sábado, 29 de agosto de 2015

Sócrates, el maestro de occidente.

Sócrates es para algunos el más trascendente de los maestros occidentales...

Para otros fue un vago con una mente privilegiada que gustaba de incordiar a sus vecinos con preguntas inteligentes. No obstante y más allá de sí fue un maestro o un vago, lo cierto es que las preguntas que le planteaba a sus vecinos, y que hoy nos plantea a nosotros a través de los diálogos de Platón, los obligaban y nos obligan a pensar y a pensarnos más allá de lo cotidiano.

Fue un pensador antropológico. Un pensador que no sabía leer ni escribir. Que no fue discípulo de maestro alguno, enseñanza o corriente en particular. Que no nos dejó una escuela o corriente de pensamiento. Lo que él quería es enseñarnos a pensar. El problema es que no puedes enseñarle a pensar a aquel que cree que sabe pensar. 

Primero es menester hacer que se dé cuenta de que no sabe pensar, para que después, si él lo permite, le enseñes a pensar.

Nacimiento de Sócrates.
Sócrates nace alrededor del 469 antes de nuestra era. Nace en La Raposa, que era el barrio de los artesanos en Atenas. Hijo único del matrimonio conformado por Sofronisco y Fainarete. Sofronisco era un escultor mediocre que hacia imágenes de divinidades para las casas y talleres de sus vecinos, mientras que Fainarete era la partera en el barrio.

Paradójicamente él, que era hijo de un escultor y de una partera, nació con una deformidad y una fealdad que no podía pasar desapercibida…

Nació sin cuello, por lo que la cabeza la tenía pegada al tronco, amén de que era platirrino (nariz extremadamente achatada) y tenía los ojos muy cerca de las orejas. Su tronco era muy grueso y sus piernas extremadamente delgadas, de tal suerte que para poder moverse de un lado a otro le era menester desplazar su peso a una pierna y después a la otra. Su andar era el propio del infante que está aprendiendo a caminar.

Sócrates decía que él no era feo. Que la belleza es un aspecto estadístico, por lo que su apariencia no tenía que ver con la fealdad sino con la estadística de los demás. Afirmaba que su belleza obedecía a la estadística de otras estrellas. Estrellas en las que los dos más bellos eran como él, y que nosotros, limitados al pequeño mundo que habitamos, no podíamos apreciar lo bello que era él.

Decía que los dioses le habían concedido el don de tener los ojos muy cerca de las orejas, por lo cual le era menester tener que ver primero de un lado y después del otro. Este tener que ver las cosas dos veces, hizo de él un acucioso observador de realidad y un hombre renuente a extraer conclusiones prematuras de las cosas, ya que tanto los objetos como los sujetos demandan de muchas horas de observación y análisis para poder aproximarnos a su íntima realidad.

Esta forma de ver, mirar, considerar y reconsiderar las cosas, le hizo muy popular en su barrio y en toda Atenas. Se escapaba del taller de su padre para ir a las otras tiendas y talleres a ver qué es lo que hacían sus vecinos y las razones por las cuales hacían lo que hacían.

Las preguntas del infante Sócrates eran simples y por simples difíciles de responder…
Por ejemplo, entraba a casa de la vecina y le preguntaba:
¿Y usted quién es?
-          A lo que la vecina le respondía: Yo soy la señora de la casa.
¿Y este señor quién es?
-          Este señor es mi marido.
¿Y por qué está segura de que ese señor es su marido?
-          Porque me case con él.
Eso no significa que sea su marido. Significa que se casó con él, pero eso no lo hace su marido, ¿Usted como sabe que él realmente es su marido?...

Hay una anécdota infantil de Sócrates que ilustra a la perfección su proceso mental.
-          Su madre le dice un día cuando este recién se levanta: buenos días hijo.
Sócrates de inmediato espeto a su madre con un: ¿qué?
-          Te dije buenos días hijo.  
Pero cómo. Usted dijo buenos y además añadió la palabra días. Lo cual quiere decir que usted ya sabe lo que es el bien y el mal, de lo contrario no podría haberme dicho buenos días. Porque cómo puede alguien calificar de bueno, algo que no sabe que si lo es.

Además debo entender que tiene usted el don de la anticipación, pues me está diciendo buen día a una hora en que no es posible saber si el día va a ser bueno o malo. De no ser así lo correcto sería no decir nada, o en su defecto decir: veamos, al final del día, si este fue un buen o mal día.

-          La madre le dice que lo que ella expreso es un deseo, no una afirmación.
Por lo que de inmediato le pregunta: ¿Y por qué? Acaso expresar el deseo hace que el día sea bueno.
Realmente el bien decir (bendecir) o el maldecir tienen el poder de hacer que el día sea bueno o malo. Y de ser así: ¿cómo es posible que la enunciación de una palabra tenga el poder de incidir sobre la realidad?

El constante porqué.
Sócrates detecto que el principal problema de la educación es el que nuestros padres, maestros y tutores nos brindan respuestas pero no preguntas. Respuestas que explican el qué de las cosas, pero nunca el para qué o porqué de las mismas. Lo que termina circunscribiéndonos a un conocimiento muy limitado de nuestra realidad. Conocimiento que en algunos casos se extiende al para qué de las cosas pero casi nunca al porqué de las mismas.

Cuando la realidad es que el porqué de las cosas es lo único que nos hace evidente ese íntimo pero desconocido motor que nos impulsa a decir lo que decimos y a hacer lo que hacemos...

Y, se preguntaba Sócrates, si no sabemos qué es lo que nos mueve a decir y a hacer las cosas, como entonces vamos a dirigir lo que somos, si ni siquiera sabemos que es lo que somos.

Vida y entorno de Sócrates.
De adolescente noto que no era bien recibido por sus coetáneos, ya que físicamente no podía hacer lo que hacían ellos, amén de que tampoco podía jugar o con-jugar con ellos. Este aislamiento al que lo condenaron sus coetáneos, hizo que en su niñez y adolescencia conviviera con personas mayores que él, pues eran los únicos con los que podía platicar y con-jugar.

Es en este intervalo donde aprendió que la sustancia es la que determina al objeto y no al revés. Aprendió que solo se puede trabajar con lo que la naturaleza ha dado como materia prima. Que en la interacción con los objetos y sujetos nos es menester respetar lo que estos son. No solo es estéril, nos decía Sócrates, sino que además es una estulticia enorme el tratar de alterar su sustancia o ir en contra de ella. 

El mejor escultor es ese que logra hacer con la materia prima del otro, una obra de arte que trascienda el espacio-tiempo del escultor.

Esta forma de ser es lo que en la edad adulta lo llevo a tener una gama muy amplia de compañeros, cada cual disímbolo a él y al otro, pero todos, por la cercanía e influencia de él, abiertos y dispuestos a edificar en sí mismos una mejor estatua de varón.  

Sócrates siempre se enfocó en descubrir aquello de lo que estaba hecho el otro. De identificar qué es lo que pedía y comandaba su naturaleza. De descubrir en que podía ser ese otro el mejor de todos. 

Ya una vez identificada la esencia del otro, procedía, como buen partero, a ayudarle a dar a luz eso que ya tenía adentro. La mayéutica, instituida por Sócrates, es un método donde el discípulo es el que debe engendrar, gestar y parir sus propias respuestas.

Sócrates creció bajo el gobierno de Pericles, quien mucho hizo por la cultura en Atenas. El teatro, por ejemplo, era gratuito para la gente que no tenía recursos. Estos recibían los óbolos para poder ir al teatro, donde constantemente se exponían obras que evidenciaban las múltiples facetas del ser humano en lo individual y en lo social.

Anaxágoras, Arquéalo, Protágoras y Eurípides fueron otros de los grandes referentes de Sócrates. Anaxágoras, gran con-jugador de ideas, fue el primero en afirmar que los dioses no existen. 

Le explico al adolescente Sócrates, que son los hombres con sus miedos y fantasías los que usan el numen (inspiración), para ir transformando una idea en una deidad muy parecida a los seres humanos.

Una prueba de que las divinidades no existen, es que la historia de la cultura pone en evidencia una creación continua de dioses. Algunos de larga duración y otros de breve existencia. Sin embargo lo cierto es que todas las divinidades obedecen a las necesidades de los hombres. Necesidades que toman diferentes formas de expresión, en función de la época, geografía, raza e historia.

Un dios, decía Anaxágoras, no puede ni debe ser representado, ya que en el momento en que se le represente se le humaniza, dejando con ello de ser dios. Pues un dios, para ser dios, debe ser la mente del universo, y la mente del universo no cabe en la mente de un ser humano.

Este constante debate e intercambio de ideas con las mentes más brillantes de su entorno, llevaron al joven Sócrates a pensar y analizar los conceptos de su época. Así, mientras los otros adolescentes jugaban en  las plazas públicas, él se dedicaba a someter las ideas y argumentos debatidos a la más estricta realidad, con el fin de no adherirse a términos que no tenían cabida en ella.

Sócrates le dice a Anaxágoras:
Maestro, fíjese que tengo una voz que es mi Daemon, y que siempre me dice lo que debo de hacer, pero es una voz que parece que nadie más tiene.

Anaxágoras le recomienda que no negocie con esa voz. Que la escuche. Que le haga caso. Que esa voz es la que le mantendrá alejado de esa medianía en la que se mueven los demás. 

Le dice que la voz que oye es el Sócrates perfecto que le habla al Sócrates imperfecto, y que en la medida en que escuche y obedezca a esa voz, hará de sí mismo el hombre que debe ser.  

La vida no explica, enseña.
Sócrates decía que la vida no explica, enseña. Luego, si la vida no da explicaciones, porque nosotros queremos explicar cuándo lo que debemos hacer es enseñar.

Para enseñar es menester hacer las preguntas correctas. Preguntas que lleven al otro a educir las respuestas que necesita. Esto le hará descubrir que las respuestas (la realidad) siempre estuvieron ahí, y ese re-descubrir la realidad le hará enamorarse y apropiarse de ella. La meterá a su sistema y la aplicara a su diario quehacer.

En aquel entonces se estaba erigiendo el Partenón y los demás edificios de la Acrópolis. Y a esas obras concurría todo Atenas. En esas obras vivió y convivio con Pericles, Aspasia, Anaxágoras, Arquéalo, Sófocles y junto con ellos las mentes más representativas de la ciudad. Así, el que de infante fue marginado por su incapacidad y fealdad, de adolescente convivio con las mentes más brillantes de Atenas.

Aspasia, esposa de Pericles, se enamoró de la mente del joven Sócrates, por lo que lo invito a su casa donde cada semana se llevaban a cabo exposiciónes de pinturas, esculturas, estrenos de obras, intercambio de ideas y debates intelectuales donde el joven Sócrates de inmediato sentó sus reales. Ahí conoció y convivio con políticos, comerciantes, pintores, escultores, poetas y filósofos.

El resultado de esa convivencia fue que el Gobernante Pericles nombrara al joven Sócrates como Consejero personal (puesto honorifico).

La responsabilidad de Sócrates era ser la conciencia de Pericles. Su tarea era formular las preguntas que llevaran a Pericles a encontrar las mejores alternativas para su gobierno. Así siguió hasta que estalló la guerra contra Samos, por lo que Sócrates tuvo que ir a ese fracaso de la inteligencia que llamamos guerra.

Tres veces fue a la guerra. Ni mato ni lo mataron. Dicen que en vez de luchar, se quedaba absortó, ensimismado, preguntándose el porqué de la guerra. Se hizo famoso con los espartanos (enemigos de Atenas) debido a que éste se quedaba estático, abstraído en sus pensamientos, sin atacar y sin ser atacado.

De esas guerras nacieron dos temas que ocuparon el resto de su vida: el bien y la verdad. De ahí en adelante dedicó el resto de su vida a explorar estos dos temas. Para tal efecto interpelo a cuanta gente se encontraba en la calle.

Así fue como llego a la conclusión de que no sabemos que es el bien, pero si sabemos que el bien no es aquello que el jefe, dios o dioses del momento dicen que es bueno.

El bien es un valor que nos ayuda a construirnos como un ser humano perfecto. En donde el ser humano perfecto es aquel en quien el querer y el deber coinciden exactamente. Un ser humano perfecto es aquel que quiere lo que debe y debe lo que quiere.

Los socráticos.
Poco a poco se fue formando un grupo de intelectuales que buscaban a Sócrates para esgrimir con él ideas y conceptos. Sus cofrades eran disímbolos entre sí, lo que nutria al grupo con diferentes visiones de la realidad.

Critón, provenía de una familia acomodada de ideas conservadoras. Alcibíades, amante de Sócrates, provenía de una familia aristocrática con poder político. Critias era un reaccionario. Parco, un anarquista. Hermógenes, un místico de la pobreza (un millonario venido a menos). Aristocles, vulgarmente conocido como Platón (hombre de hombros anchos), era el poeta, el que le daba el toque romántico e idealista del grupo.

En los diálogos recopilados por Platón, podemos ver la mayéutica de Sócrates. Por ejemplo, en Critón cuestiona a este sobre la creencia en dios o en los dioses. Lo lleva a descubrir lo ilógico de esta creencia y lo fatuo que es esperar que un dios incida en la realidad cuando él mismo carece de realidad.

En otro de los diálogos dice que hay cuatro tipos de personas: los que no saben que no saben: los que no saben que sí saben; los que sí saben que no saben y los que sí saben que sí saben.

Los que no saben que no saben (el 98% de la gente), son esos que opinan con una falsa autoridad sobre todo lo que deben hacer reyes, gobernantes, papas y líderes del orbe. Esos que se esconden en sus principios, sin saber que estos no son principios, sino finales.
Los que no saben que sí saben, esos que no capitalizan su saber, ni comparten su saber.
Los que sí saben que no saben, esos que investigan, preguntan, estudian, leen.
Los que sí saben que sí saben. Ese que ya puede asumir su humanidad, cosa que no ha pasado hasta el momento.

El sabio, decía Sócrates, es sabio porque nunca deja de preguntar, de investigar, leer, estudiar, pensar. El sabio es ese que sabe que nunca va a terminar de ser, ya que la vida es un constante estarse haciendo.

En una ocasión le preguntan qué porque no fue escultor como su padre. A lo que Sócrates responde: no puedo tratar de obtener una figura humana de un trozo de piedra, cuando los humanos se pasan toda la vida tratando de ser un trozo de piedra.

Debacle y muerte de Sócrates
Sócrates se ganó muchas enemistades, ya por la forma en que incordiaba a los demás, como por el hecho de que muchos percibían como un ataque a su intelecto las preguntas y argumentos que este esgrimía en contra de sus convicciones. Si bien la intención de Sócrates es que estos dejaran de ser un trozo de piedra, también es cierto que muchos no lo veían así.

Aristófanes escribió una obra en contra de Sócrates. Un obra en la que se le acusaba de confundir a los jóvenes y a dudar de sus principios. En la obra lo presentan como ateo y lo acusan de introducir a un nuevo dios: el Daemon.

En el estreno de la obra estuvieron Sócrates y Jantipa, y esta le reclamo que su proceder hubiera ocasionado la creación de esa obra.

Jantipa, 30 años menor que él, demando tres veces a Sócrates por no cumplir con sus obligaciones económicas. Lo acuso de dedicar todo el tiempo a la bebida, a la vagancia y a los amigos (nunca trabajo), pero no a cumplir con sus obligaciones como esposo y padre de tres hijos.

En una ocasión estaba en el pórtico de su casa en uno de sus diálogos, cuando sale Jantipa y le reclama a gritos el que esté perdiendo el tiempo con ellos cuando lo que debe hacer es trabajar para llevar dinero a la casa. 
Sócrates ignora los gritos de Jantipa, y continua el dialogo con sus discípulos. 
Jantipa se enoja y le echa un barreño de agua sucia en la cabeza. 
Sócrates, sin inmutarse, dice: debí imaginármelo, después de los truenos, la lluvia.

Acto seguido uno de sus discípulos le pregunta: Maestro, usted que se ha casado dos veces, que recomienda: la soltería o el matrimonio. 
A lo que Sócrates contesta: cualquiera de las dos que escojas, te arrepentirás.

Después de la presentación de las Nubes de Aristófanes, se extendió entre el pueblo y sus enemigos políticos las acusaciones contra Sócrates. Fue llevado a juicio y declarado culpable. Se le condeno a beber la cicuta.

Fue llevado a la cárcel y en ella se dedicó a consolar a sus discípulos. Les decía que lo que van a matar es su cuerpo pero no lo que él es. Que lo que él es permanecerá más allá de él y de ellos. 

En la cárcel se afano en aprenderse una melodía en flauta. Su carcelero le pregunta:
-          Maestro, para que se afana tanto si mañana al salir el sol deberá de beber la cicuta.
A lo que Sócrates contesta: para que cuando me muera, me muera sabiéndola.

Sócrates, como todos los genios, tuvo sus claroscuros. Fue un pésimo esposo y un mal padre, no obstante nos es menester reconocer que fue, es y será el Maestro de occidente. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

El Ser y sus circunstancias.

En artículos anteriores hemos explicado que una de las características que distingue a nuestra especie de las que nos precedieron, es el que la nuestra esta parada sobre dos pilares fundamentales: la ficción (realidad imaginada) y el relato (chisme, historia, rumor).

Nuestra especie (Homo Sapiens)  se distingue de las anteriores en que esta tiene la capacidad de creer lo increíble y hacer de todo lo que no existe un relato creíble.

Esta capacidad de creer en lo que no existe nos ha llevado a cosas buenas y malas. Nos ha permitido crear aquello que nuestra imaginación concibe como posible y a hacer de ello un relato que ha dado pie a la letra escrita y a la proyección visual.

Todas las comodidades y ventajas tecnológicas de las que disfrutamos hoy, no existen en la naturaleza. Somos nosotros, con nuestra fértil imaginación, los que hemos creado todo lo que nos rodea. Las especies que nos precedieron no tenían esa capacidad. Estaban atados a la realidad. Carecían de fantasía e imaginación. Una prueba de ello son las herramientas que usaron. No hubo cambio en ellas. Del primer al último miembro de su especie, usaron siempre las mismas herramientas.

Nuestra especie es todo lo contrario. Nuestro apego a la realidad es por excepción. Lo que impera en nosotros es la ficción. Esta es la responsable de que podamos crear e idealizar todo lo que nos rodea. No obstante esta tiene un lado gris... Nos es muy fácil perdernos en ella, tanto en lo que somos como en lo que hacemos.

Quisiera ser circense.
Recién platique con una bella mujer que estudio su carrera y maestría en Estados Unidos. Es una bailarina de ballet consumada. Casada con dos hijas y practicante de las artes circenses. El ballet es en ella una segunda naturaleza y como tal, una necesidad. Las artes circenses una vocación. Estas últimas las descubrió hace poco más de un lustro y se enamoró de ellas. Hoy, sin dejar el ballet, es una disciplinada y constante practicante de las artes circenses.

Hace algunos meses me comentó que quería construir un local de 15 metros de alto para dar clases de trapecio, telas y demás disciplinas aéreas. Le sugerí que hiciera un análisis de mercado y un modelo de negocios. A los dos meses regreso con un mayor nivel de entusiasmo y con un sin fin de relatos de sus amigos circenses, que justificaban el por qué si iba a ser negocio.

La invité a que me visitara en mi estudio y que juntos hiciéramos un pequeño análisis del sector y del modelo de negocios. Analizamos el negocio del circo aéreo en Europa y Estados Unidos, así como las academias circenses, sus óbices, números y ciclos de nacimiento y muerte, y en función de ellos definimos el modelo de negocios que tendría que desarrollar para mejorar sus posibilidades de éxito. 

El resultado fue el esperado... Los números y la realidad echaron por tierra los fantásticos relatos de sus amigos circenses. El negocio iba a ser un rotundo fracaso. No solo no había mercado (3%), sino que la gente que se dedica a eso lo hace por qué obedece a su ser, sin importar si esto les genera los ingresos que necesitan para vivir. 

De inmediato vino el rechazo y refutación de la realidad. Para tal efecto me puso de ejemplo a personas que me presentó y que se dedican de lleno a las artes circenses. Personas, que en apariencia, se ven muy felices...

Lo primero que hubo que aclarar es que una cosa es la persona y otra el negocio. Efectivamente las personas que me menciono viven única y exclusivamente de lo que el oficio les da, pero estas ajustaron su vida a los ingresos y nos lo ingresos a la vida. Por lo que la pregunta para ella era: ¿Estas dispuesta a ajustar tu vida a lo que el negocio te generará? 

Por otro lado le hice ver que ninguna de las personas que me menciono hacía de su oficio una empresa. El relato que ellos habían emitido sobre el tema era desde la óptica de la academia. Todos eran maestros circenses que se dedicaban a dar clases en las empresas de otros. Ellos, en su calidad de maestros, no cargan sobre sus hombros la responsabilidad de los costos de operación de la empresa. Su responsabilidad es académica, no empresarial. 

También está el hecho de que ninguna de las empresas en las que trabajan es exitosa. Sobreviven gracias a los sacrificios personales del o de los dueños, ya que el mercado en el que estas están, no tiene la masa crítica que necesitan para ser rentables. Por otro lado hay que diferenciar entre rentabilidad y felicidad. Una empresa exitosa se mide por el número de dólares en su cuenta bancaria, no por la felicidad de sus empleados. 

El ser, hacer y tener.
A pesar de que los números y la realidad le demostraban lo impertinente de la idea, siguió presentando ejemplos de personas que se dedicaban única y exclusivamente a las áreas circenses, preguntándose y preguntándome qué cómo es posible que se dediquen a ellos si no es rentable.

Le comente que los seres humanos nos movemos en dos estadios de la triada Ser, Hacer y Tener...

Unas personas jerarquizamos la triada al revés, dándole prioridad al Tener, después al Hacer y por último al Ser. Mientras que otros ponemos en primer lugar el Ser, después el Hacer y al último el Tener. En la primera se hipoteca el ser, para ir a hacer algo que no nos gusta con tal de cobrar los beneficios del tener... Mientras que en la segunda opción nos movemos aquellos que aspiramos a tener, lo que nos permita hacer en función aquello que obedezca a nuestro ser.

Sus compañeros circenses están instalados en la triada ser, hacer y tener, mientras que la gran mayoría de la gente está instalada en la triada tener, hacer, ser.  

La aceptación del ser.
A esta altura de la plática ya estaba más abierta a la realidad y un poco más sensible al tema que estábamos tratando.

Le explique que el mayor problema que tenemos los seres humanos es la no aceptación del ser, debido, principalmente a nuestra estructura antropológica, ya que la ficción y el relato nos son consustanciales. De tal suerte que si la realidad hemos hecho una ficción, ¿qué nos hace pensar que no hemos hecho de nuestro ser una ficción? 

La razón por la que nos cuesta tanto trabajo aceptar el ser, es porque hemos hecho de él algo que no es. La ficción nos ha hecho construir una imagen de nosotros mismos que no obedece a lo que nuestra natura es. Ficción, que apoyada con el relato de nuestros padres, pareja, maestros y amigos, ha encontrado eco en nuestra vanidad. 

Esta no aceptación del ser produce una vacuidad de la que no estamos del todo conscientes. Vacuidad que en sí misma es muy importante, ya que es lo que sostiene al mercado. Gracias a ella hay una ingente cantidad de clientes para cualquier tipo de producto. Algunos productos tendrán más o menos clientes, pero para todos hay una gran, mediana, pequeña o muy pequeña porción de mercado. 

Un ejemplo de ellos son los gimnasios, academias de baile, yoga, gimnasia y todos los demás etcéteras del acondicionamiento físico. A los gimnasios entra una gran cantidad de hombres que gustosos se deshacen de su dinero, para pagar una inscripción y mensualidad de algo que tiene pocas posibilidades de ser. Ninguno de ellos se pregunta si genéticamente tienen las características para lograr los objetivos que pretenden.

Lo mismo acontece en las academias de baile, yoga, artes marciales, escuelas, universidades y mercado en general.

El mercado se sostiene gracias a la enorme vacuidad que nos genera la falta de aceptación del ser. Este vacío es el que nos impele a comprar y usar cosas que no necesitamos. Cosas que por naturaleza y definición, no pueden convertirnos en lo que no somos. Una gran parte de las cosas que compramos y usamos, generan en nuestro interior una interminable caída del vacío en el vacío. De tal suerte que entre más cosas compramos, más sentimos la necesidad de comprar y explorar nuevas cosas, para ver si alguna de ellas nos logra convertir en aquello que no somos.

Si los seres humanos consumiéramos solo lo que obedece a nuestro ser, el mercado sería muy reducido.

Esta falta de aceptación del ser es lo que nos hace admirar -disfraz elegante de la envidia- a aquellos que vemos plenos y felices. Las personas más felices del mundo son aquellas que han aceptado su ser. 

Ya una vez que una persona acepta su ser, se da en automático un cambio de conducta. La persona se instala en lo que es, de tal suerte que todo su accionar obedece a su esencia. Deja de desear lo que no necesita, de explorar lo que no es, de comprar lo que no requiere, de estudiar lo que no le sirve, de asociarse con quien no debe, de estar con quien no es.

Ya una vez que se acepta el ser, se deja a un lado la dispersión. La persona se enfoca, se capitaliza, se maximiza. Esto es muy importante, ya que deja de confundir deseo con necesidad, realidad con fantasía y gusto con negocio.

Regresemos al caso de mi amiga para explicar lo anterior…

Ya una vez que le quedo claro que el proyecto no sería negocio, por lo menos no en la forma en que lo tenía concebido, nos abocamos a diseñar la forma en que si sería negocio, preguntándole, inmediatamente después, si se veía a sí misma haciendo lo que tenía que hacer para hacer de su proyecto un  negocio.

Le explique que dado que el mercado no tenía la masa crítica que el negocio necesitaba para ser rentable, lo que debería hacer es diseñar un concepto circense que pudiera franquiciar, en donde el negocio sería la franquicia y no la academia.

La franquicia en cuestión debería estar dirigida a jóvenes con espíritu emprendedor, pero que necesitan de un tutor para hacer las cosas (secreto de toda franquicia). Jóvenes que lo que les llena es dar clases. Estos deberán tener entre 18 y 35 años y contar con dos o tres amigos con los que se pudieran asociar para comprar la franquicia, rentar un local y comprar lo mínimo indispensable para arrancar su negocio.

El proyecto cambio radicalmente. Una cosa es dar clases y otra muy distinta desarrollar una franquicia. La franquicia haría negocio con todos aquellos que desean dar clases. Para tal efecto se les tendría que ofrecer un producto innovador, que obedezca a la vocación y circunstancias de los franquiciatarios.

Así pues, el producto, además de innovador, debería ser de bajo costo e inversión, amén de estar acompañado de un soporte administrativo que les ayude a vivir de su negocio. Le explique que entre más pueda ella asegurarles el éxito en su local, más ganarían ellos y más ganaría ella.

El problema real es que el modelo de negocio no obedecía a lo que ella es…
Las posibilidades de éxito eran nulas. No se veía a si misma haciendo todo lo que se tiene que hacer para que el modelo fuera exitoso. Ella lo que quería era dar clases, y pensó que así como a ella le gustan las cosas circenses, habría un mundo de gente esperando a que ella abriera su academia para acudir a tropel a inscribirse…

Abandono temporalmente la idea. Decidió tomar más clases. Analizar lo que estaban haciendo los demás. Platicar con los dueños de las academias. Llevar un registro del número de estudiantes en cada clase y pensar en una forma de hacer de su gusto un negocio.

El ser y sus circunstancias.
Contra lo que se cree, las circunstancias de una persona obedecen más a lo que la persona es que a las circunstancias en sí. Cierto que la oblicuidad existe y existe más allá de las personas, pero también es cierto que esta está repleta de circunstancias universales, no particulares.
Un cataclismo es una circunstancia que obedece cien por cien a la oblicuidad, sin embargo, más allá de este tipo de accidentes que nos pueden acaecer a todos, la realidad es que la gran mayoría de nuestras circunstancias obedecen a lo que somos como personas… Es por eso que a veces nos preguntamos: ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? La respuesta es simple: porque obedece a lo que tú eres.

Tu natura te va a llevar a acertar y a errar siempre en las mismas cosas. A equivocarte y a acertar siempre con el mismo tipo de personas, negocios, proyectos o ideas. Lo único que puedes hacer es identificar las cosas con las que generalmente yerras y con las que generalmente aciertas. Identificarlas te ayudará a dirigirlas.

Las circunstancias que nos acaecen tienen que ver con nuestro ser, con la realidad imaginada que hemos creado de nosotros mismos, y con el discurso que hemos hecho de esa realidad.

Regresaré al caso de mi amiga para explicar lo anterior…

Supongamos que no hubiésemos coincidido y que ella, fiel a su gusto y al relato que ella y sus cofrades hicieron del proyecto, obtiene una línea de crédito dejando como garantía su casa…

Construye el local, compra los equipos aéreos que necesita y empieza a dar clases… La probabilidad de fracaso es muy alta, ya que la tendencia indica que solo el 3% de la gente que está en cosas similares, se inscribiría y pagaría su cuota.

Esto significa que el negocio no podría llegar ni siquiera a su punto de equilibrio. El negocio lo tendría que estar financiando ella, amén de pagar la línea de crédito y los costos de operación. Lo más probable es que más allá del enorme nivel de energía y entusiasmo que distingue a mi amiga, el negocio terminaría cerrando, ya que no es posible financiar lo que no es.

Mi amiga terminaría preguntándose qué porque le pasan esas cosas a ella, cuando la realidad es que muchas de nuestras circunstancias nos pasan debido a que nuestra realidad imaginada y el relato que hacemos de ella, nos distorsionan la mirada a tal grado, que la probabilidad de que nos equivoquemos es muy alta, sin importar si este hacer es en el amor, en los negocios, amistades, trabajo, proyectos y demás etcéteras del quehacer humano.

Lo que tenemos que hacer es estar conscientes de que el gusto por algo nos hace crear una realidad imaginada (ficción) que poco o nada tiene que ver con la realidad. Por otro lado es importante no escuchar el relato de los que comparten con nosotros la misma ficción, sino buscar alguien ajeno a nuestra ficción, alguien que sea especialista en el tema a tratar y que nos pueda dar una opinión basada en hechos y no en suposiciones.


Las personas más felices y productivas del mundo son las que han aceptado su ser, ya que esto les permite concentrar sus energías en lo que sí es, capitalizar su tiempo y minimizar las circunstancias adversas y capitalizar las positivas.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Qué tipo de matrimonio tiene usted: conveniente, social o trascendente.

¿Qué es lo natural en los seres humanos, la poligamia o la monogamia?
¿La monogamia es un mito, un ideal, una excepción o una constante en nuestra realidad?
¿Si no es una constante, porque nos empeñamos tanto en ella? 

Antes de responder estas interrogantes, es menester que medite las preguntas desde lo que el ser humano es… Analice cual ha sido el comportamiento de la especie humana en el devenir de los siglos. Por cuál de los dos estados nos hemos decantado: por la poligamia o la monogamia.

Cuál ha sido el comportamiento de hombres y mujeres al paso del tiempo. Voltee a ver a sus familiares, amigos y conocidos…

¿Qué le dicen los hechos?

Polígamos y/o Monógamos.
Los especialistas afirman que somos polígamos por naturaleza y monógamos por cultura.

Antropólogos connotados sostienen que la poligamia es el estado natural del ser, no obstante y sin demeritar lo que estos dicen, nos es menester reconocer que la monogamia ha ocupado un espacio preponderante en los últimos dos mil años de la historia de la humanidad.

Yo pienso que la naturaleza no se equivoca. Hay, como en todo, desviaciones a la norma. Desviaciones que mueren de muerte natural. La naturaleza siempre juega a su favor y nuestra especie, vista desde la más pura ortodoxia, no es ajena a esto… En otras palabras, la naturaleza, en lo que a nosotros respecta, también juega a su favor.

Mi hipótesis es que la naturaleza nos hizo polígamos y monógamos al mismo tiempo. Polígamos por norma y monógamos por excepción.

La naturaleza no podía correr riesgos. Necesitaba (y necesita) asegurar la perpetuación y consolidación de la especie, y esto solo lo podía (y puede) lograr a través de la dualidad, razón por la cual nos hizo polígamos y monógamos a un mismo tiempo.

Esta dualidad es la que nos ha permitido adaptarnos y sobreponernos al entorno. De tal suerte que cuando el entorno presenta altos niveles de riesgo para la supervivencia, la poligamia se exacerbaba como estrategia de supervivencia. Por el contrario, cuando el entorno presenta variables de bajo riesgo para la supervivencia, la poligamia desaparece para dar paso a la monogamia.

Observe por favor el devenir de la historia. Cuando el entorno ha presentado variables de riesgo para la supervivencia (hambrunas, pestes, guerras, sequías…), la poligamia es la que predomina. Cuando estas desaparecen, la monogamia sienta sus reales.  

Así pues, hemos pasado como especie de la poligamia a la monogamia, no obstante este transitar es circunstancial, no genético, ya que en nuestros genes están ambos estados, y estos se manifestarán a más o a menos en función de lo que les demande el entorno.

El entorno y la cultura que emana de este nos ha hecho optar por la monogamia, no obstante nos es menester reconocer que la poligamia intermitente es un hecho recurrente en ambos géneros, cosa que trataremos de explicar.

La poligamia masculina (poliginia) es un tema que socialmente se da por sentado. Se puede hablar de esta en foros, reuniones familiares y sociales sin que la gente se sienta mal. El tema se ha tratado tantas veces en el devenir de los siglos, que cada vez es menos la gente que se siente incómoda cuando se habla de la infidelidad masculina, cosa que no acontece con la poligamia intermitente de la mujer (14%)… Si bien es cierto que cada vez hay un poco más apertura, también lo es el hecho de que aún nos es común ver mentes incomodas cuando el tema de la infidelidad femenina se ventila en público.

Tal vez nos cueste trabajo aceptar que ambos estados del ser están en nuestros genes, sobre todo porque las sociedades han evolucionado hacia una monogamia aparente, en la que la poligamia intermitente es cada vez más aceptada. No obstante esta debe estar disfrazada de monogamia sucesiva (varios matrimonios) para que no sea repudiada.

Es importante anotar que culturalmente hablando, la monogamia es un invento de la mujer, así como el matrimonio es un invento del hombre. La mujer invento la monogamia (enfocarse para no dispersarse), tanto porque obedece a sus genes como por el hecho de que le permite al ser humano ser más productivo.

El hombre invento la institución del matrimonio con el fin de asegurarse que la dinastía que mantiene y hereda es la de él. No me extenderé en este tema, ya que lo expusimos ampliamente en el artículo intitulado: La evolución del matrimonio. Pareja o matrimonio.   

Regresando al tema que nos compete… El hombre, género masculino, es por naturaleza mucho más proclive a la poligamia que la mujer. El hombre produce millones de células reproductivas cada mes. Células que le impelen a la reproducción por la reproducción misma (instinto puro).

La mujer produce una sola célula reproductiva al mes, célula que le impele a ser extraordinariamente selectiva, lo cual es palpable en todos los ámbitos de su ser. La mujer, desde la cuna, se muestra mucho más discrecional y selectiva que el hombre. El hecho de que su naturaleza produzca una sola célula reproductiva al mes, la hacer ser mucho más cauta y prudente que el hombre.

El comportamiento del hombre es diametralmente opuesto al de la mujer, sobre todo en la primera mitad de su vida, que es cuando las hormonas están al máximo de su producción. 

Los primeros veinte años de vida del hombre gravitaran en actividades físicas con un nivel de riesgo que no correría una mujer. De los 20 a los 40 sentirá un enorme impulso por reproducirse con cuanta mujer vea. Por supuesto que la mente no lo registra así. Lo registra como impulso y deseo sexual y uno que otro desajustado de la mente, como amor.

La realidad es que el amor aquí no tiene nada que ver. Es el instinto de reproducción el que le hará voltear a ver a cuanta mujer posea las células que sus genes necesitan para lograr engendrar un ser con una combinación genética mejor que la que él posee, sin detenerse a pensar en ningún momento si las ama o no. Eso es harina de otro costal.

La mujer lo procesa de otra manera. Sus genes le impelen a voltear a ver a ese hombre que posee una suma de características genéticas que completan y complementan las suyas. Pero como ella produce una sola célula reproductiva al mes, su selección es mucho más inteligente y discrecional.

La mujer escoge, porque el instinto de protección así se lo comanda, a ese hombre que no solo posee los genes que sus células necesitan para lograr una mejor combinación genética, sino que además sea un hombre sobre el cual pueda tener ascendencia moral para hacer que este le ayude a cuidar y desarrollar la especie. Esto, obviamente, genera una visión de largo plazo que no tiene el hombre, amén de un comportamiento mucho más electivo.

Genéticamente para el hombre todo es más fácil. Si se equivoca no pasa nada. Expele en cada eyaculación 250 millones de células reproductivas. Éste, ya una vez que eyaculó, volverá a sentir al máximo el impulso sexual tres días después de la anterior eyaculación. Esto no quiere decir que no pueda tener relaciones previas, sino que estas las sentirá al máximo tres días después de la última eyaculación.

El hombre, porque así se lo comandan sus células, se mostrará impulsivo, imprudente e intempestivo. Corriendo riesgos innecesarios en todos los ámbitos del ser. Un ejemplo de ello son los deportes extremos. En ellos hay más hombres que mujeres, y las mujeres que están en ellos son por otras razones, las cuales comentaremos en otro artículo.

En el hombre casi todo se circunscribe a lo sexual, sobre todo en la primera mitad de la vida. En la mujer no. El instinto, en lo referente a la relación de pareja, se centra en tres pilares: la Reproducción de la especie; la Mejora de la especie y la Conservación de la especie.

Los motores que la llevan a relacionarse con un hombre son distintos a los del hombre. A este lo que le apremia es el de la Reproducción. A la mujer le apremian otras cosas. Ella es la que la que tiene que llevar a cabo la Mejora y Conservación de la especie. No quiere decir que él no aporte a esta tarea, sino que ella es la carga una mucha mayor responsabilidad en esto.

Toda esta suma de causas llevo a la mujer a crear la monogamia, ya que esta le brinda mayores seguridades que la poligamia.

La monogamia hace que ambos se centren más en lo importante (conservación y mejora de la especie), amén de que hace a la pareja más rentable y productiva.

La realidad es que las personas y sociedades monógamas (enfocadas) son mucho más rentables y productivas que las polígamas (dispersas).

Causas de la infidelidad.
Los seres humanos somos el producto de una suma de causas. No existe la causa-causa, no obstante mencionaremos las principales razones de la infidelidad, razones que tienen un sustento genético, cultural y racional.

La interpretación que se le da a la infidelidad está subordinada a la cultura y al tipo de matrimonio que existe en la pareja: matrimonio conveniente, social o trascendente, no obstante lo que deseamos enfatizar es que más allá de la genética y de la cultura, la monogamia es algo que se da de manera natural cuando dos que son… se encuentran.

Un matrimonio conveniente es aquel en el que el otro no es la parte que nos completa y complementa.

El otro es un ser humano con valores, tradiciones y costumbres similares a las nuestras y que por ende nos hacen más fácil la cohabitación y convivencia en pareja. En estos matrimonios es más importante el concepto de matrimonio y de familia que la pareja en sí.

En una ocasión conocí a una joven ejecutiva que me dijo que su sueño era casarse en la catedral. Le hice ver que ella no era católica, a lo que de inmediato me respondió: No importa. Lo que quiero es que me vean todas mis amigas, y si él esta guapo, mejor.
En este caso lo importante era el concepto, no el novio, no el matrimonio.

En el matrimonio conveniente hay algo de instinto y mucho de razón. El instinto tiene su parte, sobre todo en lo referente a la combinación genética, no obstante la razón es la que termina influyendo en la selección de pareja.

En estos matrimonios el objetivo no es que el otro sea la parte que nos completa y complementa. Lo que se busca es que sea una buena persona, que tenga valores, tradiciones y costumbres afines a las nuestras, lo que seguramente nos ayudará a construir un matrimonio y una familia socialmente aceptada….
El amor, como dirían las madres de antaño a sus hijas, llegará después.  

En estos matrimonios la familia extensa es de suma importancia, razón por la cual la convivencia con los abuelos, tíos, primos y parientes se continúa en el día a día, y de manera muy especial en los días de asueto, fines de semana y vacaciones.

En estos matrimonios la infidelidad es intermitente y se da con una alta carga moral y sentido de culpa, si la persona tiene una alta carga religiosa… O con un alto sentido de dispersión y catarsis, si la persona no lo es.

La infidelidad se debe, principalmente, al hecho de que el otro no Es.

Un matrimonio social es aquel en donde es más importante el apellido que la persona. 
En estos matrimonios lo importante no es el otro, sino lo que rodea al otro: apellido, patrimonio, relaciones y algunos etcéteras más.

En estos matrimonios los símbolos de poder, la apariencia y el boato son determinantes ya que estos confirman la posición social. 

En estos matrimonios todo es público. No por la necesidad de hacer públicas las cosas, sino por la ingente necedad de estar constantemente reafirmando la posición social.

Por supuesto que en estos matrimonios la boda es importante, pero es mucho más importante el lugar, los invitados y magnificencia de la boda que la boda misma. Lo mismo aplica para el bautizo, comuniones, graduaciones, funerales y demás etcéteras sociales en las que esta gente está inmersa.

Por ejemplo, es mucho más importante el nombre de la escuela que la educación que van a recibir. El peso social, político y económico de los Padrinos que la fe y ejemplo que estas les puedan dar a los ahijados. El lugar al que viajaron que lo que en el aprendieron.

En estos matrimonios es más importante la boda que el novio, el bautizo que el infante, el funeral que el muerto. En otras palabras, es más importante el accidente que la sustancia, por lo que la infidelidad es una constante.

En estos matrimonios la infidelidad es mayúscula. Se da en ambos géneros, obviamente que mucho más en ellos que en ellas, pero se da y de manera alta. No obstante cabe aclarar que no es una infidelidad cualquiera…

El nombre, estatus y posición socio económica del otro es de suma importancia. La infidelidad es hacia arriba, raramente entre iguales y por excepción hacia abajo.

El matrimonio trascendente es aquel en donde lo más importante es el otro. Todo gira y gravita en función de ese otro que nos completa y complementa.

En estos matrimonios los hijos, familia, patrimonio, relaciones y demás etcéteras de la pareja son una resultante de lo que la pareja es. Lo que queremos decir con esto es que los hijos, familia, patrimonio y relaciones son muy importantes, pero no más que la pareja.

En estos matrimonios la pareja Es.
La infidelidad tiene pocas, nulas posibilidades de ser. El otro nos completa y complementa de tal forma que no cabe la posibilidad de que exista algo más allá de ese universo que el otro es.  

Estos matrimonios se dan de manera súbita. Cierto que el instinto hace lo suyo y que el ojo quiere su parte, pero cierto es también que la piel atrae la mirada pero no la retiene. En estos matrimonios el continente es tan importante como el contenido.

La fusión en estos matrimonios es súbita. Es el encuentro de dos que son. Cuando estos dos se encuentran, se reconocen y se son. En ese momento se borran historias, creencias, valores (usos sociales) y de más bases o principios del pasado. Cuando estos dos se encuentran se da una creación de futuro en donde ser y estar en el otro es.

En estos matrimonios la infidelidad es infrecuente o nula. El otro nos completa y complementa de tal forma que no hay cabida en nosotros para nadie más que para ese otro que nos es.

La naturaleza se mueve violentamente hacia su lugar y lentamente en su lugar.
Cuando la pareja no Es, la persona tenderá, aun cuando no esté consciente de ello, a buscar a la que sí Es. Lo que ineluctablemente hará que la persona mantenga la mente dispuesta y los ojos abiertos a nuevas posibilidades.

La posibilidad de error en estos casos es muy alta ya que la búsqueda, aunque impulsada por el instinto, es dirigida por la razón, y la razón, lo sabemos bien, tiende a crear mil y un razones para darle razón a nuestra razón. En otras palabras, la razón lo que hace es crear pretextos razonables que nos sirvan para justificar nuestro errático accionar.

Lo que es, Es. No necesita de juegos, citas, romances y salidas. Cuando el otro Es, la persona siente un irrefrenable impulso a gravitar sobre ella, al grado de que no hay forma de no saber si es o no es.

Cuando el otro Es, desaparece de inmediato ese sentimiento de vacuidad que le lleva a mantener la mente dispuesta y los ojos abiertos. La persona se sentirá plena, conforme. Su naturaleza le hará sentir que ya llego a su lugar, que no necesita moverse. Que ya está donde debe de estar. La posibilidad de la infidelidad es cero o casi cero. No hay cupo para nadie más.

Causas de razón de la infidelidad.
Como hemos dicho en otros artículos, la razón de la razón es descubrir lo irracional de la razón.

El cerebro no está hecho para pensar. El cerebro está hecho para adaptarse y sobrevivir.
Al cerebro hay que enseñarle a pensar, de lo contrario corremos el riesgo de que piense por sí mismo (cosa que hace todos los días), y cuando el cerebro piensa pos sí mismo, piensa puras tonterías.

La realidad es que la infidelidad, más allá del cúmulo de pretextos razonables que tengamos, obedece a una parte natural, otra racional y una más que tiene que ver con la espiritual y que no necesariamente cae en la infidelidad.

La natural tiene que ver con los genes.
Cuando el otro no es, nuestros genes, ineluctablemente nos llevarán a buscar al que sí es. Esto no quiere decir que estamos condenados a ser infieles, sino que sentiremos un impulso irrefrenable de voltear a ver a ese otro que aun cuando no estemos conscientes del porqué, posee los genes que nos completan y complementan.

De ahí a que nos involucremos con ellos, hay una gran diferencia y esta no tiene que ver con los genes, sino con la razón.

La racional.
Esta tiene que ver con las razones que le damos a nuestra razón. No obstante la realidad es que las cosas se explican, no se justifican.  

Veamos algunos ejemplos que esgrime la gente para explicar su infidelidad:
Es que me siento frustrada / frustrado;
Es una buena persona, pero nada más;
Es una buena madre / buen padre, pero ni me entiende ni me atiende.
Él / Ella sabía que me case con ella /con él, a sabiendas de que no era el amor de mi vida.
Me siento sexualmente insatisfecho (a)…

Este tipo de argumentos son razones que crea nuestra razón para justificar nuestro errático accionar. Lo inteligente sería enfrentar la realidad y hablar abiertamente con el otro. Explicar lo que está pasando en nuestro interior y trabajar juntos para buscar la mejor solución. Ya sea esta una separación o una convivencia racional e inteligente.

Expliquémonos. La infidelidad también tiene un sustento cultural. En Francia, por ejemplo, el tema erótico es de lo más normal, como normal es que la pareja experimente nuevas sensaciones y formas con otra persona, siempre y cuando lo hable con su pareja. La infidelidad es cuando esto se hace sin el conocimiento de la pareja.

En Asia la infidelidad tiene otro matiz. La cultura asiática separa en tres ámbitos la relación hombre – mujer. Para ellos una cosa es la almohada (placer), otra el matrimonio y otra muy distinta el amor.

Una persona puede tener relaciones con otra para experimentar cuanta forma de placer se puedan dar. El placer erótico, está comprobado, crea nuevas y mejores conexiones sinápticas en el cerebro, mejorando en mucho la auto estima y seguridad psíquica de los actores. No obstante este está condicionado al nivel cultural de los actores. Entre más culta es una persona, más erótica es. Así pues, la cama te asciende o te desciende, pero no te deja igual.

Estos no se involucran con cualquier persona. Son muy electivos y lo que buscan es aprender del otro. No solo el tema del erotismo, sino de la elegancia, trato, dicción, cultura y demás formas del desarrollo humano. Este tipo de relaciones suelen durar mucho tiempo, sin embargo ninguno de los actores espera que el otro deje a su pareja para casarse con él. La relación es cien por cien erótica y nada más.

El matrimonio en ellos es una alianza. Un contrato y en esto la fidelidad que se exige para cumplir el contrato es mayúscula. Al grado que la tasa de divorcio en Asia es menor al 2%. Si una de los actores incumple con su responsabilidad será tachado de infiel y como una persona en la que no se puede confiar, lo que terminara afectándole en otros ámbitos del ser.

El amor para ellos es algo sacro.
Es algo que sucede como consecuencia de muchos años de atención o es algo que acaece por algo que ellos llaman el hado (destino). Este acaece solo cuando esos dos que son..., se encuentran… Y la probabilidad de que esto suceda es muy baja.     

Regresando a nuestro entorno y cultura.
Lo arriba mencionado tiene como fin explicar los matices que la infidelidad tiene en diferentes culturas. No obstante debemos tener en cuenta que desde el más estricto sentido de la antropología, la infidelidad que siempre estará latente cuando el otro no es.

El reto para la pareja es definir qué tipo de matrimonio desean tener y más importante aún, que tipo de matrimonio pueden tener.

Esto debido a que lo que no es, no tiene probabilidad  de ser. Podrán comprometerse a edificar un matrimonio conveniente y hacer que este, al paso del tiempo, se convierta por atención y dedicación de ambas partes, en un matrimonio trascendente, pero necesitara forzosamente del compromiso de ambos actores.

Conclusión:
Si bien es cierto que como estrategia de sobrevivencia la naturaleza nos hizo polígamos y monógamos al mismo tiempo, también lo es el hecho de que el entorno en el que vivimos hoy propicia la monogamia, no la poligamia.

A nosotros nos toca hacer de y con nuestra pareja, si hay un verdadero compromiso de las partes, un matrimonio trascendente. En este la infidelidad tiene pocos nulas posibilidades de ser.


Nos vemos en la siguiente entrega con un artículo de diferente naturaleza.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Descubre, educa y dirige tu natura.

Qué tanto te conoces.
Para conocerse es menester observarse. 
Conforme avanza la dinámica del mundo, nos es más difícil estar con nosotros mismos. Los mass media han puesto al alcance de todos un cumulo de datos que no solo nos es imposible abarcar, sino que además no nos alcanzaría el tiempo hacerlo. 

La velocidad de cambio es tal, que cada dos años hay un cien por cien de nueva información, lo que nos obliga a ser selectivos y a diferenciar las cosas, pues una cosa son los datos, otra la información, otro el conocimiento y otro la inteligencia.

Los mass media arrojan una gran infinidad de datos. De esos datos hay que extraer lo que realmente es información, de esa información lo que realmente es conocimiento y de ahí lo que es inteligencia. Filtrar todo lo que nos arrojan los mass media es imposible, razón por la cual tenemos que hacernos selectivos y decidir qué queremos saber y que podemos ignorar.

La selectividad también demanda tiempo para nosotros. 
Por supuesto que debemos estar conectados con el mundo exterior, pero más cierto es que debemos estar conectados con nuestro mundo interior. No obstante la realidad es que hoy vivimos más hacia afuera que hacia adentro. Hemos perdido la capacidad estar con nosotros mismos.

El silencio y la soledad es ejercicio de sabios.
Este no estar con nosotros mismos nos ha hecho perder la capacidad de observarnos, de estar conscientes de las cosas que pensamos, las palabras que usamos y de la trascendencia de las cosas que decimos y hacemos. En otras palabras, hemos perdido la capacidad de dirigirnos.

Por obvias razones, al no dirigirnos nos llenamos de actos inútiles. La gran mayoría de nuestra vida es una terapia ocupacional. Terapia en la que pensamos cosas que no nos llevan a nada, decimos cosas que no debemos y hacemos cosas que solo sirven para poblar el espacio tiempo que habitamos. 

Recién escuche a un joven decirle a la novia con la que llevaba poco más de un lustro de noviazgo, las siguientes palabras: creo que lo que sigue es casarnos. La respuesta fue contundente. Ella no solo le dijo que no, sino que además termino la relación. Las palabras concretas fueron: No me voy a casar porque es lo que sigue, sino porque en realidad quiera casarme. Y si algo me quedo claro en este momento es que si me quiero casar.., pero no con un hombre que se quiere casar porque es lo que sigue.

Él estaba actuando en función de una inercia. Ella, aunque siguió una inercia de cinco años, empezó a observarse y cuestionarse, lo que ineluctablemente la llevo a dirigirse, terminando una relación con un hombre que en ese momento poco o nada se observaba.

Observarse implica ser honesto consigo mismo. Preguntarse el porqué de lo que pensamos, decimos y hacemos.

Observarse no significa verse en el espejo y cambiar con nuestra imagen miradas de admiración. Observarse es descubrirse, entenderse, educarse, dirigirse. 

Veamos algunas de las razones por las cuales no nos observamos. Empecemos con la primera de ellas... La costumbre.

La costumbre es una segunda naturaleza.
Una de las razones por las cuales no tenemos una clara conciencia de lo que nuestra naturaleza Es, es la costumbre.

La costumbre es una segunda naturaleza. Es una máscara de actos y hábitos heredados y adquiridos que se llegan a arraigar de tal forma en nuestro ser, que llegamos a pensar que somos la máscara que actuamos. Y si bien es cierto que la gran mayoría de nuestros actos tienen un sello genético, también lo es el hecho de que no podemos acceder a lo que nuestra naturaleza Es solo través del análisis de nuestros actos. 

Nuestros actos son una manifestación parcial del gen, pero no el gen mismo. Nos define más la forma en que hacemos las cosas que las cosas que hacemos.

Cuando dos personas hacen la misma cosa, ya no es la misma cosa.
La forma de ser de cada uno (natura), hará que el hacer de cada quien sea diferente, aun cuando el hacer este centrado en la misma cosa. 

Sirva como ejemplo para ilustrar lo anterior el acto del amor.
El acto del amor, en esencia, es el mismo. Lo que cambia es la forma de pensar, decir y hacer del amante. Será su vocación (voca-ation / llamado de su naturaleza) el que marque la diferencia entre una persona y otra, aun cuando el acto en si es el mismo.

No es lo que hacemos lo que nos define. Lo que nos define es la forma en que hacemos lo que hacemos. Analizar la forma en que hacemos lo que hacemos nos acerca a ese interminable proceso de identificar, educar y dirigir el gen (lo que nuestra naturaleza Es). 

Siembra hábitos y cosecharas costumbres. 
Un acto repetido se vuelve costumbre. La costumbre es un estado cómodo del ser.
Todas las costumbres se pueden cambiar. Demandan inteligencia y voluntad. Inteligencia para pensar y darse cuenta de las cosas (observarse), y voluntad para aplicar (cambiar la forma en que pensamos, decimos y hacemos las cosas).

Todos, ante un acto que violente nuestras estructuras de raíz, ya sea orfandad, divorcio, enfermedad, quiebra financiera, cárcel, guerra o cualquier otra agravante que las violente de raíz, nos hará cambiar de inmediato nuestras costumbres sin detenernos a pensar si las podemos o no cambiar.

Si bien es cierto que la costumbre es una segunda naturaleza, también lo es el que cada uno de nosotros puede decidir que mascara (costumbre) le sobrepone al ser... Ya sea una que la complemente y magnifique o una que la distraiga y minimice.

Cada quien se parece a si mismo mucho antes de que él mismo sepa lo que él mismo es.
Nuestros ancestros decían que por la forma de agarrar el taco, conoces al que es tragón.
Lo que querían decir con esto es que la naturaleza siempre se hace presente. Siempre está ahí. Es tan obvia que no la vemos. Lo que somos se manifiesta en todo lo que hacemos y, de manera muy particular, en la forma en que hacemos lo que hacemos. 

Nuestra natura es visible a nosotros mismos y a los demás. No obstante como no nos observamos a nosotros mismos, pero si a los demás… Nos es más fácil acceder a lo que nuestra natura Es a través de los ojos de los demás, así como a ellos les es más fácil conocer la suya a través de nuestros ojos.

Una alternativa viable para acceder a lo que nuestra naturaleza es, es la observación que los demás hacen de esta. En especial nuestros padres y abuelos. Estos nos han estado observando desde el día en que nacimos...

Ellos nos conocen en nuestra manifestación primera, es decir, en esa etapa de la vida en que no traemos prejuicios ni ideas heredadas o preconcebidas que moldeen o tergiversen la intención de nuestros actos. Etapa en la que nuestra naturaleza se muestra tal como es, sin mascaras ni posees sociales o culturales.

De tal suerte que si hoy acudimos a nuestros ancestros, a estos les va a ser muy fácil hilar lo que hoy somos con lo que éramos ayer. Así, el que de pequeño se mostraba conciliador, de grande se mostrara diplomático o negociante. Lo que definirá una u otra manifestación sera el grado en que atempero o magnifico su naturaleza. 

El que en su primera infancia se mostró audaz, de adulto mostrara con una audacia medida si atempero su natura, o una audacia que borda en la osadía si la magnifico. El que de infante se mostró litigante, de adulto será un eficaz contendiente o un magnifico polemista. Para en todos los casos, la natura (nuestros genes) se hizo patente desde la primera infancia.

Acceder a aquellos que nos conocen desde nuestra primera infancia, nos ayudara a tomar conciencia de aquello que somos y hemos atemperado.

La vocación siempre empuja por salir y el entorno por comprimir.
Las combinaciones genéticas de cada quien forman un lenguaje único de expresión del ser. Nuestros genes se van a expresar manifestando lo que estos son. Esta expresión del gen es lo que conocemos por naturaleza.

Entre menos trabas familiares, sociales y culturales tenga un individuo, mejor será la expresión del gen y con él la manifestación pública de nuestra naturaleza. El gen nace, pero también se hace. No obstante el hacer no modifica el gen, lo administra (atempera o magnifica), pero no lo modifica.

En otras palabras, muy pocos nacen para ser médicos, ingenieros, psiquiatras, abogados, comerciantes y toda la suma de etcéteras que hay de carreras profesionales. A la escuela vamos a aprender todo lo que hicieron los que no estudiaron. Lo que no nos enseñan en la escuela es que usted puede estudiar la carrera de ingeniería, ser el mejor de su generación, y aun así, no ser ingeniero.

Si en sus genes no está la habilidad ingenieril, psiquiátrica, comercial, etcétera, habrá ido a la escuela para obtener una licencia que le permita trabajar en aquello que estudió, pero difícilmente aportara usted algo a la ingeniería, psiquiatría y demás oficios en los que se haya preparado.

El que genéticamente es ingeniero se distingue de los que estudiaron ingeniería, debido a que este crea ingeniera. Lo mismo pasa en los demás oficios. Sigmund Freud no estudio psicología, la creo. Albert Einstein no estudio la Teoría de la Relatividad, la creo. Steve Jobs, Bill Gates y muchos otros, no estudiaron lo que hicieron, lo crearon.

Jamás podrás dirigir y mucho menos cambiar lo que no conoces. 
Para educar y dirigir nuestra natura, nos es menester identificarla y definirla. 
Otro de los grandes problemas que tenemos para identificar lo que nuestra naturaleza es, es la imagen que hemos hecho de nosotros mismos. Imagen que obedece más a lo que otros esperan de nosotros que a lo que realmente somos.

Muchos de nosotros quisiéramos ser lo que no somos. La probabilidad de lograrlo es nula. Nadie puede cambiar su genética. La puedes administrar (atemperar o magnificar) pero no cambiar. De hecho este querer ser lo que no somos y tener lo que no queremos es de lo que se nutre la envidia.

La envidia consiste en eso... En querer ser lo que el otro es y tener lo que el otro tiene. Así pues, la envidia es una falta de aceptación de sí mismo.

El no aceptar lo que soy es lo que me lleva a querer ser otra persona y tener lo que tiene la otra persona. 

No obstante la realidad es que la gente no quiere pagar el precio que el otro paga para tener las cosas que tiene. Lo que quiere es poder disfrutarlas sin pagarlas. Este es un falso querer. Es por eso que decimos que en realidad el individuo no quiere lo que otro tiene... Lo que quiere es disfrutar lo que el otro tiene.

Un ejemplo sencillo es el dinero... Todo el mundo dice querer tener dinero, cuando la realidad es que no quieren tener dinero, lo que quieren es poder gastar dinero. Si quisieran tener dinero, estarían haciendo todo lo necesario para tenerlo, y lo cierto es que no lo hacen.

Ignorar lo que somos nos va a llevar a querer ser lo que no somos. A no sentirnos plenos. A sentir un vació que no sabemos explicar y que nos lleva a hacer cosas que no solo no nos ayudan en nada, sino que además nos desvían de nuestra naturaleza. 

A la naturaleza no le gustan los vacíos… y los vacíos los llena con excesos. Entre más se aleje la persona de lo que su naturaleza es, más proclive será a caer en excesos.

El paraíso sigue buscando al hombre perdido.
El paraíso está en nuestra natura, en nuestros genes. Identificar lo que somos e identificarnos con ello es lo que nos permitirá magnificar nuestras potencias y alcanzar la plenitud del ser.

Observarte, habla con tus padres y abuelos. Habla con aquellos que te conocen desde la infancia. Aquellos que pueden hilvanar lo que eres hoy con lo que manifestabas ayer. Aquellos que en su decir te permitan identificar lo que has dejado de hacer con tu ser.

Ya una vez identificado y aceptado el ser, te será menester edificar nuevas costumbres...

Para ello va a hacer necesario que siembres actos que obedezcan a eso que eres, a eso que quieres rescatar de ti mismo. Actos conscientes que al repetirlos una y otra vez se convertirán en hábitos y estos en costumbre. De tal suerte que tu segunda naturaleza (costumbre) complementará adecuadamente a la primera, construyendo el destino que puedes y debes alcanzar.