jueves, 28 de septiembre de 2017

El amor y las macetas.

Regreso a las letras después de una larga ausencia. Regreso a ellas debido a un hecho que me impulso a ello.

Una mujer muy allegada a mí termino abruptamente una relación muy prometedora. Tan prometedora que la terminación causo azoro entre propios y extraños, aun cuando en algunos casos de su círculo íntimo fue visto como algo positivo, ya que la terminación implicaba un forzoso regreso a lo ya establecido.

Explicar las razones de dicha terminación no solo es estéril, sino que además sería una falta de respeto a ella, ya que nadie tiene derecho a hacer público lo privado.

El tema en cuestión es que más allá del dolor, está el tema de la paz consigo mismo. Lo más importante para un ser humano es estar bien consigo mismo. Me queda claro que la paz de uno no es necesariamente la paz del otro. Ya que la paz interior de una persona obedece a su esencia y no a la esencia de alguien más. La paz está subordinada a la conciencia de cada quien y de esto ya hemos hablado en otros artículos, por lo que me circunscribiré al tema que nos compete, el del amor y las macetas.

El amor y las macetas.
En la vida las únicas alegrías y penas verdaderas son las domésticas… Nada nos alegra o afecta más que lo que sucede en nuestro entorno doméstico, ya sea con nuestro conyugue, pareja, hijos y demás íntimos de nuestra vida. Todas las otras penas y alegrías del extrarradio domestico son transitorias. Las domesticas se quedan con nosotros y nos acompañan el resto de la vida.

Lo paradójico de esto es que cuando usted tiene una pena domestica (las únicas que importan) los demás la verán como algo simple, mientras que las penas del extrarradio doméstico (las que no importan) las ven como algo importante. Esto lo que hace que en una terminación, sus íntimos le digan: no te preocupes. Si es para ti volverá. Lo cual obviamente nos impulsa a querer dar más de una cachetada o a no contar nada a nadie.

Entremos al espinoso tema del amor y las macetas…
Lo invito a hacer un ejercicio doméstico: siembre en una maceta un romero y siembre en otras dos macetas una de menta en cada una. Si no le gustan estas, siembre una de tomate en una de las macetas y en otras dos macetas una de patatas. Coloque una de cada una junta a la otra y la tercera póngala en otro lugar, de preferencia en una habitación igual de iluminada pero lejos de las dos que están juntas.

Descubrirá que a iguales cuidados ninguna de las dos que están juntas crecerá correctamente. En el mejor de los casos una se dará más que otra, pero ninguna se le dará bien. En cambio, la que está lejos, crecerá perfectamente debido a que esta no está sujeta a la resonancia de la otra, por lo cual su propia resonancia le hará encontrar y tomar del medio ambiente lo que más se adapte a lo que ella necesita.

Para que las plantas crezcan armónicamente, aun cuando no compartan la misma tierra debido a que están en macetas diferentes, deben estar con plantas afines y compatibles a ellas, para que la resonancia de una no afecte a la otra. Cuando las resonancias son afines, ambas crecerán y se alimentarán mutuamente. Cuando son discordantes, una de ellas, las más fuerte, será la que tome vida de la otra. Lo mismo sucede con las personas.

Usted podrá estar con el amor de su vida, entendiendo con esto el hecho de que esa persona le genera ese cumulo de emociones y sensaciones psíquicas, físicas y biológicas que le hacen considerarla así, no obstante si su paz interior -la cual está más allá de sus emociones y sensaciones psíquicas y físicas-, se ve trastocada, entonces usted no está con el amor de su vida.

Esta con una persona que le gusta de sobre manera y que responde a casi todo lo que usted había definido como la pareja ideal, pero no con el amor de su vida.

El amor de su vida tal vez no sea la persona más atractiva del mundo, la más erótica, sensual, educada, inteligente y cortes que haya sobre la tierra, pero le brinda una paz interior que no podrá encontrar en ningún otro lugar.

Si usted tiene que esconder las cosas, omitirlas o hacerlas a escondidas, entonces algo anda mal, ya que sin importar la razón, su paz interior se va a trastocar. Lo mismo sentirá la otra parte, ya que esta sentirá que usted le oculta, esconde u omite las cosas, lo que inevitablemente hará que su paz interior se deteriore.

El ocultamiento puede tener mil y una razones, sin embargo cuando este obedece a criterios de interpretación o a inseguridades de alguna de las partes, ambos, sin estar conscientes de ello, estarán precipitándose al vacío, lo que inconscientemente los llevará, en esa última etapa de la relación, a tratar de fundirse lo más posible en el otro con tal de que eso no suceda, lo que la postre terminara haciendo más dolorosa la terminación.  

Así pues, no se preocupe de si su elección es la más atractiva, erótica, sensual, inteligente, educada y cortes del universo… Lo que le debe preocupar es si esa persona es la que le brinda la paz interior que necesita para hacer de usted una mejor persona. 
Claro que el ojo quiere su parte, pero este, aunque importante, siempre pesa menos que la paz interior.

Mi amiga, ya pasado su tránsito de dolor, está descubriendo que duerme, descansa y convive mejor con todos los que le rodean. Y esto se debe solo a una cosa: ella está reencontrando su propia resonancia...

Estaba con la maceta equivocada.