jueves, 26 de noviembre de 2020

Joe Biden

Termina la presidencia de Donald Trump y con él un ejercicio positivo en lo económico, pero incorrecto en lo político y en social, sin dejar de reconocer un nefando manejo de la pandemia.

Joe Biden va a enfrentar, junto con el resto del mundo, problemas de orden mayor, no solo por su gravedad sino por lo inusual de los mismos. Problemas para los que el mundo no tiene experiencia y en los que va a ser menester actuar sin las limitaciones paradigmáticas propias a todos a nosotros.

Estamos inmerso en un mundo nuevo en donde una generación de estudiantes está sufriendo un retroceso mayúsculo en su proceso de exposición y aprendizaje. Una generación que va a enfrentar retos económicos no vistos y en los que poco o nada va a servir el saber acumulado. Un saber que operativo que fue medianamente útil en un mundo que ya dejo de existir.

A la Generación Silenciosa le toco una época de luto y gris. Una época donde el objetivo era sobrevivir y aprender a vivir con lo que había. Se guardaba la comida, el pan y se cuidaba en grado sumo la ropa. Los hijos de la Generación Silenciosa crecieron en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial (baby boomer). Les toco vivir un ambiente de suma austeridad, cerrazón y dogmatismo, no obstante, crecieron con una fuerte demanda de empleo y crecimiento económico (6% anual).

Las generaciones posteriores crecieron en entornos con menos oportunidades de desarrollo que las de sus padres (disminuyo el nivel de crecimiento económico y con él, la demanda de empleo), pero con muchas más libertades.

Lo inquietante del caso es que las nuevas generaciones van a enfrentar los retos por venir con un menor nivel de preparación académica, con un mucho menor crecimiento económico (1% o 1,5% neto anual) y con bajas oportunidades de empleo y desarrollo. Así, pues, el entorno se presenta difícil y con algunas incertidumbres por definir.

El Presidente de USA y la Cámara de Representantes están en manos de los Demócratas. La incertidumbre está en el Senado. Los Demócratas tienen 46 votos electorales y los Republicanos 50. El tema es que se definen 51 votos electorales para obtener la mayoría.

Un Presidente Demócrata con las cámaras divididas entre ambos partidos, se va a ver en la necesidad de hacer política y de llegar a consensos, considerando los intereses del electorado de ambas cámaras, lo que sin lugar a duda complicaría el ejercicio de gobierno, pero brindaría un mayor nivel de tranquilidad a la inversión que necesita Estados Unidos y el mundo.  


Un Presidente Demócrata con ambas cámaras en su poder, tendría un ejercicio de gobierno más cómodo y con un margen de maniobra muy alto, lo que le permitiría iniciar a contra reloj las reformas que va a emprender, las cuales deberá sujetar a aprobación de ambas cámaras antes de las elecciones intermedias, en las cuales su posición de poder vuelve a estar en riesgo.

Estas reformas, necesarias, inevitables pero onerosas, van a ralentizar la inversión, ya que los inversionistas se van a ver en la necesidad de detener la inversión de uno a dos años. Tiempo que necesitan para estudiar, analizar y diseñar las nuevas formas en las que deberán operar. El problema es que Biden deberá lograr, a un mismo tiempo, la recuperación económica y la aprobación de las reformas, ya que, si no logra que la economía se recupere, se expondrá a perder la mayoría en una o ambas cámaras.

Cabe aclarar que las variables económicas no están a su favor, ya que los Bancos Centrales del mundo han invertido una enorme cantidad de dinero al mercado y la FED ya esta en una situación comprometida, por lo que su prioridad sería lograr la confianza de los inversionistas a pesar de las reformas. Independientemente de si Joe Biden inicia su ejercicio de gobierno con ambas cámaras a su favor o con una sola de ellas, el 2021 vamos a recordar el 2020 como un muy buen año.

Donald Trump fue un presidente incómodo. Era el presidente del mal decir y del buen hacer, no obstante, es menester reconocer que en tres años de gobierno logro lo que Obama no pudo hacer en ocho. Si el COVID no se hubiese presentado, la posibilidad de ganar un segundo periodo hubiese sido alta.

Tuvo su posibilidad y la manejo mal. Su actuación en los debates fue pésima y lo peor de estos es que aun cuando su contendiente no tenia las calificaciones para ganarle, dejo pasar la oportunidad y en lugar de mandar un mensaje de reconciliación, esperanza y optimismo, explicando que, si ya había logrado generar bienestar para los ciudadanos, podía, si le daban la oportunidad, volverlo a lograr… Todo lo contrario, se aboco atacar a un enemigo al que consideraba débil, mostrando así su propia debilidad.

En Trump pudo más su soberbia que su inteligencia, sin embargo, cuando la realidad lo alcanzo y se dio cuenta que había perdido, se aboco a presentar denuncias de fraude a diestra y siniestra. Denuncias que sabía que iba a perder, pero que el único objetivo era ganar tiempo en el inter de que negociaba su salida y su posición dentro del partido republicano.

Una buena parte del electorado le va a exigir a Joe Biden que actué en contra de Donald Trump, cosa que el sentido común dice que no va a pasar, sería un acto poco inteligente y con una alto costo político y social, ya que el pais se dividiría más de lo que ya está, y lo que Biden necesita es unir al pais para poder hacerle frente a lo que viene.

Joe Biden debe trabajar hacia adentro y fuera del pais. Hacia dentro, generando cohesión y no división. Hacia afuera, generando alianzas y creando nuevas formas de negocio para él y los países afines.

Estamos entrando a una nueva era en todos los aspectos. Una era que va a demandar de todos nosotros, gobernantes y gobernados, nuevas formas de pensar, de relación y asociación. Casi nada de lo que sabíamos nos va a ser útil, por lo menos no para los nuevos tiempos. Es momento de reinventarnos en todos los sentidos.

 

Me despido con una reflexión…

En la relación precio valor, existen cuatro cuadrantes.
El cuadrante uno es cuando el cliente siente que paga un precio muy alto sobre algo que tiene un valor muy bajo. Permanecer en este cuadrante, es asegurar la extinción.

El cuadrante dos es cuando el cliente siente que paga un precio muy alto, recibiendo un valor muy alto. En este cuadrante lo que uno vende es estatus, clase, diferenciación. Es un cuadrante que atiende los estratos más altos de la economía.

El cuadrante tres es cuando el cliente siente que paga un precio muy bajo, recibiendo un valor muy bajo. En este cuadrante están los productos genéricos. Aquí la rentabilidad esta en el volumen.

El cuarto cuadrante es ese en el que sin importar el precio que paga, el cliente siente que recibe un valor muy alto. Situarse en este cuadrante, equivale a crear un distingo, un algo que el mercado no lo pueda conseguir en ningún otro lugar.

Toda esta disgregación para explicar que en el personal nos va a ser menester crear un distingo que nos permita competir en un mercado en el que lo que abunda es la sobre oferta.

Si usted no tiene la capacidad de crear un distingo que sea útil al mercado, va a ser tan solo uno más. Le será más difícil competir y posicionarse en el mercado, y si algo va a demandar la nueva economía es que nos sepamos posicionar.

Piénsese, reinvéntese y posiciónese.  

Nos leemos en el siguiente artículo.