A la naturaleza no le gustan los vacíos y los vacíos los llena con excesos. Los Superhéroes son la nueva religión de una Masa que acusa un vacío interior mayúsculo. Por supuesto que no es algo nuevo, siempre ha existido, no obstante, nunca como ahora.
Los primeros Superhéroes fueron los dioses de la antigüedad. La razón por lo que ya no pensamos en ellos es porque estos ya no viven con nosotros. Están en el panteón de la mitología, y la única diferencia entre mitología y religión, es la vigencia.
Los dioses de la antigüedad poseían características humanas. Zeus, por ejemplo, era infiel, vengativo y pasional. Hades, Afrodita y el resto de los dioses griegos, romanos, nórdicos o de donde fueran, poseían atributos que los hacían extraordinarios, pero también poseían vicios y defectos que los hacían humanos. La identificación con ellos era inevitable, tenían capacidades que deseábamos y defectos que poseíamos.
Luego llego el dios del antiguo testamento. Un dios visceral, vengativo, iracundo, cruento y sangriento (así o más humano). Después de este llego el dios de los cristianos. Un dios que nació humano (como todos los anteriores), pero que en el devenir de los siglos perdió las características terrenales que le permitían a su grey se identificase con él, al grado que hoy es cualquier cosa para ya no humano. Es un dios que no solo no se enoja nunca, sino que además es todo amor y perdón…, atributos irreales en el ser humano.
Esta lánguida perdida de sus características humanas propicio que los hombres iniciarán un largo, callado y errático éxodo en pos de esos dioses que, sin dejar de ser humanos, podían hacer todo lo que nosotros no podemos hacer. Dioses sobre los que se ha edificado un nuevo culto, y que si bien es cierto que no llenan los vacíos de su feligresía, si los representan.
El modelo de Sir Arthur Conan Doyle se repetirá en todos los que le suceden, desde Popeye el Marino (1929) hasta los actuales. Batman, por ejemplo, es soltero (no existen héroes casados, la mujer no los dejaría hacer tales estulticias). Vive en una mansión en la que tiene una cueva equipada con todos los sistemas de información que necesita para combatir el mal, en especial a su archienemigo el Guasón. El personaje que lo salva de sí mismo es Alfred, su amigo, compañero, ayudante y protector.
Superman tiene Louisa Lane y a su Némesis, Lex Luthor; Spiderman tiene a su tía May y a su contrario, el Duende Verde; Iron Man, el héroe del capitalismo que lucha contra los comunistas y terroristas y así como estos una suma de etcéteras más que haría la lista interminable, no obstante, lo importante es que todos repiten el patrón: son solteros, viven solos, tienen un enemigo que los iguala o supera en capacidades y tienen una persona que los salva de sí mismo cuando se dejan llevar por su humanidad.
Huelga decir que los héroes son como los dioses, no envejecen, amén de que tienen cualidades que obedecen a la época en que se gestaron. Popeye fue el héroe de la nutrición (espinacas); el Capitán América, el símbolo de la lucha contra Hitler; Batman, contra el mal; Spiderman, contra los que hacían un mal uso de la ciencia y así todos los demás. Lo importante aquí es que cada uno de ellos personifica un vacío social e individual, obsecuente a las circunstancias psicosociales de su tiempo.
Los vacíos no reconocidos y no dirigidos son los que hacen que una persona se identifique con uno u otro héroe, y esto le sucede tanto al director de la empresa como al guardia de la entrada. Los vacíos no tienen que ver con el organigrama, sino con la persona. Por ejemplo, se identificará con Iron Man aquel al que le gustaría ser genio, multimillonario y playboy, cuando la realidad es que lo que debería preocuparle es el desarrollo de su genialidad.
Más que identificarse con un super héroe, lo primero que uno debiera hacer es preguntarse qué vacíos son los que me llevan a identificarme con él. Ya una vez identificados y reconocidos, debe escoger cuál de ellos es el más fácil de subsanar. Los vacíos, ya lo mencionamos, son connaturales al hombre, lo importante es reconocerlos y dirigirlos.
Una persona que reconoce sus vacíos podrá comprenderse y dirigirse, entendiendo que no puede ser como ese otro que admira o envidia, pero si puede potencializar al máximo lo que es, en la inteligencia de que eso que él es, seguramente no lo es el otro, ya que todos somos suma y complemento de otros.
Cuando la persona comprende, acepta y desarrolla lo que es, deja de compararse con los demás. Reconoce sus alcances y limitaciones, potenciando las primeras y acotando las segundas. Valora lo que es y lo que son los demás. La identificación no es con el personaje de ficción, sino consigo mismo, lo que a la postre le permitirá potenciar y posicionar el ser.
La felicidad está en la expresión del ser. Hay dos tipos de personas: la primera es esa que aprende a hipotecar su Ser, para Hacer algo que no les gusta con tal de cobrar los beneficios del Tener.
Este tipo de personas sienten una ingente necesidad de refugiarse en los éxitos de otros. Te platicarán de los carros, casas y bienes que determinada persona posee, pero jamás de lo que este trabajo o tiene que trabajar para lograr lo que tiene. Estas personas son y necesitan símbolos para vivir, razón por la cual les es imposible no identificarse con esos personajes de ficción que pueden hacer todo lo que ellos no.
Son miembros devotos de la religión de los Superhéroes. Jamás se perderán un estreno, producto o imagen de su Superhéroe. Sienten que al poseer algo de él, son como él.
Por el contrario, los que están conscientes de sus limitaciones y potencias y de lo que tienen que trabajar para acotar las primeras y potenciar las segundas, son personas que aspiran a Tener, económicamente hablando, aquello que les permita Hacer en función, lo que Son como personas. Estos no necesitan de Superhéroes. Ellos son su propio Superhéroe.
Los Superhéroes responden a los vacíos y estos se pueden sanar, pero para ello es menester identificarlos, reconocerlos y dirigirlos.
Nos leemos en el siguiente artículo.