El
destino de un ser humano está subordinado a un conjunto de creencias que ha
seguido consciente o inconscientemente y que le han gobernado la vida.
Esto,
que primera instancia se ve como algo trivial debido a su obviedad, no lo es. Ya
que, si bien es cierto la obviedad de que las creencias rigen nuestra vida, también
lo es el que no tenemos ni la más mínima idea de cuál o cuáles son estas, ya
que una cosa es creer que se cree y otra muy distinta creer.
Las
ideas se sostienen, las creencias, nos sostienen.
Ante de
profundizar en tema, es menester hacer una aclaración. Una cosa son las Ocurrencias,
otra las Ideas y otra las Creencias.
Ocurrencia es todo aquello que entra y sale
de mis parietales sin que en ellos pase algo.
Lo
paradójico de esto, y conste que lo pongo como nota chusca, es que la palabra ocurrencia
es un sustantivo femenino.
Por lo
que, sin importar el género de quien esto lee, cabe aquí la siguiente pregunta ¿conoce
usted a alguna mujer que entre salga de su cerebro sin que pase algo? Imposible
e improbable. Razón por la cual me llama poderosamente la atención que algo
femenino como lo es la ocurrencia, sea algo que entre y salga de nuestro
cerebro sin que en este pase algo.
Retomemos
la formalidad. Las ocurrencias son confluencias que no encuentran habitación
en nuestro cerebro. Son ese tipo de cosas que de repente nos parecen brillantes
pero que no atrapan nuestra atención, más allá del instante en que suceden, por
lo menos no hasta que estas las vemos realizadas por otra persona, que es cuando
impropia e imprudentemente le decimos al mundo: eso, ya se me había ocurrido a mí.
Una Idea,
en cambio, es algo que entra a mis parietales y ya no puede salir de ahí, y si
bien es cierto que no logra encontrar habitación en medio de ellos, si es lo
más parecido a un inquilino que no solo no paga renta, sino que además es
molesto, incómodo y exigente, ya que la idea, como tal, nos incordia un
día sí y otro también, hasta que logramos aceptarla o rechazarla.
La idea
es algo que tenemos que sostener, razón por la cual nos es menester habrá de
ella, tanto para escucharnos a nosotros mismos como para escuchar al otro (el
conocimiento se da hablando). En el inter de que la aceptamos o rechazamos, nuestro
humor se torna irritable. Es algo que no nos deja en paz y que no lo hará hasta
que decidamos que hacer con ella.
El
proceso de aceptación o rechazo es arduo y doloroso, ya que nos obliga a
diseccionar la idea una y otra vez, hasta que después de un largo y difícil
proceso de disección, la podamos rechazar o aceptar con fundamento. Momento en
el que descansamos, ya sea porque la rechazamos y jamás volvemos a pensar en
ella, o porque la aceptamos y hacemos de ella una creencia.
Es
importante anotar que aquellas ideas que nunca llevamos a profundidad (las que
no metemos a proceso), se quedan en la superficie de nuestro ser con el disfraz
de creencia, sin embargo, estas ideas o creencias de superficie, que son las
creencias que creemos creer, están muy lejos de ser una creencia.
Estas, las ideas de superficie, son las que nos confunden y nos hacen difícil distinguir, identificar y nombrar (lo que no podemos nombrar, no existe en nuestro ser) nuestra creencia motora, esa que conscientes o no de ello, determina nuestro quehacer biográfico.
Estas, las ideas de superficie, son las que nos confunden y nos hacen difícil distinguir, identificar y nombrar (lo que no podemos nombrar, no existe en nuestro ser) nuestra creencia motora, esa que conscientes o no de ello, determina nuestro quehacer biográfico.
Líneas
arriba decíamos que las ideas las tenemos que sostener, mientras que las
creencias nos sostienen. Una idea que ya llevamos al fondo de nuestro ser, que
nos peleamos con nosotros mismos para aceptarla o rechazarla con fundamento, se
convierte, ya una vez aceptada, en una creencia.
La
importancia de las creencias es que estás, sin importar si encuentran o
no sustento en la realidad objetiva, se convierten en una realidad subjetiva en
medio de nuestros parietales. Justo en ese momento es cuando empiezan a regir
nuestro destino.
En síntesis,
lo común es que la gente confunda ocurrencias con ideas e ideas con creencias, lo
que ineluctablemente les hace creer que creen, pero creer que se cree no es
creer. Lo más probable es que usted al leer esto esté haciendo una mueca de fastidio,
lo cual es entendible, pero por favor pregúntese: ¿Cuánto tiempo le ha dedicado
en su vida a este tema? ¿Puede identificar cual es la creencia o creencias que
han regido su vida?
Tal vez
usted sea de esos pocos que tienen plenamente identificada su o sus creencias,
no obstante, le puedo asegurar que la gran mayoría vivimos lejos de nosotros
mismos. Nos es más fácil ocuparnos de los otros que de nosotros.
Lo
invito, como prueba de lo anterior a que haga el siguiente ejercicio con sus
allegados, ya sean familiares. socios, amigos o colaboradores. Esto no solo confirmarán
lo anterior, sino que será un ejercicio muy enriquecedor para ellos y para
usted.
Facilíteles
por favor una hoja o un archivo electrónico con las siguientes preguntas:
¿En qué cree usted?
Enuncie por favor su creencia o creencias basales (las que han sustentado su vida).
¿En qué cree usted?
Enuncie por favor su creencia o creencias basales (las que han sustentado su vida).
¿Cuál o cuáles de sus creencias son las que está
dispuesto a defender contra todo y contra todos?
Antes de contestar estas preguntas se le pide que por
favor considere que una creencia es considerada creencia basal, si y solo si es
intrínseca a usted, es decir, es algo que está en su quehacer biográfico y que desaparecerá
con usted al morir. Razón por la cual no puede ni debe considerar como creencia
basal a su pareja, familiares, hijos, amigos, socios y colaboradores.
Todos ellos, aunque importantes, son ajenos a usted, es
decir, son entes extrínsecos que sin duda alguna nutren y enriquecen su vida,
pero no son su vida. Nadie en su sano juicio cifra sus esperanzas en lo que hoy
es y mañana no es… Los demás, por muy valiosos e importantes que sean, no son
más que una bella y amable transitoriedad en su vida, pero ninguno de ellos
puede nacer, vivir y morir por usted.
Así, pues, la creencia o creencias basales que rigen su vida,
tienen que ver con usted, no con los demás ni con las transitoriedades o accidentes
de su vida.
Termino la nota con la pregunta inicial: ¿En qué cree
usted?
Fin del archivo electrónico u hoja.
Le pido de favor que cuando lleve a cabo el ejercicio, observe
el rostro de los participantes. Lo más probable es que todos lo volteen a ver
con cara de estupefacción, como si usted se hubiese fumado algo o viniese de
otro planeta.
Le anticipo que casi nadie va a poder contestar las
preguntas, ya que la gran mayoría de nosotros no sabemos cuál o cuales son
nuestras creencias basales, amen, claro está, que jamás hemos sentido la
necesidad de pensar en ello. No obstante, y he aquí la paradoja, todos de alguna
manera u otra aspiramos a ser líderes, cuando la realidad es que el mundo solo sigue
a aquellos que están instalados en su creencia basal.
Cuando una persona se instala conscientemente en su
creencia basal, se le nota. Lo transmite. Da la percepción de que es poseedor
de un secreto que hace que la vida sea más fácil…, y lo es, ya que, a partir de
ese momento, habrá mil y una cosas que dejarán de interesarle, ya que son
ajenas a su creencia basal.
Por el contrario, una persona que no esta instalada en su
creencia basal, se preocupa e incordia de todo, incluso hasta de lo que no le compete.
Veamos algunos ejemplos que nos van a ayudar entender que
una cosa es creer que se cree y otra muy distinta creer. Para ilustrar lo
anterior me serviré de ejemplos comunes, algunos extrínsecos y por lo tanto
incorrectos, y otros intrínsecos y por ende atinentes.
Extrínseca:
¿Cuánta gente conoce usted que dice creer en Dios, y cuantos,
en el análisis de sus hechos, actúan como si en realidad creyeran en dios?
Extrínseca:
¿Cuántos dicen creer en el matrimonio y cuantos, sustentado
en hechos, viven para construir un matrimonio?
Intrínseca:
¿Cuántos dicen creer en la fidelidad y cuantos,
sustentados en hechos, lo son?
Intrínseca:
¿Cuántas personas dicen querer estar delgadas y cuantas,
sustentadas en los hechos, han desarrollado la disciplina nutricional y
deportiva para lograrlo?
Intrínseca:
¿Cuántas personas conoce usted que dicen querer hacer dinero,
y cuanta, en el análisis de los hechos, están haciendo algo para lograrlo?
Ejemplos podemos enunciar muchos, sin embargo, lo
importante aquí no son los ejemplos, sino evidenciar dos cosas: la primera es
demostrar que una cosa es creer que se cree, y otra muy distinta, creer.
La segunda es que, este o no usted consciente de ello,
hay una creencia basal que ha dirigido su vida, y le ayudaría en mucho
identificarla, llevarla a la conciencia y decidir si esa es la creencia basal que
quiere para su vida o si debe de construir una nueva, lo cual de suyo es difícil
pero no imposible.
Es importante anotar que no podrá hacer cambio alguno si
no tiene clara su creencia basal, razón por la que el ejercicio arriba
mencionado toma una relevancia especial.
La creencia intrínseca es una, si me apura, dos, y
ya si alguien cree que cree en la reencarnación e imagina que es uno de los románticos
del siglo XVIII, tres. Y conste que tres ya es mucho, no solo es mucho, sino
que es anormal.
La creencia intrínseca es una (la dominante) y es
la que ha determinado su ser y su hacer. Por supuesto que en su haber puede
haber más de una, pero son creencias secundarias. La determinante es una, solo
una.
Permítame por favor dar un ejemplo de la vida real.
Permítame por favor dar un ejemplo de la vida real.
A Pedro lo conozco desde hace más de tres lustros. De él, tres cosas llamaron mi atención: su preclara inteligencia, su decencia y lo accidentado de su devenir biográfico. Al tiempo de conocernos se fue interesando en la antropología.
Le explique que una cosa es creer que se cree y otra muy
distinta creer. Y que todos, conscientes o no de ello, tenemos una creencia
basal, la cual, ya una vez que la identificas…, o la aceptas y te instalas en
ella, o la rechazas y trabajas en la edificación de una nueva creencia.
Pedro trabajo arduamente en su proceso. Cuando por fin logro identificar su creencia basal, entendió los accidentes de su devenir y lo que tenía que dejar de hacer.
Pedro trabajo arduamente en su proceso. Cuando por fin logro identificar su creencia basal, entendió los accidentes de su devenir y lo que tenía que dejar de hacer.
Desde primera infancia tuvo problemas para dar razones de
sus actos, lo cual obviamente le causo más de una reprimenda de sus padres. Creció
y con él, el no querer dar razones.
Su decencia y su muy asombrosa inteligencia, lo llevaron a ocupar los niveles más altos de las dos empresas en las que estuvo, renunciando en ambos casos por la misma causa, no dar razones de sus actos. Se caso y al paso de muy pocos años se divorció. Su decencia, no obstante, lo ha hecho asumir la responsabilidad total de su exesposa y de sus hijos, como si aun viviera ahí.
Su decencia y su muy asombrosa inteligencia, lo llevaron a ocupar los niveles más altos de las dos empresas en las que estuvo, renunciando en ambos casos por la misma causa, no dar razones de sus actos. Se caso y al paso de muy pocos años se divorció. Su decencia, no obstante, lo ha hecho asumir la responsabilidad total de su exesposa y de sus hijos, como si aun viviera ahí.
Al paso de los años intento varios proyectos. La característica
de estos es que en todos había más de un involucrado (él y alguien más), lo que
a la postre hizo que estos no alcanzaran los niveles de éxito que prometían. Al
terminar su proceso antropológico, decidió instalarse en su creencia y pagar el
precio de esta. Arranco varios proyectos, pero en esta ocasión los arranco
solo. Todos, sin excepción, han sido un éxito.
Instalarse en su creencia le ayudo también a mejorar la
relación con sus seres queridos. Ahora hace las cosas por que quiere, no porque
debe. Ya no se siente comprometido con nadie y por ende no se deja chantajear
por nadie. Es más pleno, más feliz y lo único que hizo fue reconocer su
creencia basal e instalarse en ella, lo que paradójicamente termino siendo
mejor para él y los suyos.
Herramientas.
Son tres las herramientas que nos ayudan a desvelar la creencia
basal:
1) Contestar las preguntas del ejercicio arriba mencionado. Revisarlas una y otra vez, hasta que al paso de los días, semanas y meses llegué a la conclusión de estas.
Es una tarea asaz difícil, ya que su mente va a tratar de llevarlo por el sendero equivocado (el más fácil, el más cómodo), por lo que será menester que usted le ponga distancia a sus respuestas para no involucrarse emocionalmente, ya que es necesario un espíritu crítico para poder desvelar la creencia dominante.
1) Contestar las preguntas del ejercicio arriba mencionado. Revisarlas una y otra vez, hasta que al paso de los días, semanas y meses llegué a la conclusión de estas.
Es una tarea asaz difícil, ya que su mente va a tratar de llevarlo por el sendero equivocado (el más fácil, el más cómodo), por lo que será menester que usted le ponga distancia a sus respuestas para no involucrarse emocionalmente, ya que es necesario un espíritu crítico para poder desvelar la creencia dominante.
2) Ponerse el traje de escritor y escribir su biografía, consciente
de que toda auto biografía hay algo de novela, por lo que deberá hacer hasta lo
imposible para no romantizar su devenir biográfico.
Escríbala, revísela y hágale las modificaciones
pertinentes, hasta que este cierto que elimino todas las florituras de las
primeras versiones. Ya una vez que este conforme con ella, archive el documento
90 días.
Al termino de los 90 días, descubrirá las fallas que se le pasaron por alto. Por favor corríjalas y archive el documento 45 días.
3) Pasado este intervalo, rescate el archivo, revíselo y señale en negrillas los hechos relevantes de su acontecer biográfico. Entendiendo que esos hechos son los que incidieron en lo que usted es hoy.
Ya una vez que los haya señalado con toda la objetividad posible, guarde el documento y déjelo descansar otros 45 días, para que su mente no contamine el siguiente proceso.
Al termino de los 90 días, descubrirá las fallas que se le pasaron por alto. Por favor corríjalas y archive el documento 45 días.
3) Pasado este intervalo, rescate el archivo, revíselo y señale en negrillas los hechos relevantes de su acontecer biográfico. Entendiendo que esos hechos son los que incidieron en lo que usted es hoy.
Ya una vez que los haya señalado con toda la objetividad posible, guarde el documento y déjelo descansar otros 45 días, para que su mente no contamine el siguiente proceso.
Al término del periodo, revise el archivo y haga un
análisis concienzudo de los hechos relevantes, identificando aquellos en los
que usted tuvo un rol secundario debido a que son hechos generados por terceras
personas, y aquellos en los que usted fue el actor primario.
En el primer caso, esos en los que usted tuvo un rol
secundario, deberá identificar la forma en que estos hechos incidieron en lo
que usted es hoy y las razones de esa incidencia. En los segundos, en los que
usted fue un actor primario, deberá identificar las razones que lo llevaron a
tomar esa decisión, así como lo que el acto en si dice de usted, como, por ejemplo:
¿lo que estaba buscando en ese momento, curar, dañar o resolver?
En los primeros, en los que usted no fue el actor primario,
pero sí el que recibió las consecuencias, ya sea de manera parcial o total, va
a encontrar en la interpretación que hizo de ellas las primeras señales de su
creencia basal.
En las segundas, en las que usted fue el actor primario, va a encontrar que, en todas ellas o la mayoría de ellas, hay un hilo conductor que bien desde su primera infancia. Identifíquelo. Ahí está su creencia basal. Ya una vez que lo haga, verbalícela, escríbala, léala y vea si le hace sentido.
Esta no solo debe explicar su devenir, sino que además debe hacerle entender el por qué ha hecho lo que ha hecho. De no ser así, deberá regresar al análisis hasta que dé con ella.
En las segundas, en las que usted fue el actor primario, va a encontrar que, en todas ellas o la mayoría de ellas, hay un hilo conductor que bien desde su primera infancia. Identifíquelo. Ahí está su creencia basal. Ya una vez que lo haga, verbalícela, escríbala, léala y vea si le hace sentido.
Esta no solo debe explicar su devenir, sino que además debe hacerle entender el por qué ha hecho lo que ha hecho. De no ser así, deberá regresar al análisis hasta que dé con ella.
Ya una vez que la identifique, pregúntese si es lo que usted
quiere o si deberá construir una nueva creencia.
Si resulta que no está de acuerdo con su creencia basal,
deberá trabajar arduamente para crear otra, la cual le va a llevar varios años,
pero le va a ayudar mucho estar consciente en todo momento, de que mucho de lo
que hace obedece a una creencia que no le gusta y que quiere cambiar.
Deténgase, piense varias veces las cosas y haga lo que
considere pertinente. Esto, poco a poco le ira a ayudando a definir la creencia
basal con la que trabajara de ahí en adelante.
En caso de que sí esté de acuerdo con su creencia basal, instálese
en ella y trabaje en consecuencia, entendiendo que los accidentes de su biografía
obedecen al conflicto que se gesta entre eso que intrínsecamente quiere hacer…,
y eso que supone que los demás esperan de usted.
Me despido con una nota final para que por favor la
considere… cuando mejor le ha ido, es cuando ha sido fiel a su creencia basal. Si
no me cree, revise su biografía y vera que es cierto.
Nos leemos en el siguiente artículo.