miércoles, 16 de diciembre de 2015

Lectura textual y antropológica

Es innegable que la lectura y escritura han sufrido una mutación. En la actualidad poco es lo que escribimos bajo el formato de carta y poco lo que leemos en formato de libro, no obstante la escritura y la lectura han migrado a nuevos escenarios. Una prueba de ellos es la ingente cantidad de correos y mensajes que la gente se manda, así como la ingente cantidad de páginas de internet que la gente revisa y lee.

Hoy, como ayer, la lectura de una carta, libro, correo o mensaje, nos abre una ventana al interior del otro. No olvidemos que cuando la persona escribe, se describe. Así, las palabras que una persona usa, como la forma y el orden en que las usa, nos dejan ver su pasado y su presente, así como la tendencia de lo que puede ser su futuro.

Las palabras que una persona usa obedecen al entorno sociocultural en el que creció. No olvidemos que el lenguaje es un habitáculo, y ya una vez que nos instalamos en él, dejamos de pensar en él.

Me explico… Los seres humanos desarrollamos, en función del sector, barrio o colonia en la que crecimos, una forma de hablar particular a esa geografía. De tal suerte que escuchando o leyendo a una persona, podemos tener una idea del entorno socio económico y socio cultural en el que este creció y se desenvuelve. Entorno que inevitablemente le generará una visión y horizonte de posibilidad y acción de la que no está consciente.

Es por esto que sin dejar de ser importante el ambiente familiar en el que la persona crece, es más importante el sector, barrio o colonia que habita, puesto que estos inciden más en el quehacer biográfico del individuo que la familia misma.

Regresemos al tema. Hoy, a diferencia del pasado, estamos más expuestos al entorno. Una persona del siglo XXI, interactúa en un año con más gente que la interactuaron sus abuelos en toda su vida. Esto quiere decir que hoy estamos mucho más expuestos a los demás de lo que estuvieron nuestros ancestros. A esos demás que en sí mismo son un libro abierto que no sabemos leer.

Un ejemplo de ello es el correo y los mensajes telefónicos. Una persona común recibe al día una gran cantidad de correos o mensajes que probablemente lee y responde sin analizar su estructura, sintaxis y semántica. Pasando por alto información muy valiosa del emisor. Información que este no estaría dispuesto a proporcionar si se le pidiera.

Recibir las letras de una persona es acceder a su interior. A eso que el otro es y que no está consciente que nos está dejando ver. El texto de una persona, ya sea correo, mensaje, articulo, ensayo y demás etcéteras de la letra escrita, nos dejan ver del otro mucho más de lo que le mismo quisiera mostrar. No obstante lo común es que nos centremos en lo que dice, más no en la forma que lo dice, que es lo que realmente importa.

Por otro lado está la escritura en sí. Escribir es algo que debiéramos hacer todos los días. La escritura nos estructura la mente. Nos hace ordenar las ideas y las palabras para que estas puedan decir lo que queremos decir. Una persona que escribe desarrolla más herramientas de comunicación y transmisión de las ideas que una que no escribe.

La escritura es generadora de ideas, mucho más que las imágenes. Cierto que la frase popular dice que una imagen vale más que mil palabras, lo cual sin duda es cierto pero solo para los iletrados. La realidad es que una letra vale más que mil imágenes, ya que son las letras las que crean las imágenes y no al revés. Prueba de ello son las películas. Estas nacieron de la letra impresa. Primero se escribió el Señor de los anillos y después se hizo la película.

Otro tema es que lo que la gente lee. Yo radico en Monterrey, Nuevo león. Una ciudad que está en el noreste de México. En Monterrey se lee muy poco (3% incluyendo libros de texto), y el 70% de lo que se lee es brujería, hechicería y esoterismo.

Esto que a primera vista se antoja poco creíble, tiene una explicación lógica. Los seres humanos estamos fuertemente influidos por tres variables antropológicas: la geografía, la raza y la historia.

La geografía en la que nace y habita una persona, determina la raza en la que crece y la historia que desarrolla.

El norte del país es semidesértico y con alta escases de recursos. Esa geografía incidió e incide en la forma en que se educa a la gente. En el norte se les educa para competir por los recursos. En el centro del país, rico en humedad y fauna y por ende sobre poblado, se les educa para sobrevivir (mentira, engaño, apariencia),  y en el sur que la naturaleza todo lo da, se les educa para ser felices.

En el norte del país, geografía carente de recursos, donde nada hay, donde todo hay que arrebatárselo a la madre tierra, la gente desarrolla una practicidad y un utilitarismo que no posee ninguna otra región del país.  

En el centro del país, geografía húmeda y fértil y con una sobre población que no posee ninguna otra zona del país, desarrollan una verbosidad persuasiva y gracia al hablar (labia), una oblicuidad en el decir y hacer y una capacidad de improvisación social que no posee ninguna otra zona del país.

El sur, geografía rica en recursos, con una naturaleza que todo da, en la que hay que hacer muy poco para asegurar el sustento, desarrollan una espiritualidad contemplativa, un sentido estético y un gusto por las bellas artes que no poseen las geografías arriba mencionadas.

Así pues, el norte, pragmático y duro, no puede darse el lujo de perder el tiempo en templos y rituales, por lo que cada quien se edifica una religión particular. Una religión que les de tranquilidad y seguridad ante la competencia y adversidad a la que se enfrentan en el diario quehacer, aun cuando su religión sea de supermercado, es decir, una creencia hechiza, no dogmática como la que se da en el centro del país donde la palabra tiene más valor que el acto.

En el sur, donde lo estético y lo contemplativo tienen más valor que la palabra y el acto, los placeres, la música, las artes, la gastronomía, el confort  y demás etcéteras de la región son más importantes que la palabra y la religión. Esta, aunque arraigada en la gente, tiene una connotación social, no normativa. Ir a misa es parte del ritual social y lo hacen así, aun cuando no estén conscientes de ello, ya que culturalmente hablando gravitan más sobre los placeres y sentidos que sobre alguna otra cosa más.  

Así, en el norte, pragmáticos y duros, leen poco y hacen mucho. Razón por la cual se dio la industria, las finanzas y el comercio.

En el centro, oblicuos en el decir y en el hacer, se lee mucho más que en el norte (27%) y lo que se lee tiene que ver con el poder, la política y los temas de actualidad. Los libros que más se venden son los de divulgación, literatura, historia y filosofía. Zona en la que la oblicuidad se convirtió en el caldo de cultivo para que se gestara el poder corporativista, tanto en lo político como en lo religioso.

En el sur, sibaritas por excelencia, se lee más que en cualquier otra parte del país (35%). Lugar contemplativo donde el ocio y el disfrute tienen un gran valor. Se lee todo lo que tiene que ver con la poesía y el romanticismo, amén de literatura e historia y novela en general. Lugar donde se da una gastronomía rica y creativa, amén de una muy rica expresión corporal (teatro, baile, música y canto) y de todo que tiene que ver con las bellas artes y con los placeres…

Enuncio, a manera de anécdota ilustrativa, las palabras con las que gran Miguel de Cervantes inicia el prólogo del Quijote: “desocupado lector”.

Efectivamente, para leer es menester estar desocupado. Y si en alguna zona el país se le da un alto valor al ocio es en el sur, que es, precisamente, donde más se lee.

Conclusión.
La lectura y la escritura le dan una estructura al cerebro que facilita la expresión y comunicación de ideas, no obstante la lectura de los textos del otro nos abre una ventana a un conocimiento único. Un conocimiento que no vamos a poder encontrar en ningún otro lado: lo que el otro es.

No olvidemos que los dos mejores libros del mundo son: el otro y lo otro. El otro es nuestro semejante y el otro es todo lo que nos rodea.


Aprovechemos cada correo, mensaje o texto que el otro nos envía, para estudiar su contenido (lo que el texto dice) y su continente (lo que el otro es) y así estaremos accediendo a uno de los dos mejores libros del mundo y enriqueciendo el conocimiento de nosotros mismos y de los demás.

martes, 8 de diciembre de 2015

El oficio del Creador.

Escribir es crear. 
Uno se sienta frente a una hoja en blanco (hoy frente a una pantalla en blanco) y empieza a vaciar en esa nada un algo. Un algo que se gestó con contenido y forma, pero que al paso de cada letra o tecla se va tornando en otra cosa. En un algo que bien puede ser próximo a lo pensado o un algo que en el decurso de las letras termine siendo distinto a lo que originalmente se concibió, no obstante lo cierto es que lo que salga de ello no será lo que originalmente se pensó. Nunca es así. No en la creación.

Sabes, la vida no es lineal. Es oblicua. Nada sucede como pensamos ni como queremos, y entre más lejos estamos de lo que se desea, más sujetos estamos a la influencia de la oblicuidad (circunstancias). Con la creación pasa igual. Toda creación toma vida propia. Es como los hijos. Uno tiene hijos y crea para ellos una infinidad de planes y escenarios, no obstante ellos son los que al último deciden lo que habrán de ser y hacer.

Por supuesto que un artículo, libro, poesía o ensayo no posee, como el ser humano, la capacidad de ser autónomo, autómata, autócrata y auto determinado. Posee, es cierto, una vida inanimada como objeto y animada en cuanto al sujeto que lo escribe, pero no tiene un animae que le impulse o determine. Somos nosotros los que en cada pulso vamos revisando la letra y la forma para mejorar lo que de nosotros emana como pensamiento y letra.

Si algo nos ha enseñado la vida es que el ser humanos es Autónomo, tiene y ejerce sus propias normas; Autómata, posee su propio motor y ritmo; Autócrata, tiene y ejerce su propio poder; y  Auto determinado, se define a sí mismo. Este ser autónomo, autómata, autócrata y auto determinado es lo que nos hace asincrónicos a los demás.

Este connatural asincronismo que nos define como seres humanos es lo que hace que el matrimonio y el trabajo en equipo sean relaciones inevitablemente complejas y difíciles, pero indispensables para el crecimiento como seres humanos. Lo que nos corresponde a nosotros es elegir con quien, cuando y donde, ya que las relaciones te suman o te restan, pero no te dejan igual.

Regreso al tema. Esperar que los demás (pareja, hijos, colaboradores) sean sincrónicos a nosotros no solo es una estulticia, sino que además acusa un claro desconocimiento de la naturaleza humana y con ello una notoria imposibilidad para ejercer el liderazgo, debido a que la gente hace las cosas por sus razones, no por las nuestras.

No te olvides que una de las premisas que rigen el quehacer biográfico de cada uno de nosotros, es el que hecho de que “en la vida nadie quiere lo que tú quieres, y el que quiere lo que tú quieres, no lo quiere como tú quieres”. Lo cual no está mal. Lo que está mal es que tú creas que todos quieren lo que tú quieres.    

Migro a la creación…
La creación surge del choque de dos contrarios. De dos unidades de caos que son: autónomas, autómatas, autócratas y auto determinadas. Una de las razones por las que Estados Unidos es el país que más patentes genera a nivel mundial, es por su mezcla de razas. Los inmigrantes representan casi el 50% de la población, amén de que estos llegan de todas partes del mundo. La cohabitación de la gente en ese país no es fácil. Es caótica, ríspida y compleja, y de ese caos es de donde salen tantas creaciones y patentes. 

Con la creación pasa lo mismo, sin importar si la creación es literaria, pictórica, tecnológica o de cualquier otro tipo, está siempre surgirá del caos. Nunca de la uniformidad. La creación es un choque de contrarios. Es la nada chocando con el creador. El creador debe plasmar en esa nada un algo que tenga sentido para él y para los demás. Se dice fácil y hasta cierto punto lo es. Solo hay que darle a la creación la oportunidad de que ella sola nos vaya dictando, con sus contenidos y continentes, lo que esta habrá de ser.

Uno empieza con una idea, y como el conocimiento se da haciendo, este hacer, conforme se va plasmando, va indicando los continentes y contenidos que el autor debe de recorrer para dejar una geografía de un algo específico, en esa nada donde no había nada.

Crear es crearse, así como escribir es describirse.
El escritor va dejando en cada párrafo algo de sí. De lo que piensa. De lo que siente. De lo que es. De eso que le atañe, que les a tal grado que necesita volcarse sobre el teclado para dejarlo ahí. Uno no escribe para decir algo. Uno escribe para decirse algo, y si ese algo le sirve a alguien más, pues entonces uno se da por bien servido.

El creador tiene un grado de esquizofrenia que le permite, con un pie en la locura y otro en la cordura, ver en lo que todo el mundo ve lo que nadie ve. Es así, con esta capacidad de ver cosas que los demás no tienen la capacidad de ver, que puede plasmar en una hoja de papel, pantalla en blanco, lienzo, metal y demás materiales de la creación, un algo que no existía antes de que él lo creara.

Por supuesto que los creadores no son personas que estén del todo bien. No obstante el secreto de la locura es muy simple: o diriges tu locura o tu locura te dirigirá a ti.

Médico, poeta y loco.
Se dice que de médico, poeta y loco, todos tenemos un poco, y es cierto. Para muestra un botón. No puede ser creador si no posees un cierto grado de esquizofrenia. Como tampoco puedes ser un experto en naturaleza humana si no tienes algo de psicópata; ni líder de masas o político si no posees algo de sociópata; ni intelectual, ensayista o filosofo si no eres maníaco depresivo; ni escritor si no eres neurótico… Y así podemos revisar toda la gama de artes y oficios en las que destacan los anómalos, no obstante el tema no es ese, sino el hecho de que los creadores son lo que son gracias a que le dieron cauce a su locura. Ellos dirigen su locura en lugar de que esta los dirija a ellos.

En otras palabras, el escritor escribe para salvarse. El pintor pinta para no volverse loco. El intelectual piensa para no matarse, y así, como ellos, el resto de los anómalos crean para crearse, para poder encajar en una sociedad en la que no podrían encajar sino le dieran cauce a su locura.

Todos los oficios tienen una función, un reto y una carga de emoción y adrenalina. No obstante el oficio del creador demanda algo más... Demanda una anomalía y una neurosis que le impele a crear un algo que no existía antes de que él le diera vida. Un algo que da testimonio de qué él es, de que existe y existe de una manera diferente a la de los demás.

El creador crea para inmortalizarse. Cierto es que no sabe que de lo creado lo inmortalizará. Tal vez nada, tal vez algo que ni siquiera imagino, pero la realidad es que aspira a que algo de lo creado viva más que él.


Así pues, el genio es hijo del ocio y la vanidad, pero esta última es la que los impele a crear, a dejar testimonio de ese efímero pero interesante oficio que es vivir.  

miércoles, 2 de diciembre de 2015

De odios y venganzas

Entre más alta es la cima a la que hemos llegado, más vasta será la cifra de enemigos y malquerientes.

Luis XIV se vio en la necesidad de nombrar un Ministro, para lo cual era menester escoger al candidato entre doce de sus más allegados colaboradores. Al elegir y nombrar al que fungiría como Ministro, emitió la siguiente sentencia: nominado está, de aquí en adelante me habré ganado once enemigos y un traidor.

En el ejercicio del poder, como en la vida misma, es inevitable que el devenir de nuestras decisiones nos arroje una ingente cantidad de acuerdos y desacuerdos. Los primeros de corta memoria duración y los segundos de larga memoria y duración. Así pues, es imposible no tener enemigos y traidores. Estos son inherentes al quehacer biográfico y entre mayor sea el rango y el poder de influencia de la persona, mayor será el número de personas que deseen su mal.

Lo mismo aplica para nuestro propio devenir. Habrá gente que nos rechace. Algunos de ellos de manera cortes y elegante, otros de manera hiriente y despectiva, lo cual, si nuestra auto estima es poca, nos hará sentir un odio estulto que nos lleve a buscar una venganza que no satisface a nadie, ni a nosotros mismos. No olvidemos que la venganza se disfruta más en su planeación que en su ejecución.

No obstante cabe aquí preguntarnos: ¿porque hemos de odiar a aquel que por natura se quiere más a sí mismo que a nosotros mismos’ ¿Nos es acaso algo natural el que la persona vea primero por ella que por nosotros? En artículos anteriores hemos dicho que la premisa antropológica más importante de la vida y de los negocios, es entender que en la vida nadie quiere lo que tú quieres, y el que quiere lo que tú quieres, no lo quiere como tú lo quieres. 

Una persona que piense que su pareja quiere lo mismo que ella, es una persona que tendrá constantes problemas con su pareja, pues ésta, si es una persona normal, tenderá a quererse más a si misma que a su pareja. Lo mismo pasa en el combés empresarial, social, político y en todos los etcéteras del quehacer humano. Pensar que el otro quiere lo mismo que nosotros es una ingenuidad que raya en la estulticia y que nos causará una ingente cantidad de problemas y decepciones.  

Por otro lado está el hecho cultural. Las instituciones de nuestro entorno: iglesia, familia, escuela y demás etcéteras sociales; nos dicen que debemos perdonar a los enemigos, pero nada nos dicen de los amigos, que es de donde emana la traición.

La traición siempre viene de los amigos. Y nada nos incita más a la venganza que el sentirnos traicionados. La traición es algo que está en el campo de las emociones. No hay traición que pase el filtro de la razón. Si analizáramos esta desde la más estricta razón, descubriríamos que esta obedece a la naturaleza del otro. Nos sentimos traicionados cuando el otro no logra traicionar su naturaleza, para hacer lo que deseamos y queremos que haga.

El sentimiento de venganza que emana de la traición es tan estulto, que lo primero que debiéramos reconocer es que lo que nos mueve no es la afrenta en sí, sino que el ánimo de lograr el arrepentimiento del otro.

La realidad es que solo se centra en la venganza aquel que no tiene nada mejor que hacer, lo cual de suyo es muy penoso, pues esto quiere decir que la persona agraviada no tiene retos presentes y futuros más relevantes que el de la estulta venganza.

Cuando se es tan más, se necesita tan menos.
Una persona consciente de su valía y de lo que tiene que hacer, no va a gastar tiempo y energía en odios y venganzas. Es tanto lo que tiene que hacer y tan poco el tiempo para hacerlo, que sería paranoico y estulto gastar tiempo en algo que no nos lleva a nada.

Cuando se sienta agraviado, recuerde que es de lo más normal. Que tiene derecho a sentirse mal, pero no a consentir su mal. El otro, como ya lo comentamos, siempre se querrá más a sí mismo que a usted, amén de que el descuerdo y divergencia de querencias y metas se ira haciendo más grande en la medida en que ambos vayan madurando y definiendo su horizonte y futuro.

Cuídese de todos aquellos que quieren lo mismo que usted. Estos, irremediablemente, lo condenaran al fracaso. Dejará de cuestionarse, de confrontarse y de crecer. Lo peor que le puede pasar es allegarse de gente que piense y quiera lo que usted.