jueves, 25 de junio de 2015

Qué busca el hombre en una mujer.

En el artículo anterior explicamos las razones antropológicas por las cuales la mujer elige al hombre que escogió para crear familia. En este hablaremos de las variables antropológicas que inciden en la elección de pareja por parte del hombre.

Es importante anotar que las razones o variables antropológicas tienen que ver con la especie, no con la razón, ni con los valores o cultura. Tienen que ver única y exclusivamente con la especie, con aquello que ha sido, es y será común a todos los hombres y mujeres del planeta sin importar época, idioma, religión o color.

Las variables antropológicas se matizan en función de la edad, inteligencia, educación y cultura. Los motores y motivaciones terminan de darle mayor o menos colorido a las variables, pero estas están ahí, en lo más profundo de nosotros, incidiendo en el núcleo de todas nuestras decisiones.

En el artículo precedente explicábamos que dado que la mujer es la que preferentemente crea y forma familia, le es menester voltear a ver ligeramente hacia abajo para poder tener imperio sobre el hombre que elige para tal efecto. Explicábamos que la mujer admira al hombre superior, pero no lo quiere a su lado. Podrá trabajar, platicar, cenar con él, pero no vivir con él, salvo que este en una edad en la que la reproducción y crianza dejaron de ser el tema. Si les interés ahondar un poco más en esto de la admiración, les recomiendo leer: el Interesante, el Admirable y el Bruto.

Regresando al tema. En esta entrega vamos a hablar del hombre. De ese bípedo implumedo que constantemente coquetea con su ancestro el orangután. Seguro estoy que así como el artículo anterior incordio a más de una mujer, este incordiara a más de un hombre. La vanidad de mis congéneres se sentirá agraviada y la razón también, no obstante les pido de favor que analicen lo aquí expuesto desde la especie y no desde la razón, cultura o valores.

Vean, razonen y mediten lo que sigue desde la biografía de los otros, no desde la propia. Lo más probable es cuando lo vean desde la biografía de los otros, encontrarán que las razones antropológicas del porque hacemos lo que hacemos al elegir pareja, les queden más claras.

Que busca un hombre en una mujer.
Lo que el hombre busca en una mujer es proyección. Una mujer que lo proyecte física, psíquica y económicamente.

El hombre cuando busca una mujer para formar una familia, volteará a ver siempre hacia arriba. Ocasionalmente a nivel horizontal y nunca hacia abajo. Cierto que es común ver que el hombre voltee a ver hacia abajo en el ámbito de lo sexual, no obstante esto lo hace solo cuando desea satisfacer el instinto. No el instinto de la reproducción, sino el sexual.

El erotismo tiene que ver con la cultura. Entre más culta es una persona, más erótica es. Más exige. Más tiempo y atenciones necesita. El hombre común, ese que al verlo nos rememora al eslabón perdido de Sir Robert Charles Darwin, sabe de sexualidad, pero no de erotismo.  

El hombre es exógeno, la mujer endógena. El hombre nace de útero para regresar al útero (casa). La mujer, en cambio, nace de útero siendo útero (casa). Ella, en sí misma, es casa, hogar, nido, útero. El hombre sale de útero pero no es útero (casa). Toda su vida sentirá una enorme necesidad de estar con una mujer (nido). Primero la madre, después de la novia, esposa o hijas, pero siempre necesita regresar a una mujer. El hombre necesita de la mujer mucho más que lo que la mujer necesita al hombre.

El hombre para formar familia, para formarse a sí mismo, para nutrirse, curarse y hacerse de las herramientas que necesita para luchar y hacerle frente a la vida, necesita a su lado una mujer superior a él.

Una mujer que lo impulse, que lo proyecte física, psíquica y económicamente. Una mujer que psíquica, emocional, espiritual e intelectualmente lo aliente, lo guié, lo apoye. El hombre no necesariamente busca que la mujer haga o provea más que él. Lo que busca es que lo soporte, lo cure, lo salve de sí mismo y de los demás.

Es cierto que la cantidad de hombres que han delegado la responsabilidad patrimonial en la mujer, va en aumento. No obstante esto se debe a otros factores que comentaremos si así lo desean en otro artículo. Un hombre, en cuanto hombre, no tienen como objetivo buscar una mujer que provea más que él. Su objetivo es encontrar una mujer que sea psíquica y emocionalmente, más que él.

El hombre es un hacedor por excelencia. Siempre está compitiendo, consigo mismo, con los demás. Algunos centran su competencia en el Logro (los menos), otros en el Poder y los más en la Afiliación. Cada uno buscara una mujer superior a él que posea los atributos que le permitan competir en los motores (Logro; Poder; Afiliación) que se sienta más cómodos.

El Hombre Masa (Afiliación; Confort; Placer; Sexualidad) necesita de una mujer que le brinde ternura. Una mujer que al mismo tiempo que le tolere su medianía, lo impulse a superarla. El Hombre Masa es pródigo en pretextos. Necesita una mujer que lo escuche, que le crea, sino todos, si una parte de sus pretextos.

Estos hombres buscan a esa mujer que emocional y psíquicamente le dará más valor a la familia que a las cosas materiales. Una mujer que este para él y para los demás (familia, hijos, amigos, compadres, etc.)

El Hombre Periférico (Poder; Reconocimiento; Sexualidad; Erotismo) necesita una mujer que lo soporte, que lo impulse, que lo lleve a más. Una mujer que no lo acote en demasía. Que no lo quiera tener siempre consigo. Una mujer que lo único que necesite es que él regrese constantemente a ella. Una mujer que cargue sobre sus hombros la crianza y formación de los hijos, ya que la intermitente presencia de él no es suficiente para la crianza y formación de estos. Una mujer que lo acoja y lo deje ir. Una mujer que posea el carácter para estar las más de las veces sola.

El Hombre Anómalo (Logro; Realización material; Adrenalina; Erotismo) necesita una mujer que además de ternura le brinde cobijo, comprensión. El Anómalo es el más creativo, el más productivo, pero también el más frágil de los tres. Es el que más necesita de la mujer, de su erotismo, de su dedicación, comprensión y apoyo. El Anómalo es emocionalmente inseguro. Necesita una mujer que lo proyecte y que le haga sentir que él es todo el mundo de ella. Necesita una mujer que centré en él, sino toda su atención, gran parte de ella.  

En conclusión:
Todos los hombres, sin importar si son Anómalos, Periféricos o Masa, siempre voltearan a ver hacia arriba para buscar y elegir una pareja que los proyecte física, psíquica y económicamente.

El Hombre Masa volteara a ver hacia arriba para buscar una mujer para la que sea más importante lo espiritual que lo material.

El Hombre Periférico volteara a ver hacia arriba para buscar una mujer para la cual lo espiritual (formación de hijos) y material importan por igual.

El Anómalo volteara a ver hacia arriba para escoger una mujer para la cual él sea el todo de su universo.


Nos vemos en el siguiente artículo con la Evolución del Matrimonio.

viernes, 19 de junio de 2015

Qué es lo que buscamos al elegir pareja.

Hombres y mujeres somos miembros de la misma especie, no obstante hay ocasiones en que pareciera que pertenecemos a especies diferentes, ya que la forma de actuar y de pensar de unos y otros es diametralmente opuesta.

Coincidimos, sin lugar a dudas, en motores y motivaciones. Pero estas convergencias se dan solo en los valores antropológicos -reproducción de la especie, conservación de la especia y mejora de la especie. Fuera de ellos, las distancia en pareceres, forma de pensar y actuar, hace que no movamos en continentes diferentes. Lo que genera que nuestras necesidades y expectativas de la vida y del otro, sean desemejantes. Así pues, una cosa es lo que la mujer busca y espera del hombre, y otra muy distinta la que el hombre busca y espera de la mujer.

La diferencia entre los motores y motivaciones de hombres y mujeres se agudiza durante los primeros cuarenta años de vida. De los cuarenta en adelante los motores y motivaciones se van emparejando, sin llegar a compartir el cien por cien de estos. En nada es más notoria esta diferencia que en la elección y relación de pareja, y en la educación y formación de los hijos. 

Hombres y mujeres buscan y persiguen cosas totalmente distintas.
En la vida nadie quiere lo que tú quieres, y el que quiere lo que tú quieres, no lo quiere como tú lo quieres.

Hombres y mujeres buscan y persiguen cosas totalmente distintas. Por ejemplo, padre y madre quieren lo mejor para sus hijos. La diferencia estriba en lo que ambos definen como “lo mejor para sus hijos”. 

Lo mismo pasa en el combes del amor. Ambos quieren una pareja, no obstante los motores y motivaciones que los llevan a escoger pareja son tan diferentes, que la relación se torna complicada, pues esta no solo se trata de la convivencia de dos sistemas nerviosos disímbolos, sino que además es la cohabitación de dos biografías diferentes, con motores y motivaciones diferentes.

Son dos los temas a discurrir:
¿Qué es lo que antropológicamente busca una mujer en un hombre?
¿Qué es lo que antropológicamente busca un hombre en una mujer?
Con ánimo de no extendernos en demasía, dividiremos el tema en dos partes. En esta entrega trataremos de responder a la primera parte: qué es lo que antropológicamente busca una mujer en un hombre.

Mea culpa.
Antes de escribir del tema, me es menester justificarme ante los dos o tres lectores que tengo, ya que se requiere de una acusada desconexión mental para atreverse a escribir de esto, y gracias a que mi desconexión mental es mayúscula, es que oso escribir de esto.

Reconozco que lo más normal es que los lectores se sientan incómodos con lo aquí expuesto. No obstante si se dan la oportunidad de analizar el tema desde la biografía de los otros y no de la suya propia, encontraran que las razones por las cuales hombres y mujeres buscan y eligen pareja, les hacen sentido.

Antropológicamente qué busca una mujer en un hombre.
La mujer es mucho más electiva que el hombre. Su estructura antropológica le lleva a ser mucho más prudente que él, lo cual es notorio en todos los ámbitos del quehacer humano.

La mujer observa, analiza, mide, trata de ver más allá de lo que se percibe a simple vista. Claro que también se deja ir por la primera impresión, no obstante no se detiene en esta. Si lo que ve le interesa, va más allá… Indaga, pregunta, hace acercamientos sutiles, recopila información y ya una vez que tiene todos los elementos, actúa. Justo ahí, es cuando el otro, aun sin saberlo, sin estar consciente de ello, es elegido por ella. De aquí en adelante poco es lo que podrá hacer al respecto.

Esto no quiere decir que ya una vez seleccionado no tenga el poder de decidir. Por supuesto que lo tiene. Lo que significa es que entrara a un proceso en el que cada vez le será más difícil darse cuenta de lo que está pasando. Creerá que él es el que está haciendo todo. Nada más lejos de la realidad. Ella le estará mandando los reactivos que necesita para hacer que él haga lo que tienen que hacer, logrando, en todo momento, que él crea que él es el que lo está haciendo.

Por otro lado está el tema de la familia.
La mujer, más que el hombre, es la que lleva la responsabilidad de la familia, de la crianza. Ella educa, forma, atiende, cura. La mujer vive hacia adentro. Esto le hace interiorizar a los suyos. De tal suerte que cuando la mujer sale de casa, sale con todos los suyos. Nunca sale sola. Tal vez no vayan físicamente con ella, pero los lleva consigo. La acompañan en mente y cuerpo.

El hombre, por el contrario, vive hacia afuera. Cuando el hombre sale de casa para ir a su diario quehacer, sale solo. Nunca sale con ellos. En el hombre, la pareja, hijos y familia son un accidente, no una substancia. No los tiene interiorizados. En él, los suyos, son una intermitencia, en ella, una permanencia.

Así pues, la que asume la responsabilidad de hacer el nido es ella. No solo la asume, sino que antropológicamente es la más apta. Todas estas variables que le son tan propias, tan íntimas, tan inherentes a la esencia de ser mujer, hace que lo que ella busque en un hombre sea totalmente diferente a lo que el hombre busca en una mujer.

Empecemos con las incomodidades…
La mujer, al elegir un hombre, voltea ver a ver ligeramente hacia abajo. Ocasionalmente a nivel horizontal y nunca hacia arriba.

De hecho hay mujeres con tal vocación espeleológica, que en lugar de voltear a ver ligeramente hacia abajo, voltean hacia los abismos, hacia las cuevas más profundas. Y es ahí, en esas profundidades, donde encuentran al hombre que están buscando.

Este fenómeno se ve mucho en las maquiladoras. Fenómeno que explica el que muchas mujeres de ese sector vivan solas con sus hijos. Ya que el hombre que escogieron era un hombre muy fácil de gobernar, pero con poco que aportar.

Qué busca la mujer sobre un hombre: Soberanía.
La razón por la cual la mujer voltea a ver ligeramente hacia abajo cuando elige pareja, es porque necesita tener Imperio sobre ese hombre. La mujer necesita tener soberanía sobre el hombre para poder gobernarlo, dirigirlo, acotarlo. Un hombre que le es ingobernable, no le sirve para formar familia.

La mujer busca ante todo que sus hijos sean más que sus progenitores. Que vivan mejor que los que sus padres vivieron y que tengan mejores posibilidades que las que sus padres tuvieron. Y esto no lo va a poder lograr si tiene a su lado a un hombre al que no pueda gobernar.

Es por ello que al elegir pareja busca que el otro tenga las herramientas para salir adelante. Que sea capaz, pero que mental y espiritualmente la necesite. La mujer necesita ser necesitada. Y un hombre que no la necesite, no es sujeto de su elección.    

La mujer, por naturaleza, tiende a acotar, el hombre a expandir.
La mujer vive hacia adentro, esto la lleva a crear un coto de protección donde los suyos puedan estar protegidos del mundo. Para poder protegerlos, necesita acotarlos. Darles un campo de acción con variables controladas, sino todas, por lo menos una buena parte de ellas.

La mujer acota al marido, a los hijos. No solo los quiere tener consigo, sino que además necesita saber de ellos, donde están, que hacen, que piensan, que sienten, a qué hora regresan, con quien van, porqué, con quien hablan, de qué, a quien le mandan correos, que dicen esos correos y una suma de etcéteras. 

Necesita conocer a la gente de la que se rodean. Respirarlos, observarlos, estudiarlos, analizarlos, y, si ve algo que no le gusta, que atenta contra su coto de protección, entonces creará las trabas y obstáculos que les dificulten la continuidad de esa relación.

Esta necesidad de coto que es inherente a la mujer, se vería afectada ante un hombre al que no pueda gobernar. Necesita forzosamente tener Imperio sobre él.

Esto no quiere decir que la mujer busque a un hombre que no sea inteligente, que no tenga la capacidad de hacerle frente a los avatares de la vida. Todo lo contrario. Busca que sea capaz, que pueda resolver, proteger y crear una plataforma patrimonial y cultural que proyecte a los hijos a más y mejores horizontes, pero ese hombre debe depender emocionalmente de ella, de lo contrario, le seria sumamente difícil hacer y formar familia.

Las cimas y los abismos.
Líneas arriba comentamos que hay mujeres que voltean a ver muy abajo. Mujeres que confunden imperio con carácter e inteligencia.

Está claro que un hombre que carece de carácter, que es poco inteligente, es fácil de gobernar. Es un hombre que no le va a dar problemas. Que será fiel, obediente, hogareño, gobernable. No obstante poseerá pocas herramientas para resolver la vida, amén de que tendera a delegar en ella la responsabilidad patrimonial, o a escapar y salir de ahí, olvidando mujer e hijos.

Por el contrario, los hombres que poseen carácter e inteligencia y que emocionalmente están centrados en sí mismos, son hombres atractivos, pero difíciles de acotar. Estos hombres viven instalados en el hacer.

Sus motores tienen que ver con el logro y el poder. No con el ser. Para estos hombres lo más importante es la construcción del Imperio, no de la familia. La pareja y los hijos son importantes, pero no esenciales. Los hijos empiezan a ser esenciales cuando están próximos a asumir el imperio. Antes son de la madre y ocasionalmente del padre…

En el siguiente artículo hablaremos de lo que el hombre busca en una mujer.


sábado, 13 de junio de 2015

Elecciones intermedias.

Las elecciones intermedias que recién se vivieron en México, marcan un antes y un después en el acontecer político y cívico del país. El primer indicador de que las elecciones intermedias que recién vivimos son señal de un nuevo comienzo, es el hecho de que estas, como ningún otra, fueron una fiesta cívica.

El antecedente que más se asemeja a una fiesta cívica fue el de las elecciones que llevaron a Fox a la presidencia, no obstante lo que separa las elecciones que recién tuvimos de las anteriores es el hecho de que esta fue una elección intermedia, y ni las elecciones intermedias de Fox se le acercan a esta en cuanto a movilidad y respuesta social.

El segundo indicador del antes y después es el de los candidatos independientes.
Los candidatos independientes representaron una bocanada de aire fresco en la política de nuestro país. Cierto es que los partidos aceptaron darle cauce a la figura de los independientes, como una estrategia para despresurizar la inconformidad de la gente ante el descrédito de los partidos, pero también es cierto que el resultado sorprendió a los partidos y a los mismos independientes.

Los casos más connotados son los de Manuel Clouthier y el de Pedro Kumamoto. 
De estos dos el más representativo es el de Kumamoto, quien obtuvo el 38.4% de los votos.

La elección de Kumamoto es la más representativa de todas las candidaturas independientes debido a varios factores:
1) De los seis candidatos independientes, es el único que no tenia experiencia política, y aun así gano. 
2) El único que no contaba con respaldo económico. Su campaña costo 18 mil pesos.
3) La parametria de su voto indica que logro captar por igual la atención de jóvenes y mayores.
4) Demostró que lo único que se requiere es querer participar, cabeza y determinación. 
5) Demostró que no es necesario contar con el respaldo de la cúpula económica, ni tener atrás de él un grupo experto en manejo de redes.

Los independientes cambiaron las reglas del juego, pero Kumamoto mas ningún otro. 

Estamos claros que esto es solo el comienzo. Lo real empieza en el momento en que entren en funciones. Fox tuvo su oportunidad. Todo Mexico celebro el cambio y el cambio nunca llego. Veamos si esta es la señal de un nuevo comienzo o solo una llamarada de rápida extinción, tal como lo fue el caso de Vicente Fox.

Jaime Rodriguez Calderón (el Bronco).
Jaime Rodriguez militó 33 años en el PRI. Ocupo varios cargos de elección popular y varios administrativos. Renunció al PRI al no lograr la candidatura de ese partido y se lanzo como independiente.

Jaime es un animal político. Tiene el don y el sentido de la política, del manejo de masas y ejercicio del poder. Es alguien que negocia, enfrenta, da la cara y busca llegar a acuerdos. Todo lo propio de un real y genuino ente político. 

Reacciona bien ante la oblicuidad y posee un buen manejo de crisis, amen de que es un excelente debatiente. Basta con ver lo debates que sostuvo con todos los candidatos a gobernador, para constatar lo que aquí dicho.

No obstante sus atributos, es difícil hacer un pronóstico de lo que será su gobierno. 
Sabemos que hizo un excelente trabajo como Alcalde de un municipio de 142 mil habitantes, sin embargo los retos que enfrentara como gobernador de un estado de 4.6 millones de habitantes, son muy diferentes a los que tuvo que enfrentar como Alcalde.

Jaime Rodriguez gano las elecciones debido a una suma de causas:
1) Su indudable capacidad y experiencia política, la cual es muy superior a la de sus contendientes, incluido Fernando Elizondo el cual es un gran administrador mas no un político. 

2) El apoyo de la cúpula económica del estado, la cual, cansada de las corruptelas de ambos partidos y de la concentración de negocios de Rodrigo Medina, decidió jugársela con Jaime Rodriguez a condición de que éste mantuviera a Fernando Elizondo y otras personas escogidas por ellos en el Gabinete de Gobierno. La cúpula logra con esto lo que en vida del hoy extinto Grupo Monterrey... Nombrar a uno o dos secretarios del gabinete presidencial, solo que en este caso será del estado.

3) Otro factor importante fue el incondicional apoyo de Alejandro Junco (periódico El Norte) y el excelente trabajo que llevo a cabo en las redes el equipo contratado por la cúpula económica del estado, para incidir en el voto de ese gran espectro de personas que determinarían el resultado de las elecciones.

65% de los votos los emitieron jóvenes entre 18 y 25 años. Jóvenes que no saben de política pero que responden bien a la mercadotecnia. 

El otro 35% de los votos lo emitieron adultos hartos del descrédito de ambos partidos, no obstante lo mas importante a destacar aquí es que la burocracia media del gobierno voto en masa por Jaime Rodriguez, lo que en si dice mucho, pues es gente que vive del sistema pero que esta harta del sistema.

Sin lugar a dudas Jaime Rodriguez capitalizo, con la ayuda de la cúpula, de Alejandro Junco y de los expertos en redes contratada por la cúpula, el hartazgo de la gente y la ingenuidad e inocencia de los jóvenes de 18 a 25 años, no obstante lo verdaderamente importante es lo que esta por venir... Su ejercicio de gobierno. 

Así como Pedro Kumamoto rompió las reglas para los partidos, los cuales de aquí en adelante tendrán que darle mas valor al perfil del candidato que a la fuerza del partido, Jaime Rodriguez tendrá la oportunidad de romper las reglas del gobierno...

La incógnita es saber si lo hará... 

Esperemos que si.

jueves, 11 de junio de 2015

Los estadios del amor...

Por la misma razón que llegas a una persona, la dejas…

Qué siente por su pareja: ilusión, enamoramiento o amor.

No hay tema más complejo y difícil de discernir que el del amor. Todos somos expertos en él, aunque no todos lo podemos explicar antropológica e intelectualmente. Se requiere mantener una cierta distancia del amor para estudiarlo, diseccionarlo. Para analizar cada una de sus partes como un todo y cada una de estas en relación al todo. 

Y sucede que los que más observan, estudian y diseccionan el amor, son los menos aptos para hablar de él, pues son los que menos lo conocen. Estos son como el cirujano, analizan y diseccionan con el bisturí de su intelecto los pormenores del amor. Lo que cual de suyo les hace difícil la experimentación biográfica del mismo. Identifican plenamente cada una de las etapas y con ellas el devenir de la siguiente. Es como si asistieran a una película que ya vieron muchas veces. 

Afortunadamente para nosotros, este tipo de personas nos son de suma utilidad, ya que nos hacen evidente lo que es el amor, sin la necesidad de tener que llevarlo a cerebro. Todo lo que llevas al cerebro se muere. Y el amor, cuando lo racionalizas, deja de ser amor. Se extingue, se va. El amor, en cuanto amor, es irracional, psicótico. Ni puedes, ni debes racionalizarlo. En cuanto lo racionalizas deja de ser amor. 

Antes de explicar los estadios o etapas por las que transita el amor, es importante comentar que la base o cimiento de cada una de ellas es el instinto. El instinto nos hace voltear a ver a aquel que genéticamente posee lo que necesitamos para mejorar la especie. 

El instinto es un golpe genético. Nada tiene que ver aquí la mente, cultura, educación y demás atributos de la persona. Son sus genes los que le impelen a ver y buscar a ese otro que posee los genes que necesita para engendrar un ser con mayores y mejores probabilidades que las de sus progenitores. 

El instinto es el que hace que el hombre voltee a ver a esa mujer que posee caderas para engendrar y busto para amamantar. No importa si el hombre ya no esta en edad reproductiva. Sus genes no saben eso. Saben que ella posee la mezcla genética que necesitan, y sus caderas y busto lo confirman. Esta es la razón por la cual las mujeres dicen que los hombres mayores son viejos rabo verdes… Ya que estos, aun cuando no estén en edad de reproducirse, voltearan a ver esa mujer obedeciendo a sus genes.

Me permito argumentar en defensa de los hombres, que el problema de color es una cuestión de tiempo. Si usted pinta una pared de azul, esta, al paso de las décadas, se degradará tomando un color verdoso. A los hombres nos pasa igual, empezamos como Príncipe Azul y al paso de las décadas terminamos como Viejos Rabo Verdes. Es decir, se nos degrada el color...

De igual manera, es el instinto el que hace que la mujer voltee a ver a ese hombre que posee una espalda triangular, una cintura pequeña y unos glúteos y piernas fuertes… Claro que ya estoy oyendo las protestas de las mujeres… ¿Glúteos fuertes? ¿Cuáles, donde? Lo que pasa es que las mujeres tienen las caderas rotadas hacia adentro, lo que les permite cargar al bebe durante el embarazo. Los hombres las tienen rotadas hacia afuera, lo que les permite correr más distancias y más rápido.

Unas caderas rotadas hacia adentro hacen que los glúteos sean más prominentes. Las caderas rotadas hacia afuera hace que el glúteo sea menos pronunciado, y que en algunos casos no llegue más que aun ligero esbozo de glúteo. No obstante la mujer se sentirá atraída por ese hombre que posea esos todos o algunos de los atributos arriba mencionados.

Esta atracción va mutando con el tiempo. Muta en función de la edad, preparación y cultura del otro. No quiere decir que deje de existir, sino que se dirige de otra manera.

El amor pasa por tres estadios: la Ilusión, el Enamoramiento y el Amor.

Ilusión.
La Ilusión sucede cuando entramos a un lugar y encontramos ahí a una persona que nos arrebata, que nos encanta. Sentimos que se nos va el audio. Dejamos de oír los sonidos del lugar, percibiéndolos como ruidos lejanos, remotos que llegan a nuestros oídos como algo difuso. Nuestra mente esta extasiada en la contemplación del otro. Nos sentimos arrobados, como en pausa. Nada atrapa más nuestra atención que la presencia del otro.

En ese instante sentimos que esa persona es la que estábamos buscando. Nuestro sistema así nos lo indica. Ellas dirán que sienten mariposas en el estómago. Es probable que nosotros no lo expresemos tan poéticamente, pero la sensación es parecida.

La ilusión, no obstante, es efímera. Cuando la persona o nosotros salimos del lugar en el que esta está y nos enrolamos en las otras cosas que tenemos que hacer, descubrimos que esa persona que ocupo tan intensamente nuestra mente y emociones, ya no está ahí… se esfumo. Ya nos acordamos de su existencia…

Cierto que nos va a volver a pasar los mismo cuando coincidamos de nuevo, pero también es cierto de que la volveremos a olvidar minutos después de que la dejemos de ver. Esto no es enamoramiento y mucho menos amor. Es solo una bella y hermosa ilusión.

Enamoramiento.
El enamoramiento es una ilusión prolongada. Pasa por un proceso similar al anterior. La diferencia estriba en que la ilusión se mantiene aun sin la presencia del otro. Esto ya es enamoramiento. Es lo que nos impele a regresar al lugar donde la vimos para ver si la volvemos a ver. 

Es lo que nos lleva a mantenernos alerta para identificar con la mirada a ese otro que nos arrobo y que no hemos podido olvidar. Lo buscamos por todas partes. No hay lugar al que vayamos que no sea sujeto del escrutinio de nuestra mirada. El objetivo es verle. Coincidir para poder hacer lo que no hicimos la primera vez… Hacernos presentes en el otro.

El enamoramiento nos lleva al otro. Nos impulsa a acercarnos a él para verle, oírle, respirarle, tocarle y, si nos va bien, gustarle.

El enamoramiento nos hace hacer cosas que normalmente no haríamos. El ridículo se nos da bien en esta etapa. Es tal nuestra necesidad de captar su atención que hacemos cosas impropias. Cosas de las que después nos reiremos por ilógicas y evidentes.  

El enamoramiento es una imbecilidad transitoria, que nos hace ver preferentemente a un individuo sobre los demás individuos. Cierto que en algunos casos la imbecilidad es permanente, pero esta se debe a otras cosas.

La imbecilidad de la que somos sujetos, hace que no veamos al otro como el otro es. Es por ello que se dice que el amor es ciego pero los vecinos no. El enamoramiento tiene una curva que al paso del tiempo va bajando, lo cual nos permite desvelar poco a poco lo que el otro es. Ya no lo vemos como lo veíamos, pero tampoco lo vemos tal como es. El velo que nubla la mirada del enamorado, se adelgaza, pero no desaparece.

El enamoramiento es lo que hace que muchos años después, cuando te vuelves a encontrar a esa persona de la que creías estar plenamente enamorada, la veas, te asombres y te preguntes… ¿cómo pude andar con esa cosa? Claro que también es probable que esa cosa piense lo mismo de nosotros.

Amor.
El amor es algo totalmente distinto al enamoramiento. El enamoramiento es emoción, el amor es sentimiento.

El amor es una entrega univoca hacia una sola persona. 
El amor se alimenta de lo que el otro es, de sus límites (defectos) y de sus potencias (virtudes). Al otro se le ama por lo que es, no por lo que pretende ser o por lo que queremos que sea. Es una aceptación plena del otro. Aceptación que no implica conformismo. Al contrario, implica lucha, progreso, desarrollo.

El amor es el principal motor de los seres humanos. 
El amor que se le tiene al otro, es lo que nos lleva a acotar nuestros defectos y maximizar nuestras virtudes. Es lo que nos hace querer ser mejores personas. Querer ser dignos al ojo del otro, ya sea la pareja, los hijos,, padres...

El amor en la pareja se alimenta del otro, de su presencia y esencia. 
El amor en cuanto amor, no disminuye por la ausencia física del otro. Todo lo contrario. Esta tan interiorizado en nosotros que aun en la ausencia se siente su presencia. Es como si estuviera a un lado de nosotros. Acompañándonos, hablándonos al oído, diciéndonos todas esas cosas que nos hacían reír, pensar, llorar, corregir, construir…

El amor demanda y exige lo mejor de nosotros. Nos impele a construir una nueva estatua de nosotros mismos. Nos motiva a alcanzar nuevas alturas. Nos conforta en la derrota, nos salva, nos cura y nos vuelve a exponer. Nos impulsa a luchar, a no darnos por vencido. El amor nos lleva a fundir nuestra alma en el alma del otro.

Si esto es así, porque entonces se da tanto divorcio.  
El divorcio se da debido a que la razón por la que llegamos al otro, es misma que nos hace dejarlo. 

Si llegamos al otro por instinto, lo dejaremos por instinto.
El instinto, ya una vez que se satisface, desaparece. El instinto es un impulso intermitente que se puede sentir por varias personas. Son nuestros genes identificando los genes de todos esos otros con los que nos podemos reproducir para crear una nueva y mejor carga genética.

La gran mayoría de los hombres y mujeres forman una relación, donde no hay nada más que instinto. Y este no es univoco. Es amplio, universal. Se puede satisfacer con más de una persona, mientras que el amor no. Las relaciones sustentadas en el instinto están condenadas a perecer.

Otra buena parte de hombres y mujeres llegan a la relación como producto del enamoramiento. Y la curva de este nunca es mayor a dos años. A los dos años empiezas a ver con claridad al otro, y si ese otro no es la mejor expresión de ti, entonces lo vas a ver como carga, como obstáculo, como un compromiso que te obliga a estar ahí aun cuando no quieres estar ahí… El rompimiento es inevitable.

En el amor lo que te lleva a estar con el otro es lo que el otro es. Eso que te impele a ser mejor, a luchar, a construirte como mejor persona. 

El amor no es carga. Es devoción. Es entrega. El amor se construye en el día a día, en las derrotas y en los aciertos. Se duelen, se festejan, se necesitan, se son.

El amor es una entrega de cuerpo y alma. 
No se puede entregar el cuerpo sin entregar el alma, y el alma sin entregar el cuerpo. 
El amor es una atracción hacia una sola persona. Esa persona que nos hace sentir vulnerables, pero que al fundirnos con ella nos encontramos, nos reconocemos en él, ese otro que nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos… que nos da la fuerza y el coraje para salir adelante...

Y usted, porque esta con su pareja: instinto, enamoramiento o amor. 

martes, 9 de junio de 2015

La importancia de la personalidad.

Lo único que nadie te da, nadie te quita y desaparece contigo al morir es la personalidad, y es lo único que no trabajamos. La personalidad es la clave del éxito, por eso sorprende el que su construcción y devenir obedezca más al azar que a una firme intención de construirla.

La palabra personalidad viene del etrusco per-sonare (para que suene). Era un instrumento que usaban los actores para magnificar su voz en el teatro. Así pues, la personalidad es lo que suena de nosotros. Es ese ruido o sonido que consciente o no, en nuestra calidad de emisor, enviamos a los demás.

La personalidad es percepción.
Lo primero que los demás perciben de nosotros es nuestra imagen, porte, formas  y maneras.
La otra parte, la que corresponde a la cultura, educación, dicción y elegancia en el ser y hacer lo perciben con el trato. Así pues, la primera impresión que nos formamos de los demás y que proyectamos en los demás, es debido a la imagen, porte, formas y maneras de ellos y de nosotros. La personalidad es, en apariencia y trato, lo que define nuestra relación con los demás.

Al ver el porte, dignidad, señorío y comportamiento de un ser humano, no es inevitable no formarnos una idea que nos hará proclives a abrirnos o cerrarnos ante cualquier oportunidad de trato con él. Ya una vez superada esta barrera, serán los demás elementos de su personalidad: cultura, educación, dicción y elegancia en el ser y hacer lo que nos confirme lo percibido, o lo que nos sorprenda o desencante si es que subestimamos o sobreestimamos sus cualidades. 

La personalidad no tiene que ver con la cuna, ni con el dinero, tiene que ver con la persona. Tener recursos ayuda, pero no resuelve. El que resuelve es el individuo y lo resuelve consigo mismo, con su higiene física y mental, con su trato, formas, educación, porte y prestancia. 

La realidad es que la construcción de la personalidad no es una prioridad en la educación de los hijos y en la formación del individuo. La personalidad es, en la gran mayoría de los casos, el resultado de nuestro errático y accidentado accionar. No existe en los padres de familia, en los formadores ni en el individuo una intención dirigida hacia la construcción de la personalidad.

La personalidad se nutre principalmente de tres factores claves: cerebro, mente y cuerpo.

Cerebro.
Pensar que se piensa no es pensar, es imaginar.
Piensa aquel que tiene la capacidad de pensar lo que piensa, aquel que tiene la capacidad de decirle a su cerebro que es lo que éste debe pensar.

Es importante entender que el cerebro no está hecho para pensar, está hecho para adaptarse y sobrevivir. El cerebro es como el ojo. El ojo está hecho para ver, no para mirar. A nosotros nos corresponde enseñarle a mirar. Enseñarle a ver más allá de lo obvio, de lo inmediato. 

Con el cerebro nos pasa lo mismo. Nos es menester educarlo, formarlo, enseñarle a pensar.
El cerebro que no piensa desarrolla una pereza mental recurrente, al grado que cuando este se ve en la necesidad de hacerle frente a un problema y parir una decisión, no podrá ni sabrá cómo hacerlo.

Si usted no enseña a su cerebro a pensar, este hará todo lo posible para que sea otro el que piense por él, generando una solución que no es de usted ni aplica a usted.

Mente. 
La mente se conforma por todas esas conexiones sinápticas que hemos establecido en el cerebro. Conexiones que se forman y nutren de vivencias, experiencias, viajes, gente y demás cosas que nos hemos permitido ver, leer, oír y vivir.

Todas estas conexiones, ya una vez establecidas, trabajan a su aire. Toman del archivo general imágenes, frases, ideas y emociones para crear un cúmulo de pensamientos que poseen un cierto grado de orden y forma, ya que las conexiones que establecemos en el día a día van dejando un patrón de ideas, querencias y motivaciones de las que no estamos del todo conscientes.

Uno aprende a querer lo que ve, oye y gusta... Si cambias lo que ves, oyes y gustas, cambia tu mente y con ella tu patrón de ideas querencias y motivaciones.  

Somos nosotros los que consciente o inconscientemente le creamos a nuestra mente un patrón o modelo de pensamientos y querencias que trabajan a su aire, generando decisiones y acciones que seguramente nos parecen plausibles, pero que no son las mejores.

Para mejorar nuestras decisiones, nos es menester mejorar el patrón operativo de nuestra mente. Y si bien es cierto que podemos incidir en él, también lo es el que no lo hacemos. Los seres humanos pensamos poco, muy poco. Pensamos solo cuando tenemos un problema, y lo que pensamos es el problema en sí. Nunca vemos ni vamos allá de él.

Los seres humanos, cuando tienen un problema que no pueden resolver, crean uno mayor.
Otra realidad poco atendida de nuestra mente es la forma en que resolvemos o enfrentamos las crisis. Una mente que ha desarrollado el hábito de no pensar, ante una situación que no tiene el valor para encarar o que no sabe cómo resolver, creara como distractor, un problema mayor. 

El problema creado en estas circunstancias es de tal magnitud y extensión, que no solo opacará al anterior, sino que se extenderá a terceras personas, recayendo en estos parte de la solución...
Así, la muchacha que salió muy mal en el semestre y que teme enfrentar a sus padres, se embaraza. De tal suerte que el semestre es una minucia comparado con lo del embarazo, amén de que el embarazo es problema de todos, no nada más de ella.   

Tan pronto dejamos de pensar, ya sea porque resolvimos el problema o creamos otro mayor, regresamos en automático al patrón operativo con el que trabaja nuestra mente. Patrón que determina nuestro diario accionar. Razón por la cual hay ocasiones en las que ante un acto consumado nos preguntamos con sorpresa: ¿por qué habré hecho yo esto? La respuesta es simple: lo que hicimos obedece a una decisión que tomo nuestra mente por nosotros. Decisión que tomo en función del patrón que le hemos instalado.

La construcción de la mente demanda de una estricta observación y cuidado de todo lo que vemos, oímos y leemos. Así como del lenguaje que usamos y la gente con la que nos juntamos.

Nos es menester escoger lo que vemos, oímos y leemos.
Para la construcción o modificación de la personalidad, nos es de suma importancia cuidar nuestro lenguaje. Usar las palabras correctas para decir lo que queremos decir. Rodearnos de gente que demande de nosotros una mejor preparación, cultura, visión y formas de expresión. Todo esto va hacer que cambie nuestra mente y con ella el patrón o modelo de pensamientos y querencias con las que esta decide y opera el mundo.

La mente es el arma más poderosa de la personalidad, y es nuestra primera responsabilidad.

Cuerpo. 
Las almas como los cuerpos, tienen formas diferentes…

El cuerpo, porte, formas y maneras de expresarnos a través de él es uno de los sellos distintivos de la personalidad. Mantenerse esbelto, erecto, limpio, bien arreglado, etc., es una parte importante de nuestra personalidad. 

Es común ver gente mal parada, mal sentada, vestida sin propiedad, sin elegancia, con un cuerpo amorfo, descuidado. Un cuerpo que es la representación de esa fuerza latente que lo está sosteniendo. Cierto que por el cuerpo de una persona no podemos saber si es inteligente, pero si nos dice que en él hay carácter y decisión, de lo contrario no tendría ese cuerpo.

El cuerpo es una expresión de la mente. Es nuestra tarjeta de presentación ante los demás. Un cuerpo esbelto, formado, erguido, limpio y bien vestido, hace que los demás se lleven una mejor imagen de nosotros, amén de que es una invitación a que el otro conozca algo más de nosotros, la mente.

Conclusión.
Vivir implica moverse y actuar en un espacio o ámbito común en el que se ha de crear una identidad y un distingo, y esa identidad y distingo es la personalidad.

No somos responsables de nuestra genética, pero si de lo que hacemos con ella, y si algo pone en evidencia lo que con nuestra genética hemos hecho, es la personalidad...

Usted decide que mensaje le manda los demás.

jueves, 4 de junio de 2015

El Ser en la entrevista antropológica.

El Ser como motor antropológico.
En los artículos sobre la entrevista antropológica explicamos que en esta se exploran varias áreas del quehacer humano:

Los Motores Antropológicos, eso que nos lleva a la acción;
Las Motivaciones, eso que aún no somos pero que quisiéramos ser;
Los Perfiles Antropológicos, el Ser y Hacer como unidad. Nuestro modo específico de organización.

Vamos a empezar con los Motores Antropológicos: Ser, Hacer, Tener. Centrándonos en esta primera entrega en el Ser.

Motor Antropológico: El Ser.
En la vida lo mismo que te lleva al éxito, te lleva al fracaso.
El motor antropológico es aquello que de natura nos lleva a la acción. Aquello hacia lo que gravitamos de manera natural.


Este motor (el Ser) tiene que ver con lo humano, con sus formas de expresión, manifestaciones, límites y potencias.

A las personas que tienen el Ser como motor, lo que les mueve a la acción es el otro. Sus alegrías, penas, tristeza y penurias. Son personas sensibles, románticas y con una nobleza que en ocasiones frisa en la ingenuidad.

Son personas que gravitan sobre los demás. Lo que realmente les importa es el Otro, su semejante. Los procesos, sistemas, logros y beneficios son importantes, pero no prioritarios. Lo prioritario en él son esos otros que si son sus otros (pareja, familia, parientes), y esos otros que no son sus otros (amigos, conocidos y desconocidos).

Algunos de ellos son selectivos, por lo que canalizan su energía y emociones hacia esos otros que si son sus otros, mientras que los no selectivos amplían su horizonte de acción, involucrándose hasta con aquellos no son sus otros.


Las personas que tienen el Ser, como motor preponderante, tienden a ser emotivos, idealistas y soñadores. Son individuos bien intencionados pero reos de un optimismo no fundamentado que les hace creer que las cosas son más simples de lo que son.

Poseen un alto nivel de energía emotiva, lo que hace que la gran mayoría de sus actos sean de impulso, es decir, actos que nacen y mueren súbitamente.  Impulsos de corta duración.

Son cien por cien operativos, con una visión operativa de las cosas y por ende con un campo de acción reducido en el combes empresarial. No obstante fuera del ámbito laboral, comercial o empresarial, son muy buenos en el arte, medios, música y letras.

Suelen sea amables, atentos y educados. Su hacer y decir, aunque impulsivo e imprudente en ocasiones, no posee la intención de faltar o agraviar al otro.
Su relación con los demás es abierta y cordial. Trata por igual a propios y extraños. No gustan de los materialistas ni de aquellos que solo ven el resultado, ni de esos que son capaces de pasar sobre la sensibilidad de los demás en eras de lograr lo que quieren. 

Las personas que tienen el Ser como motor, se distinguen por ser muy buenos operadores, no obstante hay que ayudarles en el manejo y correcta administración de los recursos, tantos los propios como los ajenos.
Claroscuros del Ser. 

Las personas que tienen el motor del Ser como preponderante, poseen una muy buena capacidad para seguir procesos y normas.
Son excelentes segundos.
Saben dar apoyo y trabajar en equipo.
Todo lo que hacen es personal. Lo hacen porque están convencidos de ello.
Siempre están dispuestos a ayudar, atender y resolver los problemas de los demás.
Son románticos, emotivos y buenos actores.
En el ámbito de las letras se distinguen por tener una producción literaria en donde el optimismo, idealismo y romanticismo son el distingo que los separa de los demás.    

Su lado gris es que se involucran en los problemas de los demás, los toman como propios aun cuando no tengan nada que ver con el otro ni con su problema.
Tienden ser ingenuos, lo que hace que les sea muy fácil creer en lo que el otro les dice, aun cuando el acto de éste justifique lo contrario.
Son influenciables y victimas fáciles de la persuasión emotiva, sobre todo si el otro usa los sentimientos y las desgracias para manipular sus sentimientos.
Poseen temperamento, pero no carácter, lo que hace que les cueste mucho dirigir su naturaleza para que esta no les dirija a ellos. 

Como dato anecdótico, es interesante anotar que todos los sin hogar del mundo son personas que tienen el Ser como motor en grado extremos. Su desapego a lo material y al sistema, los lleva a vivir en la calle.

Conclusión:
Las personas que tienen el Ser como motor, necesitan de un líder que les apoye en el seguimiento y en la administración de los recursos y del tiempo. 

Son excelente operadores, seguidores. Cuando logran identificarse con su superior inmediato, forman un equipo sólido y entregado al trabajo.

Son garantía de continuidad.

lunes, 1 de junio de 2015

El Interesante, el Admirable y el Bruto.

En el diario quehacer nos es común encontrar tres tipos de seres humanos, el Interesante, al Admirable y el Bruto.

El Bruto.

El Bruto es ese hombre común y corriente que encontramos en todos los ámbitos del quehacer humano. Se le encuentra en todos los niveles de la estructura social y en todos los oficios. Está en la política, en las empresas, en la docencia, iglesias y medios. El Bruto es ese hombre que no conforme con su imbecilidad la anuncia. Cuando lo cierto es que nada se agradece más que un Bruto anónimo. El Bruto anónimo es encantador. No incordia, no molesta ni nos hace padecer su insulsa medianía. 

El Bruto da por sentado que él es el centro del universo. Cuando explica algo lo hace desde su acontecer biográfico. No puede ver, pensar, analizar, deducir y explicar las cosas más que desde su perspectiva personal. Si usted le hace una pregunta universal, como por ejemplo, qué es el Bien. Este le va a dar una respuesta personal, la cual no podrá extender a los demás, ya que su respuesta no se aproxima ni siquiera a una pueril definición de lo que es el Bien.

En nada es más patético el Bruto que en los lances del amor. Si en algún lugar es notaria su medianía es en el combes del romance. El Bruto siente que es un Don Juan. Que es irresistible. Está convencido de que su sola presencia basta para generar en el otro una irresistible atracción hacia él. Esto es lo que hace que el Bruto se placee y haga el ridículo de manera mayúscula, sobre todo cuando está tratando de impresionar a alguien más.

En el Bruto hay poco que descubrir. A lo mucho se puede hacer un tratado de antropología natural o un ensayo sobre el eslabón perdido, pero nada más. La animalidad del Bruto es tan trasparente, que no hay forma de ignorarla. Solo un Bruto se sorprende con otro Bruto.

El Admirable.
El Admirable es ese hombre modélico. Es ese ser humano al que hemos idealizado con o sin razón. Ese que muchos quisiéramos ser o ese que los nuestros quieran que fuéramos. Ese que nuestros padres, maestros, tutores y parejas insisten en ponernos como ejemplo.

Los atributos del hombre Admirable son públicos. No porque él o ella deseen hacerlos públicos, sino porque son de tal magnitud que es imposible esconderlos. No obstante es importante anotar que sus atributos son específicos. Están circunscritos a un solo campo y en el mejor de los casos a dos. En los demás aconteceres del quehacer humano es tan común como el más común.

El Admirable, a diferencia del Bruto, poco habla de su vida privada y lo poco que dice se torna insustancial ante la magnificencia de sus virtudes, ya sean estas intelectuales, artísticas, políticas o empresariales. Lo que conocemos de él son sus atributos y damos por sentado que todo él es así. Nada más lejos de la realidad.

El Admirable se distingue de los demás no solo por esa habilidad especial que posee, sino porque esta va de la mano con una soltura y manejo de escenarios que hace que sus atributos se magnifiquen y que los otros nos lo pongan de modelo, no obstante es importante entender que la admiración implica lejanía, no cercanía. Ninguna de las personas que nos ponen de ejemplo o modelo a un Admirable, estaría dispuesta a vivir con él. En lo privado son poco / nada soportables.

En lo único que se parecen el Admirable y el Bruto es en lo referente a la egolatría. Se quieren tanto a sí mismos, que el solo pensar en alguien más los pone celosos.  

El Interesante.
El Interesantes es un ser difícil de definir.
Es ese ser humano que su sola presencia hace que le volteemos a ver. No podemos identificar en ese instante qué es lo que nos atrae, pero sabemos que nos atrae. Posee un imán que hace que los demás graviten hacía él.

Es dueño de un lenguaje, formas y estilo que confirman lo que su personalidad proyecta. El Interesante es interesante por lo que es, no por su belleza o porque posea una egregia figura. De hecho muchos de ellos no son poseedores de un rostro o físico superior. Lo que hace que sean interesantes es lo que son, su forma de ser, decir y hacer las cosas. 

El Interesante posee un halo de misterio innato.
El Interesante llama la atención desde la infancia. Es tan auténtico, tan original que no hay forma de no percibirlo. El Interesante es inabarcable, inagotable, indescifrable. No es un hombre público, no lo es incluso cuando es público. Puede ser escritor, poeta, político o artista, y aun así guarda un hermetismo de sí y de su vida que coadyuva a la perpetuación del misterio.

No es una persona que se distinga por su interacción social, no obstante en su trato con los demás muestra un nivel de educación, cortesía, cultura, dicción y elegancia, que hace deseable que la interacción se prolongue más allá de lo que él mismo está dispuesto a prolongar.

Es alguien que se expone poco a los demás y cuando se expone lo hace de manera electiva. Es una persona a la que nunca termina uno de desvelarlo, descubrirlo. Siempre hay algo en él, que sorprende y arrebata. 

El Interesante tiene el don mantenerse cercanamente lejano. Y si bien es cierto que convive poco con los demás, también lo es que cuando lo hace, lo hace de tal forma que es imposible que su paso no deje una huella en el acontecer biográfico del otro. El encuentro podrá ser circunstancial y efímero, no obstante su trato, sus actos, palabras, frases o respuestas, harán que ese encuentro circunstancial, se convierta en algo trascendental, en algo que deja en nosotros una huella más allá de lo imaginable.

Sirva para ilustrar lo anterior el caso del Vizconde de Chateaubriand (1768 – 1848).

El Vizconde de Chateaubriand, el hombre más feo de Francia en su época, publica su novela Atala y le invitan a una serie de presentaciones. En una de ellas coincide con la Marquesa de Custine, la mujer más bella de Francia. Esta lo ve y siente de inmediato una irrefrenable atracción hacia él. Lo invita a su castillo donde pasan unas semanas de tórrida pasión. Poco tiempo después el Vizconde de Chateaubriand se ve en la necesidad de salir al exilio, no regresando jamás con la Marquesa de Custine.
Veinte años después la Marquesa de Custine realiza una reunión en su casa con dignatarios extranjeros. La reunión marcha de las mil maravillas. Su hijo, diplomático también, exhorta a los invitados para seguir el convite en la biblioteca de la casa. Uno de los dignatarios, al llegar a la chimenea de la biblioteca, le dice a la Marquesa con un aire de suficiencia: así que aquí es donde Chateaubriand cayo sus pies, a lo que la Marquesa responde pronta, como ofendida: No señor mío, yo a los pies de Chateaubriand. 

Sirva esta insulsa anécdota para ilustrar el impacto que generan en los otros las personas Interesantes. Estas, aunque inabarcables e inagotables, dejan un huella indeleble en el acontecer biográfico de los demás. Huella que no puede dejar el Admirable y mucho menos el Bruto.