La
coincidencia es el último refugio de la negación.
La
pandemia ha generado una serie de oportunidades y descalabros. Algunos de los
descalabros no son coincidencia, es decir, no son obsecuentes a la pandemia. Son
la manifestación de algo que ya estaba mal. Y una de las cosas que no estaban
bien y que se hicieron evidentes con la pandemia, es el nivel de abstracción
(capacidad de entender y aplicar) de la gente en general.
El
conocimiento es el combustible; el acto de comprender, el motor.
Si
usted observa a su alrededor descubrirá que leer es algo que va en franca caída
(5% de la gente lee). A la generalidad de la gente se le dificulta leer y más
aún, entender lo que leen. Así, el motor del desarrollo (comprender lo que se
lee, ve y escucha) se va circunscribiendo a un círculo cada vez más estrecho,
lo que, en una o dos generaciones, marcará serias desigualdades. Por supuesto
que esas desigualdades las atribuiremos a otras causas y no al hecho de que
voluntariamente hayamos renunciado al desarrollo de la abstracción.
Por
regla general, la Masa tiende a mitificar el pasado y a desacreditar el futuro.
No obstante, la realidad es que solo mitifica el pasado, el que no tiene
futuro. La Masa, en un falso sentido de la practicidad, piensa (si a eso se le
puede llamar pensar) que, si el futuro es tan hostil, lo mejor es aceptarlo, no
cambiarlo.
Este
artículo pretende ser un punto de inflexión que nos ayude a entender, decidir y
construir el entorno que queremos para nosotros y los nuestros…. Empecemos.
Estamos
inmersos en una cultura en donde lo visual es la norma. Esto, que facilita en
mucho la transmisión de las ideas, nos aleja de la letra escrita y del
inherente ejercicio de abstracción que esta demanda, lo que ha mermado nuestra
capacidad de discernimiento, haciendo que poco a poco seamos más crédulos. Un
ejemplo de esto es la Masa. Esta da por cierto casi todo lo que ve en las redes
sociales. No lo piensan, no lo razonan. Si está en la red, es.
La creación
de la irrealidad siempre ha sido el arte más oscuro del ejercicio del poder, y
que mejor lugar que las redes sociales para ejercer este arte.
El Premio Nobel de
Literatura (1948) Thomas Stearns Eliot, nos dejó unas preguntas que vale la
pena retomar:
¿Dónde
está la Vida que hemos perdido viviendo?
¿Dónde
está el conocimiento que hemos perdido en información?
¿Dónde
está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
Quisiera
agregar una cuarta pregunta que carece de la profundidad de las tres primeras:
¿Son
las redes sociales parte de la causa - raíz de lo que amablemente nos cuestiona
el insigne T. S Eliot?
Las
redes sociales han proliferado y en proporción exponencial se observa la proliferación
de entes que reflejan una “creación de la irrealidad” que se vive a través de
las redes sociales...
Ambas
realidades (entes y redes) se entienden, se aprecian y se explican como
causa/efecto de sus propias inercias, sin satanizar a una y exaltar a otra.
Simplemente son parte de la fenomenología presente y actuante, que reflejan de
alguna manera la metamorfosis de la dinámica de encuentros y desencuentros del
ser humano frente a sus realidades intrínsecas y extrínsecas,
endógenas/exógenas, inducidas desde el exterior o asumidas desde el interior.
Valdría
la pena acotar que las redes, estrictamente hablando, no son sociales;
son empresas privadas dedicadas a determinadas prácticas relacionales que
han atraído nuestra atención, olvidándonos de que son, ante todo, un negocio… Son
empresas que han hecho de nuestras emociones, un negocio. Y todo parece indicar
que muy rentable.
Podríamos
decir que a estas se les llama redes, valga la redundancia, porque
sirven para pescar nuestros datos y nuestra atención... La primera pesca es de
orden geopolítico y la tecnología 5G es el mejor ejemplo.
La
segunda es uno de los retos más relevantes que vertebran nuestros insumos
"informativos" y nos dan rumbo en patrones de comportamiento, consumo
e imagen del bien ser, tener, querer y poder; porque tienen un impacto
determinante de cómo nos estamos (des) entrenando a vivir la plenitud del
tiempo y en el modo de vivir el presente y situarnos ante él.
No es
tan lejana la "certeza" de que estas redes sociales, a cambio
de un uso "gratuito" nos estén espiando... Continuamente
transferimos nuestros datos gratis para que los procesen y nos los devuelvan en
forma de estímulos y propuestas que nosotros mismos asumimos y que, con
frecuencia, operan por debajo de nuestro nivel de conciencia.
Todos
nuestros datos, nuestra huella digital, construye nuestra identidad, pero no
aquella con la que nosotros nos identificamos, sino aquella con la que se nos
identifica y desde la cual modelan, refuerzan y encapsulan nuestra supuesta
identidad.
En este
mundo digital que se está configurando, la tecnología permite que la
inteligencia se separe paulatinamente de la conciencia. Y no estamos siendo
conscientes de lo siguiente: hoy, los que toman las grandes decisiones que
nos afectarán y que definirán nuestro futuro no han sido votados por nadie.
Las
líneas de investigación en Biotecnología, Inteligencia Artificial (Elon Musk
afirma que les teme más a estos aspectos que a la carencia del agua en el
mediano plazo) dependen, para bien y para mal, de Corporaciones y núcleos de
poder ajenos a cualquier transparencia y rendición de cuentas públicas.
Y
estos, que no venos y no consideramos, son los que inciden e incidirán en
nuestros comportamientos y en nosotros mismos como seres vivos, incluidas las
consecuencias no previstas o no queridas de las decisiones que hayan
tomado...
Las redes
sociales no solo pescan nuestros datos, también pescan nuestra atención, la
orientan, la configuran..., ajenas a nuestras voluntades y prioridades
esenciales/vitales.
Entonces,
lo que escuchamos como "vivir el presente" en una huida de un mundo
volátil, incierto, complejo y ambiguo, es una protección ante lo desconocido,
una sustitución de la comunidad por los contactos virtuales (mientras estemos
enajenados en las pantallas de la PC, Celular, TV, Ipad, Ordenadores, Tabletas,
Móviles o como se les llame...), es un vivir inducido...
Y para
quienes extrañamos respuestas más reflexionadas, análisis más completos,
expresiones con mayor contenido, con mayor capacidad para meditar o entrar a
procesos de atención - escucha y contemplación..., lo que se opone a estos
procesos no es tanto la vida activa, sino la vida dispersa.
En
nuestra época, abordar el tema de un uso pleno y productivo del tiempo se
convierte cada vez más en algo incomprensible, a causa de una carencia
creciente de una infraestructura que le es propia a la humanidad y que le
resulta imprescindible: la calidad y capacidad de atención.
Todas
esas herramientas "inteligentes" en realidad son tecnologías de la
interrupción, porque no solo provocan interrupciones constantes, sino que
su verdadero triunfo es el lograr que una de nuestras actividades más
habituales sean las auto interrupciones, lo que se manifiesta en esa
pretenciosa y engañosa habilidad de llegar a dominar la multitarea.
Pero en
realidad esta no existe como una cualidad o habilidad desarrollada. Lo que
existe es una habilidad para permanecer saltando continuamente de micro tarea
en micro tarea, con frecuencia tan aceleradas y sucesivas en el tiempo que
confundimos esta sucesión con la simultaneidad, donde la única constante es la
dispersión de la atención.
A
través de los enlaces que proveen estas herramientas inteligentes (PC, Celular,
TV, Ipad, Ordenadores, Tabletas, Móviles) y que propician una atención
saltarina, nos convierten en seres incapaces de sostener un proceso de
atención, análisis, reflexión lineal y sucesivo hasta el final... "Nos
acaban " sometiendo a la inmediatez, que con frecuencia se confunde con
"la actualidad"
Ante
estas inercias que en la actualidad la Sociedad padece como con un Virus aún
sin vacuna, nos podemos dar cuenta que no hace falta la neurociencia para
concluir que el uso compulsivo de las redes activa los mecanismos propios
de las adicciones... Quizá hoy, además de una dieta baja en calorías, nos haría
falta una dieta baja en estímulos de las redes sociales.
Creo
que lo que está en juego hoy, atenidos a las preguntas de T. S Eliot, es la
calidad del tiempo y la atención en el tiempo... En un HOY donde ocurren
fenómenos de la globalización de la indiferencia y la globalización de la
superficialidad.
Un daño
colateral de esta globalización es el rol de los educadores y sus tareas para
habilitar a saber mirar, hablar, escribir, pensar y escuchar (a propósito de
las mismas preguntas iniciales de T. S. Eliot, sobre la vida, la sabiduría y el
conocimiento).
Pero,
es necesario aclarar que esta reflexión no va encaminada a denostar a las redes
sociales, porque el problema no son las tecnologías; el problema o la
dificultad es crecer como persona a través de estos cinco verbos: escuchar
(así inicia el ser humano la secuencia de el despertar), mirar, hablar,
escribir, pensar.
Activar
y desarrollar la capacidad de escuchar y de una mirada atenta es una condición
de posibilidad previa a toda apertura a la plenitud del tiempo (como
experiencia y como lenguaje).
La
mirada atenta es lo que permite ir transformando a lo largo del tiempo, una
manera de proceder que vaya más allá de una vida auto concentrada (riesgo
de llegar a ser indiferente) y una vida dispersa (riesgo de expresarnos de
manera superficial).
Para concluir,
quisiera expresar un buen y esperanzado deseo...
Diría que,
si no fuera por nuestros prejuicios, sería bueno reconstruir a la altura de
nuestro tiempo la recomendación de alguna de tantas tradiciones de sabiduría
según la cual hacer ayuno y/o abstinencia de las "herramientas
inteligentes/redes sociales" es indispensable para la salud personal,
del cuerpo y del espíritu...
Y
seguramente encontraríamos ese "DÓNDE" que T. S. Eliot anota
en sus preguntas...
Nos
leemos en el siguiente artículo.