A todos
nos queda claro que las predicciones son la herramienta que tiene la vida para
darnos la oportunidad de hacer el ridículo, ya que unas son las cosa que uno
predice y otras las que acaecen. La vida es oblicua y la mente, lineal. Poco es
lo que alcanzamos a ver y poco lo que podemos prever.
Las
predicciones se rigen por dos leyes…
Primera ley: por cada predicción que se haga, hay otra opuesta.
Segunda ley: ambas están equivocadas.
Primera ley: por cada predicción que se haga, hay otra opuesta.
Segunda ley: ambas están equivocadas.
Es muy
poco lo que sabemos del COVID y lo poco que se ha ido descubriendo es desalentador.
Uno de los datos es que el virus muta en un intervalo que oscila entre dos y
tres semanas, de tal suerte que al paso del tiempo (tres meses) el virus guarda
una ligera similitud con el original, lo que complica aún más el proceso de la
vacuna.
Una vacuna necesita dieciocho meses de pruebas científicas para constatar que
produce inmunidad en los individuos, cosa que hasta el día de hoy no se ha
podido corroborar. Por otro lado, es importante considerar que las pruebas
logradas hasta este momento generan una inmunidad que oscila entre los sesenta
y noventa días, razón por la que los sujetos de prueba experimentan recaídas.
Del cien
por cien de personas que han padecido el virus y que han logrado salir
adelante, solo el 5% desarrolla inmunidad, sin embargo, es una inmunidad
parcial, ya que, al exponerse de nuevo a entornos con alta carga viral,
contraen el virus en un lapso no mayor a 90 días, por lo que se estima que la
inmunidad de rebaño es algo que se va a lograr en un estadio de tiempo de dos a
tres años.
Los
resultados demuestran que entre más expuesta este una persona a la carga viral,
mayores posibilidades tendrá de contagio, por el contrario, si la persona se
queda en casa, cuida de que esta esté ventilada, se lava las manos después de
tomar algún objeto, usa cubre bocas, guarda la distancia cuando sale de casa y
evita lugares concurridos y poco ventilados, la probabilidad de contagio
disminuye.
En
artículos anteriores hemos explicado que no hay nada más peligroso que la
esperanza, ya que esta, las más de las veces, nos lleva a esperar lo
inesperable.
Los
hombres de ciencia, objetivamente subjetivos, están trabajando intensa e
inteligentemente para buscar una solución al problema del COVID, no obstante, muchos de ellos tienen la esperanza de que al paso del tiempo las
mutaciones vayan debilitando la carga viral, haciendo que el COVID se comporte
como algo estacional, tal como hoy lo es la gripa y la influenza.
Permítame una
pequeña disgregación…
Para
darnos una idea de los alcances en tiempo de lo que esto pudiera llevar, y cómo
es que la exposición al virus es desconocida, tome en cuenta que si usted se
encuentra en su oficina (era pre-COVID) y alguna persona llegaba estornudando o
tosiendo (obvio, sin cubre bocas) y con datos francos de GRIPE, se le mandaba a
su casa para evitar el contagio del demás personal; siendo una medida muy sana.
Hoy las
personas transportan el virus de un lado a otro sin siquiera presentar
síntomas, ni caer enfermos. Al no sentir malestar, se dan por hecho sanos y
pueden andar en cualquier sitio.
Ahí radica
el peligro de diseminación de este virus, el cual se transmite de manera
silenciosa y sin anunciarse.
Retómenos
el tema…
Los
hombres de ciencia no están dejando de investigar, todo lo contrario, están
trabajando arduamente en la búsqueda de una solución, pero el COVID es tan
complejo que están ciertos de que encontrar una posible cura que atenúe la
gravedad de este, les va a ocupar de dos a tres años, que es la misma ventana
de tiempo en el que se estima que el virus pierda parte de su fuerza viral.
Este virus,
a diferencia de otros, ha mostrado un comportamiento diferente, el cual circunscribiré
a dos variables:
Primera. Se han probado a nivel mundial un sin número de sustancias tratando de conseguir un efecto que se pueda reproducir a nivel global, sin lograr hasta este momento algo concreto.
Segunda y más preocupante es que este virus se ha ensañado a nivel mundial con el personal de salud, personas que, al salvarnos la vida, pierden la suya.
Primera. Se han probado a nivel mundial un sin número de sustancias tratando de conseguir un efecto que se pueda reproducir a nivel global, sin lograr hasta este momento algo concreto.
Segunda y más preocupante es que este virus se ha ensañado a nivel mundial con el personal de salud, personas que, al salvarnos la vida, pierden la suya.
Es
importante anotar que lo aquí enunciado está circunscrito a los descubrimientos
y avances que se han logrado hasta el día de hoy, por lo que esto puede cambiar
en función de los logros que se vayan obteniendo, no obstante, nuestra
responsabilidad es ver lo que los demás no ven, prever lo que pueda acontecer y
proveer las herramientas y planes de contingencia que nos ayuden a minimizar
riesgos y capitalizar las oportunidades.
La información arriba mencionada nos permite construir los posibles escenarios a los que nos vamos a enfrentar en los ámbitos de la salud, del empleo, de la economía, de lo político y de lo social. En el artículo previo a este (Elecciones en Estados Unidos) hablamos un poco de esos escenarios, por lo no es prudente repetir, pero obviamente lo que se ve venir es una lenta, muy lenta recuperación de la economía.
La información arriba mencionada nos permite construir los posibles escenarios a los que nos vamos a enfrentar en los ámbitos de la salud, del empleo, de la economía, de lo político y de lo social. En el artículo previo a este (Elecciones en Estados Unidos) hablamos un poco de esos escenarios, por lo no es prudente repetir, pero obviamente lo que se ve venir es una lenta, muy lenta recuperación de la economía.
Conclusión.
Se dice
que la diferencia entre un optimista y un pesimista es que este último es un
optimista bien informado. Comento esto debido a que no deja de azorarme el
hecho de que el pensamiento ilógico (si a eso le podemos llamar pensamiento) sea la norma en esta pandemia.
Antropológicamente
no estamos hechos para la realidad. Tan no estamos hechos para ella que solo
nos acercamos a la realidad cuando no tenemos otra opción, sin embargo, lo que
impera en este caso es un “no querer” darse cuenta de que las acciones más
básicas, simples y sencillas son las que finalmente nos llevarán a sortear la
crisis sanitaria que vivimos.
En el caso
de México el personal de salud esta rebasado. La carga de trabajo es agobiante
y no cuentan con el respaldo de las autoridades ni con el equipo necesario para
protegerse y atender a los pacientes, amén de que día a día llega más gente de la
que pueden atender.
Es
menester mantenernos alertas y observar lo que los hechos nos dicen. El COVID
no es un “enemigo” sencillo ni mucho menos fácil…, proviene de la naturaleza. Y
si algo nos ha demostrado esta es que tiende a regularse a sí
misma.
En otras
palabras, a la naturaleza no le interesa ni le importa si se tarda un día, un
año, una década o un siglo para hacer lo que tiene que hacer… Ella tiene lo único
que nosotros no tenemos: tiempo.
Recuerde
por favor que todas las predicciones que los expertos hicieron los dos primeros
meses de la pandemia han sido aparatosamente superadas. Analicemos lo que los
expertos dicen, pero no lo demos por sentado. Nos corresponde cuidarnos, cuidar
a los nuestros, esperar lo mejor, pero sin dejar de estar preparados para lo
peor…
El siguiente trienio no se ve bien… Predicción que espero la vida me refute en breve, lo cual, huelga decirlo, me dará mucho gusto.
Nos leemos en el siguiente artículo.
El siguiente trienio no se ve bien… Predicción que espero la vida me refute en breve, lo cual, huelga decirlo, me dará mucho gusto.
Nos leemos en el siguiente artículo.
Artículo
escrito en colaboración con el Dr. Rodríguez, cofrade de la Abstracción.
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