jueves, 21 de abril de 2022

Los falsos dilemas

 Los problemas que tenemos como individuos, sociedad y especie, se deben a la pérdida del origen. Y nada mejor para explicar esto que la falsa oposición o falso dilema. El falso dilema es una falacia que nos permite opinar con autoridad donde no hay autoridad, es decir, donde no hay conocimiento. De ahí el éxito de las redes sociales (lugar virtual en el que lo que menos importa es si el opinante sabe del tema). El negocio de la red no está en el saber (sería un negocio muy pequeño), esta en la opinión. Y entre más se opine, mejor. 

En la vida opinan todos. Saben, pocos.
Lo invito a que realice el siguiente ejercicio. En una sala de juntas, ponga en la mesa una jarra de agua y un vaso vacío. Pídale a una persona que lo grabe vertiendo agua en el vaso. Una vez que esté listo, vierta la suficiente agua para llegar a la mitad del vaso. Acto seguido deje la jarra a un lado del vaso y permita que entren sus invitados. 

Explíqueles que el objetivo del ejercicio es que observen el vaso y le hagan saber si este está medio lleno o medio vació y las razones en las que sustentan su opinión. Lo más probable es que el grupo se divida en dos: unos defendiendo el medio lleno y los otros lo contrario. Lo importante de este experimento es que ninguno de los opinantes podrá fundamentar su opinión con apego a la realidad, ya que ninguno vio el vaso de origen. 

Ya una vez que ambos grupos hayan emitido su opinión, muéstreles el video y pregúnteles si la sostienen o la cambian. Algunos le dirán que está medio lleno porque así fue como se sirvió. Otros sostendrán lo contrario en base a sus concepciones y visiones, no obstante, lo cierto es que el vaso está medio lleno. Así se sirvió de origen. 

Cada uno se parece a lo que es, mucho antes de que uno sepa lo que uno es.
Con nosotros pasa lo mismo. La pérdida del origen nos desvía de eso que nos semeja y distingue de los demás: la esencia. Esta nos identifica como miembros de la especie humana, pero también nos brinda atributos y características que nos hacen únicos e irrepetibles. 

El tema de la esencia es que la tenemos que trabajar. Cuando la trabajas, te potencializa. Cuando la descuidas, te minimiza. Haga un análisis de los logros y momentos más relevantes y felices de su vida. Descubrirá que estos están íntimamente ligados a lo que usted es y no a lo que otros le exigían que fuera.   

Así, pues, el falso dilema no es si debe renunciar a lo que es, para ser aceptado por los demás, hacer un negocio, encontrar trabajo o pareja. El dilema real es no perder lo que usted es. Por supuesto que todo le va a costar más trabajo, pero al final va a lograr todo lo que quiere y con un nivel de plenitud que jamás alcanzará si renuncia a usted. 

Tome en cuenta que los demás no son más que una afortunada o desafortunada transitoriedad en su vida. La realidad es que lo único permanente que tiene en la vida, es a usted. Y de lo único que se va a arrepentir antes de morir, es el haber renunciado a usted. 

El que pierde el origen, pierde todo.   

viernes, 8 de abril de 2022

Antropología del deseo.

 Todo deseo es la manifestación de un vacío.

Los seres humanos aprendemos a desear de la misma forma en que aprendemos a hablar: por contagio. No obstante, poca o nula atención le ponemos a la adicción que tenemos a los deseos de los demás, que son, en la gran mayoría de los casos, origen de los nuestros.

Recién tuve la oportunidad de visitar un par de casas museo de principios del siglo XX, con un joven ejecutivo al que estoy preparando para asumir la dirección general de las empresas de su familia. Le pedí que viera, observara y analizara la arquitectura exterior e interior de ambas casas, entendiendo que la arquitectura es usada como símbolo del poder. Una de las casas era propia de la clase alta y la otra a la clase media. Ambas con un diseño y mobiliario acorde a la primera década del siglo pasado.

Lo primero que llamo su atención fue la diferencia en tamaño, espacios y mobiliario. Diferencia que se ha visto en todas las épocas. Los otros dos puntos en los que hizo hincapié es en que la gente de ese entonces tenía que trabajar mucho más de lo que se trabaja ahora (la tecnología ha hecho nuestra vida más amable); y segundo, que el espacio habitacional y de guardarropa era mínimo comparado con el de ahora. La diferencia, le comenté, es que la gente de ese entonces tenía justo lo que necesitaba. Sus indicadores de éxito eran diferentes a los nuestros. Para ellos el objetivo de la vida era hacer de su vida un éxito. Mientras que para nosotros el objetivo es alcanzar el éxito, sin importar si este hace de nuestra vida un éxito.

 En la actualidad medimos el éxito por nuestra capacidad de consumo e influencia. Un consumo y una influencia que a nadie le importan más que a nuestro imaginario. Un imaginario que no te da valor, ya que hipotecar el ser para hacer cosas que no te gustan y convivir con gente que no quieres en aras de cobrar los beneficios del tener, no refleja, desde ninguna óptica, una vida de éxito.

El nivel de consumo va de la mano de dos variables: la falta de identidad y el sentimiento de abandono. A menor identidad, mayor consumo. Observe a los adolescentes. Estos, como su nombre lo indica, adolecen de identidad, lo que los lleva a construir una a través de lo que compran. Lo mismo acaece con el abandono. Entre mayor sea el sentimiento de abandono de una persona, mayor será su nivel de consumo y gasto.

Una persona con una identidad bien definida difícilmente experimentará un sentimiento de abandono. Está tan acompañada de sí misma que sin problema alguno podrá acompañar a los demás. A unos demás que no necesita para ser. ¡Ya es!

El que no es, necesita de los demás para ser. Este subsana su falta de identidad y abandono por el número de gente que lo quiere y por el número de tiendas y restaurantes que lo reconocen y recuerdan. Olvidando que la negación del yo es lo que nos lleva al consumo de lo otro.

Los restaurantes y tiendas viven gracias a esa ingente cantidad de personas que carecen de un yo bien definido. Esta ausencia del yo es lo que nos ha llevado a migrar del consumo por necesidad de nuestros ancestros al consumo por placer de nuestros coetáneos.

El problema es, le decía al joven ejecutivo, que la gente se pasa la vida tratando de lograr la admiración de los otros, cuando lo que debemos buscar es hacer una vida que admiremos nosotros. El objetivo no es buscar eso que los demás llaman éxito...

¡El objetivo es hacer de nuestra vida un éxito!