El
que esto escribe es un diletante de las letras que tiene la fortuna de contar
con un grupo de cofrades compuesto por hombres y mujeres de distintas edades, oficios, concepciones religiosas y filosóficas, lo que no solo nos permite tener acceso a un encuentro de contrarios, sino que además nos permite confrontar nuestro saber con el saber de los demás, enriqueciendo así el acervo de todos.
Nuestras
sesiones son un encuentro de contrarios. Encuentro donde no solo está la
perspectiva de género, la cual es por demás notoria, sino que además son una
ventana al conocimiento del otro. Encuentros en donde lo más importante para
nosotros es dejar atrás la ética de principios, que siempre obnubila la razón y
el entendimiento, para instalarnos en una ética de responsabilidades, que es
donde debiéramos estar todos.
En
uno de estos encuentros, Humberto, un cofrade que ha tenido la oportunidad de
trabajar en culturas cien por cien antípodas unas de otras en religión, cultura
y filosofía, puso sobre la mesa como tema de debate: la negociación. Tema
trillado y del que todos creemos saber algo, no obstante la polémica fue atroz,
no por el tema en si, sino por las premisas que presento.
La
reacción de los contertulios no se hizo esperar. Tanto ellas como ellos
afilaron sus agudos instrumentos intelectuales para diseccionar, refutar y/o
complementar lo expuesto por Humberto.
En
este artículo me limitaré a exponer, sin ánimo de demeritar el proceso y las
opiniones de unos y otros, las conclusiones de la ponencia. Consciente de que
en lo humano nada está dicho, por lo que lo presentado aquí no es mas que una invitación a que debata con usted mismo lo aquí expuesto.
Negociar
es ceder en algo que estimo en mucho para lograr algo que aprecio en más.
Humberto,
el creador y responsable de la ponencia, baso en la premisa subrayada la
esencia de su argumentación.
Nos
hizo ver que el problema nuclear de toda negociación, sin importar la cultura,
religión u oficio de la persona, es la persona en sí. Es posible, nos decía
Humberto, que la persona tenga todas las habilidades que requiere un
negociador, no obstante el secreto de la negociación no está en sus
habilidades, sino en la honestidad que tiene para consigo mismo.
Hablemos
en primera persona. Las habilidades nos van a ayudar mucho a la hora de
negociar, sin embargo el problema real no está en las habilidades, sino en el
hecho de que no nos enseñaron a ser honestos con nosotros mismos, y no solo no
nos enseñaron, sino que además no hemos hecho nada para
corregir la siempre apasionante y encantadora psicología del auto engaño en la que vivimos.
Nos mentimos tanto a nosotros mismos que es muy probable que nos sintamos incómodos cuando interactuamos con
una persona que es honesta consiga misma. Esta nos parecerá árida y con
poco o nulo respeto a la sensibilidad de los demás, cuando en la realidad, somos nosotros los que nos estamos evadiendo.
El
secreto de la negociación está en aprender a negociar con uno mismo, no
obstante para ello es menester ser honestos y dejar de construirle razones a nuestra
razón para justificar nuestros actos. Justificación que hacemos no a ojos de los demás, los cuales no son más que un pretexto, sino ante
nosotros mismos, que es lo que realmente nos importa.
En
algunos artículos he explicado que la ignorancia es solo uno de los problemas
del ser humano. Un problema muy importante. De acuerdo, pero no es problema - problema. El problema – problema es la conciencia. En ella está la causa primera y última
de todo nuestro errático accionar.
Sirva
de ejemplo la comida. Todos sabemos que es lo que debemos comer y que es lo que
debemos evitar. Tan cierto es que no necesitamos de un Nutriólogo o de un Bariatra para que nos
diga que estamos comiendo mal. Lo que necesitamos es aplicarnos y comer bien...
Pasa lo mismo en todos los aconteceres de la vida. Todos sabemos que estamos haciendo
cosas que no debemos hacer, y no solo las hacemos, sino que además hasta nos regodeamos
haciéndolas. Así, pues, en estricto sentido el problema no es la ignorancia, sino la conciencia.
Partiendo de esta premisa, nos es menester reconocer que es más que imposible el que no nos demos cuenta de los yerros en los que conscientemente incurrimos. Por supuesto que nos damos cuenta, no obstante lo que pasa es que le damos razones a nuestra razón que no tienen otro fin más que aletargar la conciencia (animal extraño que no nos deja dormir y que nos causa mucho ruido).
En
esta época, en la que todo lo disfuncional es funcional, hemos hecho de la
laxitud de nuestra conciencia una forma de vida en la que la falta de honestidad
para con uno mismo nos hace instalarnos permanentemente en lo accidental, dejando
al margen lo esencial.
Uno
de los cofrades nos decía en ese momento: De acuerdo, pero si solo vamos a
hacer lo esencial, cómo entonces nos vamos a escapar de la realidad. Pregunta
que nos acerca de nuevo al problema de la conciencia.
Los
seres humanos tenemos una ingente necesidad de escaparnos intermitentemente de
la realidad, lo cual no solo es sano sino necesario. Vivir permanentemente en
la realidad es de locos. No hay quien lo soporte. Sin embargo el problema no es
que nos escapemos a intermitentemente de la realidad, sino que hemos hecho del escape
una permanencia y de la realidad una intermitencia.
Es
tal nuestra necesidad de divertimento y de ocuparnos de cosas gratas, que poco
a poco nos hemos ido dando permisos en la conciencia hasta que hicimos de estos
la constante y no la excepción. Le hemos enseñado a nuestra conciencia a ver lo
laxo como funcional y lo ortodoxo como disfuncional, tanto que nos cuesta mucho
trabajo ser honestos con nosotros mismos, ya que ganar en todo, nos ocupa en
todo.
La
realidad es que no sabemos qué hacer con nosotros mismos, lo paradójico de este
no saber es que hay millones de seres humanos que suspiran por la inmortalidad,
pero no saben qué hacer una tarde de un domingo lluvioso, sin luz y sin
internet.
Regresemos
al tema. La pregunta que toda persona se debe hacer en cualquier negociación, sin
importar el tema o el objeto, es: ¿qué es aquello que aun valorándolo en mucho lo puedo ceder o dejar ir, en aras de lograr algo que aprecio en más?
Cuando
la persona tiene perfectamente claro que es aquello que le es esencial, podrá
ceder sin problema alguno aquello que es importante pero no fundamental. En
esta batalla que emprendemos con nosotros mismos para separar lo esencial de lo trivial, el ego será nuestro gran oponente. El ego (el gran oponente) siempre es el enemigo a vencer.
Es
el ego el que nos lleva a no querer ceder en nada y a querer ganar en todo. Cuando la
realidad es que hay cosas que si pasan, no pasa nada... Mientras que hay otras
que si pasan, pasa todo. ¿En cuales nos queremos detener?
En
toda negociación nos es menester unir sin confundir y distinguir sin separar.
¿Qué si podemos y debemos ceder en aras de llegar a un acuerdo? Y que no
podemos ni debemos ceder, por que ceder en ello es ceder en lo que somos. Y lo que somos, no es negociable.
Por
favor no juegue con su mente. No todo es esencial. Hay muchas cosas que son
deseables, pero no indispensables. En la negociación pasa lo mismo que en la
vida. Una cosa es lo que se desea y otra lo que se necesita. Usted desea poder
comprar el carro de sus sueños, cuando la realidad es que usted lo que necesita
es transporte, no marca.
Cuando
usted hace de la marca algo no negociable, es debido a que usted, en un
auto engaño de la conciencia, cree que la marca tiene el poder de brindarle la
identidad que no posee. No obstante lo que usted realmente necesita es
definir su identidad y definirla más allá de su estrato económico, poder adquisitivo o función. Esas cosas son accidentales. Hoy están, mañana no. Lo que siempre esta es la esencia. Esta nace y muere con usted.
No olvide que la identidad esta subordinada, entre otras cosas, a la idea que tenemos de nosotros mismos en el futuro, y
esto no tiene que ver con nuestra capacidad de compra, sino con la visión que tenemos de nosotros mismos. Una persona que no tiene de visión de si, carece de identidad, por lo que estará subordinado a las marcas.
Regresemos al tema que nos compete: negociar con uno mismo.
Imagine que usted va a cenar con alguien y ese alguien le pide
que elija el restaurante. Que él o ella no tienen en mente algún lugar en
especial, por lo que cenaran en el lugar que usted elija. Acto seguido presenta
usted su elección la cual de inmediato es objetada, y así las siguientes tres o
cuatro opciones que presenta.
Cuando
usted le dice a la persona que mejor elija ella, esta le dice que no. Que lo que realmente quiere es cenar en el restaurante que usted elija. Es claro que esta persona ya tiene una opción
en mente, pero quiere que usted la adivine, ya que no quiere decirle donde desea cenar. Este no ser honesto con ella o con él mismo, hace
que la elección sea innecesariamente difícil, cuando lo más fácil sería dejar claro donde quiere cenar.
Este
tipo de personas buscan el control por el control, lo que le les dificulta en
mucho separar lo accidental de lo esencial, ya que ven cualquier concesión como
una pérdida de poder e influencia sobre el otro. Para ellos lo esencial es el
control. Negociar con este tipo de personas es asaz difícil, ya
que estas personas dimensionan por igual todas, sin importar si son triviales o no. No saben como negociar con ellas mismas, ya que para ellas todo es importante.
Llevemos
la negociación al combés de la pareja. Imagine que usted está en una relación
con una pareja que le gusta en demasía. Al grado que cuando usted la ve se
queda en pausa, es decir, se le va el audio. No obstante reconoce que hay en
ella algunos hábitos y actitudes que le incomodan y otros que le incordian, lo cual obviamente aplica para ambos lados.
Así,
pues, usted debe ser muy honesto consigo mismo y preguntarse que le es más importante, el contenido o el empaque. Que si está
dispuesto a ceder y que no. En la inteligencia de que hay cosas que si pasan,
no pasa nada, y otras que si pasan, pasa todo.
Si quieres hacer reír a dios, cuéntale tus planes.
Permítaseme
enunciar un caso cercano a mí, el cual tiene como fin ilustrar lo complejo del
tema de la conciencia, ya que lo que en conciencia es bueno para unos, no lo es
para otros.
Recuerde
por favor que conciencia no es solo tener la capacidad de identificar y llamar
a las cosas por su nombre, sino que también es todo aquello que nos enseñaron a valorar (y que ya de adultos confirmamos como valor), razón por la cual lo que es bueno para unos, no lo es para otros.
Por
ejemplo, si a usted le enseñaron a ser
ventajoso, se va a sentir muy bien tomando ventaja de los demás. Por el
contrario, si le enseñaron a ser justo (y confirmo el valor de adulto), se va a
sentir muy mal el día que intencionalmente haga un trato tomando ventaja de los
demás.
Sirva esta disgregación para poder explicar y entender el caso que narraré a continuación.
Sirva esta disgregación para poder explicar y entender el caso que narraré a continuación.
Nelly
estuvo felizmente casada con un hombre que había hecho de ella el centro de su
universo. Pasaron los años y la relación se fortalecía. Él no tenía ojos más
que para ella y su única ambición era llegar a casa para estar con ella, no
obstante la vida, siempre oblicua, los llevo por otros caminos.
Nelly
conoce a Adriana y se enamora súbitamente de ella. Termina su matrimonio y se
divorcia en muy buenos términos. No obstante Adriana, honesta con ella y con
Nelly, le dice que ella no se piensa divorciar de Carmen, por lo que Nelly tiene que
negociar con ella misma y decidir si acepta las cosas como están o da marcha
atrás.
Acepto
a Adriana en las condiciones de esta. Pasaron los meses y Adriana tomo la
decisión de presentarle a Nelly a una amiga con la que mantiene encuentros
casuales, en donde el objetivo de dicha presentación es hacer que la amiga funja como pareja de Nelly a ojos de Carmen y de todos
los demás.
El
entorno inmediato de Nelly reprueba su accionar, no obstante esta, en esa
negociación que hizo con ella misma, decidió que esto que está mal a ojos de
todos, está bien para ella...
Aquí no estamos calificando si está bien o mal,
sino el hecho de que ella tuvo que ser honesta con ella misma y decidir, en
función de su conciencia, lo que está dispuesta a perder y lo que no, y ella decidió no perder a Adriana.
Nada
es caro cuando sabes su precio, porque entonces ya decides si lo pagas o no.
Si
hizo bien o hizo mal es algo que no nos compete a nosotros. Aquí lo único que
queremos enunciar es lo difícil que es ser honesto con un mismo. Y cada quien
lo es en función de sus conciencia. Todo lo que haga o deje de hacer tendrá
consecuencias y es menester conocer el precio de las mismas y asumir las consecuencias.
Como
bien sabemos, uno de los secretos de la vida es que no hay respuestas, solo
aproximaciones, pero no respuestas. No hay un solo lugar al que podamos acudir
por ellas. Nunca ha habido una respuesta a las cosas y esa es la respuesta.
Lo aquí escrito es una aproximación más de las muchas que se han hecho, y cierto estoy, como decía líneas arriba, que lo aquí expuesto no tiene otro fin más que invitarlo a un debate con usted mismo para encuentre en su interior una respuesta, la cual le será útil a usted y todos nosotros.
Lo aquí escrito es una aproximación más de las muchas que se han hecho, y cierto estoy, como decía líneas arriba, que lo aquí expuesto no tiene otro fin más que invitarlo a un debate con usted mismo para encuentre en su interior una respuesta, la cual le será útil a usted y todos nosotros.
No
obstante lo importante aquí es tomar conciencia de que el secreto de toda negociación,
esta primero en negociar con uno mimo. Ya una vez que uno tiene claro lo que está dispuesto a ceder y lo que
no, entonces y solo entonces podrá negociar con el otro y llegar a un arreglo,
antes no.
Nos leemos en el siguiente artículo.
Nos leemos en el siguiente artículo.