viernes, 29 de diciembre de 2023

El mundo desde las finanzas.

Recién tuve la oportunidad de coordinar un taller de riesgos globales y nacionales con un grupo de financieros, inversionistas y directivos de diferentes giros de negocio. El grupo estaba conformado por personas de distintas latitudes geográficas y continentales, lo que me permitió acceder a desiguales y contradictorias formas de ver y entender lo que está pasando en el mundo.

Los temas que se analizaron fueron bélicos (Rusia; Israel; Egipto; Yemen; China; Filipinas y el rearme de Japón). Económicos (tasas de interés; petróleo; contracción monetaria). Sociales (elecciones presidenciales, migración, conflictos internos) y ambientales. Como era de esperarse, los inversionistas y directivos veían y analizaban el entorno desde dos ópticas: la empresarial y la social.

Desde lo empresarial analizaban el entorno partiendo de la premisa de que, en lo externo, lo interno. Lo que les hizo enfocarse en aquellas cosas del entorno que pudieran incidir en su proceso de negocios, dejando, para el ámbito social e individual, todo lo demás. En otras palabras, si lo que está pasando en determinada parte del globo me afecta, lo analizo y actuó en consecuencia. Lo que no incide en el quehacer de mi negocio, lo paso a la casilla de lo social o individual, para analizarlo más tarde y no desgastarme en aquello en lo que nada puedo hacer.

No es que no les interesase o desearán poner distancia al dolor y destrucción del acontecer mundial. Simplemente se enfocaban en lo que les incidía, en aras de capitalizar oportunidades y minimizar riesgos.

No obstante, había en el grupo quienes tenían un yo social tan grande que les era imposible no dolerse y preocuparse de esos otros aconteceres en los que no tenían forma de incidir, lo cual, aunado a nuestra humana tendencia a priorizar lo malo sobre lo bueno (que es una de las cosas que nos han ayudado a sobrevivir), les hacía indignarse e incordiarse ante la aparente pasividad e indiferencia de los que solo analizaban el entorno desde la óptica de los negocios y, peor aún, de los socialmente más alejados: los financieros.

La temperatura de las opiniones fue subiendo conforme se analizaban los acontecimientos actuales y los que se podrían suscitar en este nuevo escenario geopolítico que se empezó a gestar desde el 2020. Un escenario en el que inciden variables que no existían antes y que nos exponen a situaciones para las cuales no tenemos ni el conocimiento ni la experiencia. Tan es así que los más confundidos son los presidentes de los países y los Gobernadores de los Bancos Centrales.

La teorías económicas, sin haber perdido su vigencia y razón de ser, ya no inciden en los mercados y en las economías como lo hacían antes, debido a que estas se tienen que rediseñar en función de las nuevas variables que han aparecido y que antes solo leíamos en las novelas futuristas.

Los países industrializados se dieron cuenta en el 2020, que habían centrado lo más fuerte de su manufactura en locaciones más competitivas en mano de obra e insumos, en donde si bien es cierto que ganaron en utilidades, también lo es que perdieron en conocimiento. Si tú no haces las cosas, pierdes el conocimiento de cómo se hacen las cosas. China e India son los países que en este momento tienen el conocimiento de cómo se hacen las cosas que se dejaron de hacer en otros países.

La responsabilidad de un hombre de negocios es dual; maximizar utilidades y maximizar el valor de la empresa en el tiempo. Al llevarse la producción a otros países, maximizaron utilidades, pero no el valor de la empresa en el tiempo.

La Pandemia fue el detonador que llevo a los empresarios a tomar conciencia del error estratégico que cometieron al primar el corto plazo (beneficios) sobre el largo plazo (valor de la empresa en el tiempo.

A los políticos les paso algo similar, descubrieron que sus países dejaron de ser manufactureros para migrar de lleno al sector terciario de la economía (servicios), en el que el capital es más rentable respecto a los activos, pero más volátil y especulativo.

En otras palabras, ante una crisis de suministro, sus países no tienen con que defenderse. No solo no pueden hacerlo en la forma en que lo hacían cuando eran dueños de la manufactura, sino que además dependen de terceros en lo referente al control de las líneas de producción y distribución de bienes y servicios.

En el 2024 vamos a vivir una intensa guerra económica y arancelaria, amén de intensos procesos de desestabilización interna (elecciones polarizadas y migración), y de roces bélicos que pudieran agravarse por errores de cálculo.

Se hizo el análisis de los riesgos más acuciantes tanto en el orden global como en el nacional, sin embargo, y más allá de las conclusiones, la nota de la reunión la pusieron los financieros, específicamente los de la Banca.

Cuando los empresarios e inversionistas preguntaron a los financieros sobre su diagnóstico, estos no solo no veían motivo de alarma, sino que, además, mostraban una tranquilidad inentendible a ojos de los demás. Al cuestionarles al respecto, la respuesta fue: todos van a necesitar dinero. En bonanza o en crisis, en paz o en riesgo, estabilidad o inestabilidad, todos van a necesitar dinero. Así es que, desde nuestra óptica, todo está bien.

La anécdota no solo es interesante, sino que además es ilustrativa. Setenta y tres países van a tener cambio de gobierno en el 2024. Algunos de extrema izquierda, otros de extrema derecha y los menos, mediando entre uno y otro extremo. El 2024 también va a ser un año de intensos flujos migratorios y desequilibrios sociales, amén de cambios climáticos que generarán problemas y tragedias en diferentes partes del mundo.

Ante eso y todo lo que está por venir, mi recomendación es que tome la postura de los financieros: céntrese en su dinero. En gastar lo menos posible e invertir en instrumentos líquidos y seguros, aun cuando la rentabilidad no sea tan alta como otros instrumentos de alto riesgo.

En síntesis, si usted cuida e invierte inteligentemente su dinero, le será más fácil sortear cuanta adversidad, problema o reto se avecine. Esto no significa que usted se deba mostrar ajeno a lo que pasa en el mundo. Hágalo, pero sin dejar de centrarse en lo único en lo que puede incidir: en usted y los suyos.

Nos leemos en el siguiente artículo.

domingo, 24 de diciembre de 2023

Pareja: expectativa, deseo y responsabilidad.

Hablar de la elección de pareja es un tema difícil y de poca audiencia. Mucho es lo que se ha escrito al respecto, poco lo que se ha diseccionado. Amén de que el día a día nos hace sentir que sabemos mucho de ello. Nada más lejos de la realidad.

Observe su entorno, descubrirá que la gran mayoría de las parejas están formadas por un Yo que no se conoce y que elije, para conocerse, a otro Yo que tampoco se conoce. Lo que une a estas parejas es el desconocimiento de sí mismos y la necesidad de definir su identidad a través de la identidad del otro, lo que convierte al otro en una necesidad, no en una pareja. El problema, amén del ya mencionado, es que este no conocerse genera en las partes expectativas y deseos que están más allá de la intrínseca realidad y posibilidad de las partes. Ni él va a poder cumplir las fantasiosas expectativas de ella, ni ella, los irreales deseos de él.  

Este desconocimiento de lo que son, quieren y pueden, hace que la pareja se sustente en el intercambio y no en el amor. Tan es así que en su yo interior, consideran que el otro es el responsable de cumplir sus respectivas expectativas y deseos. Estas, huelga decirlo, o se diluyen con el tiempo, dando paso a la resignación (es lo que me toco), o se evaporan en cuestión de días, semanas o meses, dando paso a la terminación (no era lo que pensaba).

En este tipo de relaciones la pareja no tiene otro objetivo más que la de compensar las carencias del ser a través del ser de la otra persona. Lo que hace que la identidad y rol de las partes no sea otra más que el ser la esposa de o el esposo de. Situación que deja a los involucrados en una posición muy frágil, ya que cuando la relación llegue a la etapa de la resignación, la frustración y el autoengaño serán la norma; y, si llega a término, la decepción y el luto interior, ya que en un solo acto habrán perdido pareja, identidad y rol.

Es importante entender que si usted es una persona que está bien consigo misma, que es responsable de lo que piensa, de lo que siente y de su propia felicidad, aparecerá en su entorno una pareja similar a usted. Lo que hará que ambos se puedan acompañar, conscientes de que cada uno es responsable única y exclusivamente de su propia felicidad. En estos casos al otro se le ve como lo que es: un compañero de viaje con el cual quiero y deseo compartir mi felicidad, y que me comparta la suya, por todo el tiempo que pueda y esté dispuesta a ello, pero no el responsable de ella. 

Por el contrario, si usted no está bien consigo mismo y piensa que los demás tienen un cierto grado de responsabilidad en lo referente a la satisfacción de sus necesidades, deseos y bienestar emocional, saldrá a la calle a buscar a ese ser especial que vive en su imaginario y que tendrá la suerte y oportunidad de ser el único responsable de que usted sea feliz, ya que tendrá todas las cualidades que busca- Proporcionándole, para tal efecto, el cien por cien de su atención y tiempo, sin descuidar, claro está, el bienestar material que usted visualiza y desea. Lo lamentable de estos casos es que lo único que va a encontrar es a ese otro u otra que sale a la calle a buscar exactamente lo mismo que usted, sin tomar en cuenta que las carencias de ambos se terminan de potencializar.

Las relaciones auténticas son aquellas que aparecen cuando la persona está haciendo lo que le realiza, lo que le hace feliz, no cuando sale a buscar a ese otro u otra que le va a hacer feliz. Paradójicamente, la relación de pareja tiene que ver más con la responsabilidad que con toda esa horda de falacias que nos venden en las películas y novelas de amor.

La responsabilidad es, más que con la pareja, con uno mismo. Lo que implica aceptar que uno es el responsable de sus expectativas, deseos y bienestar emocional. El otro no tiene nada que ver con ello.

Con la pareja lo que hay es propósito y compromiso. Propósito de vida y compromiso de caminar a la par, ya que las relaciones no son estáticas, son dinámicas. El propósito cambia cuando una de las partes crece y se desarrolla más que la otra, o cuando ya no siente la necesidad de transitar la misma senda, porque, así como cambiamos día a día, nuestros intereses lo hacen también.

Es importante entender que el que creció aún no ha llegado a su nivel, lo que le motivara a seguir trabajando en el desarrollo de su ser y saber, pero también es importante entender que el que en apariencia se quedó atrás, no falló ni en el propósito ni en el compromiso. Simplemente, alcanzó su nivel, lo que hace que ya no sienta la necesidad ni el impulso del primero. El viaje, como pareja, ha terminado, pero muchos ni se dan cuenta y otros lo tratan de sobre extender.

Esto explica los intentos de pareja en el devenir de su vida. Cada uno de los intentos que ha tenido, han sido las que en ese momento necesitaba. Personas que le mostraron lo que tenía que aprender de usted mismo.

El secreto de una buena pareja está más en uno mismo que en el otro. Entre más trabaje y desarrolle su personalidad, más atrayente será para los demás, tanto para los que trabajan en el desarrollo de su ser como para los que ven en usted a ese ser imaginario que va a satisfacer todas sus expectativas y deseos.

Cierto que a muchos de estos nos los va a ver, pero habrá otros que por su belleza o forma atrapen momentáneamente su atención. Su responsabilidad, más allá de la atracción física, de la emoción y del sentimiento, es entender que, de todos sus oferentes, solo uno tendrá la capacidad de construir una vida caminando a la par de usted.

Nos leemos en el siguiente artículo.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

El Alma: entre la poesía y la realidad.

El concepto del alma ha sido la piedra basal de filósofos, teólogos y poetas. La palabra nos es tan común que hasta los legos recurrimos a ella para indicar la cuantía de un sentir: me duele el alma. Interesante sería que una vez dicha esta expresión fuéramos capaces de definir con toda exactitud la descripción de ese dolor de alma y la parte concreta en la que lo sentimos.

Cuando usted acude a un médico, este pondrá su sapiencia, experiencia y esfuerzo en el diagnostico concreto de su mal, ya que de este depende el tratamiento y medicación, pero: ¿y con el alma? ¿Cómo se diagnóstica, cómo se atiende y, en su caso, se medica?

Los psicólogos dirían que esta se cura hablando (las mujeres saben mucho de esto) y que, para tal efecto, es menester la guía de un especialista en la materia. Dando por sentado que esto es cierto, la pregunta para los psicólogos es: ¿Qué es el alma?

Podría un psicólogo o un filósofo definir el alma con tanta precisión como un cirujano cardiovascular define y describe una cirugía a corazón abierto, un financiero una operación o un arquitecto una construcción. Lo más probable es que no.

¿Será que gracias a que el concepto del alma es tan ambiguo y etéreo, que podemos recurrir a él para expresar lo que no podemos definir con claridad y precisión? Por ejemplo, cuando le decimos a un congénere: te amo con toda el alma, qué es exactamente lo que le queremos decir. Y cabe, en los mismos términos, la interrogante sobre lo que le pasa al alma, cuando, por las razones que sean, dejamos de amar a esa persona: ¿se daña o sigue intacta? Y si se daña: ¿Cómo se daña?

¿Podemos, después de haber amado a alguien con toda el alma, llegar a amar con toda el alma a otra persona? Y si es así: ¿cómo? Cuando amamos a alguien con toda el alma, cómo amamos a los demás: ¿sin alma?

La realidad es que el alma, con su etérea vaguedad en cuanto a concepto y definición, es un término que usamos coloquialmente sin importar si somos filósofos, teólogos, poetas o psicólogos. Lo más paradójico de esto es que lo usamos con tal certeza y autoridad, que cualquiera diría que podemos definir a la perfección lo que es el alma.

Si hacemos un análisis del texto y contexto en el que usamos la palabra alma, descubriremos que el común denominador de todos ellos es el sentimiento. Si damos por cierto esto, podríamos decir, en nuestra calidad de legos, que el alma humana es una sensibilidad antropocéntrica que se alimenta de su entorno y de otros antropocentrismos para expresar y crear lo que solo el ser humano puede expresar y crear.

La famosa inmortalidad del alma que argumentan filósofos, teólogos y poetas no es más que la expresión de un ideal romántico que los seres humanos usamos de consuelo ante nuestra inexorable muerte y desaparición, no obstante, existe, más allá del respetable ámbito de las creencias, la posibilidad de crear un cierto grado de inmortalidad a través del bien que uno hace a los suyos y a través de las obras que uno crea, ya sea un libro, una escultura, una pintura, una cura medicinal, una patente, vacuna, tratamiento o alimento que beneficie a la humanidad.

El alma, decíamos líneas arriba, es una sensibilidad antropocéntrica que se nutre del entorno y de otros antropocentrismos. Es decir, una sensibilidad que se sublima ante un amanecer, la sonrisa de un bebe, las notas musicales de Mozart, Beethoven, Chaikovshy y demás genios del ámbito musical. Una sensibilidad a la que sublima la tesitura de voz de los maestros de ópera, pero también la contemplación de un Rembrandt, Caravaggio, Rodin y demás creadores que se nutrieron del antropocentrismo de otros creadores.

El alma, es pues, una sensibilidad humana que tiene la capacidad de sublimarse ante la nobleza de un acto humano, la belleza de un congénere, la magnificencia de la naturaleza y de la creación de otros creadores, no obstante, para su mejor sensibilidad y expresión, es menester que tengamos resueltas nuestras necesidades primarias y que podamos disfrutar de espacios de ocio, sin estas, poco es lo que el alma puede hacer. No porque se pierda nuestra sensibilidad, sino porque nuestro tiempo y atención va a estar centrado en lo primario.  

Poca atención y tiempo le va a dedicar a la belleza del entorno y a la de las obras de otros artistas y creadores quien no tenga resueltas sus necesidades primarias. Lo mismo acaece con los adictos al trabajo o la actividad por la actividad en sí. La sensibilidad necesita de espacios de ocio para sentir y para expresar. Bien nos los señala el ilustre Miguel de Cervantes cuando en la introducción al Quijote nos dice: desocupado lector. No buscaba Cervantes agraviarnos con esa notación, sino hacernos patente el hecho de que, para apreciar la belleza de las cosas, es menester un cierto grado de ocio.

Lentamente vamos entendiendo en occidente la importancia de los espacios de ocio, tan es así que hemos cambiado el orden económico, dejando de lado un poco las compras de bienes físicos, para retornar, lenta y gradualmente, a las actividades de ocio presencial.

Por último, es menester anotar que, al ser el alma humana antropocéntrica, corresponde al yo de cada individuo, decidir cómo y con que la nutrimos, conscientes de que esto no solo definirá lo que podamos crear, sino la forma en que vamos a vivir con nosotros mismos.

Nos leemos en el siguiente artículo.   

martes, 31 de octubre de 2023

La destrucción creativa.

 El mundo entra, cada determinado tiempo, a un proceso de reacomodo estructural. La intención de estos procesos es erradicar la desigualdad, equiparar oportunidades y generar mejores condiciones de estabilidad y desarrollo.

El proceso, aunque necesario, no dejar de ser errático, pues si bien es cierto que hay un reacomodo cupular y una mejora en la estructura social, también lo es que al paso del tiempo se imponen los mismos males que deseaban erradicar.

Esto no quiere decir que los cambios no sean positivos, lo son, pero nunca en la medida que se pretendía de origen. La pobreza es el mejor ejemplo de ello. Previo al siglo XX, el 90% de la humanidad vivía en estado de pobreza. En la actualidad solo el 18% vive en ella, amén de que la de hoy, en nada se equipara a la pobreza de subsistencia que imperaba en los siglos previos al XX.

Otra variable que ha mejorado gracias a estos reacomodos estructurales es el de la desigualdad. Los jóvenes de hoy tienen muchas más oportunidades de mejorar su calidad de vida que la que tuvieron sus padres. A finales del siglo XIX y principios del XX, el 80% de la población trabajaba en el empleo doméstico, en las minas o en el campo.

Cuando el proceso de reacomodo estructural termina bien, el siguiente proceso se dará al paso de muchas décadas. Cuando termina mal, a los pocos años del primero. Un ejemplo de ellos son las dos grandes guerras. La Segunda Guerra Mundial fue para corregir los errores de la Primera.

Los cambios estructurales se gestan a través de cuatro fenómenos. Huelga decir que entre más fenómenos incidan en el cambio, más dramático y doloroso es el proceso.

Fenómenos que inciden en cambio estructural:
Guerras masivas; Transformaciones tecnológicas; Estados Fallidos; Pandemias.

Guerras masivas.
Estas obedecen a las cúpulas y se gestan para cambiar al grupo que está en el poder. Es una lucha entre elites que se extiende en geografía y tiempo en función del poder y recursos de los contendientes.

Huelga decir que el pueblo no crea guerras, crea revoluciones, no obstante, el principio que rige ambos movimientos es el mismo: a mayor derramamiento de sangre, mayor cambio.

La Revolución francesa, aunque violenta, tuvo un menor derramamiento de sangre que la rusa, lo que permitió que la casa reinante regresara al poder. No paso lo mismo en Rusia. En esta no solo eliminaron a toda la casa reinante, sino que además acabaron con todos los grupos de poder que rodeaban al Zar (a mayor derramamiento de sangre, mayor cambio).

La Primera Guerra Mundial fue una guerra entre primos, y si bien es cierto que fue extraordinariamente violenta (diez millones de muertos), también lo es que el cambio radical se dio hasta la Segunda Guerra Mundial, que fue cuando murieron los imperios y nacieron los estados. El costo, 60 millones de muertos.  

Lo paradójico de las guerras masivas no es solo el costo (derramamiento de sangre), sino que estas terminan siendo el caldo de cultivo de las siguientes. Los objetivos de estas guerras son: cambiar al grupo que está en el poder; equiparar oportunidades, combatir la desigualdad y crear mejores condiciones de estabilidad y desarrollo.

Al crear mejores condiciones para la estabilidad, crean las bases para que mejore la economía y con ella las oportunidades de la población (lo que en principio disminuye la desigualdad). El problema de la economía es que ya una vez que está crece sostenidamente, crece con ella la desigualdad, lo que ineluctablemente crea la lenta simiente de la siguiente guerra masiva.

El mundo entro desde hace algunos años en un reacomodo estructural que se ha ido recrudeciendo. Tan es así que la guerra que estamos viviendo es mundial, solo que las armas son más financieras, tecnológicas y de mercado que de misiles y balas.

¿Vamos a enfrentar un problema balístico?
La respuesta es sí. Esperemos que sea menor, ya que los misiles que realmente dañan a la contraparte son financieros y de mercado.
  

Transformaciones tecnológicas.
Las transformaciones tecnológicas cambian la forma de trabajar y con ella el concepto de la relación laboral. Entre más radical sea la transformación más miedo genera en la masa laboral. Un ejemplo de ello fue el Ludismo. Movimiento que se gestó a principios del XIX y que consistía en destruir los telares industriales y las máquinas de hilar en aras de conservar el empleo.

Nuestra transformación tecnológica está en la Inteligencia Artificial (IA). Un cambio que excede todo lo visto. A está se le han añadido atributos que no posé, ya que una cucaracha siempre tendrá más inteligencia que el robot más avanzado. Esta sabrá en qué momento esconderse, huir o atacar. Un robot, por lo menos hasta lo que conocemos en este momento, no tiene esa capacidad.

Se estima que la IA reduzca sensiblemente el trabajo iterativo que hacemos los humanos, reduciendo en un 60% la plantilla laboral de las empresas. Esto va a generar cambios dramáticos en la relación laboral y fuertes presiones sociales en lo gubernamental.

Estados Fallidos.
Un estado fallido es aquel que no solo no brinda bienestar a su población, sino que además representa un riesgo para la seguridad internacional, tanto por la inestabilidad que genera en el entorno como por la enorme ola de refugiados que buscan asilo o trabajo en otros paises.

Condiciones de un Estado Fallido:
Altos niveles de criminalidad, delincuencia organizada e inseguridad ciudadana;
Altos niveles de terrorismo y/o narcotráfico;
Incapacidad de las fuerzas de seguridad para responder al terrorismo o al narcotráfico, así como la participación de estas en dichas actividades.
Altos niveles de informalidad y pobreza;
Crisis económicas, inflación y desempleo;
Incapacidad para suministrar servicios básicos y/o de salud a su población;
Sobrepoblación y contaminación;
Bajo porcentaje de personas con nivel de educación superior;
Alta cantidad de asentamientos irregulares;
Alta emigración cualificada (perdida de talento);
Mayoría de la población con primaria o secundaria incompleta;
Pérdida de control gubernamental en algunos territorios o perdida de territorio;
Uso e imposición de las fuerza de seguridad en los ámbitos civiles;
Incapacidad para responder económica e institucionalmente ante emergencias naturales y nacionales;
Incapacidad para interactuar con otros paises como miembro pleno de la comunidad internacional.

Haga usted su análisis e identifique cuantos de los estados que conoce pueden considerase fallidos o en tránsito de estarlo.

Pandemias.
Las pandemias se miden bajo el mismo principio de las Guerras Masivas, a mayor mortandad, mayor cambio. Lo cierto es que más allá del dolor que estas generan, el cambio que suscitan en la estructura y en la relación laboral es positiva: mejoran los salarios y las condiciones de trabajo.

Recién salimos de una pandemia y no está del todo claro lo que va a resultar, pero lo que ya es un hecho es que han mejorado los salarios y que el trabajo remoto va a ser cada vez más común.

Conclusiones:
Estamos viviendo un reacomodo estructural en el que se conjugan, en mayor o menor grado los cuatro elementos. En algunas naciones más que en otras, pero la afectación va a ser mundial.

Uno de los cambios inmediatos es que vamos a tener que aprender a vivir con una inflación de uno a dos puntos arriba de lo acostumbrado y con unas tasas de interés acorde a ellas. La globalización va a tomar nuevas formas (bloques y regiones) y los nacionalismos y populismos se van a exacerbar.

Ante este marasmo de incertidumbre que vamos a vivir, mi recomendación es que consideren que hoy, el uso que hagan de su tiempo y de su dinero, va a tomar más relevancia que nunca…

Los hechos están ahí. Nos corresponde a nosotros decidir.

Nos leemos en el siguiente artículo.

jueves, 26 de octubre de 2023

La búsqueda del estatus.

La búsqueda del estatus es una necesidad y una trampa. Necesidad en el inter de que defines tu personalidad; trampa cuando a falta de definición, vives inmerso en la búsqueda de un estatus que no te va a brindar lo que no tienes: identidad.

El orgullo está basado en lo que en hechos sustento de mí; la vanidad en la idea que quiero que los demás tengan de mí.

La persona que ya definió su identidad, que ya sabe lo que es, jamás habla de sí, de sus propiedades, bienes o saberes. Es un conversador que se dedica más a escuchar que hablar. No necesita demostrar nada, ya es. El estatus y símbolos de poder que acompañan a este, le son insustanciales. Estos no pueden sustituir lo que él es ni hacer lo que él hace. Su hacer es útil y silencioso. Trata, en la medida de lo posible, de pasar desapercibido. Se dedica a escuchar, observar, aprender y a mantenerse lejos del aparador.  

El que está en proceso de definir su identidad, se mostrara orgulloso y vanidoso. Orgulloso por lo que en hechos va logrando; vanidoso por lo que aún no es y desea que los demás piensen que es. La vanidad ira despareciendo en la medida en que vaya definiendo lo que es, ya que a partir de ese momento dejara de invertir tiempo y energía en lo que no le compete y a hacer alianzas con aquellos otros que saben y pueden lo que él no. Esos otros que le ayudan a ser mejor en lo que es, al tiempo que él les ayuda a ser mejores en lo que son.

Definirse es excluirse.
El problema de la definición es que ya una vez que te defines, te excluyes. Te haces dueño de tu definición y ajeno a todo lo demás, lo cual hace que tu mundo se circunscriba a una parcela muy pequeña respecto al mundo y gigante respecto a ti. Lo que tienes que decidir es si quieres estar en todo o en ti.  

El que llega a la edad adulta sin definir lo que es, se mostrara centrípeto, vanidoso y presuntuoso. La falta de identidad lo impulsara, como mecanismo inconsciente de compensación, a buscar el estatus y símbolos de poder que acompañan este. Constantemente hablará de sí y de sus aparentes logros, bienes, haceres y teneres. Vivirá tan de cara al aparador que le dará más valor al parecer que al ser. No olvidemos que el que no tiene identidad se vive imaginando que es ese otro yo que imagina que imaginan los demás.  

Su necesidad de reconocimiento lo hará rodearse de personas a las que apreciará más por sus halagos que por sus aportes. El problema de las personas que carecen de identidad es que, cuando la realidad los acota o la incapacidad por edad o enfermedad los alcanza, descubren que están más solos que nadie, ya que ni siquiera se tienen a sí mismos.

La búsqueda del estatus o necesidad de sobresalir es un proceso por lo que transita todo lo vivo. Es un impulso que nos impele a buscar y ganar un espacio en nuestro entorno, sobre todo en la infancia y adolescencia. Es una etapa en la que nos es menester diferenciarnos de los demás, ya sea por una cualidad, una capacidad o por nuestro ser, hacer o tener.

En el intervalo de la adolescencia a la edad adulta el impulso va perdiendo fuerza. No porque deje de ser importante, sino porque vas tomando conciencia que no puedes estar ni competir en todo. Es en un periodo de tiempo en el que defines esa parcela del mundo (identidad) en la que tienes todas las de ganar…, no a los demás, sí a ti mismo.

Avanzas en la vida y te vas dando cuenta que entre menos es la persona, más necesidad tiene de demostrarle a los demás lo que cree que es. Los que ya son, no dicen nada. Son los demás los que los buscan a ellos y no ellos a los demás.

Lo paradójico del estatus es que este siempre obedece más a lo que los otros piensan de ti que a lo que haces para buscarlo. Entre más lo buscas, más lo pierdes; entre más te defines, más lo logras.

Cierto que no todos apreciarán los que eres, pero los que lo hagan te darán un lugar que esta más allá de tu hacer y tener, ya que lo que realmente apreciaran de ti es tu ser…

Nos leemos en el siguiente artículo.

miércoles, 11 de octubre de 2023

Caminando en círculos.

 Los seres humanos nos movemos en círculos. No nos damos cuenta debido a que nuestro horizonte de visión y acción es lineal y limitado. Lo cual no está mal. Obedece a nuestra natura. Esta en ella el que nos movamos en círculos. Permítame explicarlo…

Si usted abandona a una persona en la selva sin ningún aparato de geolocalización y sin conocimiento alguno de la posición de las estrellas, esta caminara las distancias que sean necesarias en aras de encontrar una salida que le permita llegar a la civilización. No obstante, lo que en realidad hará es caminar en círculos, regresando al mismo lugar una y otra vez. Tal vez no se dé cuenta debido a que no regresa a ese árbol, lado de la montaña, risco o arroyo que le sirvió de referencia, pero será, metros más, metros menos, el mismo lugar.

Este caminar en círculos es algo que nos acaece en todos los ámbitos de la vida. Lo que cambia, y es lo que hace que no nos demos cuenta, es el tamaño del recorrido, pero no su forma (círculo). A mayor capacidad de observación y análisis de nuestros patrones y modelos, mayor posibilidad de ampliar el círculo. A menor capacidad, menor posibilidad.

Por razones personales y de negocio he tenido la oportunidad de colaborar con una ingente cantidad de personas de diferentes ámbitos y oficios, observando no solo el tamaño de sus círculos, sino el recorrido de estos. La cercanía me ha permitido anticipar los obstáculos o piedras con las que es posible que se vuelvan a tropezar, ya que así lo han hecho en recorridos anteriores.

Nos han dicho que debemos levantarnos ante todo tropiezo. En lo personal pienso que esta sentencia está de más, ya que es un hecho que nos tenemos que levantar. Lo verdaderamente importante en este proceso es que el tropiezo sea en la dirección correcta, ya que para eso nos detiene la vida, para que podamos hacer un alto en el camino y analizar si estamos repitiendo, reduciendo o ampliando el círculo.

A nada tiende más el ser humano que al confort.
Debemos tomar en cuenta que el óbice que nos impele a no cambiar o ampliar nuestro círculo es el confort. Nos negamos a salir de éste o a ampliarlo debido a la seguridad. Buscar nuevos caminos implica arriesgarse o equivocarse.

Nuestros mayores nos decían que mas vale malo conocido que bueno por conocer. Esta frase que puede ser válida en ciertos momento, pierde validez cuando estas en esa edad en la que la ignorancia te permite explorar y cambiar todo (la ignorancia nos hace audaces).

Con el tiempo vas aprendiendo que el circulo se conforma por esos patrones de repetición que tenemos en todos los ámbitos del quehacer humano. Patrones que, al no identificarlos, nos llevan a repetirnos con el mismo tipo de personas en lo sentimental, social o empresarial.

Un cofrade al que tengo en alta estima intelectual y afectiva me comentó la siguiente sentencia, en un análisis crítico irónico que hizo de sí mismo: “repito patrones”. Esta notación es muy importante, ya que la mente que cuestiona es la única que se percibe a sí misma en el tiempo, y, por ende, la única que puede buscar respuestas para el futuro.

Otro que se distingue por su raciocinio y objetividad, se azoro de sobre manera cuando le mostraron una fotografía de su pareja con peluca, ya que en esta vio lo que no había visto antes o lo que no había querido ver: que su actual pareja es una copia fiel de la anterior.   

Todos, pues, repetimos patrones. Y si bien es cierto que obedecen a nuestra natura, también lo es el que podemos hacer un alto en el camino y analizar cuáles son los que debemos cambiar y cómo y con quien ampliarlos.

En este proceso de cambio es menester tomar en cuenta el ego y la realidad. El ego es un intento de la mente errada para que te percibas a ti mismo tal como deseas ser, en vez de como realmente eres. El ego nos vive creando ilusiones respecto a nosotros mismos y los demás, por lo que no debemos olvidar que el primer paso para deshacer la ilusión es cuestionar su realidad. Es por eso por lo que se dice que en la vida nada es caro cuando sabes su precio, porque entonces ya decides si lo pagas o no.  

Es importante entender que, si decides no cuestionar la realidad de tus ilusiones, la probabilidad de que caigas en una espiral de círculos reducidos es muy alta, amén de que esto propiciará que te repitas una y otra vez en aras de demostrar (te) que no estás equivocado, lo cual ineluctablemente te llevará a reducir aún más tu círculo (opciones), e incluso a asociarte con personas que reducirán más tus posibilidades, ya que, por lo general, tendemos a ver el circulo de los demás más como esperanzador que como errático.

La mejor forma de romper nuestros patrones y por ende de ampliar nuestros círculos, es asociarnos con personas que tengan círculos más amplios, enriquecedores e interesantes que los nuestros. Círculos que nos hagan ver que hay mejores formas de hacer el recorrido, es decir, de lograr las cosas e incluso de lograr cosas diferentes.

No obstante, es menester estar alerta a los patrones en los que más nos repetimos, ya sea porque son los que más adrenalina nos generan (nos encanta el riesgo), los que más disfrutamos (por el placer que nos generan) o los que más esperanza nos crean (ilusiones). De los tres, este último es el peor de todos.

Les comparto, ya para terminar, una reflexión de uno de los cofrades de la Abstracción: tal vez lo que mas nos ayudaría a ampliar o mejorar nuestro círculo es entender que en la vida es más importante el para quien haces las cosas que el para qué.

El para quien te brinda un por qué, que no te brinda ningún otro quehacer.   

Nos leemos en el siguiente artículo.

jueves, 21 de septiembre de 2023

Un cambio de sentido en el amor.

El amor, en sus inicios, opera en la parte dionisiaca (novedad, ilusión, emoción, placer); cuando está se va satisfaciendo, migra a la parte apolínea (análisis, juicio y razón), que es cuando empezamos a ver y a darnos cuenta de lo que antes no veíamos. La esencia del amor no cambia, lo que ha cambiado es el sentido que le damos al amor.

Este ha sufrido mutaciones en el devenir de las generaciones y de las circunstancias socioculturales y económicas que han enfrentado. Para entender las mutaciones que ha tenido el sentido del amor es menester que hagamos un pequeño viaje a través del tiempo para recordar lo que cada generación vivió y la forma en que estos accidentes incidieron en él.

Luto y Gris (1945 – 1960).
Después de la Segunda Guerra Mundial el mundo vivió un periodo de luto y gris (1945 -1960). Las personas no solo habían perdido a sus seres queridos, sino que además habían perdido sus casas, trabajo y forma de vida. La ropa la heredabas a tus hermanos. Te comías lo que había y no existía el úsese y tírese. Las personas y las cosas tenían un valor.

El amor, en este entorno de tanta carencia y dolor, se convirtió en uno de los más importantes sentidos de realización. La gente soñaba con el amor, con casarse y formar una familia. Los ejes de la unión eran el amor, la trascendencia (eternidad) y la responsabilidad.

En esta época el amor alcanzo las cimas de la poesía escrita, hablada y cantada.

La explosión del color (1961- 1975).
La generación de la explosión del color no vivió las tragedias de la guerra ni sus carencias. No solo no entendían el luto y el gris de sus padres, sino que además la vida les parecía rígida y acartonada. La generación se rebeló contra la ausencia de opinión y color, lo que dio pie las revueltas del 68 (explosión de opinión) y el nacimiento del movimiento Hippie (explosión de color).

El resultado de estos movimientos fue una transmutación en el sentido del amor. Este seguía siendo importante, pero ya no era la responsabilidad el eje rector. Esta, sin dejar de ser importante, le empezó a dar más espacio a las sensaciones del amor.

En esta época la poesía escrita, hablada y cantada mostro sus primeras mutaciones. Ya no hablaban de la eternidad, sino lo de que este les hacia sentir.    

La explosión de las Masas (1976 – 1990).
La dinámica poblacional cambio, permitiendo que irrumpieran al mercado una gran cantidad de jóvenes con un nivel de estudio y preparación que no tuvieron sus padres. Fue una generación que no solo tenía voz, sino que además no padeció las carencias de las anteriores. Vivian en la bonanza austera de sus padres, pero con un mercado laboral que les daba la posibilidad de construir un futuro en base a su preparación, tenacidad e inteligencia.

En este estadio la mujer irrumpió con fuerza en el mercado laboral, encontrando, a pesar de la cultura y de los obstáculos, oportunidades de desarrollo impensables años antes. El amor seguía siendo importante, sin embargo, el entorno ofrecía, ajeno al amor, espacios de realización que no tuvieron las generaciones precedentes

En esta época la poesía escrita y cantada empezó a hablar de la importancia del sexo en el amor.

El ascenso del Hombre Masa (1991 – 2001).
La proletarización de la educación permitió que llegara al mercado un gran masa de graduados con poca o nula comprensión del entorno económico y de negocios. Jóvenes que buscaron la titulación como un medio para conseguir acomodo en un mercado laboral cada vez más exigente en lo referente a competencia y competitividad. Ocupando puestos en los que antaño no se requería titulación.

Para el Hombre Masa la percepción es realidad, y lo que estos percibían era un mundo de pocas posibilidades de desarrollo y de mucha frustración.

El amor era deseable, pero no necesariamente trascendente (eternidad). Muchos de ellos veían muy difícil independizarse y mucho más vivir en pareja. Y si lo hacían debía ser bajo condiciones de equidad económica y conscientes de la inestabilidad laboral. Los hijos eran más accidente que objetivo.

La poesía escrita y cantada empezó hablar más de los instantes del amor que del amor en sí.

La disrupción social y tecnológica (2002 – 2017).
El mundo cambio de raíz después de la Torres Gemelas, de la irrupción de las Redes Sociales y de la crisis del 2008. Lo primero hizo que tomáramos conciencia de la inseguridad política; la segunda, de la fragilidad económica; y la tercera, de la pérdida de identidad individual y polarización de la sociedad.

No obstante, la relocalización de las empresas allende sus fronteras, le brindo a obreros, técnicos y profesionistas la posibilidad de conocer o trabajar con personas de otras culturas, lo que les permitió contemplar la posibilidad de trabajar en o fuera de su estado o pais, no obstante, la competencia por dichos puestos era tal y la seguridad de permanencia tan efímera que, en la gran mayoría de los casos era menester que los o las candidatas estuvieran solteros o que dejaran a la pareja en el pais para moverse a otras latitudes.

Había tantos demandantes de trabajo que las empresas se daban el lujo de decantarse por personas que tuvieran la posibilidad de moverse o relocalizarse más allá de los límites a los que obligadamente los circunscribe pareja e hijos.

El amor, para la gran mayoría de estos jóvenes era y es una suma de instantes, pero no necesariamente una meta de realización, por lo menos no antes de haberse realizado en lo económico y en lo profesional. Muchos de ellos viven en pareja conscientes de la posibilidad de que cada uno tome un rumbo diferente en función de las oportunidades de desarrollo que consigan o se les presenten.

La poesía escrita y cantada de este periodo se tornó más sexual que erótica. El amor empezó a ser visto como una resultante de lo primero y no al revés.

La generación incierta de la IA (2018 – 2033).
Prematuro será hablar de un periodo que recién inicia, pero que avisa cambios como nunca habíamos visto, amén de que los anuncia en todos los ámbitos del ser. De lo único que podemos estar seguros es de que cambiará todo lo que conocemos (educación, trabajo, sociedad y una suma de etcéteras más).

El amor, en países donde la Inteligencia Artificial va más avanzada, crece el numero de personas que se sienten mejor con la pareja virtual que con la física. A la virtual no la pueden abrazar, pero los entiende más, ya que son parejas hechas a imagen y semejanza.

Si el futuro es incierto, el que sigue será más que ningún otro.

Nos leemos en el siguiente artículo.
 

viernes, 1 de septiembre de 2023

Un nuevo e inquietante entorno.

El entorno, en todos sus componentes (demográfico, social, económico, ambiental, militar, geopolítico) se mantuvo medianamente estable los últimos setenta años. Las generaciones de este periodo enfrentaron problemas de mayor o menor complejidad, pero en esencia, similares. Decirle a una persona que oscila entre los treinta y cincuentas que tiene que atender el entorno por el bien de él y de sus descendientes, parecerá, dado lo anterior, un acto estéril.

La realidad, no obstante, es que en el entorno se han venido dando mutaciones que, en un plazo no mayor a cinco años, nos harán enfrentar retos que crecerán en complejidad y dificultad en el devenir de la siguiente década.  

Cuando termino la Segunda Guerra Mundial, la probabilidad de que un joven lograra una vida mejor que la de sus padres era del 90%. Para la década de los ochenta esta probabilidad había bajado al 40%. En la actualidad es del 8% y con tendencia a la baja.  

Los problemas que tendremos que enfrentar estados y sociedad en los siguientes cinco años, son tales y de tal magnitud que no deja de asombrar el hecho de que no estemos trabajando en ellos, ya sea porque los vemos muy lejanos en cuanto territorialidad y/o distantes en lo personal, sin embargo, las consecuencias de estos nos van a afectar a todos sin importar el lugar en el que vivamos o el trabajo u oficio que tengamos.

Sirva, como una pequeña muestra de lo anterior el caso de la Unión Europea. En ella vive el 6% de la población mundial y se gasta el 50% de las prestaciones sociales del mundo. De hecho, el número de pensionados en este momento es igual al número de trabajadores, sin embargo, estos van a la baja y los pensionados a la alza (cada año se incrementa en un millón el número de pensionados).

Otro ejemplo es el de la deuda de las naciones y de los grandes consorcios. En este momento la deuda pública y privada representa el 360% del PIB del mundo. En otras palabras, debemos 3.6 veces lo que producimos y se estima que en el devenir de una década lleguemos a 4.5 veces.

La inflación es, ha sido y será una constante a vigilar. El problema es que las variables que inciden en ella se están agudizando. Entre las más relevantes esta la del cambio climático (aumento de plagas y disminución de cosechas). Los problemas geopolíticos entre China e India y la guerra fría que se está gestando entre USA y China, amén del agravamiento del conflicto entre Rusia y Ucrania, en donde esta última está atacando objetivos en territorio ruso. A todo esto, habría que agregar el alto costo del gasto social no contributivo y el inevitable déficit que este genera, y, por último, la incosteable e insostenible emisión de deuda global.

China es otro factor para considerar, debido a que enfrenta riesgos que muy probablemente ralenticen la economía a nivel global. El sector inmobiliario, eje del desarrollo económico de muchas economías, representa el 6% del PIB en economías desarrolladas y el 16% en emergentes. Cuando este sector ha llegado al 20%, se crea una burbuja que al paso del tiempo estalla generando una debacle económica y social de gran cuantía (crisis 2008 – 2009).

En China el sector inmobiliario representa el 30% el PIB, y con graves problemas de solvencia y liquidez. Las cuatro empresas más representativas e importantes del pais se encuentran renegociando o en impago. 

La deuda de Evergrande, por mencionar un solo de los casos, equivale al 2% de todo el Producto Interno Bruto de China. Las otras tres empresas en graves situaciones de impago son: Country Garden Holdings; Kaisa Group Holdings y Shimao Group Holdings.

Otro tema al que nos vamos a enfrentar a nivel global es de la renegociación de deuda o impago. En este momento hay 45 mil empresas públicas que no pueden cumplir sus obligaciones. Empresas que no solo no tienen liquidez, sino que además no son solventes, lo que, en teoría, imposibilita su rescate.

A esto habría que agregar la deuda de varias naciones que están en situaciones de alto riesgo: Líbano; Rusia; Argentina; Zambia; Sri Lanka y Surinam. Países que ya están en situación de incumplimiento, en donde la única salida que se ve es la de emitir más deuda para evitar que enfrenten problemas geopolíticos (que los países se fragmenten) o conflictos sociales que se puedan extender a otros países.

En este momento la deuda pública y privada en riesgo de incumplimiento asciende a 400,000 millones de dólares. El problema es que tanto los estados como la sociedad no consideran ninguna otra solución que no sea la de emitir más deuda, difiriendo la inevitable consecuencia para los próximos cinco o diez años.

Los Bancos Centrales deberán evaluar el nivel de ajuste e inflación que sus países pueden soportar sin poner en riesgo la economía del pais y sin que el Índice de Miseria llegue a dos dígitos (Tasa de inflación más Tasa de desempleo).

El nivel de inflación que decidan tolerar va a ser doloroso para el ingreso familiar, amén de que puede ralentizar la economía o llevarnos a una estanflación (inflación sin crecimiento), no obstante, la única salida real de los estados, empresas y familias es reducir gasto e incrementar la productividad (hacer más con menos).

Cierto que esto propiciaría un caldo de cultivo idóneo para los populistas de ambos espectros (derecha e izquierda), pero en algún momento vamos a tener que enfrentar la realidad y entre más pronto mejor.

Gastar en lo estrictamente necesario en lo individual, familiar y empresarial, nos va a ayudar a hacerle frente a lo que se viene.

Un grupo de empresarios e inversionistas me decían que sus padres y ellos crecieron con la idea de legarle a los hijos una plataforma educativa, pero que ahora el reto está en sumar a ella una plataforma patrimonial que no solo no puedan gastar, sino que se aprecie con el tiempo (fideicomiso)…

Como siempre, la última palabra la tiene usted.

Nos leemos en el siguiente artículo.

 

martes, 22 de agosto de 2023

La cueva de Don Manuel.

Don Manuel es un Abstracto Senior en el que se conjugan magistralmente la sapiencia de la edad y del conocimiento. Es un hombre que se ha distinguido por su incesante búsqueda y comprensión del origen, lo que ineluctablemente le ha llevado a estudiar el nacimiento de las religiones y del entorno económico, político, militar, social y cultural en el que estas se gestaron y parieron.

Si no entiendes, nos explicaba Don Manuel, las circunstancias en que estas se concibieron y nacieron, no podrás entender ni comprender lo que en esencia son ni su real trascendencia. Lo que vemos de estas en la actualidad son mutaciones que obedecen al presente, pero que no explican el principio… Y el secreto de todo está en el principio.

En esa búsqueda del origen nos planteo una interrogante que nos llevó al análisis, reflexión y debate de la cuestión: ¿Por qué si la mayoría de las revelaciones importantes dadas al ser humano han sido transmitidas en el interior de cuevas, no cuenta la humanidad con estudios al respecto ni con la bibliografía que invite al análisis y a la reflexión del tema?

Son bastas las revelaciones que tienen su génesis en el interior de una cueva. Dentro de las más conocidas esta la gruta o cueva del Rabí Shimon Bar Yohai (autor del Zohar), la del Apocalipsis (la cueva de Patmos), la de Hira (donde Mahoma recibió sus primeras revelaciones) y una suma de etcéteras más en los mal llamados viejo y nuevo continente.  

La cueva ha sido y es fundamental en todas las expresiones místicas que ha habido y hay. Simboliza no solo el regreso al vientre materno sino también el hospitium que acogió a nuestros primeros ancestros.

Hay, no obstante, un valor que poco se ha considerado en ese ambiente natural o artificial en el que se refugian los hombres: el de la afonía y ausencia terceros. La cueva, manifestación temprana del movimiento anacorético y del monacato rupestre, es un lugar en el que el silencio y la soledad son la norma, pero no todos pueden con estás, ya que, en ellas..., o te encuentras o te vuelves loco.

Sin demerito de lo que la cueva es, me atrevería a afirmar que la esencia de la revelación no está en el lugar en sí, sino en esa afonía de terceros y de distractores que te obligan a escucharte a ti mismo. Entendiendo que la revelación será mística solo si la persona lo es. 

La revelación obedece a lo que la persona es.
Un hombre de negocios que por disciplina se aislé de los demás tres o cuatro veces al año, va a descubrir en esa afonía de terceros y de distractores, esas oportunidades de negocio y de acción que el entorno no le permitía escuchar por exceso de ruido.

Ese literato, pintor, escultor o artista que se aísla para crear, va a producir obras de arte que no podría realizar en compañía de terceros. Lo mismo acaece con las demás ramas del saber. Es el silencio y la soledad que uno se pueda crear para sí mismo lo que nos llevará a desvelar eso que siempre ha estado ahí, pero que por exceso de compañía y ruido no podemos ver o escuchar.

Muchos de los ancianos (gente de antes) son más sabios no porque sean más viejos, sino porque tienen más tiempo para sí. Tiempo en el que la afonía de unos hijos que están haciendo su vida. La de unos nietos que tienen apremio por descubrir todas esas cosas que son o serán la materia prima de su próximo hacer. Más la afonía de esos amigos que cada día son menos y de la gente en general, hace que las personas de antes tengan para sí lo que no tenían: tiempo para ver y entender la realidad más allá de máscaras y vanidades, y tiempo para observarse, escucharse y pensarse.

Este ejercicio de silencio y soledad en el que están inmersos los ancianos es lo que hace que puedan acceder a esas revelaciones que les signa la vida que les queda.

Los que en el devenir de su vida buscaron un equilibrio entre el ser y el hacer (tiempo para sí, para los otros y lo otro), son los que descubrirán una nueva y mejor forma de vivir la vida. Los que toda la vida vivieron de cara al aparador en mundo de apariencias, ruidos y vanidades, descubrirán que la etapa más difícil de su vida es esa en la que no solo no existen para los demás, sino que tampoco para ellos mismos.
 

Cierto que las revelaciones se han dado y se dan en las cuevas. Ya sea esas de antaño en las que se refugiaban los anacoretas que nos precedieron o esas que construimos para asilarnos productivamente de los demás. En ambas, la afonía de terceros y de distractores visuales y auditivos es lo que nos lleva a desvelar esas revelaciones que nos permiten crear nuevas y mejores formas de ver, entender y operar la vida.

Las revelaciones, insisto, obedecen a lo que uno es. Si usted es un místico judío, católico, musulmán o budista, va a encontrar en esa total ausencia de ruido y distracción, lo que los demás no pueden ver.

Lo mismo le va a acontecer en su área de especialización. Va a desvelar ideas, productos o necesidades que siempre han estado ahí y que subyacen en el inconsciente colectivo. Tan es así que ya una vez que usted las desvela y las hace públicas, habrá más de uno que le diga: eso ya se me había ocurrido a mí.

Así, pues, cuando Don Manuel nos presento el tema a debate, más de uno nos centramos en la búsqueda de bibliografía y en la investigación del tema, hasta que poco a poco fuimos desvelando que la cueva era solo una parte del secreto de la revelación, la otra parte esta en el interior de cada uno de nosotros. En esa capacidad que tengamos para observarnos, escucharnos y pensarnos... Es ahí, y no en otro lugar, donde están la revelaciones que usted necesita.

Nos leemos en el siguiente artículo.   

 

 

 

sábado, 19 de agosto de 2023

El secreto está en el origen.

El problema en los actos humanos es que el origen de lo que queremos es más una suposición que una certeza. Suponemos que queremos tal o cual cosa. Determinada cantidad de dinero, casa, carro, trabajo o negocio. Vivir solo, en pareja o con especifica persona, pero en estás, como en todas las cosas del querer humano, siempre hay más espacio para la suposición que para la certeza.

Esta suposición o falta de claridad en el querer nos hace tomar decisiones sin en el debido análisis de lo que intrínsecamente somos y necesitamos, así como del objeto o sujeto de decisión, lo que al paso del tiempo nos llevará a descubrir que las cosas no son como las habíamos conceptualizado, aun cuando las señales estaban ahí.
 

Las razones por las que no vemos las señales, es debido a que al principio de todo querer hay un enamoramiento que nos ayuda a minimizar defectos y atribuir virtudes a todo aquello en lo que hemos centrado nuestro querer. No importa si es una persona, una situación o un objeto. Nosotros siempre las vamos a ver mejor de lo que son.

Es importante anotar que, en el querer, el análisis más importante no es el del exterior (persona, circunstancia u objeto), es el del interior (lo que somos y necesitamos). Y la mejor forma de acceder a esto último es a través del análisis nuestros actos. En estos y no en las historias que nos contamos, está el lugar en el que vamos a encontrar la realidad de lo que siempre hemos buscado.

Así, pues, mi recomendación es que no le haga caso a las historias que se cuenta a usted mismo. Estas son, amén de engañosas, peligrosas, ya que le pueden hacer sentir y pensar que eso que imagina sobre tal persona, circunstancia u objeto lo va a hacer feliz. Nada más lejos de la realidad.  

Su cerebro le va a decir que va a ser feliz cuando viva con tal o cual persona, cuando compre la casa, el departamento o la finca de sus sueños. Cuando vaya de vacaciones o a conocer tal lugar, ciudad o país. Cuando tenga tranquilidad económica y muchas cosas más, pero lo único que no le va a decir su cerebro es que usted nunca dejara de ser usted y que las decisiones que tome basado en las historias que su cerebro le cuenta, generan un cambio en su exterior y una incomodidad e insatisfacción en su interior.  

El que el que viaja muda de clima, no de carácter.
Hay a quienes creen que aman a una persona, cuando lo que en realidad aman es lo que esta les da y no a la persona en sí. Vivir con alguien no es lo mismo que vivir a alguien. Vivir a una persona demanda compromiso, entrega, reciprocidad y sacrifico. Mientras que para disfrutar a alguien solo hay que estar ahí. Es un querer unilateral. Un estar para recibir, no para dar.  

Definir con toda claridad el intrínseco querer, demanda honestidad, reflexión y tiempo. No es algo que se pueda hacer de un día para otro. Hay muchas cosas que se pueden evaluar y decidir en el momento, pero se espera que sean las intrascendentales. Las trascendentales demandan tiempo, objetividad y honestidad.

Puede ser que usted sienta una fuerte atracción por una persona y que esa atracción le lleve a construir historias fantásticas en su mente, pero antes de tomar una decisión pregúntese que es lo que sus actos le indican: que lo que ha buscado y busca es una intermitencia o una permanencia. Si lo que necesita es formar un hogar, adelante, pero si no es así, no se haga daño ni dañe a los demás.

Es el origen el que define el destino.
Cuando usted tensa el arco para disparar una flecha, debe tomar en cuenta que el lugar donde esta va a caer se define justo en el momento en que esta sale del arco. Puede ser que en el trayecto un objeto o una ráfaga de viento cambie su destino, pero esto depende más del azar que de la elección. Es el origen (lo que usted es) lo que define el destino. Y esto aplica en todos los ámbitos de la vida.

Identificar la razón que motiva un querer que no necesita, le permitirá darle una mejor dirección a su vida y a la de los demás, no por que vaya a influir en ellos sino porque no los va a dañar.

Nos leemos en el siguiente artículo.

sábado, 12 de agosto de 2023

La mujer de Matías.

El objetivo de este artículo no es hablar de la mujer de Matías, que no tiene mujer, ni tampoco hablar específicamente de él, sin embargo, lo intitule así debido a un hecho observado en una de las reuniones de la Abstracción y que seguro estoy de que Matías no reparo en él.

La Abstracción es una cofradía intelectual que sesiona de manera cerrada (exclusiva a miembros) una vez a la semana y de manera abierta (con invitados) una vez al mes. Esta modalidad tiene poco más de cinco meses y ha funcionado muy bien. Las sesiones abiertas se llevan a cabo en un restaurante. Son sesiones donde cada uno de los miembros tiene derecho rotativo de invitar a una persona o dos que puedan aportar al tema que se va a debatir.

En esta ocasión le toco a Matías, por lo que le extendió el convite a dos amigas de la infancia con las que ha mantenido contacto y a las que respeta no solo por su capacidad intelectual, sino por lo que son en sí mismas. Una vive en Estados Unidos y la otra a una hora de vuelo. Obviamente que ellas tenían más interés en lo que harían previo y posterior al debate que al debate en sí, no obstante, este estuvo muy interesante y el punto de vista de ellas fue muy enriquecedor.

El tema a debatir fue el de la soledad emocional que ya es considerado pandemia en buena parte del mundo. En el devenir del debate estuve atento no solo al contenido de sus palabras, sino al lenguaje corporal. Una de ellas con lenguaje florido, pero con argumentos muy ilustrativos de lo que está pasando en el vecino país.

La otra con un lenguaje más propio al mío y con un aporte tan valioso como el de su compañera. La del lenguaje florido es empresaria, vive en Estados Unidos. Nunca se casó, no tiene hijos, salvo sus hijos empresariales que es como ella llama a sus empresas. La otra es una inversionista de alto espectro, divorciada, con hijos y ya en proceso de planear su retiro, el cual acaecerá, según sus palabras, en no más de cinco años.

En el decurso de la tenida (sin que esto sea una logia) tuve oportunidad de observar y distinguir la gran diferencia que hay entre confianza y comodidad. Las dos mostraron en su trato con Matías y, por extensión, con cada uno de nosotros, una confianza que hizo que el debate y la reunión en sí fuera altamente productiva.

Sin embargo, solo una de ellas mostro una comodidad que llamo mi atención. Por obvias razones, las damas en cuestión se sentaron a la diestra y siniestra de Matías. La empresaria a su diestra, la inversionista a su siniestra. Ambas mostraron y expusieron sus ideas con las habilidades propias de su oficio. La primera, frontal, aguerrida y participativa. La segunda, cauta, analítica y especulativa.

A la inversionista la vi consultando a Matías sobre cada uno de los participantes, cosa que la empresaria no hizo. Esta se aboco a explorar a los que estábamos ahí a través de nuestras palabras y actos.

La inversionista, cauta donde las haya, escucho argumentos, medito respuestas y en algunas ocasiones pidió regresar a un argumento para hacer anotaciones puntuales y enriquecedoras. A primera instancia se podría pensar que la empresaria se sentía cómoda y en confianza, mientras que la inversionista, por lo recatado de su actuar, no sentía ni lo uno ni lo otro.

La verdad está en los detalles. Y en el detalle del detalle, la intención del detalle.
La empresaria se sintió en confianza a los minutos de haber empezado. La comodidad la fue adquiriendo conforme avanzaba el debate. Al grado que a la hora de haber empezado se cambió de lugar para estar frente al antagonista que más le gustaba, mostrando en ese punto más a la persona que a la empresaria.

La inversionista, por el contrario, se sintió cómoda casi de inmediato. No con nosotros, sí con Matías. Con este hablaba seguido, ya sea preguntando o comentando algo. No obstante, lo que llamó mi atención fue cuando llego el mesero. Algunos pidieron café, otros vino y Matías un Cheval Blanc Imperial, pero ella solo pidió agua. La tenida siguió, la inversionista se fue metiendo en los argumentos y contrargumentos del debate hasta que, en el fragor de la batalla, tomo la copa de Matías y empezó a tomar de ella.

Sirvieron el plato fuerte, llegaron los postres y los cafés. Ella declino ambos, pero tomo de la tasa de él y se comió buena parte del postre de este. El tema nos llevo a otros más, lo que hizo que la reunión se prolongara, lo que me permitió observar por más tiempo los actos no conscientes de ella y las instintivas respuestas de él.

En los actos de ella había propiedad, en los de él, confirmación. Lo interesante del tema es que no son pareja, ni había contacto físico entre ellos, sin embargo, ella se sentía tan cómoda con él, que hizo del espacio de él, su espacio. Lo cual llamó poderosamente mi atención, ya que, sin demerito de la confianza la cual es de suma importancia, el que una persona se siente cómoda con otra, marca toda la diferencia.

La comodidad, pues, es la piedra angular de cualquier tipo de relación, ya sea de amistad, sentimental o de negocios. Si analizamos esto, nos daremos cuenta de que conocemos e interactuamos con muchas personas, pero con muy pocas nos sentimos cómodos y pocos son también los que se han de sentir cómodos con nosotros.

La comodidad en cualquier tipo de relación es un lujo poco trabajado. Lograr que el otro se sienta cómodo con uno es un privilegio que a pocos nos interesa trabajar. Unos porque no desean más que una relación social, otros porque son unos eremitas a los que poco o nada les interesa la interacción humana, y a los más porque la dan por sentada, es decir, porque confunden confianza con comodidad.

Lo más interesante para mi de esa noche, aun cuando soy un eremita consumado, no fue el debate en sí, sino el darme cuenta del valor de la comodidad.

Nos leemos en el siguiente artículo.  

miércoles, 9 de agosto de 2023

Por amor a la nación.

Vivimos en el mundo una serie de cambios de orden político y electoral que viene de antaño. Algunos cocinándose desde los tiempos Karl Marx, burgués de clase media alta que, al no tener necesidad de trabajar, se dedicó a idealizar y diseñar lo que desde su óptica sería una sociedad perfecta. Su familia poseía importantes viñedos en Mosela. Se caso con una aristócrata prusiana, hija del Barón Ludwing von Westphalen (miembro de la alta burocracia del imperio), lo cual le aseguraba una buena renta. Fue colaborador y becario de Friedrich Engels el cual era propietario de la fábrica textil más importante de Manchester.

Las ideas y valores que estos ricos y empoderados idealistas sembraron han causado más daño del que se hicieron así mismos. Hoy, el descreimiento en la política y en los políticos nos ha hecho caer en los absurdos que nos han llevado en el proceso electivo a decantarnos por populistas de izquierda y derecha que no tienen la más mínima idea de la realidad, amén de que hemos llegado a pensar que la ciudadanía, dividida en minorías muy vocales, es la que puede arreglar lo que los políticos no. Minorías que, claro está, no representan más que ese tres, cuatro o cinco por ciento que representan y que están en conflicto con esas otras minorías que, como ellas, quieren hacer de su pequeña parte un todo.

Sirva esta estulta disgregación para recordar, sin mitificación, idealización y nostalgia, pero si con un fuerte sentimiento de realidad, la forma en que los Aztecas elegían a su emperador. Cierto que eran otros los tiempos, las circunstancias y la cultura, pero que útil nos seria a muchas naciones, regresar a ello.

La elección del emperador era electiva, no hereditaria. El emperador no podía escoger a su sucesor ni placearlo como representante o defensor de su gobierno. La elección del emperador recaía en un colegio de electores formado por la máxima autoridad religiosa, por el capitán de los ejércitos y los señores de Texcoco y Tlacopan. Estos tenían la obligación de elegir, dentro de los descendientes de Ténoch (primer emperador azteca), a los más capacitados y virtuosos.

Hasta aquí todo bien, sin embargo, la diferencia estriba en que los candidatos al puesto de emperador se tenían que postular ellos mismos. El único requisito que se les pedía era que fueran descendientes de Ténoch. Esto permitía que los hijos del difunto, sobrinos, hermanos y demás parientes que se sintieran calificados, podían aspirar a sucederlo sin que el hombre que sucedían en el poder haya podido incidir en el proceso, ya que las postulaciones se hacían hasta la muerte de este.

Los aspirantes para sucederlo conocían el método de selección, por lo que no había engaño. Todo era transparente. El análisis de los candidatos era muy riguroso, de tal suerte que no solo evaluaban su devoción, su inteligencia, bravura y triunfos o fracasos en el campo de batalla, sino que además era de suma importancia la ética y comportamiento de estos, así como la habilidad diplomática mostrada en los puestos que hubiesen ocupado.

La parte más importante del proceso de sucesión era el de la muerte, ya que el procedimiento exigía la decapitación de los no elegidos, de tal suerte que el primer acto oficial y público del nuevo emperador, era la decapitación de los otros contendientes.

En otras palabras, los contendientes a la sucesión lo hacían conscientes de que serían ejecutados en caso de que no salieran elegidos. Imagine por un momento si esta regla estuviera vigente en todo el mundo. Cuantos de los candidatos que existen en este momento para la presidencia de sus respectivos países, estarían dispuestos a contender, bajo la estricta vigilancia de un colegio elector ajeno a independiente a ellos.

No hay duda de que los que contendieran lo harían por amor a la nación o por una excesiva confianza en sus posibilidades, sin olvidar, claro está, que una de las atribuciones del colegio elector era la de ejecutar al elegido, si este no cumplía cabalmente su función.

En ocasiones como las que estamos viviendo en algunos países, más de uno puede llegar a pensar que la barbarie de nuestros ancestros no nos vendría del todo mal en este momento, por lo menos en lo que respecta al rubro electoral y al de la función pública.

Hay países en los que la regla de cero corrupción aplica con un cierto grado de modernidad. En Singapur, por ejemplo, se empezó por condenar con las penas más altas a los funcionarios públicos que aceptaban sobornos o que hacían mal uso del dinero del estado. Esto llevo a la cárcel a muchos funcionarios, burócratas y empresarios involucrados, pero como esto no fue suficiente, se instituyo, años después, la pena de muerte.

Obviamente que en Singapur no ejecutan a los que no hayan logrado el voto del colegio electivo. Son tan civilizados que estos pueden colocarse dentro de la administración del candidato ganador o en algún otro equipo de la función pública, pero todos los hacen firmando un documento legal en el que autorizan al Estado a auditar sin previo aviso las cuentas bancarias de ellos y de los suyos, dentro y fuera del pais.

El equipo auditor es ajeno a ellos y goza de plenos poderes, por lo que en el momento en que se descubre una irregularidad, por mínima que esta sea, se lleva a juicio a la persona y si es encontrado culpable, se la ahorca o fusila.

Cierto que ambos casos eran y son una autocracia democrática. Autocracia por que el fallo era y es irrevocable y, democrática, porque llegan al poder o a la función vía un colegio electoral. En ambos casos los candidatos se postulaban (Aztecas) o se postulan (Singapur). Pero lo hacían y lo hacen con conocimiento de causa de que es lo que les pasaría si fallan o no cumplen a cabalidad con sus responsabilidad.

Esto es muy mal visto en la actualidad, pero me pregunto si hubiese sido posible que gente como la que hoy detenta el poder y la gran mayoría de los cargos públicos hubiesen contendido por el poder y, en caso de llegar, estuviesen aun ahí si esta ley siguiera vigente, así como el tipo de gobernantes, funcionarios públicos y sociedad que tendríamos bajo una ley como las arriba mencionadas.

En esas autocracias se paga un precio muy alto, en las democracias participativas, otros. No obstante, me preguntó: ¿Cuál de los dos sistemas nos proporcionaría un mejor nivel de vida y una mejor sociedad, tanto en el combes de lo político, como en el de lo empresarial y social?

Solo usted puede elucidarlo. En el inter salga, vote y reclame.

Apoye a quien usted desee, pero vote a invite a votar a otros.

Nos leemos en el siguiente artículo.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

    

martes, 8 de agosto de 2023

Interrogantes para Matías.

El artículo anterior (Una decisión difícil) genero un cúmulo de correos que muestran lo poco atinente que fueron mis letras, ya que la gran mayoría de ellos se abocaron a preguntar cuál de las dos opciones era mejor: la mujer que mitifica al padre o la que está en conflicto con él.

Por supuesto que también hubo correos en contra y otros en los que se me ataco de misógino y misántropo, lo cual no deja de ser cierto, ya que todos los seres humanos poseemos, independientemente del género, un cierto grado de misoginia y misantropía. Fue tal la reacción que genero el artículo, que por unas horas me cancelaron la página. No obstante, y sin demerito de las quejas y de lo anecdótico de la cancelación, procederé a responder la pregunta primaria, ya que esta fue vertida por igual, por ambos géneros.

Primero me gustaría aclarar que por muy avanzada que este la ciencia, la antropología, piscología y demás ramas del saber humano, no hay una sola que pueda considerarse determinante. Todo lo que se ha descubierto y estudiado del ser humano no son más que aproximaciones. Unas más certeras que otras, pero aproximaciones al fin. Dicho esto, procederé a dar mi opinión.

El amor es como el ser humano: alógico, insondable e inexplicable. Sirva, para explicar esto, la historia de Isaac, un hombre diez años mayor que yo y con el que he tenido el privilegio de convivir financiera, intelectual, filosófica y teológicamente.

Isaac enviudo en sus tempranos treintas, lo que lo convirtió en papá soltero con un hijo de ocho años. Es el primogénito de una dinastía de tres generaciones de banqueros. Creció con un padre que lo formo desde su primera infancia para tomar las riendas del negocio, cosa que hizo poco antes de cumplir los treinta.

Culto, inteligente y con una elegancia en las formas y en el vestir, que hacían de él el candidato ideal de muchas mujeres. En el tránsito de nuestra amistad, poco más de tres décadas, le conocí mujeres hermosas donde las haya. Altas, delgadas y con un porte de modelo que excedía en mucho a las de las pasarelas de su momento. No obstante, se mantuvo célibe hasta hace algunos años.

Se dedicó de lleno a los negocios y a formar a su hijo para la sucesión. Mudo las oficinas centrales a Estados Unidos y dejo al frente de ellas a su vástago. Se retiro hace poco más de doce años y hace diez me invito a cenar a su casa para presentarme a la mujer con la que hoy está casado.

Confieso que para mí fue una sorpresa. Nos veíamos con cierta frecuencia y en ningún momento había salido comentario alguno, por lo que fui a la cena con cierta expectación y seguro de que vería a una mujer bellísima, como todas las que la había conocido.

Al llegar me presento la antítesis de todo lo visto. Poco agraciada, con un rostro y cuerpo propio de una matrona. Agradable, platicadora y, desde mi gusto, un poco locuaz, pero él, estaba (y está) feliz.

Lo que deseo explicar con esta historia es que en el amor no hay nada escrito. Es importante saber si la mujer mitifica al padre o está en conflicto con él, como también es importante saber si el hombre tiene un problema con la figura materna o valora a la mujer. No obstante, y más allá de las mitificaciones y conflictos, lo más importante es la vida que uno y otro le inyectan a su pareja.

En el artículo anterior, Matías explicaba que la mujer representa la Vida y el hombre la Tierra. Y que la tierra (
terrae = seco) recibe de la mujer (hayyim – manantial) el agua que hará que esa tierra sea tan fértil como nutrientes posea el agua.

En la relación no se trata de priorizar un género sobre otro, sino la forma en que estos se nutren mutuamente. Cierto que hay mujeres que mitifican al padre o están en conflicto con él, pero también hay hombres que tienen problemas con la figura femenina (materna) y otros que la valoran y respetan. Sin embargo, estas cosas, aunque importantes, no definen la relación. La hacen más tersa o accidentada, pero no la definen.

Lo que define la relación es la atracción física, psíquica y, de manera muy especial, el proyecto. A Isaac le conocí mujeres extraordinariamente bellas, sin embargo, el proyecto de ellas no coincidía en tiempo y oportunidad con el de él. Ellas se querían casar. Él, consolidar un imperio.

Solo cuando este consolido su proyecto es que estuvo abierto a construir otro. Y, para sorpresa de todos y de él mismo, todo lo que él había pensado sobre la mujer ideal, en cuanto a ética y estética, quedo en lo anecdótico cuando encontró a la mujer con la que vive hoy. La relación, me cuenta Isaac, era social, no sentimental, no obstante, se sentía extrañamente atraído por esa mujer que le inyectaba vida a su vida, aun cuando era (y es) la antítesis de las anteriores.

Platicando con ella se dio cuenta de que ambos buscaban lo mismo, una persona con la que, en orden de importancia, pudieran ser, estar y transitar lo que les resta de vida. Él descubrió, terminando la consolidación de su proyecto, que era más vivaz y locuaz de lo que pensaba y que, allende las finanzas, la filosofía y la teología, compartía con ella temas mundanos que le divertían.

En otras palabras, si en la relación hay un alto nivel de química y de comunión psíquica, pero no proyecto, la relación, o no va a funcionar, o va a ser una más de esas que están por estar.

Así, pues, sin demeritar las áreas de oportunidad psicológica que las partes tengan que sanar, lo que realmente importa es que, amén de la atracción física y psíquica que sientan por la persona en cuestión, ambos tengan y compartan proyecto, en donde ambos construyan y cuiden el tema económico, de salud y de desarrollo individual y de pareja. En donde tal vez los gustos culinarios, artísticos, intelectuales y demás, no coincidan del todo, pero el tener un proyecto común les va a ayudar a buscar un punto medio en donde su puedan interesar por los gustos del otro para poder departirlos y compartirlos.

Sin un proyecto común, lo que hay, es una temporalidad, pero no una relación.

Nos leemos en el siguiente artículo.