Los
seres humanos, en ese constante huir de la realidad que nos distingue de las
demás especies, hemos desarrollado una serie de muletillas a las que les
atribuimos poderes especiales.
Las
muletillas son movimientos inconscientes y constantes en el ser humano. Cada
quien desarrolla las suyas y se usan como si estas fueran un pase mágico que nos
sirve para sortear momentos difíciles. Por lo general no nos damos cuenta de
ellas… No hasta que nos las hacen ver o hasta que alguien tiene la gracia de
imitarnos.
Por
ejemplo, cuando una mujer está platicando con un hombre que le aburre de sobre
manera, tendera a acariciarse el pelo, enredando una parte de este en los dedos
de la forma en que lo haría si quisiese hacerse caireles… Lo más probable es
que el hombre crea que ella lo hace para seducirle, cuando la realidad es que
lo hace para consolarse a sí misma o para tomar valor y mandarlo a paseo.
Así,
el pase mágico de hacerse caireles lo hace la mujer para sí misma y no para el
hombre. Cierto que no está consciente de ello, sin embargo la realidad es que el
motor o intención de la muletilla es darse valor para poder retirarse de la
presencia de tan anodino personaje.
Imagino
que los dos lectores que tengo están pensando que esto no tiene lógica, que ella
puede mandarlo a paseo sin necesidad de hacerse caireles, lo cual es cierto, no
obstante observe usted a las mujeres y descubrirá que la gran mayoría de ellas
lo hacen de manera inconsciente y solo cuando están ante la presencia de un
hombre que les resulta insustancial.
Lo
mismo pasa con los hombres… Cuando una mujer cuestiona a un hombre sobre lo
irregular de su proceder, este tenderá a pasarse la mano por el cabello como si
se estuviese acomodando el pelo, cuando la realidad es que la muletilla la
lleva a cabo para darse valor al tiempo que se pregunta cómo salir del apuro.
Ella
podrá pensar que él se está acomodando el pelo, pero la realidad es que la
muletilla significa que se siente descubierto, desprotegido y que no sabe qué
hacer.
Otro
ejemplo muy evidente del uso que hacemos de las muletillas, son las que usamos cuando
vamos a decir una mentira. Son muletillas inconscientes pero evidentes a ojos
de los demás.
Tipos
de Mentiras.
Las
razones de la mentira son múltiples y múltiples también los tipos de mentiras:
Mentira Social (cortesía);
Mentira Social (cortesía);
Mentira Beneficiosa (placebo - mentira piadosa);
Mentira Maliciosa (venganza);
Mentira Engañosa (intencionalmente dañina).
Mentira Maliciosa (venganza);
Mentira Engañosa (intencionalmente dañina).
La
mentira social forma parte de nuestro entramado social, pero como no nos
gusta la palabra mentira lo que hacemos es ponerle un vestido diferente para
que no suene tan mal. Así, la palabra mentira la vestimos con la palabra
cortesía, que no es otra cosa que el disfraz elegante de la mentira.
El
objetivo de la cortesía es hacernos la vida más llevadera, ya que esta nos
ayuda no herir emocionalmente a nuestros congéneres con la fría, cruenta y
penosa realidad.
Al
otro no se le dice que es un idiota, se le dice que uno no se ha explicado
bien.
No
se le dice que ha envejecido, sino que le sientan muy bien las canas.
No
se le dice que el niño está muy feo, se le dice que está muy simpático…
La
mentira beneficiosa es la que usamos cuando queremos ayudar a los demás,
ya sea atenuándoles la realidad o protegiéndolos de la misma… No te va a doler;
No está en casa; No te preocupes, ya verás que todo va a salir bien, solo te
tienes que tomar esto y te vas a curar…
La
mentira beneficiosa es un placebo que
usamos en calidad de pase mágico para atenuar la angustia o el dolor del otro.
La
mentira maliciosa es esa que sustenta en el tráfico de rumores (radio
pasillo). Esa que la persona esconde en el anonimato. Este tipo de mentira es
la que usa esa persona que tiene contra nosotros un sentimiento de envidia,
frustración o rencor.
No
olvidemos que el ser humano solo ataca y destruye aquello que admira y necesita,
y que esta cierto que no podrá obtener o lograr por sí mismo, por lo que
canaliza su frustración dirigiendo su incidía a aquel que en sí mismo
representa todo aquello que admira y necesita.
Este tipo de personas harán uso de este tipo
de mentiras, ya que la mentira maliciosa,
al esconderse en el anonimato, le permite a la persona en cuestión venir a
decirnos no lo que piensa ella de nosotros (sería incapaz, cómo puede usted
creer eso), sino lo que la gente maliciosa dice de nosotros y que ella cree que
es de suma importancia que lo sepamos.
Este
tipo de mentira se usa con la intención de dañar la reputación y auto estima de
una persona. Opera sobre la base de que, sin importar lo ultrajante o poco
probable que sea la mentira, todo lo que el insidioso tiene que hacer es lanzarla
al aire y dejar que la Masa (grupo de personas que sienten pero no piensan) haga
lo demás. La Masa se alimenta de rumores y nada mejor que el Hombre Masa para
divulgar y sostener, como credo de fe, lo que no es.
La
mentira engañosa es cuando el individuo pretende hacer daño o
aprovecharse del otro.
Esta
puede ser una mentira de ocultación o
de falsificación.
I)
Ocultación. En este
caso el mentiroso no dice propiamente una mentira. Lo que hace es ocultar
información con la intención de perjudicar al que se va a involucrar con esa
persona o a la persona en sí.
II)
Falsificación. Es
cuando se presenta una información falsa pero verosímil.
Verosímil es todo aquello que parece cierto, aun cuando no lo sea. La mentira engañosa se sustenta en opiniones que aparentan ser ciertas: es casado; es una mujer muy hospitalaria; me dijeron -y de muy buena fuente, que fulanito es…
Este tipo de mentira se emite como por accidente, como no queriendo decir la cosa. Se emite como si fuera una opinión casual que no posee más intención que la opinión en sí. Esto es lo que hace que parezca verosímil, ya que el receptor no percibe en el tono de voz ni en la gesticulación del emisor, una intención más allá de la simple opinión.
Verosímil es todo aquello que parece cierto, aun cuando no lo sea. La mentira engañosa se sustenta en opiniones que aparentan ser ciertas: es casado; es una mujer muy hospitalaria; me dijeron -y de muy buena fuente, que fulanito es…
Este tipo de mentira se emite como por accidente, como no queriendo decir la cosa. Se emite como si fuera una opinión casual que no posee más intención que la opinión en sí. Esto es lo que hace que parezca verosímil, ya que el receptor no percibe en el tono de voz ni en la gesticulación del emisor, una intención más allá de la simple opinión.
Tipos
de mentirosos.
Mentiroso
natural. Es alguien que miente de oficio y sin problema
alguno. Se sabe mentiroso y está orgulloso de ello. Confía plenamente en su
habilidad para engañar, tergiversar u ocultar la realidad.
Es
algo que aprendió hacer desde la infancia, lo que le ha permitido un desarrollo
consciente de tal habilidad. Son personas que aprendieron a mentir de sus
padres, los cuales se mentían entre ellos con la intención de evitar conflictos
entre uno y otro.
Este
laboratorio al que estuvo expuesto desde la cuna, hace del mentiroso natural un profesional de la mentira. Mienten con
especial magisterio a progenitores, maestros, pareja, hijos, socios y demás
congéneres. Este tipo de mentirosos
terminan convirtiéndose en excelentes abogados, comerciantes, actores,
políticos o espías.
La
mentira de ellos no es insidiosa o maligna, simplemente ocultan o tergiversan
la realidad para el logro de un objetivo personal. Usted pensará que el daño es
inevitable, y lo es, no obstante hay mentirosos que su objetivo es dañar, cosa
que no sucede con el mentiroso natural,
el objetivo de éste es atenuar la realidad.
Mentiroso
no natural. Es aquel que creció bajo el estigma de que mentir
era malo, al grado de que cuando mentía le traicionaban los nervios haciendo
que se notara inmediatamente. Estas personas son mentirosos de ocasión y nunca
logran superar la sensación de deshonestidad cuando mienten, se les sube el
color a la cara, sudan, tartamudean, se tropiezan con las palabras, se agitan,
evitan la mirada y mueven tan rápida y desordenadamente las manos que es
imposible no darse cuenta de que están mintiendo…
Recuerde
usted que el principal indicador de la mentira es el movimiento desordenado de
las manos y este tipo de mentirosos se les nota más que a ningún otro.
Mentiroso
romántico. Son una mezcla de Teddy Bear y James
Bond. Son personas parasitarias y dependientes de los demás. Siempre se
muestran victimas de su pasado (infancia, pareja y cuanto etcétera se les
ocurra). Son expertos en la persuasión emotiva (chantaje emocional). Habilidad
que desarrollan desde temprana edad.
Son
manipuladores natos y por ende sujetos a manipulación. Nunca se muestran como
son. Se muestran tal y como el otro necesita que se muestren. Pero así como
ellos manipulan a los demás, son, sin darse cuenta, susceptibles a ser manipulados,
ya que no se dan cuenta del espejo en el que se ven cuando están frente a un
manipulador.
Los
mentirosos románticos poseen la habilidad
de decirle al otro lo que éste necesita oír. Tienen una extraordinaria
capacidad para identificar y dirigir las necesidades del otro, lo que hace de
ellos unos grandes seductores. Son educados como hijos de mami y papi. Su
objetivo es lograr que el otro trabaje para ellos. Son muñecos y muñecas de
aparador… Como diría uno de ellos: “el muñeco cuesta”.
Mentiroso
patológico. Es aquel que no establece vínculos emocionales con
nadie, por lo que le es muy fácil mentirle a la pareja, hijos, socios,
colaboradores y amigos. Estos son muy peligrosos. Mienten patológicamente y le mienten
a todo el mundo. Poseen un gran dominio de sus emociones, al grado de que
pueden pasar sin problemas la prueba del detector de mentiras.
Poseen
una memoria biográfica extraordinaria, lo que les permite acopiar información
de la gente que les interesa y usarla en el momento más adecuada, haciéndole
sentir al otro que tienen un genuino interés en él, lo que hace que la víctima
sienta que es muy importante en la vida del mentiroso
patológico.
El
mentiroso patológico le miente a todo
el mundo. A sus seres queridos y a los no queridos. No escatima la mentira con
tal de lograr su objetivo, sin importar si a la persona que le miente es la
esposa, esposo, hijos, padres, hermanos y demás familiares.
Estos
ven directamente a los ojos, poco nada mueven las manos, tienen un alto control
de sus gestos y decibelios, por lo que es muy fácil creer que están hablando
con la verdad. No obstante estos son los que más se indignan y enojan cuando
una persona les miente. Al grado que el desplante y desgaste de energía ante la
mentira del otro es, por lo excesivo del mismo, un indicador de que usted esta frente
al más peligroso de los mentirosos.
Quién
miente más… El hombre o la mujer.
Hombres
y mujeres mienten por igual, lo que difiere es el contenido de las mentiras.
Las
mujeres, que son mucho mejor que lo hombres para mentir (usan mejor el hipocampo),
mienten para hacer que el otro se sienta bien, mientras que el hombre miente
para quedar bien y de manera muy especial para sentirse bien.
Ellas
mienten y se mienten a sí mismas para que la relación siga adelante, para no
hacer sentir mal al otro. Mienten para mejorar la autoestima del otro, para impulsarlo,
fortalecerlo y ayudarle a salir adelante… Es por eso que no hay maridos ni
hijos feos, como tampoco los hay poco inteligentes. Todos son una belleza, aun
cuando sean la reencarnación de Quasimodo.
Por
el contrario los hombres, que somos lineales y poco nada complejos, mentimos para
evitar discusiones y para no dar razones. En la vida solo lo insignificante es
exagerado, y los hombres somos muy buenos en esto, poseemos una extraordinaria
capacidad para hacer de lo insustancial algo magnánimo. Un hombre es capaz de
decir que es la segunda persona al mando de la distribución de alimentos de una
empresa transnacional, cuando de hecho se dedica a realizar entregas a
domicilio de Pizza Hut.
Otro
ejemplo de las mentiras comunes del hombre es el de las verdades a medias:
¿Puedo meterme en problemas por algo que no hecho? Pregunta el empleado a su jefe.
¡No, respondió el Jefe!
Bien, contesta el empleado…, no he hecho los deberes.
¿Puedo meterme en problemas por algo que no hecho? Pregunta el empleado a su jefe.
¡No, respondió el Jefe!
Bien, contesta el empleado…, no he hecho los deberes.
Aprendemos
a mentir en casa.
Los
padres educan a sus hijos en la contradicción. Les enseñan que la mejor
política a seguir es la sinceridad, pero también les enseñan que es de buena
educación simular que les gusta algo que no les gusta (un regalo, una persona, besar
a la tía fea, etcétera).
La
realidad es que los niños, mientras no estén educados, hablaran con la verdad.
Ya una vez que se les eduque, es decir, que se les pervierta, aprenderán a
mentir, primero socialmente y después intencionalmente.
Los
padres de familia, en esa contradicción que nos particulariza y distingue, sancionamos
a los hijos cuando nos mienten, sin darnos cuenta de que después, cuando surja
la ocasión, le mandaremos a nuestros hijos un mensaje cien por cien contrario al
motivo de la sanción, cuando los reprendamos o castiguemos por decir una verdad
no autorizada o una verdad que nos ofenda y evidencie. Así pues, somos los
padres los que consciente o inconscientemente enseñamos a nuestros hijos a
mentir.
El
que miente necesita poner distancia de la mentira, razón por la cual omite el yo,
el mí o el nombre de la persona involucrada: No tuve relaciones sexuales con esa mujer –Bill Clinton al hablar de Mónica
Lewinsky.
La
diferencia entre la mentira y la reconstrucción de la verdad es que cuando tratamos
de recordar algo, lo hacemos de manera irregular, nos tropezamos en el orden de
las cosas hasta que por fin podemos decir de manera lineal lo que aconteció. Mientras
que el mentiroso no se equivoca. No tiene nada que recordar. Tiene bien
ensayada su mentira, así como la mirada e inflexiones de voz, ya que necesita
validar el eco que está teniendo la mentira en la persona de su interés.
Las
muletillas de la mentira.
Al
mentir inhalamos más oxígeno, se nos hincha tanto la nariz (por eso crece) como
las partes genitales (estas, desafortunadamente, no crecen), por lo que nos es
menester movernos más rápido al tiempo que elevamos la voz.
Es por ello que una de las muletillas más comunes al mentir son: el movimiento desordenado de las manos y la elevación de los decibelios.
Es por ello que una de las muletillas más comunes al mentir son: el movimiento desordenado de las manos y la elevación de los decibelios.
El
nivel de oxigenación que necesitamos y el estrés que nos causa la mentira nos
hace que usemos las siguientes muletillas:
Movamos
más rápido las manos (la más obvia de las muletillas);
Ocultamos
las manos en el bolsillo o agarramos algo para no molerlas;
Nos
tallemos los ojos;
Nos
frotemos la nariz;
Nos
agarremos las orejas;
Nos
rascamos el cuello;
Elevemos
los decibelios;
Movemos
asimétricamente el rostro (se nos tuerce la boca, sonreímos de lado);
El
tono de voz se nos hace más agudo;
Tartamudeamos;
Se
nos dilatan las pupilas.
No
obstante lo arriba mencionado nos es menester recordar que las muletillas
mencionadas no sirven para detectar al mentiroso
patológico, ya que éste tiene un alto dominio de sus emociones y de su cuerpo.
De hecho un indicador que le servirá para identificarlo es que éste tenderá a
verle directamente a los ojos, ya que necesita ver si le cree la mentira.
Otra
señal que ya mencionamos es el hecho de que son los que más se indignan cuando
alguien les miente. La reacción de ellos ante la mentira es exagerada. Cuando
le pase algo así, es que porque está usted ante un mentiroso patológico, por lo
que deberá extremar precauciones y confrontarlo con preguntas inteligentes.
Lo
más normal es que si usted se muestra inteligentemente dudoso de él, haciéndole
sentir que si desea hacer las cosas pero que tiene serias dudas de lo
enunciado, no por él sino por el enunciado en sí, este tenderá a acomodarse el
pelo como si se estuviese peinando con los dedos, señal de nerviosismo que
indica una posible mentira.
Líneas
arriba decíamos que cuando vamos a mentir nos es menester tomar más oxigeno de
lo que normalmente tomamos, generando reacciones físicas de las que no
tenemos control, como son por ejemplo: tallar los ojos por que se nos secan;
pestañear más de lo normal para humedecer los ojos; mover las manos rápida y desordenamente
para consumir y equilibrar el oxígeno que se tomó de más.
Cuando
agarramos algo para no mover las manos, el oxígeno que se tomó de más nos
generará comezón en la nariz, en los ojos, en el cuello y en las orejas.
La
cabeza se nos moverá negativamente al decir sí y positivamente al decir no, al
tiempo que nos mostraremos excesivamente corteses, amables y amigables.
Ya
tiene usted la información, ahora lo que debe de hacer es observar e
identificar…
Nos leemos en el siguiente artículo.
Nos leemos en el siguiente artículo.