Los
valores y otros mitos sociales.
Los
mitos son hechos jamás acaecidos pero siempre presentes.
El
mito es un hecho (en el decir, no en el hacer) que aun contrario a la realidad,
goza de amplia aceptación en el seno de una comunidad que ante determinados miedos,
angustias, penas e incertidumbres de la realidad, opta por subordinar la lógica
y la razón a los apremios de la emoción.
La
realidad no puede ser refutada. Lo que podemos refutar es la interpretación que
cada quien hace de la realidad, sin embargo la realidad Es, y lo que Es no se
discute, se resuelve. El mito, por el contrario, es metafísico y como tal
especulativo. Es una válvula de escape, un paliativo que nos hace más llevadera
la realidad. Este paliativo es lo que hace que el mito tenga sentido y que sea posible
y plausible su discusión.
El
mito se edifica a través del tiempo y muta en función de las necesidades de
cada cultura, no obstante y más allá de la raza, historia y cultura que genera
una geografía, hay, en cuanto especie, mitos comunes a todas las geografías.
Los valores, la familia, el trabajo, la educación, la motivación y la historia
(tradición) son comunes a todas las razas, sin importar época, idioma, religión
o color.
La
Residencia y la Choza o el mito de los valores.
Recién
tuve la oportunidad de impartir una conferencia en una universidad católica que
se distingue por tener un alumnado heterogéneo, de tal suerte que en ella conviven
y coexisten ortodoxos y heterodoxos.
El
tema de la conferencia fue sobre los valores, más propiamente sobre la
aplicación práctica de los valores en el mundo de los negocios. Como bien puede
el lector imaginar, la conferencia género, amén de una intensa polémica, un muy
enriquecedor intercambio dialógico con la audiencia.
Les
comente que eso que socialmente solemos intitular con el epígrafe de valores, no es otra cosa más que un
conjunto de usos sociales que mutan de generación en generación, por lo que es
de suma importancia no confundir los valores
con los usos sociales.
Valores
antropológicos son tres: conservación, reproducción
y mejora de la especie.
En
el ámbito empresarial sucede lo mismo. Los valores son tres: rentabilidad; posición y competencia.
Todo
lo demás, tanto en lo antropológico como en lo empresarial, son modas,
tendencias o usos sociales que surgen en función de los idealismos académicos de
quienes no han vivido en carne propia la realidad antropológica y/o
empresarial. Imagine por un momento que usted mora en un país que está inmerso
en una cruenta guerra civil, ¿en verdad defendería todos esos usos sociales
disfrazados de valores, o se centraría en la defensa a ultranza de los valores
antropológicos (conservación, reproducción y mejora de la especie)?
Lo
mismo acaece en el combes empresarial. Decidir sobre los activos de un tercero
implica un gran nivel de responsabilidad, sin embargo, la misma gesta, en la
misma dimensión pero arriesgando nuestros activos y no los de otros, hace que
todo lo anterior tome un matiz diferente. Lo más probable que deje al margen
los idealismos de los académicos para centrarse en las realidades del mundo de
los negocios.
La
razón por la que tendemos a confundir los usos sociales con los valores, es debido a que los académicos,
idealistas (que son muy parecidos pero no iguales) y gurús ideológicos que
centran su hacer en un decir y no en un hacer, exponen con tal fuerza mediática
sus argumentos, que la Masa les compra lo dicho sin detenerse a pensar si el
decir de estos hombres pasa el filtro de la realidad, amén, claro está, del
temor al rechazo social.
Aunando
a lo anterior habría que considerar que los usos sociales están íntimamente
ligados al estrato sociocultural y económico de quienes los enuncian y defienden.
Las cosas se ven y perciben de diferente manera en la clase alta que en la
clase baja. No es lo mismo si usted vive en una Residencia o en una Choza.
En
la clase baja los valores o usos sociales tienen que ver con lo social: justicia,
solidaridad y seguridad. En la romántica clase media con el ideal: equidad,
moral, ética y buenas costumbres, amén de otras ensoñaciones de moda. En la clase
alta con las apariencias: clase, distinción, distancia, respeto y formas.
Unas
son las aspiraciones y comportamiento de lo que menos tienen y otras las de los
que aspiran a más. Y otras, abisalmente diferentes, las de aquellos que en
apariencia lo tienen todo. Lo mismo acaece en el combes de lo empresarial. Unas
son las aspiraciones manifiestas de quienes no tienen más ambición que la de la
seguridad, estabilidad y pensión de jubilación; otras la de los académicos y
ejecutivos que nunca ha hecho negocios y otras muy distintas (rentabilidad, posición y competencia)
las de aquellos que arriesgan su patrimonio en una gesta empresarial.
En
otras palabras, cuando usted escucha a una persona hablar de valores, lo que en
realidad está escuchando es la manifestación pública de sus circunstancias socioeconómicas.
Por supuesto que la persona no está consciente de ello, si lo estuviera tal vez
no las manifestaría…, sin embargo es la realidad. Esta misma persona, con otro quehacer
biográfico y con otro estrato socioeconómico, enunciará valores diferentes a lo
que en otro estrato defendió.
Dese
la oportunidad de investigar que tanto hay de cierto en esto. Ausculte el tema
de valores con las personas que conforman su círculo laboral, el cual suele ser
más heterogéneo que el social. Estoy cierto que el resultado lo sorprenderá.
Por
supuesto que las preguntas deben ser elaboradas y presentadas de tal forma que
la persona no sospeche que usted esté evaluando sus respuestas, por lo que se
deberá limitar a escuchar, asentir y auscultar la o las razones por las que dicha
persona sostiene lo dicho como un valor.
Ponga
atención a los valores que menciona y coteje estos con el estrato
socioeconómico de quien los enuncia. Descubrirá que cada estrato menciona valores
diferentes. Habrá algunas concomitancias, pero siempre serán mayores las
diferencias que las coincidencias.
Otro
tema a considerar es la época. Si de algo puede estar cierto es de que los usos
sociales de hoy no serán los que rijan el accionar de las siguientes
generaciones, así como los usos sociales de hoy no tienen nada que ver con los
de nuestros padres y abuelos. Los usos sociales, sin importar si les llamamos
valores o no, cambian con el tiempo, los valores no.
Valores
son solo tres, tanto en el ámbito antropológico como en el empresarial. Todo lo
demás son modas, tendencias o idealismos que la Masa toma en cuenta en el
decir, pero no necesariamente en el hacer.
Con
esto no quiero decir que las modas, tendencias o idealismos no se deban
considerar, sino que estas se deben subordinar a lo fundamental. Por ejemplo,
en una empresa el factor humano es de suma importancia, pero solo en aquellos
casos en los que se ve afectada la rentabilidad
de la empresa, su posición en el
mercado y/o su relación con la
competencia.
Veamos
un ejemplo…
En
uno de las tantas incursiones bélicas de Estados Unidos, la Presidencia del
país pidió que protegieran las empresas claves del país. Para lo cual se
procedió a identificar aquellas que eran consideradas así por su relevancia
económica y tecnológica. En estas se reveló una constante no atendida antes,
por lo menos no en forma consciente.
Se
descubrió que el 6% de la nómina generaba el 80% de las utilidades. El resto
del factor humano, es decir, el otro 94% de la gente que trabaja en ellas, era
un personal importante pero no indispensable. Cierto que de ellos depende la
operación, pero la operación la puede hacer cualquiera. Cambiará la curva de
aprendizaje en función de la experiencia del contrato, pero no más.
En
otras palabras, para estas empresas lo importante de los puestos operativos no
es si el puesto lo ocupa Juan, Carlos o María, lo importante es que en ese
puesto este una persona con el conocimiento operativo necesario para hacer lo
que es menester, sin importar si este está a nivel operario o gerencial.
Por
el contrario, si una persona del 6% renuncia, se enferma o se siente a disgusto
en la empresa, de inmediato la dirección y el Consejo tomarán cartas en el
asunto para resolver la situación, ya que esta persona afecta los valores de la
empresa (rentabilidad, posición, competencia).
En
ambos casos se trata del factor humano, no obstante si el que no se siente a gusto
en la empresa es un miembro del 94% operativo, sin importar si es Juan, Carlos
o María, el Consejo jamás se enterará de ello. En el mejor de los casos será la
gerencia media quien lo resuelva o simplemente deje ir a la persona, ya que la permanencia
o no de cualquiera de ellos, no incide en los valores de la empresa.
Lo
mismo acece en el ámbito de lo antropológico, si el mal es accidental, es decir
si es algo que no atenta contra la reproducción,
conservación o mejora de la especie, el
problema se subsanará con una pena, reprimenda y, en el mejor de los casos, con
un proceso de formación que no llegará a más allá de los actores involucrados.
Sin
embargo, si el problema atenta contra lo fundamental (reproducción, conservación y mejora de la especie), las acciones
toman otro nivel de importancia, involucrando en las soluciones a otros actores,
en donde el objetivo es solucionar el problema para poder garantizar que
ninguno de los tres valores sea vea afectado.
Los
valores están bien definidos, y lo han estado en todas las épocas. Lo que ha
cambiado en el decurso de los años no son los valores, sino los usos sociales, y
estos para lo único que sirven es para que nos demos cuenta de la realidad
económica de quienes los enuncian.
Tan
es así que ya una vez que la persona ha superado con creces sus necesidades
primarias -alimentación, vestido, transporte, escuela y vivienda-, migrará, sin
darse cuenta de ello, a una nueva escala de valores, es decir, a una nueva
proyección no consciente de su realidad económica.
Su
preocupación tendrá que ver más con su imagen, con no engordar (dieta
permanente), con no envejecer (cirugías plásticas) y no morir (suplementos y
otras estulticias milagrosas que supuestamente sirven para no oxidarse), que
con la supervivencia, la ética, la moralidad y justicia social.
El
mito de la historia.
El
mito dice que el que no conoce la historia está condenado a repetirla. Nada más
lejos de la verdad. La historia jamás se repite. Cierto es que hay
circunstancias similares a otras, sin embargo el entorno de las mismas es otro
y otra la persona que las vive.
Puede ser que usted encuentre que en su historia personal se presentan ciclos o circunstancias similares a otros del pasado, pero también es cierto que usted muy probablemente ya no sea el que era en ese entonces. Lo mismo acaece con la historia en general. En ella puede que existan circunstancias similares a las actuales, sin embargo los entornos y los actores son diferentes y con ellos la cultura de la época.
Lo más importante de la historia no es lo que en sí mismo acaeció, sino las emociones que el hecho género en los actores directos e indirectos que construyeron eso que hoy llamamos historia. Así, en la historia lo que debemos estudiar no es lo que en sí mismo acaeció, sino las emociones humanas que ocasionaron que eso acaeciera, ya que lo que hace que las cosas se repitan o parezcan en demasía, es la forma en que nuestras emociones nos llevan a reaccionar ante circunstancias próximas a las del pasado.
Puede ser que usted encuentre que en su historia personal se presentan ciclos o circunstancias similares a otros del pasado, pero también es cierto que usted muy probablemente ya no sea el que era en ese entonces. Lo mismo acaece con la historia en general. En ella puede que existan circunstancias similares a las actuales, sin embargo los entornos y los actores son diferentes y con ellos la cultura de la época.
Lo más importante de la historia no es lo que en sí mismo acaeció, sino las emociones que el hecho género en los actores directos e indirectos que construyeron eso que hoy llamamos historia. Así, en la historia lo que debemos estudiar no es lo que en sí mismo acaeció, sino las emociones humanas que ocasionaron que eso acaeciera, ya que lo que hace que las cosas se repitan o parezcan en demasía, es la forma en que nuestras emociones nos llevan a reaccionar ante circunstancias próximas a las del pasado.
Las
emociones humanas siempre son las mismas, las variantes son de grado, pero en
esencia son las mismas. Lo que debemos estudiar no es solo la historia, sino
las emociones que generaron esa historia. Entender las emociones que
determinados actos propician en determinas circunstancias y las forma en que
cada cultura reacciona a ellas, nos va a permitir anticipar un figurativo de lo
que puede pasar.
Por
ejemplo, ya sabemos que el miedo es una herramienta que algunos gobernantes
usan para lograr que sus gobernados acepten ciertas condiciones restrictivas
que ni por equivocación aceptarían en un entorno boyante. Si nuestras emociones
se centraran en minimizar ese miedo, el gobernante no podría imponer dichas
leyes, ya que estas no serían aceptadas por sus gobernados.
En
el pasado tuve la oportunidad de departir con una mujer muy especial. Ella
participaba intermitentemente en unas mesas de debate que yo organizaba en mi
cafebrería (librería café). Además de su cerebro y su belleza, llamaba mi
atención el hecho de que en las ocasiones que le invite a la Mesa de Debates,
llegaba acompañada alternadamente de uno u otro hombre. A ambos me los presento
como su Marido.
Al
tiempo deje de ver a uno de ellos y en una ocasión que fue sola me preguntó si
al final del debate nos podíamos tomar un café. Termino el debate, pedí los
cafés y platicamos sobre el tema que le ocupaba (un libro que estaba próximo a
publicar).
El
libro, me decía ella, era un libro de mujeres para mujeres, en donde el tema
central era la infidelidad de la mujer y las razones de esta. En el libro
explicaba que en la infidelidad, la mujer no solo tiene que lidiar con el miedo
que la pareja tiene a que ella le sea infiel, sino que además tienen que lidiar
con el miedo del amante, ya que estos, en su calidad de segundos, tienen un miedo
enorme a que ella le sea infiel a la infidelidad.
Es
tal el miedo del segundo hombre, que no solo celan en demasía a la mujer, sino
que además la amedrentan sin darse cuenta que el miedo es de ellos, no de
ellas. Al pedirle un ejemplo me comento que recién había terminado una relación
debido a que los celos de él hacían imposible la relación. Al decirle que ya no
iban a continuar, él la amenazo con decirle a su marido. Ante lo cual ella tomo
el celular, digito el número de su marido y le dijo: te paso el teléfono,
quieren hablar contigo.
Esto
hizo que él no hiciera nada. Tomo el teléfono, colgó. Se paró y se fue. El tema
aquí, aunque el otro les parezca más interesante, es el miedo. Ella minimizo el
miedo. Lo enfrento, lo dirigió y al hacerlo, lo neutralizo. El otro ya no pudo
usar el miedo como herramienta.
En
síntesis, ella se centró más en las emociones de ella que en las de él. En el
pasado ya había estado expuesta a algo así, el miedo hizo que permitiría cosas
de las que después se arrepintió. Aprendió a identificar y dirigir sus
emociones, lo que le permitió cambiar su forma de actuar y con ello, su
historia.
La
historia no se repite, lo que se repite son las emociones. Si cambiamos las
emociones, cambiamos los actos y con ellos la historia.
El
Mito del Trabajo.
Perdemos
mucho tiempo confundiendo lo que hacemos con lo que logramos. Hacemos muchas
cosas, logramos pocas. Una pregunta que poco o nunca nos hacemos es: qué queremos, trabajar o ganar dinero, porque
son cosas muy distintas.
Nos
han dicho que el trabajo dignifica y ni duda hay de ello, pero lo que nunca se
nos enseño es que antes de trabajar, debemos pensar en qué y cómo queremos trabajar.
La gran mayoría de la gente trabaja por que tiene que trabajar, pero jamás se
detienen a pensar en el tipo de trabajo que quieren y en lo que en están
dispuestos a hacer para lograr lo que quieren.
La
realidad es que usted tiene ocho o diez horas de decisiones y aplicaciones. En
esas ocho diez horas, usted puede limpiar zapatos, fabricar zapatos o vender
zapatos. El tiempo es el mismo: ocho o diez horas de decisiones y aplicaciones;
el producto es el mismo: zapatos. Lo que cambia es la rentabilidad. En donde es
más rentable su tiempo: ¿limpiando, fabricando o vendiendo zapatos?
Cierto
que la gran mayoría se ve en la necesidad de tomar un trabajo que les permita cumplir
con sus obligaciones pecuniarias. Cosa que hacen en el inter de que encuentran
lo que buscan, no obstante la realidad es que el entorno termina por
atraparlos, por lo que se mantienen en ese trabajo más tiempo del que habían
imaginado. Y en muchos casos se extiende tanto que a lo único que aspiran es a lograr
una jubilación, cuando en estricto sentido tuvieron la oportunidad, no de
encontrar, pero sí de crear el trabajo que necesitaban para ganar lo que querían
ganar sin perder la libertad.
En
la vida todo lo transitorio es permanente. Todo eso que usted hace en calidad
de mientras, tiene una alta factibilidad de convertirse en permanente. Por lo
que es de suma importancia no perder el objetivo ante el apremio de la
inmediatez.
Es
muy difícil lograr que la trascendencia no se subordine a la exigencia de la
inmediatez (alimento, sustento, servicios, escuelas, enfermedades y demás
etcéteras del diario vivir), sin embargo esta marginación o subordinación no
tiene por qué ser permanente. El secreto está, primero en el carácter, después,
en el equilibrio.
En
la realización del ser, el entorno siempre es el obstáculo a vencer. La
vocación siempre empuja por salir y el entorno por comprimir. En otras
palabras, o te sobrepones a tu entono o tu entorno se sobrepondrá a ti.
Para
sobreponerse al entorno se requiere carácter (fuerza y resistencia). Fuerza
para acometer, tolerancia para resistir. En la acometida siempre hay fuerza, en
la resistencia, tolerancia. La tarea más titánica a la que se puede enfrentar
un ser humano es la de sobreponerse a su entorno.
Todo
su entorno (pareja, hijos, familia, amigos) harán todo lo que este en sus manos
para lograr sobreponerse a usted. Esto es algo que harán pensando en su bien,
es decir, en eso que ellos consideran que es su bien. Y su bien, a ojos de los
suyos, tiene que ver más con tener la capacidad para cumplir con lo inmediato
que con la realización de sus metas.
Veamos
un ejemplo…
Los
jóvenes van a la universidad a estudiar todo lo que hicieron los que no
estudiaron. Sin embargo lo único que no les enseñan es vencer los obstáculos
que tuvieron que vencer los iconos a los que hoy estudian.
El
entorno que tuvieron que vencer tanto Bill Gates, Steve Jobs, Jeff Bezos, Elon
Musk y muchos otros del pasado y presente inmediato, fue extraordinariamente
hostil. Todos tuvieron que luchar contra su familia (pareja, hermanos, hijos),
contra sus amigos y contra los inversionistas para poder lograr coronar sus
metas.
Cierto estoy que a más de uno de ellos les llegaron a ofrecer un estatus más cómodo, Estatus que la pareja e hijos hubiesen agradecido en su momento y sin embargo ellos prefirieron claudicar a la comodidad y a la inmediatez, en eras de la siempre incierta realización de sus metas.
Así pues, ellos, como nosotros, tienen ocho, diez horas de decisiones y aplicaciones. La diferencia entre ellos y nosotros es la rentabilidad que obtienen en sus ocho, diez horas. Ellos no buscan trabajar, lo que buscan es ganar dinero. Así, en el mito del trabajo, la pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿Qué queremos, trabajar o ganar dinero?
Cierto estoy que a más de uno de ellos les llegaron a ofrecer un estatus más cómodo, Estatus que la pareja e hijos hubiesen agradecido en su momento y sin embargo ellos prefirieron claudicar a la comodidad y a la inmediatez, en eras de la siempre incierta realización de sus metas.
Así pues, ellos, como nosotros, tienen ocho, diez horas de decisiones y aplicaciones. La diferencia entre ellos y nosotros es la rentabilidad que obtienen en sus ocho, diez horas. Ellos no buscan trabajar, lo que buscan es ganar dinero. Así, en el mito del trabajo, la pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿Qué queremos, trabajar o ganar dinero?
El
Mito de la Motivación.
Lo
más importante de la motivación es entender que esta es intrínseca, nunca
extrínseca. La extrínseca es un impulso y como todo impulso, efímero. La
intrínseca, en cambio, es de raíz. Lo que nos impele a ella es un descubrimiento.
Algo que queremos hacer propio y meter a nuestro sistema. Cuando esto pasa, la
motivación se exacerbará y se mantendrá así hasta que usted logre hacer parte
de si eso que descubrió.
Ya
una vez que usted logra que eso que estaba fuera de usted, esté en su sistema,
la motivación regresara a los niveles acostumbrados, por lo menos hasta que
alguna otra cosa del exterior, atrape su atención.
Cuantas
personas en el amor, teniendo a su lado a la persona correcta, se sienten más motivadas
a conquistar la atención de otra persona en lugar de fortalecer la relación con
su pareja. Para estos lo más importante es conquistar sin perder lo logrado, lo
que ya tienen. Es por ello que no renuncian a la pareja (orgullo, vanidad).
La
realidad es que la motivación está más orientada hacia la conquista que a la
conservación. La supervivencia la damos por hecha y solo nos abocamos a ella
cuando estamos en peligro, no antes. Mientras tanto será la conquista lo que
haga que nuestra motivación se active.
Lo
mismo acaece en lo material. La motivación está en ese algo más que no tenemos.
Lo que ya tenemos lo damos por hecho, mientras que lo otro es algo que hay
lograr. Materialmente hablando las personas más exitosas del mundo son aquellas
que constantemente se viven creando crisis. Una crisis inteligente que los
lleva a centrar la conquista en engrandecer lo que ya tienen al tiempo que
suman cosas nuevas, conscientes de que cuando dan las cosas por hechas, corren
el riesgo de no lograr lo que buscan y perder lo que tienen.
Otro
mito de la motivación es que esta tiene que ver con la capacidad, sin embargo
la realidad es que la motivación no tiene nada que ver con la capacidad.
Ser
capaz en algo no hace necesariamente que uno se sienta motivado a hacer ese algo,
al contrario, lo que ya se domina se ve como natural. La motivación no se enfoca
en lo ya hecho o en lo ya dominado. Se enfoca en aquellas cosas que aún no
hemos logrado dominar.
Así,
pues, la motivación no es extrínseca, es intrínseca y se activa solo cuando
algo ajeno a nosotros atrapa nuestra atención. Si usted cree que puede motivar
a los demás, permítame decirle que la gente hace las cosas por sus razones, no
por las nuestras. Usted podrá motivar a los demás justo en el momento en que dé
con las razones de ellos, no con las de usted.
Si
su motivación es incidir en los otros, deberá dedicarle mucho tiempo al estudio
y conocimiento de aquellos los que quiere motivar, de lo contrario, todo lo que
usted haga será un impulso y como tal, efímero.
Nos
leemos en el siguiente artículo.