Hombres y mujeres somos miembros
de la misma especie, no obstante hay ocasiones en que pareciera que
pertenecemos a especies diferentes, ya que la forma de actuar y de pensar de
unos y otros es diametralmente opuesta.
Coincidimos, sin lugar a dudas, en
motores y motivaciones. Pero estas convergencias se dan solo en los valores
antropológicos -reproducción de la especie, conservación de la especia y mejora
de la especie. Fuera de ellos, las distancia en pareceres, forma de pensar y
actuar, hace que no movamos en continentes diferentes. Lo que genera que
nuestras necesidades y expectativas de la vida y del otro, sean desemejantes. Así
pues, una cosa es lo que la mujer busca y espera del hombre, y otra muy
distinta la que el hombre busca y espera de la mujer.
La diferencia entre los motores y
motivaciones de hombres y mujeres se agudiza durante los primeros cuarenta años
de vida. De los cuarenta en adelante los motores y motivaciones se van
emparejando, sin llegar a compartir el cien por cien de estos. En nada es más
notoria esta diferencia que en la elección y relación de pareja, y en la
educación y formación de los hijos.
Hombres y mujeres buscan y
persiguen cosas totalmente distintas.
En la vida nadie quiere lo que tú
quieres, y el que quiere lo que tú quieres, no lo quiere como tú lo quieres.
Hombres y mujeres buscan y persiguen
cosas totalmente distintas. Por ejemplo, padre y madre quieren lo mejor para
sus hijos. La diferencia estriba en lo que ambos definen como “lo mejor para
sus hijos”.
Lo mismo pasa en el combes del
amor. Ambos quieren una pareja, no obstante los motores y motivaciones que los
llevan a escoger pareja son tan diferentes, que la relación se torna complicada,
pues esta no solo se trata de la convivencia de dos sistemas nerviosos
disímbolos, sino que además es la cohabitación de dos biografías diferentes,
con motores y motivaciones diferentes.
Son dos los temas a discurrir:
¿Qué es lo que antropológicamente
busca una mujer en un hombre?
¿Qué es lo que antropológicamente
busca un hombre en una mujer?
Con ánimo de no extendernos en
demasía, dividiremos el tema en dos partes. En esta entrega trataremos de
responder a la primera parte: qué es lo que antropológicamente busca una mujer
en un hombre.
Mea culpa.
Antes de escribir del tema, me es
menester justificarme ante los dos o tres lectores que tengo, ya que se
requiere de una acusada desconexión mental para atreverse a escribir de esto, y
gracias a que mi desconexión mental es mayúscula, es que oso escribir de esto.
Reconozco que lo más normal es que
los lectores se sientan incómodos con lo aquí expuesto. No obstante si se dan
la oportunidad de analizar el tema desde la biografía de los otros y no de la
suya propia, encontraran que las razones por las cuales hombres y mujeres
buscan y eligen pareja, les hacen sentido.
Antropológicamente qué busca
una mujer en un hombre.
La mujer es mucho más electiva que
el hombre. Su estructura antropológica le lleva a ser mucho más prudente que él,
lo cual es notorio en todos los ámbitos del quehacer humano.
La mujer observa, analiza, mide,
trata de ver más allá de lo que se percibe a simple vista. Claro que también se
deja ir por la primera impresión, no obstante no se detiene en esta. Si lo que
ve le interesa, va más allá… Indaga, pregunta, hace acercamientos sutiles,
recopila información y ya una vez que tiene todos los elementos, actúa. Justo
ahí, es cuando el otro, aun sin saberlo, sin estar consciente de ello, es elegido
por ella. De aquí en adelante poco es lo que podrá hacer al respecto.
Esto no quiere decir que ya una
vez seleccionado no tenga el poder de decidir. Por supuesto que lo tiene. Lo
que significa es que entrara a un proceso en el que cada vez le será más
difícil darse cuenta de lo que está pasando. Creerá que él es el que está
haciendo todo. Nada más lejos de la realidad. Ella le estará mandando los
reactivos que necesita para hacer que él haga lo que tienen que hacer,
logrando, en todo momento, que él crea que él es el que lo está haciendo.
Por otro lado está el tema de la
familia.
La mujer, más que el hombre, es la
que lleva la responsabilidad de la familia, de la crianza. Ella educa, forma,
atiende, cura. La mujer vive hacia adentro. Esto le hace interiorizar a los
suyos. De tal suerte que cuando la mujer sale de casa, sale con todos los
suyos. Nunca sale sola. Tal vez no vayan físicamente con ella, pero los lleva
consigo. La acompañan en mente y cuerpo.
El hombre, por el contrario, vive
hacia afuera. Cuando el hombre sale de casa para ir a su diario quehacer, sale
solo. Nunca sale con ellos. En el hombre, la pareja, hijos y familia son un
accidente, no una substancia. No los tiene interiorizados. En él, los suyos, son
una intermitencia, en ella, una permanencia.
Así pues, la que asume la responsabilidad
de hacer el nido es ella. No solo la asume, sino que antropológicamente es la
más apta. Todas estas variables que le son tan propias, tan íntimas, tan inherentes
a la esencia de ser mujer, hace que lo que ella busque en un hombre sea
totalmente diferente a lo que el hombre busca en una mujer.
Empecemos con las
incomodidades…
La mujer, al elegir un hombre,
voltea ver a ver ligeramente hacia abajo. Ocasionalmente a nivel horizontal y
nunca hacia arriba.
De hecho hay mujeres con tal
vocación espeleológica, que en lugar de voltear a ver ligeramente hacia abajo,
voltean hacia los abismos, hacia las cuevas más profundas. Y es ahí, en esas
profundidades, donde encuentran al hombre que están buscando.
Este fenómeno se ve mucho en las
maquiladoras. Fenómeno que explica el que muchas mujeres de ese sector vivan
solas con sus hijos. Ya que el hombre que escogieron era un hombre muy fácil de
gobernar, pero con poco que aportar.
Qué busca la mujer sobre un
hombre: Soberanía.
La razón por la cual la mujer
voltea a ver ligeramente hacia abajo cuando elige pareja, es porque necesita
tener Imperio sobre ese hombre. La mujer necesita tener soberanía sobre el
hombre para poder gobernarlo, dirigirlo, acotarlo. Un hombre que le es
ingobernable, no le sirve para formar familia.
La mujer busca ante todo que sus
hijos sean más que sus progenitores. Que vivan mejor que los que sus padres
vivieron y que tengan mejores posibilidades que las que sus padres tuvieron. Y
esto no lo va a poder lograr si tiene a su lado a un hombre al que no pueda
gobernar.
Es por ello que al elegir pareja
busca que el otro tenga las herramientas para salir adelante. Que sea capaz,
pero que mental y espiritualmente la necesite. La mujer necesita ser
necesitada. Y un hombre que no la necesite, no es sujeto de su elección.
La mujer, por naturaleza,
tiende a acotar, el hombre a expandir.
La mujer vive hacia adentro, esto
la lleva a crear un coto de protección donde los suyos puedan estar protegidos
del mundo. Para poder protegerlos, necesita acotarlos. Darles un campo de
acción con variables controladas, sino todas, por lo menos una buena parte de
ellas.
La mujer acota al marido, a los
hijos. No solo los quiere tener consigo, sino que además necesita saber de
ellos, donde están, que hacen, que piensan, que sienten, a qué hora regresan,
con quien van, porqué, con quien hablan, de qué, a quien le mandan correos, que
dicen esos correos y una suma de etcéteras.
Necesita conocer a la gente de la
que se rodean. Respirarlos, observarlos, estudiarlos, analizarlos, y, si ve algo
que no le gusta, que atenta contra su coto de protección, entonces creará las
trabas y obstáculos que les dificulten la continuidad de esa relación.
Esta necesidad de coto que es
inherente a la mujer, se vería afectada ante un hombre al que no pueda
gobernar. Necesita forzosamente tener Imperio sobre él.
Esto no quiere decir que la mujer
busque a un hombre que no sea inteligente, que no tenga la capacidad de hacerle
frente a los avatares de la vida. Todo lo contrario. Busca que sea capaz, que
pueda resolver, proteger y crear una plataforma patrimonial y cultural que
proyecte a los hijos a más y mejores horizontes, pero ese hombre debe depender emocionalmente
de ella, de lo contrario, le seria sumamente difícil hacer y formar familia.
Las cimas y los abismos.
Líneas arriba comentamos que hay mujeres
que voltean a ver muy abajo. Mujeres que confunden imperio con carácter e
inteligencia.
Está claro que un hombre que
carece de carácter, que es poco inteligente, es fácil de gobernar. Es un hombre
que no le va a dar problemas. Que será fiel, obediente, hogareño, gobernable. No
obstante poseerá pocas herramientas para resolver la vida, amén de que tendera a
delegar en ella la responsabilidad patrimonial, o a escapar y salir de ahí, olvidando
mujer e hijos.
Por el contrario, los hombres que
poseen carácter e inteligencia y que emocionalmente están centrados en sí
mismos, son hombres atractivos, pero difíciles de acotar. Estos hombres viven
instalados en el hacer.
Sus motores tienen que ver con el
logro y el poder. No con el ser. Para estos hombres lo más importante es la
construcción del Imperio, no de la familia. La pareja y los hijos son
importantes, pero no esenciales. Los hijos empiezan a ser esenciales cuando están
próximos a asumir el imperio. Antes son de la madre y ocasionalmente del padre…
En el siguiente artículo
hablaremos de lo que el hombre busca en una mujer.
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