viernes, 1 de septiembre de 2023

Un nuevo e inquietante entorno.

El entorno, en todos sus componentes (demográfico, social, económico, ambiental, militar, geopolítico) se mantuvo medianamente estable los últimos setenta años. Las generaciones de este periodo enfrentaron problemas de mayor o menor complejidad, pero en esencia, similares. Decirle a una persona que oscila entre los treinta y cincuentas que tiene que atender el entorno por el bien de él y de sus descendientes, parecerá, dado lo anterior, un acto estéril.

La realidad, no obstante, es que en el entorno se han venido dando mutaciones que, en un plazo no mayor a cinco años, nos harán enfrentar retos que crecerán en complejidad y dificultad en el devenir de la siguiente década.  

Cuando termino la Segunda Guerra Mundial, la probabilidad de que un joven lograra una vida mejor que la de sus padres era del 90%. Para la década de los ochenta esta probabilidad había bajado al 40%. En la actualidad es del 8% y con tendencia a la baja.  

Los problemas que tendremos que enfrentar estados y sociedad en los siguientes cinco años, son tales y de tal magnitud que no deja de asombrar el hecho de que no estemos trabajando en ellos, ya sea porque los vemos muy lejanos en cuanto territorialidad y/o distantes en lo personal, sin embargo, las consecuencias de estos nos van a afectar a todos sin importar el lugar en el que vivamos o el trabajo u oficio que tengamos.

Sirva, como una pequeña muestra de lo anterior el caso de la Unión Europea. En ella vive el 6% de la población mundial y se gasta el 50% de las prestaciones sociales del mundo. De hecho, el número de pensionados en este momento es igual al número de trabajadores, sin embargo, estos van a la baja y los pensionados a la alza (cada año se incrementa en un millón el número de pensionados).

Otro ejemplo es el de la deuda de las naciones y de los grandes consorcios. En este momento la deuda pública y privada representa el 360% del PIB del mundo. En otras palabras, debemos 3.6 veces lo que producimos y se estima que en el devenir de una década lleguemos a 4.5 veces.

La inflación es, ha sido y será una constante a vigilar. El problema es que las variables que inciden en ella se están agudizando. Entre las más relevantes esta la del cambio climático (aumento de plagas y disminución de cosechas). Los problemas geopolíticos entre China e India y la guerra fría que se está gestando entre USA y China, amén del agravamiento del conflicto entre Rusia y Ucrania, en donde esta última está atacando objetivos en territorio ruso. A todo esto, habría que agregar el alto costo del gasto social no contributivo y el inevitable déficit que este genera, y, por último, la incosteable e insostenible emisión de deuda global.

China es otro factor para considerar, debido a que enfrenta riesgos que muy probablemente ralenticen la economía a nivel global. El sector inmobiliario, eje del desarrollo económico de muchas economías, representa el 6% del PIB en economías desarrolladas y el 16% en emergentes. Cuando este sector ha llegado al 20%, se crea una burbuja que al paso del tiempo estalla generando una debacle económica y social de gran cuantía (crisis 2008 – 2009).

En China el sector inmobiliario representa el 30% el PIB, y con graves problemas de solvencia y liquidez. Las cuatro empresas más representativas e importantes del pais se encuentran renegociando o en impago. 

La deuda de Evergrande, por mencionar un solo de los casos, equivale al 2% de todo el Producto Interno Bruto de China. Las otras tres empresas en graves situaciones de impago son: Country Garden Holdings; Kaisa Group Holdings y Shimao Group Holdings.

Otro tema al que nos vamos a enfrentar a nivel global es de la renegociación de deuda o impago. En este momento hay 45 mil empresas públicas que no pueden cumplir sus obligaciones. Empresas que no solo no tienen liquidez, sino que además no son solventes, lo que, en teoría, imposibilita su rescate.

A esto habría que agregar la deuda de varias naciones que están en situaciones de alto riesgo: Líbano; Rusia; Argentina; Zambia; Sri Lanka y Surinam. Países que ya están en situación de incumplimiento, en donde la única salida que se ve es la de emitir más deuda para evitar que enfrenten problemas geopolíticos (que los países se fragmenten) o conflictos sociales que se puedan extender a otros países.

En este momento la deuda pública y privada en riesgo de incumplimiento asciende a 400,000 millones de dólares. El problema es que tanto los estados como la sociedad no consideran ninguna otra solución que no sea la de emitir más deuda, difiriendo la inevitable consecuencia para los próximos cinco o diez años.

Los Bancos Centrales deberán evaluar el nivel de ajuste e inflación que sus países pueden soportar sin poner en riesgo la economía del pais y sin que el Índice de Miseria llegue a dos dígitos (Tasa de inflación más Tasa de desempleo).

El nivel de inflación que decidan tolerar va a ser doloroso para el ingreso familiar, amén de que puede ralentizar la economía o llevarnos a una estanflación (inflación sin crecimiento), no obstante, la única salida real de los estados, empresas y familias es reducir gasto e incrementar la productividad (hacer más con menos).

Cierto que esto propiciaría un caldo de cultivo idóneo para los populistas de ambos espectros (derecha e izquierda), pero en algún momento vamos a tener que enfrentar la realidad y entre más pronto mejor.

Gastar en lo estrictamente necesario en lo individual, familiar y empresarial, nos va a ayudar a hacerle frente a lo que se viene.

Un grupo de empresarios e inversionistas me decían que sus padres y ellos crecieron con la idea de legarle a los hijos una plataforma educativa, pero que ahora el reto está en sumar a ella una plataforma patrimonial que no solo no puedan gastar, sino que se aprecie con el tiempo (fideicomiso)…

Como siempre, la última palabra la tiene usted.

Nos leemos en el siguiente artículo.

 

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