que salieron a palestra, destaco el
del oneroso costo de la luz eléctrica. Al responder un servidor que no estaba
seguro de que el costo de la misma en el devenir del tiempo fuera en los
porcentajes que él mencionaba, se paró de inmediato, fue a su estudio y regreso
con una caja en donde tenía archivados todos y cada uno de los recibos de luz
pagados en su vida.
Me
mostró con datos, y con el análisis que había hecho (graficas, porcentajes y
demás menesteres), la solides de sus argumentos. Le pregunté si tenía la misma
información de los otros servicios (agua, gas, etcétera) y me contesto que
tenía todo: agua, gas, despensa, colegiaturas, boletos de avión, tickets de
restaurantes y un mundo de cosas más. En ese momento entendí a Blanca y con
ello la relación que sostiene con su pareja, la cual, huelga decirlo, esta cien
por cien subordinado a ella.
Con
quien estar versus con quien ser.
Saúl
es un hombre que está en sus primeros cuarentas. Se divorció hace poco más de
diez años y de ese entonces a la fecha se ha abocado a sus negocios. Sin
embargo, recién hace unos meses en esas oblicuidades que tiene la vida,
coincide en un evento con una excompañera de la facultad de leyes que era la
causante de sus insomnios, por lo menos hasta que él se fue a estudiar la
maestría al extranjero.
Regreso
casado y metió en el cajón de los olvidos a la dama en cuestión. Las cosas no
caminaron bien en su matrimonio, se divorciaron en muy buenos términos,
conservando una muy buena relación hasta la fecha. Se aboco a los negocios y
jamás pensó en sacar del cajón del olvido a persona alguna, hasta que la vida
lo hizo coincidir con ella en un evento.
Por
azares del destino tuve la oportunidad de trabajar estrechamente con ambos, con
él, como socio de algunos negocios y con ella como abogada. En todo ese
intervalo, jamás salió a la palestra el nombre de uno u otro al hacer negocios,
ya que en todos los proyectos en los que ella me apoyo, no estuvo involucrado
Saúl. Y en los proyectos que realice con él, nos apoyábamos en sus abogados y
en él mismo.
Mi
azoro, cuando los vi juntos en un restaurante, fue mayúsculo, ya que la natura
y la mente de uno y otro son diametralmente opuestos y por lo tanto no complementarios.
Saúl es mi socio y amigo, por lo que cuando él me compartió su alegría, le
escuche con atención y ya una vez que termino su exposición, le hice ver que
ambos formaban una pareja impensable.
Le
comenté que para mí era un misterio la forma en que iban a cohabitar los
fantasmas de uno y otro, y más aún, la mente de uno y otro, pero que me daba
mucho gusto por ellos. Al último le dije que no olvidara que lo más importante
en el amor, no es con quien estar, sino con quien ser.
Estar,
no tiene ciencia, el instinto se encarga de ello, no obstante, ser con alguien,
es algo que muy pocos pueden lograr, ya que el ser con alguien demanda que
instinto y mente se empaten en una sola persona, amén de que ambos, él y ella,
trabajen intensamente en la identificación de sus fantasmas para no permitir
que estos echen a perder la relación.
Todos,
le comenté, tenemos fantasmas, sin embargo, pocos son los que deciden saltar al
abismo del interior… A lo más profundo del yo para buscar en él el origen de
nuestros fantasmas, la forma en que han incidido e inciden en nosotros y la forma
en que tenemos que dirigirlos. La gran mayoría de nuestros fantasmas, ya una
vez identificados de origen, no pasan el tamiz de la lógica y de la razón, son,
casi todos son, en esencia, falsas evidencias que hemos hecho reales.
Retomando
el tema, cerré la plática con el joven en cuestión, preguntándole si entendía
el porqué de darse un tiempo en silencio y soledad para analizarse a sí mismo;
identificar sus fantasmas y dirigirlos, al tiempo que analiza los de ella y
evalúa, en función de la historia entre ellos, que tan identificados los tiene
para poder recibir retroalimentación de parte de él, pero más importante aún,
si ella es la persona con la que puede ser y si él es la persona con la que
ella puede ser, ya que estar no tiene ciencia, se puede estar con mucha gente, pero
poder ser con el otro y que el otro pueda ser con uno, es algo que poco
pensamos, y por ende, poco logramos.
Nos leemos en el siguiente artículo.
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