viernes, 9 de noviembre de 2018

La Residencia y la Choza.


Los valores y otros mitos sociales.

Los mitos son hechos jamás acaecidos pero siempre presentes.
El mito es un hecho (en el decir, no en el hacer) que aun contrario a la realidad, goza de amplia aceptación en el seno de una comunidad que ante determinados miedos, angustias, penas e incertidumbres de la realidad, opta por subordinar la lógica y la razón a los apremios de la emoción.

La realidad no puede ser refutada. Lo que podemos refutar es la interpretación que cada quien hace de la realidad, sin embargo la realidad Es, y lo que Es no se discute, se resuelve. El mito, por el contrario, es metafísico y como tal especulativo. Es una válvula de escape, un paliativo que nos hace más llevadera la realidad. Este paliativo es lo que hace que el mito tenga sentido y que sea posible y plausible su discusión.

El mito se edifica a través del tiempo y muta en función de las necesidades de cada cultura, no obstante y más allá de la raza, historia y cultura que genera una geografía, hay, en cuanto especie, mitos comunes a todas las geografías. Los valores, la familia, el trabajo, la educación, la motivación y la historia (tradición) son comunes a todas las razas, sin importar época, idioma, religión o color.

La Residencia y la Choza o el mito de los valores.
Recién tuve la oportunidad de impartir una conferencia en una universidad católica que se distingue por tener un alumnado heterogéneo, de tal suerte que en ella conviven y coexisten ortodoxos y heterodoxos.

El tema de la conferencia fue sobre los valores, más propiamente sobre la aplicación práctica de los valores en el mundo de los negocios. Como bien puede el lector imaginar, la conferencia género, amén de una intensa polémica, un muy enriquecedor intercambio dialógico con la audiencia.

Les comente que eso que socialmente solemos intitular con el epígrafe de valores, no es otra cosa más que un conjunto de usos sociales que mutan de generación en generación, por lo que es de suma importancia no confundir los valores con los usos sociales.

Valores antropológicos son tres: conservación, reproducción y mejora de la especie.
En el ámbito empresarial sucede lo mismo. Los valores son tres: rentabilidad; posición y competencia.

Todo lo demás, tanto en lo antropológico como en lo empresarial, son modas, tendencias o usos sociales que surgen en función de los idealismos académicos de quienes no han vivido en carne propia la realidad antropológica y/o empresarial. Imagine por un momento que usted mora en un país que está inmerso en una cruenta guerra civil, ¿en verdad defendería todos esos usos sociales disfrazados de valores, o se centraría en la defensa a ultranza de los valores antropológicos (conservación, reproducción y mejora de la especie)?

Lo mismo acaece en el combes empresarial. Decidir sobre los activos de un tercero implica un gran nivel de responsabilidad, sin embargo, la misma gesta, en la misma dimensión pero arriesgando nuestros activos y no los de otros, hace que todo lo anterior tome un matiz diferente. Lo más probable que deje al margen los idealismos de los académicos para centrarse en las realidades del mundo de los negocios.

La razón por la que tendemos a confundir los usos sociales con los valores, es debido a que los académicos, idealistas (que son muy parecidos pero no iguales) y gurús ideológicos que centran su hacer en un decir y no en un hacer, exponen con tal fuerza mediática sus argumentos, que la Masa les compra lo dicho sin detenerse a pensar si el decir de estos hombres pasa el filtro de la realidad, amén, claro está, del temor al rechazo social.

Aunando a lo anterior habría que considerar que los usos sociales están íntimamente ligados al estrato sociocultural y económico de quienes los enuncian y defienden. Las cosas se ven y perciben de diferente manera en la clase alta que en la clase baja. No es lo mismo si usted vive en una Residencia o en una Choza.

En la clase baja los valores o usos sociales tienen que ver con lo social: justicia, solidaridad y seguridad. En la romántica clase media con el ideal: equidad, moral, ética y buenas costumbres, amén de otras ensoñaciones de moda. En la clase alta con las apariencias: clase, distinción, distancia, respeto y formas.

Unas son las aspiraciones y comportamiento de lo que menos tienen y otras las de los que aspiran a más. Y otras, abisalmente diferentes, las de aquellos que en apariencia lo tienen todo. Lo mismo acaece en el combes de lo empresarial. Unas son las aspiraciones manifiestas de quienes no tienen más ambición que la de la seguridad, estabilidad y pensión de jubilación; otras la de los académicos y ejecutivos que nunca ha hecho negocios y otras muy distintas (rentabilidad, posición y competencia) las de aquellos que arriesgan su patrimonio en una gesta empresarial.

En otras palabras, cuando usted escucha a una persona hablar de valores, lo que en realidad está escuchando es la manifestación pública de sus circunstancias socioeconómicas. Por supuesto que la persona no está consciente de ello, si lo estuviera tal vez no las manifestaría…, sin embargo es la realidad. Esta misma persona, con otro quehacer biográfico y con otro estrato socioeconómico, enunciará valores diferentes a lo que en otro estrato defendió.

Dese la oportunidad de investigar que tanto hay de cierto en esto. Ausculte el tema de valores con las personas que conforman su círculo laboral, el cual suele ser más heterogéneo que el social. Estoy cierto que el resultado lo sorprenderá.

Por supuesto que las preguntas deben ser elaboradas y presentadas de tal forma que la persona no sospeche que usted esté evaluando sus respuestas, por lo que se deberá limitar a escuchar, asentir y auscultar la o las razones por las que dicha persona sostiene lo dicho como un valor.

Ponga atención a los valores que menciona y coteje estos con el estrato socioeconómico de quien los enuncia. Descubrirá que cada estrato menciona valores diferentes. Habrá algunas concomitancias, pero siempre serán mayores las diferencias que las coincidencias.

Otro tema a considerar es la época. Si de algo puede estar cierto es de que los usos sociales de hoy no serán los que rijan el accionar de las siguientes generaciones, así como los usos sociales de hoy no tienen nada que ver con los de nuestros padres y abuelos. Los usos sociales, sin importar si les llamamos valores o no, cambian con el tiempo, los valores no.

Valores son solo tres, tanto en el ámbito antropológico como en el empresarial. Todo lo demás son modas, tendencias o idealismos que la Masa toma en cuenta en el decir, pero no necesariamente en el hacer.

Con esto no quiero decir que las modas, tendencias o idealismos no se deban considerar, sino que estas se deben subordinar a lo fundamental. Por ejemplo, en una empresa el factor humano es de suma importancia, pero solo en aquellos casos en los que se ve afectada la rentabilidad de la empresa, su posición en el mercado y/o su relación con la competencia.

Veamos un ejemplo…
En uno de las tantas incursiones bélicas de Estados Unidos, la Presidencia del país pidió que protegieran las empresas claves del país. Para lo cual se procedió a identificar aquellas que eran consideradas así por su relevancia económica y tecnológica. En estas se reveló una constante no atendida antes, por lo menos no en forma consciente.

Se descubrió que el 6% de la nómina generaba el 80% de las utilidades. El resto del factor humano, es decir, el otro 94% de la gente que trabaja en ellas, era un personal importante pero no indispensable. Cierto que de ellos depende la operación, pero la operación la puede hacer cualquiera. Cambiará la curva de aprendizaje en función de la experiencia del contrato, pero no más.

En otras palabras, para estas empresas lo importante de los puestos operativos no es si el puesto lo ocupa Juan, Carlos o María, lo importante es que en ese puesto este una persona con el conocimiento operativo necesario para hacer lo que es menester, sin importar si este está a nivel operario o gerencial.

Por el contrario, si una persona del 6% renuncia, se enferma o se siente a disgusto en la empresa, de inmediato la dirección y el Consejo tomarán cartas en el asunto para resolver la situación, ya que esta persona afecta los valores de la empresa (rentabilidad, posición, competencia). 

En ambos casos se trata del factor humano, no obstante si el que no se siente a gusto en la empresa es un miembro del 94% operativo, sin importar si es Juan, Carlos o María, el Consejo jamás se enterará de ello. En el mejor de los casos será la gerencia media quien lo resuelva o simplemente deje ir a la persona, ya que la permanencia o no de cualquiera de ellos, no incide en los valores de la empresa.

Lo mismo acece en el ámbito de lo antropológico, si el mal es accidental, es decir si es algo que no atenta contra la reproducción, conservación o mejora de la especie, el problema se subsanará con una pena, reprimenda y, en el mejor de los casos, con un proceso de formación que no llegará a más allá de los actores involucrados.

Sin embargo, si el problema atenta contra lo fundamental (reproducción, conservación y mejora de la especie), las acciones toman otro nivel de importancia, involucrando en las soluciones a otros actores, en donde el objetivo es solucionar el problema para poder garantizar que ninguno de los tres valores sea vea afectado.

Los valores están bien definidos, y lo han estado en todas las épocas. Lo que ha cambiado en el decurso de los años no son los valores, sino los usos sociales, y estos para lo único que sirven es para que nos demos cuenta de la realidad económica de quienes los enuncian.

Tan es así que ya una vez que la persona ha superado con creces sus necesidades primarias -alimentación, vestido, transporte, escuela y vivienda-, migrará, sin darse cuenta de ello, a una nueva escala de valores, es decir, a una nueva proyección no consciente de su realidad económica.

Su preocupación tendrá que ver más con su imagen, con no engordar (dieta permanente), con no envejecer (cirugías plásticas) y no morir (suplementos y otras estulticias milagrosas que supuestamente sirven para no oxidarse), que con la supervivencia, la ética, la moralidad y justicia social.   

El mito de la historia.
El mito dice que el que no conoce la historia está condenado a repetirla. Nada más lejos de la verdad. La historia jamás se repite. Cierto es que hay circunstancias similares a otras, sin embargo el entorno de las mismas es otro y otra la persona que las vive.

Puede ser que usted encuentre que en su historia personal se presentan ciclos o circunstancias similares a otros del pasado, pero también es cierto que usted muy probablemente ya no sea el que era en ese entonces. Lo mismo acaece con la historia en general. En ella puede que existan circunstancias similares a las actuales, sin embargo los entornos y los actores son diferentes y con ellos la cultura de la época.

Lo más importante de la historia no es lo que en sí mismo acaeció, sino las emociones que el hecho género en los actores directos e indirectos que construyeron eso que hoy llamamos historia. Así, en la historia lo que debemos estudiar no es lo que en sí mismo acaeció, sino las emociones humanas que ocasionaron que eso acaeciera, ya que lo que hace que las cosas se repitan o parezcan en demasía, es la forma en que nuestras emociones nos llevan a reaccionar ante circunstancias próximas a las del pasado.

Las emociones humanas siempre son las mismas, las variantes son de grado, pero en esencia son las mismas. Lo que debemos estudiar no es solo la historia, sino las emociones que generaron esa historia. Entender las emociones que determinados actos propician en determinas circunstancias y las forma en que cada cultura reacciona a ellas, nos va a permitir anticipar un figurativo de lo que puede pasar. 

Por ejemplo, ya sabemos que el miedo es una herramienta que algunos gobernantes usan para lograr que sus gobernados acepten ciertas condiciones restrictivas que ni por equivocación aceptarían en un entorno boyante. Si nuestras emociones se centraran en minimizar ese miedo, el gobernante no podría imponer dichas leyes, ya que estas no serían aceptadas por sus gobernados.

En el pasado tuve la oportunidad de departir con una mujer muy especial. Ella participaba intermitentemente en unas mesas de debate que yo organizaba en mi cafebrería (librería café). Además de su cerebro y su belleza, llamaba mi atención el hecho de que en las ocasiones que le invite a la Mesa de Debates, llegaba acompañada alternadamente de uno u otro hombre. A ambos me los presento como su Marido.

Al tiempo deje de ver a uno de ellos y en una ocasión que fue sola me preguntó si al final del debate nos podíamos tomar un café. Termino el debate, pedí los cafés y platicamos sobre el tema que le ocupaba (un libro que estaba próximo a publicar).

El libro, me decía ella, era un libro de mujeres para mujeres, en donde el tema central era la infidelidad de la mujer y las razones de esta. En el libro explicaba que en la infidelidad, la mujer no solo tiene que lidiar con el miedo que la pareja tiene a que ella le sea infiel, sino que además tienen que lidiar con el miedo del amante, ya que estos, en su calidad de segundos, tienen un miedo enorme a que ella le sea infiel a la infidelidad.

Es tal el miedo del segundo hombre, que no solo celan en demasía a la mujer, sino que además la amedrentan sin darse cuenta que el miedo es de ellos, no de ellas. Al pedirle un ejemplo me comento que recién había terminado una relación debido a que los celos de él hacían imposible la relación. Al decirle que ya no iban a continuar, él la amenazo con decirle a su marido. Ante lo cual ella tomo el celular, digito el número de su marido y le dijo: te paso el teléfono, quieren hablar contigo.

Esto hizo que él no hiciera nada. Tomo el teléfono, colgó. Se paró y se fue. El tema aquí, aunque el otro les parezca más interesante, es el miedo. Ella minimizo el miedo. Lo enfrento, lo dirigió y al hacerlo, lo neutralizo. El otro ya no pudo usar el miedo como herramienta. 

En síntesis, ella se centró más en las emociones de ella que en las de él. En el pasado ya había estado expuesta a algo así, el miedo hizo que permitiría cosas de las que después se arrepintió. Aprendió a identificar y dirigir sus emociones, lo que le permitió cambiar su forma de actuar y con ello, su historia.

La historia no se repite, lo que se repite son las emociones. Si cambiamos las emociones, cambiamos los actos y con ellos la historia.

El Mito del Trabajo.
Perdemos mucho tiempo confundiendo lo que hacemos con lo que logramos. Hacemos muchas cosas, logramos pocas. Una pregunta que poco o nunca nos hacemos es: qué queremos, trabajar o ganar dinero, porque son cosas muy distintas.

Nos han dicho que el trabajo dignifica y ni duda hay de ello, pero lo que nunca se nos enseño es que antes de trabajar, debemos pensar en qué y cómo queremos trabajar. La gran mayoría de la gente trabaja por que tiene que trabajar, pero jamás se detienen a pensar en el tipo de trabajo que quieren y en lo que en están dispuestos a hacer para lograr lo que quieren.

La realidad es que usted tiene ocho o diez horas de decisiones y aplicaciones. En esas ocho diez horas, usted puede limpiar zapatos, fabricar zapatos o vender zapatos. El tiempo es el mismo: ocho o diez horas de decisiones y aplicaciones; el producto es el mismo: zapatos. Lo que cambia es la rentabilidad. En donde es más rentable su tiempo: ¿limpiando, fabricando o vendiendo zapatos?

Cierto que la gran mayoría se ve en la necesidad de tomar un trabajo que les permita cumplir con sus obligaciones pecuniarias. Cosa que hacen en el inter de que encuentran lo que buscan, no obstante la realidad es que el entorno termina por atraparlos, por lo que se mantienen en ese trabajo más tiempo del que habían imaginado. Y en muchos casos se extiende tanto que a lo único que aspiran es a lograr una jubilación, cuando en estricto sentido tuvieron la oportunidad, no de encontrar, pero sí de crear el trabajo que necesitaban para ganar lo que querían ganar sin perder la libertad.

En la vida todo lo transitorio es permanente. Todo eso que usted hace en calidad de mientras, tiene una alta factibilidad de convertirse en permanente. Por lo que es de suma importancia no perder el objetivo ante el apremio de la inmediatez.

Es muy difícil lograr que la trascendencia no se subordine a la exigencia de la inmediatez (alimento, sustento, servicios, escuelas, enfermedades y demás etcéteras del diario vivir), sin embargo esta marginación o subordinación no tiene por qué ser permanente. El secreto está, primero en el carácter, después, en el equilibrio.

En la realización del ser, el entorno siempre es el obstáculo a vencer. La vocación siempre empuja por salir y el entorno por comprimir. En otras palabras, o te sobrepones a tu entono o tu entorno se sobrepondrá a ti.

Para sobreponerse al entorno se requiere carácter (fuerza y resistencia). Fuerza para acometer, tolerancia para resistir. En la acometida siempre hay fuerza, en la resistencia, tolerancia. La tarea más titánica a la que se puede enfrentar un ser humano es la de sobreponerse a su entorno.

Todo su entorno (pareja, hijos, familia, amigos) harán todo lo que este en sus manos para lograr sobreponerse a usted. Esto es algo que harán pensando en su bien, es decir, en eso que ellos consideran que es su bien. Y su bien, a ojos de los suyos, tiene que ver más con tener la capacidad para cumplir con lo inmediato que con la realización de sus metas.

Veamos un ejemplo…
Los jóvenes van a la universidad a estudiar todo lo que hicieron los que no estudiaron. Sin embargo lo único que no les enseñan es vencer los obstáculos que tuvieron que vencer los iconos a los que hoy estudian.

El entorno que tuvieron que vencer tanto Bill Gates, Steve Jobs, Jeff Bezos, Elon Musk y muchos otros del pasado y presente inmediato, fue extraordinariamente hostil. Todos tuvieron que luchar contra su familia (pareja, hermanos, hijos), contra sus amigos y contra los inversionistas para poder lograr coronar sus metas.

Cierto estoy que a más de uno de ellos les llegaron a ofrecer un estatus más cómodo, Estatus que la pareja e hijos hubiesen agradecido en su momento y sin embargo ellos prefirieron claudicar a la comodidad y a la inmediatez, en eras de la siempre incierta realización de sus metas.

Así pues, ellos, como nosotros, tienen ocho, diez horas de decisiones y aplicaciones. La diferencia entre ellos y nosotros es la rentabilidad que obtienen en sus ocho, diez horas. Ellos no buscan trabajar, lo que buscan es ganar dinero. Así, en el mito del trabajo, la pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿Qué queremos, trabajar o ganar dinero? 

El Mito de la Motivación.
Lo más importante de la motivación es entender que esta es intrínseca, nunca extrínseca. La extrínseca es un impulso y como todo impulso, efímero. La intrínseca, en cambio, es de raíz. Lo que nos impele a ella es un descubrimiento. Algo que queremos hacer propio y meter a nuestro sistema. Cuando esto pasa, la motivación se exacerbará y se mantendrá así hasta que usted logre hacer parte de si eso que descubrió.

Ya una vez que usted logra que eso que estaba fuera de usted, esté en su sistema, la motivación regresara a los niveles acostumbrados, por lo menos hasta que alguna otra cosa del exterior, atrape su atención.

Cuantas personas en el amor, teniendo a su lado a la persona correcta, se sienten más motivadas a conquistar la atención de otra persona en lugar de fortalecer la relación con su pareja. Para estos lo más importante es conquistar sin perder lo logrado, lo que ya tienen. Es por ello que no renuncian a la pareja (orgullo, vanidad).

La realidad es que la motivación está más orientada hacia la conquista que a la conservación. La supervivencia la damos por hecha y solo nos abocamos a ella cuando estamos en peligro, no antes. Mientras tanto será la conquista lo que haga que nuestra motivación se active.

Lo mismo acaece en lo material. La motivación está en ese algo más que no tenemos. Lo que ya tenemos lo damos por hecho, mientras que lo otro es algo que hay lograr. Materialmente hablando las personas más exitosas del mundo son aquellas que constantemente se viven creando crisis. Una crisis inteligente que los lleva a centrar la conquista en engrandecer lo que ya tienen al tiempo que suman cosas nuevas, conscientes de que cuando dan las cosas por hechas, corren el riesgo de no lograr lo que buscan y perder lo que tienen.   

Otro mito de la motivación es que esta tiene que ver con la capacidad, sin embargo la realidad es que la motivación no tiene nada que ver con la capacidad.

Ser capaz en algo no hace necesariamente que uno se sienta motivado a hacer ese algo, al contrario, lo que ya se domina se ve como natural. La motivación no se enfoca en lo ya hecho o en lo ya dominado. Se enfoca en aquellas cosas que aún no hemos logrado dominar.

Así, pues, la motivación no es extrínseca, es intrínseca y se activa solo cuando algo ajeno a nosotros atrapa nuestra atención. Si usted cree que puede motivar a los demás, permítame decirle que la gente hace las cosas por sus razones, no por las nuestras. Usted podrá motivar a los demás justo en el momento en que dé con las razones de ellos, no con las de usted.

Si su motivación es incidir en los otros, deberá dedicarle mucho tiempo al estudio y conocimiento de aquellos los que quiere motivar, de lo contrario, todo lo que usted haga será un impulso y como tal, efímero.

Nos leemos en el siguiente artículo.

martes, 9 de octubre de 2018

Los túneles de la mente.


Los seres humanos hablamos todo el día. Hablamos cuando trabajamos, comemos o hacemos el amor. No hay un instante del día en que no estemos inmersos en un intenso dialogo con el otro o con nosotros mismos. La realidad es que nos la pasamos hablando. Mucho con nosotros, poco con los otros, pero hablando.

Con nosotros hablamos siempre, incluso cuando estamos hablando con los demás. Los escuchamos, pero al tiempo que los escuchamos nos estamos diciendo lo que pensamos de su decir. Ahora bien, si estamos ciertos de que hablamos todo el día, debiéramos, por simple lógica, cuidar en demasía lo que le decimos a los otros, pero más mucho más lo que nos decimos a nosotros mismos…

Ya que es de este constante decirnos cosas, de donde salen todas nuestras emociones, yerros y aciertos, lo que por sí solo justifica el hecho de que seamos extremadamente cuidadosos con aquello que nos decimos a nosotros mismos, ya que de no hacerlo nos veremos constantemente sorprendidos por lo túneles de la mente (deseos del instinto y de la razón-vanidad-, que no pasamos por el filtro de la razón).

El cerebro y su aire.
En artículos anteriores hemos explicado que el cerebro no está hecho para pensar, está hecho para adaptarse y sobrevivir. Al cerebro le tenemos que enseñar a pensar y es lo único que no hemos hecho. Lo hemos dejado que piense a su aire (solo), y si algo nos ha enseñado la vida es que cuando el cerebro piensa solo, piensa mal.

El cerebro se alimenta para pensar de todo lo que recibe del entorno, es decir de todo aquello que vemos, escuchamos, degustamos, tocamos y olemos, amén, claro está, de todo lo que leemos y de todas las personas con las que nos relacionamos laboral, social o sentimentalmente.

El cerebro toma datos de todo esto y los procesa a su aire. Un aire que se ha ido formando al paso del tiempo y al que no le hemos puesto nada de atención, lo que en estricto sentido significa que se ha formado solo, con una nula o exigua aportación de nuestra parte.

Al principio nuestro cerebro aprende a procesar las cosas con la ayuda de nuestros padres y mayores, a esta etapa se le llama Afirmación- ellos, nuestros padres, son los que nos afirman la personalidad.

En la adolescencia dejamos la Afirmación (padres y mayores) en un muy segundo término para procesar los datos del entorno con la ayuda de nuestros amigos (etapa de Negación- negamos la personalidad que nos formaron nuestros padres en aras de crear una propia), es decir, de esos otros que como nosotros carecen de identidad y criterio para escoger no entre el bien y el mal, sino entre dos bienes el mejor.

Al final, ya de adultecentes y de adultos, hacemos una Síntesis de ambas etapas (Afirmación -Negación), la cual crea en nuestras redes neuronales un software o base de datos del que poco tenemos conciencia, y que es el que el cerebro usa para filtra y procesar todo lo que recibe del entorno.

La buena noticia es que el cerebro nunca termina de formarse. Es tan elástico que siempre se puede incidir en él, sin importar la edad que se tenga. Y la mejor manera de hacerlo es convirtiéndose en una persona elegante, es decir, en un ente que sabe elegir. Recuerde que vivir es elegir y elegir es descartar.

Para poder reestructurar nuestro cerebro, nos es menester descartar todo aquello que no nos ayude a crear una base procesal mejor que la que tenemos, tarea asaz difícil si consideramos nuestras filias y fobias, ya que habrá a quien no queramos dejar ir y otros que a todas las luces nos conviene su interacción, aun cuando no estén dentro de nuestras filias.

Así pues nos es menester elegir con sumo cuidado lo que hemos de ver, escuchar, degustar, tocar y oler. Amén de ser muy selectivos con lo que leemos y de manera muy particular con quien nos relacionamos, en especial en la parte sentimental y social. Si el otro no nos va a llevar a más, no tiene caso estar con ese otro, aun cuando nuestras filias estén en él. No olvidemos que también la estupidez y la inteligencia se obtienen por contagio.

O eliges tu entorno o el entorno te elegirá a ti.
Todos los días reestructuramos los filtros y el software de nuestro cerebro. Y parte primordial de la reestructura está en lo que nos decimos a nosotros mismos, en donde, como ya comentamos líneas arriba, el contenido de este decir está subordinado al entorno que elegimos elegir.

Cierto que no podemos aislarnos del mundo, pero si podemos elegir el mundo que queremos. Nosotros elegimos que ver y que ignorar. Si vemos basura, procesaremos basura. Lo mismo acaece con los otros sentidos. Tenemos que ser muy selectivos con todo aquello que escuchamos, olemos, degustamos y tocamos, amén de ser muy selectivos con lo que leemos, y de manera muy particular, con quien nos relacionamos.

La importancia del lenguaje.
La dicción va a menos y con ella la comprensión y dirección del entorno. El lenguaje es la herramienta que usamos para entender, asimilar y dirigir el mundo. Entre más pobre es el lenguaje de la persona, más pobre será la comprensión del entorno que le rodea, lo que ineluctablemente hará que termine subordinándose a él.

Cada día usamos menos palabras para comunicarnos y las que usamos las usamos mal. En otras palabras, el detrimento de las cosas que nos decimos a nosotros mismos va a más, no a menos.

Lo invito a que haga un experimento…
Vaya a un café y siéntese a escuchar las conversaciones de los demás. Descubrirá que la gente no solo se comunica con menos palabras, sino que además han logrado comunicarse, debido a una extraordinaria pereza intelectual, con palabras a las que les han atribuido múltiples significados, lo cual les exime de tener que buscar la palabra correcta para decir lo que se tiene que decir.

Esto, que por cotidiano lo vemos normal, no lo es. Recuerde que la inteligencia se crea a sí misma y se crea a través del lenguaje, de la ausencia de las cosas, del dolor que genera esa ausencia y de la necesidad de trascender en dicha ausencia.  

En este caso nos centraremos en el lenguaje, ya que en este artículo nos vamos a centrar en los Túneles de la Mente (deseos del instinto y de la razón-vanidades, que no pasamos por el filtro de la razón). Tan reales son los túneles de la mente, que ya una vez que las palabras y actos salen de nosotros, nos preguntamos, cuando nos llegamos a dar cuenta de lo que estamos diciendo o haciendo, por qué estaremos haciendo algo tan carente de sentido.

Don Miguel de Cervantes y Saavedra uso, de las casi trecientas mil palabras que tiene el idioma español, 22, 939 palabras diferentes para escribir el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Hoy, en una conversación normal entre gente culta de la mediana edad, se usan en promedio tres mil doscientas palabras diferentes. Mientras que en una conversación entre jóvenes que están en sus primeros veintes, se usan en promedio trescientas palabras, de las cuales más del treinta por ciento son groserías a las que les han atribuido múltiples significados, amén de que un treinta por ciento de la comunicación se hace a través de ideogramas (emoticones) y no de palabras, lo cual de suyo explica la grave dificultad que tienen para comprender y explicar el mundo que les rodea, ya que lo que la mente no puede nombrar, no existe… Por lo menos no como la cosa es, sino como ellos la verbalizan, es decir, como algo muy limitado en alcance y significado, lo cual a la postre termina afectando todo lo que en el mundo podrían hacer.

Líneas arriba decíamos que el cerebro lo podemos reestructurar a más o a menos. El cambio a menos obedece a los deseos racionalizados, es decir, a las razones que le damos a la razón. El cambio a más obedece al querer – querer, es decir a todo eso que necesitamos y sabemos que debemos hacer, lo cual demanda de nosotros un muy decidido esfuerzo para llamar a las cosas por su nombre y para enseñarle a nuestro cerebro a pensar.

Por ejemplo, el algoritmo que cada uno de nosotros tiene (instinto, impulso, tendencia) nos lleva a repetirnos siempre en los mismos errores, no obstante nos es menester reconocer que el algoritmo nunca deja de avisarnos que estamos a punto de decir o hacer estupideces. Cierto que en ocasiones nos avisa justo en el momento en que las estamos diciendo o haciendo, pero nos avisa, por lo que siempre tendremos la posibilidad de frenar la palabra o el acto para no caer en los mismos errores.

Las palabras y actos que obedecen a nuestro algoritmo no solo nos son cómodos, sino que además nos es muy fácil dejarnos llevar por ellos. Es cuestión de gravedad, solo hay que dejarse caer. El problema es cuando queremos ir contra la gravedad. En estos casos nos es menester caminar en sentido contrario al de nuestro algoritmo e inercia para frenar lengua y acto antes de, o, en el peor de los casos, en el inter de.

Esto nos permitirá pensar dos veces lo que esta atrás de nuestro decir y hacer, ya que, la gran mayoría de las veces, lo que esta atrás no es más que una fatua y estulta vanidad.

Cambie su lenguaje y cambiara su visión del mundo.
Haga un esfuerzo por buscar las palabras correctas para nombrar las cosas por su nombre y para decir lo que tiene que decir. Haga un esfuerzo para frenar el dialogo que mantiene con su cerebro, usando las palabras correctas y los pensamientos correctos. No deje que su cerebro piense solo.

Cuando descubra que su cerebro está pensando solo, frene el proceso y vuelva a pensar las cosas pero usando las palabras correctas, sin engañarse y sin decirse lo que quiere oír. Descubrirá que al paso de tres o cuatro meses de hacer esto, empezara a ver las cosas con más claridad y sin problemas de expresión.

Deseos hay muchos, necesidades, pocas.
Recién me tome un café con una amiga que está en sus últimos cuarentas. El tenor de la reunión fue un proyecto de negocio que está madurando, para lo cual se está entrevistando con varias personas con el fin de ampliar su mirada y tomar una decisión con más conocimiento de causa. Al término del café pasamos por una tienda IPhone en la que compro un reloj para el mayor de sus hijos.

Al preguntar la razón de la compra, me contestó que su primogénito se lo había pedido. El hijo tiene 24 años y actualmente está cursando sus estudios universitarios. Le comenté que me parecía una compra innecesaria, ya que era inoperante ver los mensajes en la pantalla de un reloj pudiendo verlos en la pantalla del teléfono, o contestar una llamada en el reloj, pudiendo contestar en el móvil. Me dijo que sí, pero que lo útil e importante de ese reloj es que te avisa cuando alguien te llama o te manda un mensaje, amén de que mide tu ritmo cardiaco y otras estulticias totalmente innecesarias en un joven que no hace absolutamente nada de ejercicio. 

Me dio más razones las cuales ya no objete, primero porque no era mi tema, y segundo, porque estaba pecando de imprudente. Mi amiga compro el reloj y salimos de ahí, ella convencida de mi muy rara forma de ser (lo cual es cierto), y yo convencido de lo inútil del gasto (lo que también es cierto). Ya que el reloj, desde mi óptica muy personal, es un deseo, no una necesidad. 

Ambos, deseos y necesidades, construyen túneles en la mente Los primeros inconscientes, razón por la cual se nos dificulta frenarlos. Los segundos, conscientes, por lo que nos es más fácil dirigirlos.

Los túneles de la mente.
Lo invito a que observe la reacción de aquellos que están esperando un elevador. Por lo general presionan el botón varias veces, como si esto hiciera que el elevador llegará más rápido. Están ciertos de que con una sola vez que opriman el botón es suficiente para que el sistema funcione.

Así entonces: ¿porque presionar varias veces cuando ya saben que solo es menester hacerlo una vez? Este ilógico accionar obedece a los túneles de la mente. Estos nos hacen sentir que al presionar el botón varias veces, la angustia de la espera va a disminuir.

Cosas similares nos acaecen en todos los ámbitos del ser. La mente nos crea túneles con mil un recovecos en donde el pensamiento se retruca con tal acierto y energía, que terminamos convenciéndonos de lo que este nos dice y conmina a hacer, aun cuando este decir sea un retruécano que nos lleve deformar la realidad.

Recién estuve en una cena donde uno de los asistentes le preguntaba al otro sobre su expareja. El interrogado es un hombre que ama profundamente a una mujer con la que piensa que no puede vivir, dadas las dispares formas de ser de uno y otro. Ante la pregunta, el interrogado contesta que esta cierto de que ella es la mujer de su vida, pero que se le dificultan sus formas.

Lo que llamó mi atención no fue su respuesta, sino lo que enuncio a continuación. Comentó, en una clara negación de la realidad (exceso de optimismo), que estaba dándose un tiempo con el fin de que los temperamentos se asentaran para poder negociar con ella las formas que él necesita para la cohabitación. A lo que el otro preguntó: ¿Y ya consideraste las formas que ella necesita para vivir contigo?

Cuando el interrogado se dio cuenta de lo imparcial e ilógico de su punto de vista, se rio de sí mismo, ya que la pareja es un par, no una unidad que desconoce a la otra. La plática derivo después hacia las trampas o túneles de la mente, explicando el que llevaba la voz, que la mente siempre tiende a ver y pensar lo mejor de cada situación, para lo cual le es menester ignorar una parte de la realidad.

Lo mismo acaece con aquello que los amantes de la superficie llaman pensamiento positivo. A estos les es menester ignorar la realidad para poder decirse a sí mismos que todo está bien, por lo menos hasta que la realidad los alcance.

Los túneles de la mente ponen en evidencia todos aquellos deseos del instinto y de la razón (vanidades), que no pasamos por el filtro de la razón.

Recién se me pidió asesoría sobre una operación que nació mal de origen…
El cliente, un inversionista con dinero rentado, quería que se le consiguiera una línea de crédito internacional con un dinero que no era suyo. Por supuesto que se puede hacer, pero depende de las condiciones que haya negociado al rentar el dinero. En el caso que nos compete, rento el dinero como prueba de fondos, lo cual solo sirve para demostrar que tiene el capital de trabajo que le piden para poder concursar una licitación.

El inversionista en cuestión es una persona que padece una muy aguda des-asociación de la realidad. Entre otras cosas me comentó que compro una patente de computadoras quánticas y que las tenía trabajando 24 horas para que armonizaran todo en el universo y la operación se cerrara con éxito.

Lo cierto es que la realidad decidió ignorar tanto el pensamiento positivo del inversionista como el trabajo cuántico de sus computadoras, ya que no hay forma de que pueda conseguir una línea de crédito sin las correspondientes garantías. Esto no quiere decir que este mal ser positivo. Todo lo contrario, nos es menester ser cien por cien positivos, en la inteligencia de que no hay mayor positivismo que la realidad, ya que esta nunca nos engaña.   

En este caso, los túneles de su mente (deseos del instinto y de la razón que no paso por el filtro de su razón) le hicieron creer que podía conseguir una línea de crédito con una Prueba de Fondos, lo cual no se puede hacer. Para conseguir una línea de crédito con dinero rentado, es menester que ambas partes, el dueño del dinero y el que lo renta, compartan la responsabilidad y firma de la garantía. Pero esto, claro está, tiene otro costo.

¿Por qué entonces el inversionista creyó que lo podía hacer? Lo creyó debido a dos factores: le mando la Prueba de Fondos a alguien que no conoce del tema y este le dijo que si podía hacerlo; y el segundo factor, es el que irracionalmente creyó que en algún lugar del planeta encontraría un Banco que al ver la Prueba de Fondos, estuviera dispuesto a darle una línea de crédito pensando que el dinero era de él.

¿Es ilógico? Sí. Lo es. No hay una Banco, que se precie de serlo, que le pueda dar lo que él pedía. Pero era tal su deseo de lograrlo, que su mente decidió ignorar la realidad, llevándolo a trabajar por meses en algo que no tenía visos de posibilidad. Doce meses después, constató lo que de origen sabía: que ningún Banco le podía dar una línea de crédito sin garantía.

Los túneles de la mente nos llevan a decir y hacer cosas que no solo no tienen sentido, sino que además de ilógicas, no pasan el filtro de la correcta razón. Los túneles de la mente nos impelen a hacer cosas que ocupan tiempo y energía que bien pudiéramos usar en realidades y no en fantasías.

Nos leemos en el siguiente artículo.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Los ciclos humanos.


Todas las cosas del universo están sujetas a ciclos. Lo están los planetas, la naturaleza y todo lo que en ella habita. Los ciclos están ahí y tienen una función, amén de que estos siempre nos anuncian y enuncian el fin de una etapa y el inicio de otra.

Algunos de ellos son tan cotidianos que hemos dejado de verlos como lo que son, algo maravilloso: el diario amanecer, las estaciones del año, los ciclones, el periodo menstrual y una suma de etcéteras más. Otros son tan largos y ajenos a nuestra cotidianidad que no solo nos son indebidamente extraños, sino que además ni siquiera tenemos conciencia de su existencia: el ciclo solar por mencionar uno solo de ellos.

No obstante y sin demeritar la importancia de estos, en este artículo nos vamos a centrar en un ciclo que tiene que ver con el acontecer de cada uno de nosotros. Un ciclo que se repite cada determinado número de años y que no reconocemos debido a que los actores y escenarios de otrora tiempo no se parecen en nada a los de este tiempo.

Ciclo biográfico.
Una cosa es el Ciclo de Vida y otra muy distinta el Ciclo Biográfico. El primero tiene que ver con la especie, el segundo, con el individuo.

Casi todos, en ese tránsito que se da entre el útero y el sepulcro, nacemos, crecemos, nos reproducimos, envejecemos y morimos. Etapas del ciclo de la vida que tienen, en cuanto a función, un solo objetivo: asegurar la mejora y perpetuación de la especie. Las diferencias individuales en el ciclo de vida son nimias, importantes pero nimias, sin embargo, el ciclo biográfico, ese que está más allá del tránsito mencionado, es indiviso e irrepetible. No se manifiesta en nadie más, ni siquiera en las personas próximas a nosotros.

El ciclo biográfico es único y cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de identificarlo y dirigirlo, no obstante para poder hacer esto nos es menester tomar conciencia de su existencia y de aceptarlo como lo que es: una oportunidad para no repetir los yerros del ayer.

Puede, si usted quiere, relativizarlo y hacer de esto algo esotérico, pero si lo hace va a encontrar que poco o nada es lo que podrá incidir en él, ya que se perderá en la búsqueda de significados subyacentes, cuando la realidad es que nada tiene significados subyacentes, todo está ahí, solo hay que saberlo ver y entender.

Ya una vez que aceptamos la posibilidad de que nuestro quehacer biográfico obedece a un ciclo, nos será normal poner atención en él para capitalizar ese nudo georgiano que se da entre el fin de un ciclo y el inicio de otro, conscientes de que este tránsito es un intervalo aciago en el que debemos hacer un alto en el camino para diseccionar, con el fino bisturí de la mente, las variables que inciden en él.  

A todos nos queda claro que las decisiones siempre deben ser buenas a priori, no obstante la realidad es que no es así. Es tan poco el tiempo que le dedicamos a la introspección que lo normal, aunque no correcto, es que la gran mayoría de estas las analicemos a posteriori.

Lo mismo acaece con el ciclo biográfico. Identificar el fin e inicio de este nos permitirá hacer un análisis a posteriori de todas las decisiones, hechos y oblicuidades que incidieron él, en especial de aquellas a las que nos les dimos la importancia que tenían, debido a que en su momento nos parecieron no trascendentales.

El problema más difícil es el que no conocemos.
Siempre el problema más difícil es el que no conocemos. Reconocer el problema equivale a resolver el 50% del mismo. El otro 50% demanda inteligencia y voluntad. Inteligencia para identificar y reconocer el problema más allá de nuestros egos, miedos y emociones, e inteligencia para llegar a la causa raíz o causa – causa del problema. De lo contrario estaremos resolviendo los síntomas pero no el problema.

La inteligencia, ya una vez detectada la causa raíz o causa – causa del problema, se deberá abocar al diseño de la o las alternativas de solución del problema, consciente de que diseñar no es solucionar. La solución requiere de disciplina y voluntad. Disciplina para ejecutar y voluntad para no claudicar.

Entender esto es nuclear, ya que la vida no es biología, es biografía. Me queda claro que los puristas me van a denostar, pero una cosa es la biología y otra la biografía. La biología está en todo lo vivo, la biografía en los actos. Y son estos, los actos, los que le dan sentido a la vida de un ser humano. Usted no estudia la biología de una persona. Estudia su biografía, y esta está conformada por la suma de actos, decisiones, hechos y oblicuidades que enfrento.

Recién sostuve un encuentro de contrarios con dos amigos de larga data. Amigos con los que he tenido, gracias a lo antiguo de la relación, la oportunidad de ser testigo de varios aconteceres de su vida. Uno de ellos es un colega cercano a mi segmento etario. La otra es una entrañable amiga que también oficia en el combes de las finanzas. Empezaré, con la anuencia de ambos, exponiendo las variables del ciclo de cada uno de ellos con el fin de que esto nos permita darnos una idea de los hechos y variables que anuncia y enuncian el fin e inicio de ciclo.

Nelda está en sus primeros cincuentas. Es una mujer inteligente como pocas. Poseedora de una lógica tan concluyente que poco espacio deja para el debate y para la estéril argumentación de suposiciones y querencias ajena a la razón.

Estábamos en una Junta de Dirección en la empresa papelera más importante del país. El director de la misma estaba presentando los resultados del trimestre, cuando mi compañera observo que el desperdicio había sido una constante en aumento. Cuando hizo la observación del dato, el director y los accionistas contestaron que no era preocupante ya que todo el desperdicio se reciclaba, lo que en estricto sentido hacía que no se perdiera nada. Ante esto contestó lo siguiente: genial, pongamos un negocio de desperdicio y así ya no nos tenemos que preocupar por el papel.

El silencio fue sepulcral, no porque no tuvieran respuesta, sino porque les sorprendió su enfoque. Cuando uno de los accionista le preguntó a que se refería con esa respuesta, ella contesto que entendía el reciclaje, pero que si la  Junta era para hacerse tontos, que entonces esta no tenía razón de ser, ya que el constante aumento del reciclaje hacia evidente la conformidad de los accionistas y directivos con una cultura perniciosa a los objetivos del negocio. Este tipo de respuestas han hecho de ella una leyenda en el sector financiero.

Pues bien, esta exitosa y brillante mujer está viviendo en este momento el fin e inicio de un nuevo ciclo y, obviamente, no había tomado nota del mismo, no hasta que platicando sobre el tema le traje a la palestra los hechos que así lo indicaban.

Su reacción fue una mezcla de azoro y escepticismo, no obstante el análisis de los hechos y oblicuidades que expuse de su quehacer biográfico, hicieron que su prodigiosa mente analizara a detalle cada uno de los eventos, concluyendo que efectivamente está en el cierre e inicio de un ciclo, por lo que era menester reparar en ello para refrenar su tendencia y no repetir los mismos errores, ya que estos están en su algoritmo (instinto, impulso y tendencia).

Hace veintisiete años vivió una serie de eventos similares a los que está viviendo en este momento. Eventos similares en sustancia pero diferentes en cuanto escenario y actores, por lo cual es normal que le pasen desapercibidos.

Hace veintisiete años:
Murió un ser muy allegado a ella.
Su pareja termino inesperadamente la relación.
Le ofrecen un puesto de gran relevancia en una carrera / oficio totalmente ajeno al suyo.
El puesto en cuestión demanda mudarse a una ciudad donde no conoce a nadie.
Al cambiarse de ciudad y oficio conoce a una persona que le altera el instinto pero con la que tiene diferencias abisales de cuna y cultura.

Hoy, veintisiete años después:
Murió un ser muy allegado a ella.
Termino inesperadamente una relación de larga data.
Le ofrecen un puesto directivo y un paquete accionario inmejorable en un escenario laboral diametralmente opuesto al de su experiencia.
El puesto en cuestión es un país donde no conoce a nadie.
En el proceso conoce a una persona que atrapa su interés y deseo, pero ajena a su cuna y cultura.

Por supuesto que al leer esto podemos pensar que esta persona no aprende, sin embargo la realidad es son muy pocas las personas que tienen clara la forma en que su algoritmo (instinto, impulso, tendencia) los lleva a repetirse en los mismos yerros y aciertos.

Cuando una persona logra identificar aquello que acciona su instinto, el impulso que este genera y la tendencia que de esto resulta, identifica el momento justo en que su algoritmo (instinto, impulso, tendencia) lo impele a repetirse, lo que le permitirá, en un extraordinario trabajo de la voluntad, frenar la decisión para replantear la misma y no repetirse en los mismos errores.

Por favor revise su quehacer biográfico. Encontrará, más allá de su ciclo biográfico, que por lo general usted se repite en los mismos aciertos y en los mismos errores. Esto se debe a que uno y otro están en su algoritmo interno y si usted no aprende a identificarlo, no podrá incidir en él y por lo tanto no lo podrá mejorar.

Regresemos con Nelda. Hoy, cierta del nudo georgiano en el que se encuentra y consciente de que la oblicuidad le presento situaciones similares a las del ciclo anterior, está revisando con acucioso detalle el tenor de sus decisiones y la forma en que su algoritmo interno la impulsa hacia un mismo tipo de decisiones, para lo cual está trabajando con la intención de ser ella la que dirija su impulso y no esté a ella.

Francisco es un financiero oriundo de Venezuela que hizo varias especializaciones en Costa Rica y Nicaragua. Al terminar estas viajo a Estados Unidos para hacer una última especialización en Finanzas Internacionales.

Estando próximo a terminar viaja a México para asistir a la boda de un compañero de maestría. En la boda conoce a varias amigas de este. Una de ellas se interesa en él y viaja a Estados Unidos para reunirse con él. Francisco no le da la importancia y lo deja pasar. Ella, no obstante, lo visita varias veces, llegando a coincidir con él en algunos de los viajes que este hizo a Venezuela para ver a sus padres.

Francisco termina su especialización y entra a trabajar a un conglomerado internacional con fuerte presencia en Europa y Asía, no obstante antes de iniciar sus labores en el viejo continente, la empresa le pide que haga un recorrido por todas las oficinas que tiene en Estados Unidos.

La visita a las oficinas le lleva a recorrer las carreteras de costa a costa y de norte a sur. Un viaje que le permitió entender la cultura del país y con ello la forma de pensar del americano promedio. Justo al terminar el recorrido, la empresa sufre un descalabro y se ve en la necesidad de recortar personal, por lo que de la noche a la mañana se queda sin empleo.

Ella lo visita justo en ese momento y lo invita a México. Le ofrece conectarlo con las empresas más importantes del país. Al paso de los meses, gracias a la relaciones de la familia de ella y a la calidad de su currículum, se coloca en una posición privilegiada en un corporativo financiero. Cinco años después se casa con la dama en cuestión con la que concibe dos hijos varones. El matrimonio no marcha bien, por lo que siete años después se divorcian terminando la relación en muy buenos términos.

Dos años después de su divorcio, se independiza para incursionar como Consultor en el Mercado Secundario, para tal efecto firma una alianza de negocios con una empresa americana que tiene sus oficinas centrales en New York, con sucursales en varias partes del mundo.

La empresa con la que firma la alianza le pide que visite a los clientes que tiene en Estados Unidos, para lo cual emprende un viaje por carretera de costa a costa y de norte a sur. Termina el recorrido e inician operaciones, sin embargo la relación se fractura debido a que la empresa en cuestión sufre un revés legal que termina afectando la relación con sus clientes.

En el transito viaja a Costa Rica a la boda de un sobrino suyo y ahí le presentan a una carioca amiga de la mama de la novia. Esta viaja a México varias veces para conocer más de él y en una de esas lo invita a que la visite en Brasil. Por una razón u otra decide no ir, sin embargo ella viaja a México, se entrevista con él y le pide que considere la factibilidad de mudarse a Rio de Janeiro, donde ella y su familia tienen las relaciones y contactos que él necesita para incursionar con éxito en el Mercado Secundario.

Así, muchos años después, la oblicuidad le presenta situaciones similares a las del ciclo anterior. La diferencia estriba en que consciente de esto y de su algoritmo interno, opto por no precipitar las decisiones, dándose el tiempo para analizar a detalle todas las variables, así como los cambios que debiera hacer para evitar que el ciclo que está por comenzar se asemeje al anterior.

Tal vez usted no identifique con total claridad su ciclo biográfico, no obstante y más allá de este, lo importante aquí es que usted este consciente de la forma en que su algoritmo interno (instinto, impulso, tendencia) lo impele a decidir de manera muy parecida a la forma que decidió en el pasado, sobre todo en aquellos eventos que son similares a los acontecieron años ha y que usted no reconoce debido a que son otros los actores y escenarios.

Así, pues, los ciclos son importantes, pero lo es más, mucho más, identificar la forma en que opera nuestra toma de decisiones, ya que esta está subordinada a nuestro algoritmo interno, el cual tiene una parte genética que si bien no puede cambiar, si puede administrar.

La otra parte demanda inteligencia y voluntad. Inteligencia para darse cuenta de adonde nos lleva este y voluntad para atemperar nuestro querer / querer.

Nada más difícil de cambiar que nuestro querer / querer. Este, sin importar el escenario o los actores, nos hace dominar el Qué; el Cómo; el Por qué; el Para quien y el Cuándo de las cosas, por lo que lo natural es repetirnos en aquellas decisiones en la que hemos desarrollado habilidades de supervivencia.

Cambiar el Qué; el Cómo; el Por qué; el Para quien y el Cuándo de las cosas que hacemos, demanda no solo tener que inventarnos día a día, sino que además nos va a ser menester luchar contra nuestra muy natural tendencia al confort. No obstante si usted hace un esfuerzo continuado por noventa días, descubrirá que su algoritmo (instinto, impulso, tendencia) empezara a modificarse lenta y gradualmente, logrando poco a poco construir un algoritmo que lo lleve a tomar mejores decisiones.

Nos leemos en el siguiente artículo.