miércoles, 1 de mayo de 2024

Daño colateral.

Se dice que el famoso aforismo: "Conócete a ti mismo", estaba inscrito en el pronaos del Templo de Apolo en Delfos. No obstante, la realidad es que poco caso le hemos hecho. Somos, antropológicamente, seres de sentimientos profundos y entendimientos cortos, lo que nos impele a preocuparnos más por lo que acaece fuera que dentro de nosotros.

Recién me invitaron al corte del listón inaugural del séptimo restaurante de un amigo. Este es un joven emprendedor que está en sus tempranos cuarenta y que cuenta en su haber una cadena de restaurantes y una procesadora de alimentos. Es un hombre inteligente, agradable y de trato fácil, amén de una sonrisa que pareciera ser parte de su rostro, ya que pocas veces le he visto sin ella.  

Él, como la gran mayoría de nosotros, vive más hacia afuera que hacia adentro. Este estar constante viviendo hacia el exterior, lo llevo a establecer una relación con una mujer de extraordinaria belleza interior y exterior. Una mujer que lo amo (tuve oportunidad de conocerla y de convivir con ambos) como pocas veces he visto que ame una mujer a un hombre.

Está lo único que quería es estar con él. Cierto que había un alto nivel de exigencia de parte de ella (no hay mujer que no lo haga), pero su exigencia era más cualitativa que cuantitativa, es decir, para ella era más valioso el tiempo que pasaban juntos que todos los bienes y regalos que este le pudiera dar.

El caso es que ella estuvo ausente en la inauguración del restaurante, lo cual no dejo de extrañar a propios y extraños. Días después el empresario en cuestión me invito a comer para ver unos temas de inversión y al terminar de analizar estos, me preguntó qué cómo andaba de tiempo para platicar un tema personal de relevante importancia. Le hice ver que disponía de tiempo y que encantado escuchaba su decir y, por la cara que tenía (había perdido su sonrisa), su pesar.

El tema es que después de tres años decidió terminar con ella. Lo peor del caso, argumentaba él, es que es la mujer más maravillosa que he tenido en mi vida. Y, sin embargo, el animal que soy, me empujo a terminar con ella. Pensé, y sigo pensando, que no hay nada como la soledad. Mi trabajo demanda un muy alto nivel de contacto humano, de tal suerte que nada deseo más cuando llego a casa que tener tiempo para mí. Y eso, precisamente, fue lo que me llevo a terminar con ella.

El problema, me dice, es que demanda tanto mi atención que poco tiempo me queda para revisar el acontecer de mis negocios, que es lo que me permite definir el proceder del día, semana o mes. Cierto que disfruto su compañía, pero me encantaría que esta fuera espaciada e intermitente y no permanente. Cuando hable con ella al respecto, me dijo que las cosas no son así. Que en la vida puedes tener casi todo lo que deseas, pero no todo al mismo tiempo. Que tenía que decidir y decidí.

El caso es que me saturo muy rápido de los demás. Cosa que no afecta en mi trabajo, ya que la interacción es variada y de momentos, pero habitar el día a día con una persona es abrumador. Al término de su exposición me preguntó: ¿se puede amar tanto a una mujer y vivir sin ella?

El problema real, le contesté, es la ausencia de amor. En los negocios como en el amor, hay que aprender a restar antes que sumar. En los negocios tienes que restar beneficios en socios y colaboradores. En el amor, lo que restas es tiempo e individualidad y lo restas en ella y en los hijos. Ellas restan mucho más que nosotros, pero lo hacen en los hijos y ocasionalmente en ellos.

Los hombres se satisfacen con poco. Ellas, no. Estás exigen tanto, porque dan tanto. Poco a ti, mucho a los hijos. Y, en ausencia de estos, a la idea que tienen de sí mismas y de la relación de pareja. Y si no te hace sentido, revisa tu guardarropa y el de ella, que estos no son más que el reflejo de uno y otro. Para ellas, como buenas centrípetas, nada es suficiente. Demandan atención constante y permanente dado que todo gira y debe girar en torno a ellas. Cosa que no acaece con el hombre. Este, como todo centrífugo, demandan poco de ellas y lo poco que demanda lo demanda poco.

Le comenté lo que líneas arriba mencioné: que los seres humanos somos entes de sentimientos profundos y entendimientos cortos. Lo que ineluctablemente hace que nos preocupemos y ocupemos más de lo que acaece fuera que dentro de nosotros.

Cuando te sientas profundamente atraído por una mujer, concédete el permiso de convivir lo más que puedas con ella, tanto para conocerla, como para descubrir si la resta te pesa. Si no te pesa, ahí es, pero si te pesa, no te quedes, que el daño colateral va a ser mayor cuanto más tiempo prolongues la relación.

Nos leemos en el siguiente artículo.

sábado, 20 de abril de 2024

Siete años después.

En el libro Puente de otoño de Takashi Matsuoka hay una frase que encierra la totalidad del acontecer humano: Éramos felices y no lo sabíamos.

La felicidad es una suma de instantes, no obstante, hay ocasiones que esa felicidad se prolonga en un espacio tiempo que va más allá del instante. Y es justo en esos momentos en los que la felicidad extendida forma parte de nuestra vida que se nos hace fácil tomar decisiones que no tomaríamos en otras circunstancias. El problema, huelga decirlo, es que cuando la realidad nos alcanza, ya no hay forma de recuperar eso que teníamos y es cuando cabe la frase de Takashi Matsuoka: Éramos felices y no lo sabíamos.

Otro tema que influye en las personas a la hora de tomar decisiones es la estructura antropológica de estas, es decir, si en un Primus o un Secundus.

El Primus tiene una alta necesidad de control y de seguridad. Le es de suma importancia que todo y todos los que están a su alrededor estén en sintonía con lo que desea y espera de cada uno de ellos. Batalla de sobremanera con la ambigüedad y con la aparente indecisión que acompaña a esta. Y con la gente que en intensidad y forma no le da lo que quiere y necesita, tanto en el combés de lo sentimental como en el de lo material.

La insuficiencia prima en su persona. Nada, por mucho que sea, le es suficiente. Su necesidad de seguridad, certeza y control es, sobre todo y sobre todos, infinita. Especialmente en aquellos que están sentimentalmente vinculados a su persona. Su suspicacia le hace ver riesgos donde no los hay. Al grado que en ocasiones su inconsciente provoca aquello que teme, en aras de demostrar que tenía razón.

El problema del Primus es que cuando siente que el otro ya no está a su nivel o que ya no le puede dar esa ingente e infinita necesidad de cariño, atención, viajes y bienes materiales, buscará en terceras personas lo que siente que ya no encuentra en su pareja. Esto no quiere decir que incurrirá directamente en un cambio de personas y escenarios, pero si se abrirá a explorar nuevas posibilidades, a las que siempre verá con mejores ojos, no porque lo sean, sino porque en ese momento tiene todo resuelto.   

El Secundus, por el contrario, piensa que todo cabe en lo humano (lo bueno, lo malo, lo espectacular y espectral). Lo que hace de él un ser flexible y tolerante en cuanto a las múltiples formas del ser, no obstante, es menester anotar que, a pesar de ello, tiende a mostrarse agudo y sarcástico ante aquellos que muestran una intolerancia monolítica en la forma de ser.

Está cierto de que no hay ley o dogma que brinde certeza en el quehacer humano. Lo que lo impele a ver y vivir el mundo como lo que es: una hipótesis. Es decir, como algo que siempre está sujeto a comprobación, en especial, lo humano.

La hipótesis es la teoría sin la prueba explicita. Así pues, esta cierto de que no hay seguridad en nada de lo que se decida o emprenda, por lo que es menester apostar por aquello que se ha decidido aun cuando no se esté cierto de que va a funcionar.

El Secundus está consciente que el acto de elegir pareja, carrera u oficio es, en sí mismo, una hipótesis, es decir, algo que siempre está en constante construcción. En donde lo hecho ayer no tiene nada que ver con lo que ha de hacer hoy o lo que hará mañana. Este estar consciente de que todo es una hipótesis lo lleva a trabajar consigo mismo, con la pareja, carrera u oficio que elige en aras de reducir lo más posible la probabilidad de error. No obstante, cuando el error se presenta lo vive como lo que es, un instante y no una constante.

De los dos, el Primus es el que paga el más alto precio en la redención. El Secundus lo paga, pero de manera muy breve. Es tan alta su capacidad para enterrar las cosas, que el dolor de la redención es breve y transitorio.

La relación de pareja pasa por cinco estadios: Descubrimiento; Conquista: Colonización; Independencia y Redención.

La pareja, ya una vez que te descubre, te conquista y en la conquista sienta las bases de lo que será su colonización, ya que entre más logre colonizarte (poblar todos tus espacios físicos y mentales), más difícil te será la independencia.

La colonización del Primus es intensa y total. Entre más logre este que te mimetices con su pensar y querer, mejor será su colonización y por ende su sentimiento de felicidad.

Para el Secundus la colonización estriba en aprender a vivir con lo que eres, ya que da por sentado que entre más puedas expresar tu ser (ser tú mismo), menos ganas tendrás de irte (independencia).

Por lo general, la independencia en el Primus obedece a él, en el Secundus, al otro. Ya sea porque el Primus lo dejo o porque se haya cansado de tanto nivel de acotamiento y control.  

Cuando el Primus se independiza en aras de lograr más de lo que tiene, piensa que su felicidad se extenderá a partir de la que ya tiene, sin embargo, lo normal es que esta decaiga a través de los años hasta que llega el estadio de la redención. Momento en el que ya no le queda más que la añoranza o dolor de la felicidad perdida.
  

Cuando la redención se da en el Secundus, se da en cuestión de semanas y en una forma tan amable, que este rápido entierra el pasado para construir un nuevo futuro.

El Secundus lleva la felicidad en él; el Primus, en los otros. Para estos, más que para los otros, es donde cabe la frase de Takashi Matsuoka: Éramos felices y no lo sabíamos.

Nos leemos en el siguiente artículo.

miércoles, 10 de abril de 2024

La importancia del dinero en el amor.

Recién tuve la oportunidad de platicar con una joven ejecutiva a la que tengo en alta estima personal y empresarial. Es una mujer inteligente y con un nivel de fuerza y empuje que hace de ella el epitome del Hacedor. No para nunca y nada le desespera más que ver al otro sin hacer nada, y más si ese otro u otros son o están en su coto de influencia. Entendiendo que el significado de nada es todo aquello que la gente de su coto hace sin que sea por o para ella (de esto, las mujeres saben mucho).

La idea que esta joven ejecutiva tiene del amor es una contradicción funcional. Es romántica en el amor y pragmática en la vida. El amor, me decía, debe ser romántico y funcional. Él puede ser inteligente, atento, caballeroso y educado, pero si no tiene la capacidad de resolver lo económico, no funciona. Ese hombre será mi amigo, pero no mi pareja. El amor en nosotras se sustenta en un romanticismo realista, cosa que no sucede con los hombres. Ustedes son idealistas por definición y realistas por excepción.

Al concluir la plática me comentó que ella jamás podría estar con un hombre carente de recursos, no por los recursos en sí, sino porque la ausencia de estos, le hacía ver que en ese hombre carece del coraje necesario para salir adelante, amén de un exagerado nivel de conformismo.

Confieso que la conversación me dejo más dudas que certezas, ya que el Resorte – Motor de las personas define lo que es importante para estás y no todos nos interesamos por las mismas cosas. Por ejemplo, para aquel que su Resorte – Motor está en el
logro y el tener, realizara conquistas totalmente ajenas a las que realizara una persona que tenga su Resorte – Motor en la afiliación y el hacer. Los dos necesitaran dinero, solo que uno de ellos lo necesitara en grado sumo y el otro, no.

El Resorte (Afiliación; Logro; Poder) nos genera los impulsos, pero no el rumbo. La dirección de vida de un ser humano la genera el Motor. Este es el que define los objetivos intrínsecos de la persona (Ser; Hacer; Tener).

Truman Streckfus Persons, mejor conocido como Truman Capote, fue un escritor al que su Resorte - Motor (
afiliación – ser), lo llevo a brillar en lo más alto de la sociedad. En su Motor no estaba el Tener. Tan no estaba que no solo dilapido todo el dinero que gano con sus libros, sino que además vivió toda su vida arrimado en la casa de un amigo. Cuando la sociedad lo castigo y le retiro su apoyo por los chismes que publico de la alta sociedad, siguió escribiendo y vendiendo libros, pero en un ostracismo social que lo llevo a la tumba.  

Cuestión de géneros.
Las dudas que me genero la plática con la joven arriba mencionada, me llevo a indagar las percepciones que hombres y mujeres tienen sobre el dinero y el amor. A los encuestados se les planteo el siguiente escenario y pregunta: conoces a alguien que reúne todos los requisitos cualitativos que buscas en una persona para establecer una relación, pero está carece de recursos, es decir, es pobre: ¿te darías la oportunidad de establecer una relación con esa persona?

El cien por cien de los hombres respondió que sí. El 92% de las mujeres respondió que no.

La muestra de esta indagación se hizo entre personas que oscilan entre los 40 y 60 años, por lo que es posible que las respuestas cambien en función del segmento etario. El objetivo al enfocarnos en este segmento fue escoger personas con responsabilidad económica a cuestas, sin importar si vivían solas o con hijos.

Las razones que argumentaron las mujeres fueron muy parecidas a las que me dio la ejecutiva en cuestión. Le otorgaron un alto valor al tema económico. Lo que definió la intensidad del más o del menos de cada una de ellas, fue su respectivo Resorte – Motor.

Algunas decían que los viajes, las casas, los carros (todo en plural) y forma de vida eran requisitos no negociables. Otras se centraban en que fuera un hombre capaz de proveer lo que ella y sus hijos necesitaban, amén de una casa confortable y una renta para la vejez y para los imprevistos (salud). Ninguna cuestiono el trato, ya que todas daban por sentado que el hombre las tenía que tratar como princesas, al grado que algunas de ellas me dijeron: puede ser lo que sea con los demás, pero a mí…, o me trata como princesa o se va.

A ellos el tema económico no les preocupo, pero si la pobreza mental. Le daban un alto valor al hecho de que fuera una mujer que más que
tener más, quisiera ser más. Que al ser ella más, serían más ellos. Al preguntarles si esto no iba de la mano con la inteligencia y el dinero, respondieron que no, ya que puedes ganar mucho dinero y ser un idiota. La inteligencia, argumentaban, tiene que ver más con la forma en que llevas tu vida, que con el dinero que ganas.

La diferencia entre hombres y mujeres es abisal. El hombre busca dar lo que puede su capacidad. La mujer no. Ella siempre va a exigir más allá de la capacidad. La mujer construye el mundo; el hombre, lo opera.

En síntesis, la ambición y el hambre de progreso está en ambos, pero en ellas está en grado muy superior al de los hombres. La mujer va a estirar la liga hasta donde sea posible. El hombre, no. Éste tenderá a instalarse en lo que tiene y a buscar el más por excepción. Excepción que, por lo general, suele ser una mujer, ya sea pareja, la hija o la madre, pero siempre una mujer.

Nos leemos en el siguiente artículo.  

jueves, 4 de abril de 2024

El rayo (la fuerza de la atracción).

Recién sostuve una platica con un joven empresario al que conozco desde hace casi cuatro lustros. El joven en cuestión inició una relación de pareja desde su época de bachillerato y, en mi calidad de mentor, he tenido y tengo la oportunidad de ser testigo de su proceso personal y de pareja desde sus inicios. La relación de noviazgo se prolongo por diez años y en la actualidad llevan poco más de cuatro años viviendo juntos.

En lo personal me parecía y parece un joven excepcional en el combés de lo intelectual (ha publicado dos libros), de lo empresarial y, de manera muy especial en el de pareja. Un hombre atento, educado al que jamás vi faltarle el respeto a su pareja. Era y es, desde mi óptica, un joven digno de emular.

Todo esto viene a colación para entender lo que le acaeció. Regresando él de un viaje de negocios, me habla y me dice que necesita platicar de un tema delicado. Al vernos me comenta que un día, al acudir a uno de los cafés en los que se sienta a escribir con libreta en mano, llego una joven, coetánea a él, que armada con una sonrisa se sentó a su lado y se presentó.

Le preguntó sobre lo que hacía y él le contesto que solía ir a ese lugar a escribir. Estuvieron platicando cerca de una hora y se despidieron debido a un evento que él tenía más tarde. Por azares de la vida volvieron a coincidir en lugares en los que era poco viable que lo hicieran (un banco, en una conferencia que impartió y en la presentación de un libro).

El tema es que las coincidencias continuaron de la manera más azarosa. Él tuvo que ir a la ciudad de México a cerrar un negocio y ella había ido con sus padres a visitar unos parientes. Cuando él llega a la sala de espera para tomar su vuelo de regreso, la ve ahí, la saluda con un movimiento de cabeza y ella se para y va por él. Lo presenta a sus padres y se sientan a un lado a platicar.

Al abordar el avión ella le pide al pasajero adjunto a él que le cambie el lugar, lo que le permitió hacer el vuelo de regreso sentada junto a él. Le hace saber que no ha dejado de pensar en él y que le gustaría verlo más. Él le dice que tiene pareja y que no está en posibilidad de hacer lo que ella quiere, a lo que ella contesta que tal vez él no esté en posibilidad, pero si en el ánimo y que puede esperar.

 El cerebro es libre, las personas, no.
Cuando termino de exponer la situación, le pregunte si se sentía atraído por ella. Me contesto que sí. Que la atracción es tan fuerte que no ha dejado de pensar en ella desde el día uno, y que no entiende qué es lo que le está pasando, ya que siente un fuerte impulso de estar con ella, pero sabe que no es correcto.

Le hice ver que lo que le está pasando es lo que se conoce como el Rayo, un fenómeno biológico con una fuerza de atracción que nubla la razón y que, si no se gobierna (cosa de suyo difícil), se convierte en obsesión. Es algo que le sucede a muy poca gente en la vida (conozco solo dos casos) y que nunca sucede más de una vez. El amor, le comenté al joven, es un ejercicio en el que el depredador sigue a su presa y está a su depredador. El dilema, para la gran mayoría de las parejas, es saber quién es quién, pero en el caso que me platicas, la presa eres tú y ella el depredador.

Le recomendé que pusiera todo en pausa y que invente un viaje o un retiro de tres a cuatro días en un lugar en el que pueda estar totalmente solo para que sea él el que ordene su mente y no su mente la que lo ordene a él.

Le hice ver que el cerebro es libre, las personas no. Nosotros tenemos que conquistar la libertad y la única forma de hacerlo es poniendo en orden nuestra mente. Y más cuando la biología nos impele a hacer algo que no estamos del todo ciertos que debemos hacer.

El Rayo es un fenómeno biológico que posee una fuerza de atracción inconmensurable y que posee dos características: llega para quedarse o se va como llego. Por ello es muy importante poner en orden nuestra mente para aceptarlo y dirigirlo o para rechazarlo y enterrarlo. De lo contrario, las consecuencias van a estar fuera de nuestro control.

No sé qué va a hacer el joven en cuestión, pero lo que si sé es que nosotros somos las historias que nos contamos a nosotros, no las que les contamos a los otros. Por eso es muy importante el que ordenemos nuestra mente para poder contarnos las historias correctas, conscientes de que el resultado de estas, tienen consecuencias inmediatas y futuras.

Nos leemos en el siguiente artículo.

viernes, 2 de febrero de 2024

Asústame panteón.

Este año hay elecciones presidenciales en 73 países. Esto quiere decir que vamos a ser inundados de una gran cantidad de noticias calamitosas que no tienen otro fin que llevarnos a votar a favor o en contra de determinado candidato. Dentro de este cúmulo de noticias, las más aparatosas van a ser las de orden internacional (riesgos geopolíticos), ya que es más fácil que estas se puedan sobredimensionar, dada la lejanía de nuestras fronteras.

Un ejemplo de ello es lo que esta pasando en la Unión Europea. A los habitantes de algunos países europeos se les está diciendo que es posible que Rusia entre en guerra con Europa. Al grado que los gobiernos de esos países han conminado a sus ciudadanos a prepararse para la guerra, lo cual no solo ha hecho que la gente almacene víveres, agua y demás menesteres, sino que vivan bajo una psicosis que solo beneficia a sus líderes.

Lo curioso del caso es que los europeos le crean a sus lideres lo de la inminente invasión, aun cuando en los hechos Rusia ha hecho patente su inoperancia y falta de equipo en lo referente a armas, tanques e infantería. Cierto que no podemos desestimar la posibilidad de que la guerra se extienda más allá de Ucrania, pero tendría que ser una guerra en la que se usaran armas tácticas nucleares, cosa que de entrada se ve difícil, ya que sería entrar a un proceso de destrucción mutua. Las guerras son muy costosas y la economía de Rusia no da para más, tan es así que la guerra esta estancada y que no pueden avanzar más allá de donde ya están.

Otra noticia que se escucha mucho es la invasión de China a Taiwán. No desestimo la posibilidad, pero también la veo remota. Estados Unidos tiene 73 años diciéndole al mundo que la invasión es inminente y, sin embargo, 73 años después, no ha pasado nada. China no tiene necesidad de invadir a Taiwán y menos si consideramos que este representa la segunda inversión más alta en el pais.

China no quiere guerra, lo que quiere es establecer redes de comercio con cuanto pais pueda. La riqueza está en el intercambio, no en la guerra. Los países solo van a la guerra por dos razones: para imponer un tipo de comercio o porque no han podido comerciar.

El problema real en el estrecho de Taiwán es que China no ve con buenos ojos que barcos de otros países patrullen sus costas armados hasta los dientes. En otras palabras, China está reaccionando exactamente igual a como reaccionarían otras naciones si vieran barcos de este pais patrullando sus costas con armamento similar.

Otras noticias con las que nos van a bombardear son las de Israel, Hamas, Hutíes e Irán. Es cierto que un error de cálculo de parte de los contendientes puede hacer que esta se convierta en una guerra regional, sin embargo, es un hecho que China e Irán no quieren esta guerra, ya que afecta seriamente el tránsito de sus mercancías.

Lo que va a hacer que elevemos el nivel de vida de la gente es el comercio, no la guerra. La guerra beneficia a muy pocos, el comercio, a muchos.   

 Propósito.
Es importante entender que lo que subyace en todo lo que hacemos es la búsqueda de un propósito, sin importar si es una elección de pareja, carrera, hijos, trabajo u oficio. Lo que buscamos en todos estos actos no es necesariamente amor, familia, hijos o desarrollo, lo que buscamos es que nuestra vida tenga un propósito.

Esto que aplica para el ciudadano común, aplica también para los gobernantes. En todo lo que estos hacen hay un solo propósito: llegar al poder y mantenerse en él. Y si para ello es menester que exageren los riesgos nacionales e internacionales con el fin de que los electores voten por ellos, lo harán.

En síntesis, mi sugerencia es que no haga caso de todas esas noticias que no tienen otro fin más que distraerlo de lo sustancial: su economía.

Y si no me cree, le dejo, a manera de reflexión el siguiente dato:

Para poder retirarse con un nivel de vida como el que tiene actualmente, va a ser menester que, por 45 años, ahorre el 23% de su ingreso, y que con el 77% restante, pague sustento, escuelas, casa y movilidad.

Usted dirá si se quiere centrar en su economía o en las alarmantes noticias de un año electoral.

Nos leemos en el siguiente artículo.

viernes, 29 de diciembre de 2023

El mundo desde las finanzas.

Recién tuve la oportunidad de coordinar un taller de riesgos globales y nacionales con un grupo de financieros, inversionistas y directivos de diferentes giros de negocio. El grupo estaba conformado por personas de distintas latitudes geográficas y continentales, lo que me permitió acceder a desiguales y contradictorias formas de ver y entender lo que está pasando en el mundo.

Los temas que se analizaron fueron bélicos (Rusia; Israel; Egipto; Yemen; China; Filipinas y el rearme de Japón). Económicos (tasas de interés; petróleo; contracción monetaria). Sociales (elecciones presidenciales, migración, conflictos internos) y ambientales. Como era de esperarse, los inversionistas y directivos veían y analizaban el entorno desde dos ópticas: la empresarial y la social.

Desde lo empresarial analizaban el entorno partiendo de la premisa de que, en lo externo, lo interno. Lo que les hizo enfocarse en aquellas cosas del entorno que pudieran incidir en su proceso de negocios, dejando, para el ámbito social e individual, todo lo demás. En otras palabras, si lo que está pasando en determinada parte del globo me afecta, lo analizo y actuó en consecuencia. Lo que no incide en el quehacer de mi negocio, lo paso a la casilla de lo social o individual, para analizarlo más tarde y no desgastarme en aquello en lo que nada puedo hacer.

No es que no les interesase o desearán poner distancia al dolor y destrucción del acontecer mundial. Simplemente se enfocaban en lo que les incidía, en aras de capitalizar oportunidades y minimizar riesgos.

No obstante, había en el grupo quienes tenían un yo social tan grande que les era imposible no dolerse y preocuparse de esos otros aconteceres en los que no tenían forma de incidir, lo cual, aunado a nuestra humana tendencia a priorizar lo malo sobre lo bueno (que es una de las cosas que nos han ayudado a sobrevivir), les hacía indignarse e incordiarse ante la aparente pasividad e indiferencia de los que solo analizaban el entorno desde la óptica de los negocios y, peor aún, de los socialmente más alejados: los financieros.

La temperatura de las opiniones fue subiendo conforme se analizaban los acontecimientos actuales y los que se podrían suscitar en este nuevo escenario geopolítico que se empezó a gestar desde el 2020. Un escenario en el que inciden variables que no existían antes y que nos exponen a situaciones para las cuales no tenemos ni el conocimiento ni la experiencia. Tan es así que los más confundidos son los presidentes de los países y los Gobernadores de los Bancos Centrales.

La teorías económicas, sin haber perdido su vigencia y razón de ser, ya no inciden en los mercados y en las economías como lo hacían antes, debido a que estas se tienen que rediseñar en función de las nuevas variables que han aparecido y que antes solo leíamos en las novelas futuristas.

Los países industrializados se dieron cuenta en el 2020, que habían centrado lo más fuerte de su manufactura en locaciones más competitivas en mano de obra e insumos, en donde si bien es cierto que ganaron en utilidades, también lo es que perdieron en conocimiento. Si tú no haces las cosas, pierdes el conocimiento de cómo se hacen las cosas. China e India son los países que en este momento tienen el conocimiento de cómo se hacen las cosas que se dejaron de hacer en otros países.

La responsabilidad de un hombre de negocios es dual; maximizar utilidades y maximizar el valor de la empresa en el tiempo. Al llevarse la producción a otros países, maximizaron utilidades, pero no el valor de la empresa en el tiempo.

La Pandemia fue el detonador que llevo a los empresarios a tomar conciencia del error estratégico que cometieron al primar el corto plazo (beneficios) sobre el largo plazo (valor de la empresa en el tiempo.

A los políticos les paso algo similar, descubrieron que sus países dejaron de ser manufactureros para migrar de lleno al sector terciario de la economía (servicios), en el que el capital es más rentable respecto a los activos, pero más volátil y especulativo.

En otras palabras, ante una crisis de suministro, sus países no tienen con que defenderse. No solo no pueden hacerlo en la forma en que lo hacían cuando eran dueños de la manufactura, sino que además dependen de terceros en lo referente al control de las líneas de producción y distribución de bienes y servicios.

En el 2024 vamos a vivir una intensa guerra económica y arancelaria, amén de intensos procesos de desestabilización interna (elecciones polarizadas y migración), y de roces bélicos que pudieran agravarse por errores de cálculo.

Se hizo el análisis de los riesgos más acuciantes tanto en el orden global como en el nacional, sin embargo, y más allá de las conclusiones, la nota de la reunión la pusieron los financieros, específicamente los de la Banca.

Cuando los empresarios e inversionistas preguntaron a los financieros sobre su diagnóstico, estos no solo no veían motivo de alarma, sino que, además, mostraban una tranquilidad inentendible a ojos de los demás. Al cuestionarles al respecto, la respuesta fue: todos van a necesitar dinero. En bonanza o en crisis, en paz o en riesgo, estabilidad o inestabilidad, todos van a necesitar dinero. Así es que, desde nuestra óptica, todo está bien.

La anécdota no solo es interesante, sino que además es ilustrativa. Setenta y tres países van a tener cambio de gobierno en el 2024. Algunos de extrema izquierda, otros de extrema derecha y los menos, mediando entre uno y otro extremo. El 2024 también va a ser un año de intensos flujos migratorios y desequilibrios sociales, amén de cambios climáticos que generarán problemas y tragedias en diferentes partes del mundo.

Ante eso y todo lo que está por venir, mi recomendación es que tome la postura de los financieros: céntrese en su dinero. En gastar lo menos posible e invertir en instrumentos líquidos y seguros, aun cuando la rentabilidad no sea tan alta como otros instrumentos de alto riesgo.

En síntesis, si usted cuida e invierte inteligentemente su dinero, le será más fácil sortear cuanta adversidad, problema o reto se avecine. Esto no significa que usted se deba mostrar ajeno a lo que pasa en el mundo. Hágalo, pero sin dejar de centrarse en lo único en lo que puede incidir: en usted y los suyos.

Nos leemos en el siguiente artículo.

domingo, 24 de diciembre de 2023

Pareja: expectativa, deseo y responsabilidad.

Hablar de la elección de pareja es un tema difícil y de poca audiencia. Mucho es lo que se ha escrito al respecto, poco lo que se ha diseccionado. Amén de que el día a día nos hace sentir que sabemos mucho de ello. Nada más lejos de la realidad.

Observe su entorno, descubrirá que la gran mayoría de las parejas están formadas por un Yo que no se conoce y que elije, para conocerse, a otro Yo que tampoco se conoce. Lo que une a estas parejas es el desconocimiento de sí mismos y la necesidad de definir su identidad a través de la identidad del otro, lo que convierte al otro en una necesidad, no en una pareja. El problema, amén del ya mencionado, es que este no conocerse genera en las partes expectativas y deseos que están más allá de la intrínseca realidad y posibilidad de las partes. Ni él va a poder cumplir las fantasiosas expectativas de ella, ni ella, los irreales deseos de él.  

Este desconocimiento de lo que son, quieren y pueden, hace que la pareja se sustente en el intercambio y no en el amor. Tan es así que en su yo interior, consideran que el otro es el responsable de cumplir sus respectivas expectativas y deseos. Estas, huelga decirlo, o se diluyen con el tiempo, dando paso a la resignación (es lo que me toco), o se evaporan en cuestión de días, semanas o meses, dando paso a la terminación (no era lo que pensaba).

En este tipo de relaciones la pareja no tiene otro objetivo más que la de compensar las carencias del ser a través del ser de la otra persona. Lo que hace que la identidad y rol de las partes no sea otra más que el ser la esposa de o el esposo de. Situación que deja a los involucrados en una posición muy frágil, ya que cuando la relación llegue a la etapa de la resignación, la frustración y el autoengaño serán la norma; y, si llega a término, la decepción y el luto interior, ya que en un solo acto habrán perdido pareja, identidad y rol.

Es importante entender que si usted es una persona que está bien consigo misma, que es responsable de lo que piensa, de lo que siente y de su propia felicidad, aparecerá en su entorno una pareja similar a usted. Lo que hará que ambos se puedan acompañar, conscientes de que cada uno es responsable única y exclusivamente de su propia felicidad. En estos casos al otro se le ve como lo que es: un compañero de viaje con el cual quiero y deseo compartir mi felicidad, y que me comparta la suya, por todo el tiempo que pueda y esté dispuesta a ello, pero no el responsable de ella. 

Por el contrario, si usted no está bien consigo mismo y piensa que los demás tienen un cierto grado de responsabilidad en lo referente a la satisfacción de sus necesidades, deseos y bienestar emocional, saldrá a la calle a buscar a ese ser especial que vive en su imaginario y que tendrá la suerte y oportunidad de ser el único responsable de que usted sea feliz, ya que tendrá todas las cualidades que busca- Proporcionándole, para tal efecto, el cien por cien de su atención y tiempo, sin descuidar, claro está, el bienestar material que usted visualiza y desea. Lo lamentable de estos casos es que lo único que va a encontrar es a ese otro u otra que sale a la calle a buscar exactamente lo mismo que usted, sin tomar en cuenta que las carencias de ambos se terminan de potencializar.

Las relaciones auténticas son aquellas que aparecen cuando la persona está haciendo lo que le realiza, lo que le hace feliz, no cuando sale a buscar a ese otro u otra que le va a hacer feliz. Paradójicamente, la relación de pareja tiene que ver más con la responsabilidad que con toda esa horda de falacias que nos venden en las películas y novelas de amor.

La responsabilidad es, más que con la pareja, con uno mismo. Lo que implica aceptar que uno es el responsable de sus expectativas, deseos y bienestar emocional. El otro no tiene nada que ver con ello.

Con la pareja lo que hay es propósito y compromiso. Propósito de vida y compromiso de caminar a la par, ya que las relaciones no son estáticas, son dinámicas. El propósito cambia cuando una de las partes crece y se desarrolla más que la otra, o cuando ya no siente la necesidad de transitar la misma senda, porque, así como cambiamos día a día, nuestros intereses lo hacen también.

Es importante entender que el que creció aún no ha llegado a su nivel, lo que le motivara a seguir trabajando en el desarrollo de su ser y saber, pero también es importante entender que el que en apariencia se quedó atrás, no falló ni en el propósito ni en el compromiso. Simplemente, alcanzó su nivel, lo que hace que ya no sienta la necesidad ni el impulso del primero. El viaje, como pareja, ha terminado, pero muchos ni se dan cuenta y otros lo tratan de sobre extender.

Esto explica los intentos de pareja en el devenir de su vida. Cada uno de los intentos que ha tenido, han sido las que en ese momento necesitaba. Personas que le mostraron lo que tenía que aprender de usted mismo.

El secreto de una buena pareja está más en uno mismo que en el otro. Entre más trabaje y desarrolle su personalidad, más atrayente será para los demás, tanto para los que trabajan en el desarrollo de su ser como para los que ven en usted a ese ser imaginario que va a satisfacer todas sus expectativas y deseos.

Cierto que a muchos de estos nos los va a ver, pero habrá otros que por su belleza o forma atrapen momentáneamente su atención. Su responsabilidad, más allá de la atracción física, de la emoción y del sentimiento, es entender que, de todos sus oferentes, solo uno tendrá la capacidad de construir una vida caminando a la par de usted.

Nos leemos en el siguiente artículo.