sábado, 5 de agosto de 2017

La creación de la inteligencia.

La inteligencia se crea a sí misma y se crea a través de la ausencia; la espera y la palabra.

James Joyce decía que un hombre es un fantasma que se ha desvanecido hasta ser impalpable... Ya sea por muerte, por ausencia o por cambio de costumbres.

Y ni duda cabe que el mundo está lleno de este tipo de fantasmas... Hombres que se han desvanecido hasta hacerse impalpables... Ya sea por no hacer uso de su inteligencia, por no existir para ellos mismos.., y por ende para los demás.

Las redes neuronales se encienden justo a los días de nacido para no apagarse nunca, salvo que por voluntad propia uno decida apagarlas… ¿Cómo? Dejando de leer, de pensar y de analizar la vida y el entorno desde la estricta realidad. Dejando de escrutar todo lo que uno piensa, dice y hace, amén de todo lo que uno escuche, ve y observa.

Nunca hacemos nada por nada. Cierto que en apariencia hacemos muchas cosas solo por hacerlas, no obstante la realidad es que en todo lo hacemos hay substrato de razón que pocas veces llevamos a la razón.

Si nos detuviéramos a pensar en eso que queremos hacer porque se nos antojó en ese momento, ya sea por el impulso de terceros o porque nos dejamos llevar por el grupo, por el entorno o por cuantas razones deseemos agregar, descubriremos dos cosas: 
1)      Que nada lo hacemos porque sí; 
2)      Que muy pocas cosas que hacemos tienen un después…

Nada lo hacemos porque sí.
Todo lo que hacemos tiene un substrato de razón que pocas veces llevamos a la razón. Si nos detuviéramos a pensar cual es la razón primera y última de nuestro accionar, descubriríamos que muy poco de lo que hacemos tiene sentido. La gran mayoría de nuestros actos son irreflexivos y obedecen al impulso del momento, razón por la cual nos es menester crearle razones a la razón para justificar nuestro inútil y estéril accionar.

Esto es lo que hace que hayamos acuñado frases como: Ladrón que roba a ladrón… Lo que bailado quien me lo quita… y muchas más. Cuando en estricta realidad toda decisión debe ser buena a priori y no a posteriori. 

Es por ello que se dice y se dice bien que: “o piensas antes de actuar o terminaras actuando como piensas”. Justificar lo que paso no tiene ciencia, cualquiera lo hace. Proyectar y fundamentar lo que uno quiere que pase, es ahí donde está la diferencia entre un ser pensante y uno que no lo es. 

La realidad es que en todo acto, hasta en esos que no tienen sentido, hay un sustrato de razón que jamás nos detenemos a pensar. Son actos que obedecen a inseguridades acuñadas en lontananza y que por obvias razones hemos dejado en el olvido. Inseguridades que ya no podemos explicar, y menos si no nos detenemos a analizarlas, entenderlas y dirigirlas.

Estas son las que nos llevan a cometer una enorme cantidad de estulticias, ya sea por temor de que el otro crea que no nos atrevemos a hacer eso que nos pide, o por el temor de que la persona que nos invita a hacer algo nos deje al margen de sus afectos, o que el grupo nos rechace, o porque no queremos actuar con la impronta del deber ser de nuestros padres, maestros y tutores.

Causas, que ya identificándolas y entendiéndolas, se pueden dirigir sin problema alguno, ya que en el devenir del tiempo uno termina descubriendo que en la vida hay una enorme cantidad de sustos, pero muy pocos males. Tan pocos, que no son más de tres, mientras que los males son vastos…, y el 99.99% de ellos, imaginarios.

Así, cuando entiendes que no pasa nada si no haces aquello que los otros te invitan a hacer, es cuando dejas de hacer las cosas que hacen los demás, para empezar a las cosas que debes de hacer.

Intención de futuro.
Como vimos líneas arriba, la gran mayoría de las cosas que hacemos las hacemos para poblar el espacio. Son cosas que mueren justo en el momento en que las hacemos, debido a que carecen de intención de futuro. Son actos estériles que no nos llevan a ningún después que este encadenado a otro después.

Nosotros, que presumimos a los cuatro vientos de ser lo más sublime de la creación, somos la única especie de la creación que está llena de actos inútiles. Todas las demás especies tienen actos con intención de futuro: entrenar, jugar, reposar, cazar, etcétera; Nosotros no. Nosotros estamos llenos de actos inútiles. Actos que no tienen otro fin más que el de matar a ese que nos quiere matar: el tiempo.

La única razón por la cual nuestros actos carecen de intención de futuro, es debido a que no tenemos una definición de futuro. Nos vamos construyendo en el día a día, y si bien es cierto que la vida es oblicua y no lineal, también lo es el que por más oblicua que esta sea, si no se tiene una idea de futuro, será la oblicuidad la que gobierne nuestra vida y no nosotros. 

Napoleón Bonaparte, compañero mío de primaria, le decía a sus generales cuando estos le presentaban circunstancias antagónicas a sus planes: ¿Circunstancias? ¡La circunstancia soy yo!

Con esto lo que les quería decir es que él, más que nadie, reconocía el poder de la oblicuidad (aquello que surge más allá de lo planeado). Pero que el líder lo es en cuanto tiene la capacidad de adaptarse a las circunstancias, usarlas a su favor y conseguir el objetivo. Y esto solo se puede hacer cuando uno tiene bien definido su futuro.

Al inicio de este artículo decíamos que las redes neuronales se prenden a los días de nacido para no volverse a apagar jamás. De ahí en adelante operamos con el entramado de redes que construimos día a día, las más de las veces sin estar conscientes del entramado que estamos construyendo, y otras, las menos, conscientes de que lo estamos haciendo.

Es de suma importancia recordar que el cerebro no está hecho para pensar. Al cerebro hay que enseñarle a pensar, no obstante este piensa con el entramado que le construimos. Así, si el entramado es pobre, el pensamiento será igual.

Las redes neuronales son el software con el que se opera la vida, y estas se desarrollan en más o en menos en función de tres variables: 1) La ausencia de las cosas;
2) La espera para lograrlas y; 
3) La palabra, amplitud y significación de nuestro vocabulario -las cosas existen solo cuando las puedes nombrar.

La Ausencia.
Los padres de familia, en ese afán por darles a nuestros hijos lo que no tuvimos, les damos todo lo que podemos en aras de que tengan una vida mejor que la que tuvimos. Craso error. Como padres de familia tenemos todos los derechos, menos el de privarles del derecho de conquista, que es lo que hacemos al darles lo que nos piden.

La inteligencia rara vez se desarrolla en la abundancia de las cosas, al contrario, es la ausencia la que la dispara. Por supuesto que si esto fuera literalmente cierto, no habría, por mencionar un ejemplo, pobres en el mundo. Sin embargo la realidad nos demuestra que no es así. Los pobres son mayoría y si alguien que carece de cosas son ellos. Así entonces: ¿porque la ausencia dispara la inteligencia, si en la realidad vemos todo lo contrario?

El problema es que la ausencia solo dispara la inteligencia cuando la ausencia genera dolor y cuando se quiere trascender en lo ausente. 

Una ausencia me puede generar dolor, pero no sentir la necesidad de trascender en ello. En estos casos el dolor es pasajero, es decir, me duele la ausencia pero no siento la necesidad de subsanarla, porque no siento el impulso de trascender en ella.

La ausencia debe generar dolor y sentido de trascendencia. Sin estas dos variables, la ausencia es tan solo una más de las ingentes carencias con las que nos hemos acostumbrado a vivir. Carencias que si están o no están, nuestra vida se mantiene igual. Cambiará el hacer de la persona, pero no el ser.

Veamos algunos ejemplos:
El rico tiene dinero porque le genera dolor no tenerlo y porque desea trascender en ello. A nada teme más el rico que a la pobreza, por lo que aguza su inteligencia al máximo para resolver ese problema que lo desvela.

El rico sabe que en cualquier momento se puede quedar sin dinero, ya que el dinero es un subproducto de nuestro hacer. En otras palabras, sabe que si lo que hace lo hace mal, perderá hasta el último centavo, por lo que se afana en pensar al máximo todo lo que hace para lograr que su hacer le garantice la presencia de eso que tanto miedo le da no tener: el dinero.

El culto tiene cultura porque le genera dolor su ignorancia y quiere trascender en ella. A nada le teme más que a su ignorancia. Esto lo lleva a leer todos los días, a estudiar, investigar y analizar todo lo que lee, estudia y ve. 

El culto no se conforma con leer, observar y estudiar el hacer humano. Para él es menester descubrir, entender y crear conocimiento... Se estima que en la actualidad, con todos los avances de la ciencia y de la tecnología, solo se conoce un 4% de la materia del universo y de las energías que lo mueven. El 96% es desconocido totalmente.

El culto, consciente de su no saber, observa, estudia, indaga y construye modelos que le ayuden a otros a entender la realidad. Lo que quiere es dejar huella, crear cultura, conocimiento. 

Un cofrade acuño una frase que explica a la perfección lo que aquí estamos tratando de explicar: Este le dice a otro cofrade: “He aprendido que si tú quieres leer un libro, vas y lo escribes”. Esto, para el culto, es una forma de trascender.

La diferencia entre el que lee y escribe es abisal. ¿Quiere esto decir que el que lee no es inteligente por el solo hecho de no escribir? Por supuesto que lo es. Siempre y cuando analice, medite y sujete lo leído y pensado al intercambio dialógico, ya que el conocimiento se da hablando. 

En mi mundo (finanzas y negocios) es común que los grandes monstruos de los negocios (hombres y mujeres) encuentren la solución a sus problemas cuando los platican con sus conyugues... Si por lo mucho que estos aportan. Más porque al platicar se escuchan, y cuando te escuchas te encuentras.

La ausencia es ausencia solo cuando esta genera dolor y sentido de trascendencia. 

¿Porque se puede dejar muy fácil a la pareja? Porque esta no nos genera dolor y mucho menos sentido de trascendencia. Cuando la pareja te duele, ya que esta te completa y complementa, lo único que no quieres estar sin ella. ¿Cómo entonces podrías terminar con ella si necesitas de ella para te completa y complemente? La trascendencia es inequívoca: Ella existe en ti y tu existe en ella.  

La Espera.
Otra variable de suma importancia en la formación de la inteligencia es la esperaEsta no solo sirve para desarrollar la inteligencia, sino que además forja el carácter. 

A los hijos no solo les damos todo o casi todo lo que nos piden y podemos, sino que además se los damos incondicionalmente y de inmediato. Por lo que no hay necesidad de que estos pongan a trabajar sus neuronas para conseguir las cosas, sino que además no se ven en la necesidad de forjar el carácter.

En una operación de negocios, un agente financiero que había apostado todo a una operación, me decía que es angustiante estar todo el día sentado esperando a que las cosas sucedan....

Lo que quiero ejemplificar con esto es que cuando a los hijos se les enseña a operar dentro de la estructura, donde todo está hecho y lo único que hay que hacer es esperar a que las cosas sucedan, pocas veces podrán operar fuera de ella. Lo que ineluctablemente les llevara a buscar trabajo, ya que lo único que no sabrán es crear trabajo. Tal como le pasa a la persona arriba mencionada.

La espera ayuda a desarrollar la ciencia de la paz (paciente), amén de que es de suma importancia entender que los objetos como los sujetos, tienen su tiempo y su momento, y cuando uno tratar de violentar los tiempos de las personas y de las cosas, termina, irremediablemente, echándolas a perder.

La naturaleza, que en sí misma es un poco más sabía que nosotros, se toma su tiempo para formar un bebe, un árbol, una vida. ¿Por qué entonces es que nosotros queremos todo al instante? La causa principal es que no nos han enseñado a trabajar la paciencia y esta, aunque usted no lo crea, genera réditos abundantes.

Algo que pocos van a entender al leer esto, es que cuando juegas con el tiempo a tu favor, terminas ganandoPara esto es menester entender y respetar los tiempos de las cosas y de las personas. 

Cantidad de parejas al divorciarse, crean en los juzgados cuantos óbices puedan para evitar que su pareja vea a sus hijos. Esto, claro está, como herramienta de presión para obligar al otro a que firme lo que este quiere. Afectando considerablemente a los hijos, los cuales terminan siendo reos de una situación que no quieren ni necesitan.

Si el agredido juega con el tiempo a su favor, lo que haría en lugar de entrar a un pleito interminable, es conciliar sin meter el tema de los hijos a debate, sabiendo que estos van a crecer y que le van a buscar más allá de los deseos del demandante. Al paso de tiempo se habrá ahorrado miles de pesos en abogados, así como una enorme cantidad de disgustos.

La dinámica mundial en la actualidad es tan rápida, que no nos alcanzaría el dinero ni la vida para darles gusto a nuestros hijos. Si en lugar de darles todo y de dárselo en el momento, los conminamos a trabajar para que pongan la mitad de lo que se requiere para comprar lo que desean, les estaremos desarrollando el valor del trabajo, del ahorro y de la espera.

Lo ideal sería que los conmináramos a desarrollar algo para vender, para tocar de puerta en puerta, no por lo que vayan a vender, sino por el reto de enfrentar y superar las negativas, las negociaciones de precios y demás óbices del cliente. 

Sin lugar a dudas que nuestros hijos cuestionaran nuestro proceder, lo cual nos debe tener sin cuidado, ya que no tienen la edad para entender lo que estamos haciendo.

La ausencia y la espera nos obligan a crear alternativas de acción o a esperar en la inamovilidad a que las cosas sucedan. La espera inmóvil no nos hace más inteligentes. Nos hace demandantes, pero no inteligentes.

En artículos anteriores narré la anécdota de uno de mis hijos. A este le contraté clases de manejo. De hecho tomo dos cursos. Cuando termino su segundo curso llego a mi oficina y deslizo su certificado en mi escritorio. Lo recibí, lo felicité y le dije que me daba mucho gusto. 

Al terminar mi salutación me pregunta con cierto nivel de exigencia: ya termine… ¿Y mi carro? A lo que de inmediato contesté: cuando estabas infante te metí a clases de natación… Y no recuerdo que una sola vez hayas llegado a mí a decirme: ¿y mi alberca?

Mi trabajo es darte las herramientas, el instrumento es cosa tuya. Así como estas hubo muchas más en las que se vio en la necesidad de superar su frustración, creando ideas de negocio que le generarán los recursos que deseaba. Fracasando en casi todas, hasta que al paso del tiempo se convirtió en un empresario exitoso, acostumbrado a usar el cerebro para generar, no para demandar.

La palabra (la forma en que nomina las cosas).
Este tema es recurrente en mis escritos, ya que la forma en usted nomine a las cosas, determinara lo que en la cosa y con la cosa puede llegar a hacer.

Si usted cree que trabajando va a hacer dinero, le tengo una muy mala noticia. Lo que logrará es un sueldo que le permitirá vivir el día a día, y con un poco de suerte, una pensión para su vejez.

La pregunta que usted se debe hacer es: ¿qué quiere, trabajar o ganar dinero?

Cierto que para ganar dinero hay que trabajar, pero una cosa es operar negocios, otra dirigir negocios y otra crear negocios. Nosotros, en ese pésimo uso que hemos hecho del lenguaje, le llamamos trabajar a cualquier cosa, cuando la realidad es que la gran mayoría de los trabajos no son otra cosa que una terapia ocupacional o de ingresos, pero solo eso.

Observe a la gente en su trabajo. Descubrirá en la gran mayoría de ellos una inercia asfixiante, amén de una desidia, desinterés y apatía mayúscula. Hacen lo que tienen que hacer, para no más que ello. Esto debido a que la frustración y decepción que les embarga es mayúscula, ya que por mucho que trabajen no salen de donde están.

Lo único malo de ganar una carrera de ratas, es que, aunque ganas, sigues siendo rata. 

La gran mayoría de nosotros estamos donde estamos y como estamos por no pensar. Por creer que pensamos cuando la realidad es que pensamos que pensamos. Y pensar que se piensa no es pensar, es imaginar.  

El problema del cerebro es que este va formando su software en función de las palabras que usamos y el significado que le damos a estás. Estas definen los criterios con los que interpretamos y cualificamos la vida, limitando o ampliando nuestras posibilidades en un mundo que por sí mismo es más allá de lo que nosotros pensemos que es.

Por ejemplo, si usted cree que el universo es la respuesta, sus límites estarán definidos a eso que usted contempla como respuesta. Ya no tendrá la necesidad de inventar el hilo negro. Alguien lo hizo por usted. Usted solo tiene que limitarse a hacer lo que otros le dicten y con eso está bien.

Por el contrario, si usted cree que el universo es la pregunta, observará y cuestionará todo lo que le rodea. Hará ciencia, creara modelos que ayuden a otros a entender la realidad. Creará cosas al tiempo que se estará recreando a usted mismo.

Y la diferencia entre uno y otro es el software que construyeron a través de la palabra. Software que les ayudará a ver y operar el mundo desde un cristal muy particular. El de su entramado neuronal.

En síntesis, la inteligencia se crea a sí misma y se crea a través de la ausencia, la espera y la palabra.

La ausencia bien dirigida es una oportunidad que invita a crear los medios y las herramientas para subsanar lo deseado.

La espera bien dirigida forja el carácter y ayuda a entender que las cosas no se merecen, se ganan.

La palabra en su correcta significación nos ayuda a llamar las cosas por su nombre, amén de que nos enseña a no esperar lo inesperado.

La buena noticia es que la inteligencia (capacidad de pensar lo que se piensa) es algo que construimos día a día a través del entramado neuronal que construimos en el diario vivir.

Es usted y no su cerebro el que decide que pensar… Constrúyalo, ya que de no hacerlo, confundirá lo posible con lo probable, la fantasía con la realidad y el imaginar con el pensar.

Nos leemos en el siguiente artículo.

martes, 1 de agosto de 2017

La formación de la conciencia.

Recién sostuve una plática con unas clientas sobre una persona que necesitaban contratar para una operación de comercio internacional. La interrogante en cuestión era el que ellas pensaban que era una persona de cuestionable moral, ya que, desde la óptica de ellas, era hombre disoluto, mujeriego pero eficiente en su hacer. 

Las damas arriba mencionadas necesitaban de él para que les ayudara en unas operaciones en las que la persona en cuestión posee vasta experiencia, el problema es que iba a ser menester que por lo menos dos de los maridos de ellas viajarían con él para ser testigos de la operación, lo cual, en la fértil mente de mis clientes, representaba un grado de riesgo mayúsculo.

Las esposas, siempre preocupadas por la santa moral de sus príncipes consortes, se opusieron rotundamente a dicho viaje, para lo cual me pidieron que fuera yo (seguramente porque me ven igual que la persona mencionada) el que viajara con dicha persona, ya que qué, eso me dijeron, al término de la operación iba a ser menester hacer la ingeniería de pago, y quien mejor que yo para hacer dichas cosas.

Conozco de antaño a las cuatro parejas. Dos de ellas son hermanas y las otras dos son primas de las primeras y primas entre ellas. Las cuatro se casaron con unos muñecos de aparador, con hombres encantadoramente inútiles, poseedores de una sonrisa carismática, de una palabra fácil y con una habilidad extraordinaria para el palique social.

Ninguno de ellos se distingue por sus habilidades empresariales. De hecho a tres de ellos es menester explicarles las cosas más de una vez, ya que su pereza intelectual es tal que todo se les dificulta, a excepción, claro está, de vinos, restaurantes y lugares para vacacionar y jugar golf. El cuarto de ellos posee más luces y un mayor nivel de pragmatismo. Esta cierto de que si ella está bien, él va a estar bien, por lo que no discute, no cuestiona. Se limita a acatar los dislates de su mujer y así todo funciona bien.

Ellas son hijas, nietas y bisnietas de empresarios emblemáticos de su ciudad. Fueron educadas para trabajar desde un Consejo de Administración, no para operar, no para dirigir. Y lo que hacen lo hacen bien. No obstante su formación intelectual está cargada de paradigmas propios al estrato en el que crecieron, amén de que las familias de tres ellas mantienen una estrecha relación con los Legionarios de Cristo y el Opus Dei. La cuarta de ellas milita en el Opus Dei pero no tiene, como las anteriores, hermanos sacerdotes dentro de dicha institución.

Así, con este entorno, no me extraño la postura de ninguna de ellas respecto a la persona arriba mencionada y peor aún si este va a estar dos semanas de viaje con sus maridos. Las cuatro reconocen que el sujeto en cuestión es un hombre inteligente, eficaz y eficiente, no obstante piensan que posee una moral muy laxa, lo cual no comparto.

Terminamos la reunión y nos fuimos a cenar a un restaurante que está a dos cuadras de mis oficinas. Nos fuimos caminando, inmersos en la plática y en las ventajas de vivir en una ciudad como Austin. Llegamos al restaurante, ordenamos la cena y en el inter la conversación fue discurriendo sobre el tema de la moral y de la conciencia, y de cómo era posible que la gente pudiera vivir con una conciencia tan deteriorada.

Me limite a escuchar hasta que una de ellas cuestiono mi silencio. Me preguntó mi opinión sobre la persona en cuestión y me limite a contestar que en lo personal no conocía nada de él como para poder emitir una opinión con fundamento. Que a mí me parecía una buena persona, imprudente en el decir pero prudente en el hacer.

Enfatizaron el hecho de que era un hombre egoísta, que solo pensaba en él (cosa que hacemos todos), al grado de que no se había casado y había decidido no tener hijos, y que las pobres mujeres que le habían acompañado en el tránsito de su vida, se vieron en la necesidad de dejarlo debido a que él no quería casarse ni formar una familia.

Pero de todo lo que dijeron, lo que más llamó mi atención fue el tema de la conciencia. Ellas, jueces indiscutibles y poseedoras de la verdad absoluta, calificaron al sujeto en cuestión como alguien con serios problemas de conciencia. Esto me llevo a preguntarme: ¿cómo podemos calificar la conciencia de una persona? ¿Quién está cualificado para juzgar la conciencia de alguien más?

El palique de las damas siguió varios derroteros hasta el final de la cena. Nos despedimos, les desee suerte en su emprendimiento y me fui a mi casa pensando en el tema de la conciencia.

Antes de explicar el proceso por el cual se forma la conciencia, he de confesar que intencionalmente omití debatir el tema con ellas. Primero porque sus príncipes consortes se iban a sentir incómodos y segundo porque no estoy cierto que a ellas les interesara. Me limite a escuchar, a concretar el negocio y recomendar ampliamente al sujeto de sus debates, ya que en lo suyo es el mejor.

La formación de la conciencia.
La palabra conciencia viene del latín conscius, la cual tiene su raíz en la palabra scire (saber), ampliando en el devenir del tiempo su significado y alcance hasta llegar a la multiplicidad de significados que tiene hoy: saber, saberse, saberse en el mundo y del mundo.

Así pues, la conciencia tiene que ver con el conocimiento de sí mismo, de si en el mundo y del hacer de si en el mundo.

Todos nacemos con una cantidad de conciencia nata, a la cual llamamos instinto. En él está el conocimiento base de nuestros ancestros, desde el primer hombre hasta lo que somos hoy. No hay en el instinto un saber acumulado. Lo que hay es un saber primario que es el que nos hace mantenernos vivos. Es el que lleva al bebe al pezón de su madre para succionar la leche materna y con él todo su sistema de defensas.

La ventana oscura.
Los primeros años de nuestra vida funcionamos con esa cantidad de conciencia nata a la que llamamos instinto. No le sumamos nada, no de manera consciente. Es el instinto el que nos lleva a reconocer el olor de nuestros padres, su voz, sus decibelios y demás etcéteras de la supervivencia, pero no hay en ello un conocimiento consciente. Estamos, por decirlo así, en nuestra más pura etapa animal. 

Este intervalo de cuatro cinco años es lo que se conoce como la ventana oscura. En esta etapa los padres de familia pueden enojarse con su hijo, regañarle, salir a trabajar, regresar y no pasa nada. El infante recibirá a sus padres como si nada hubiese pasado. Por supuesto que si el infante sufre de malos tratos por parte de sus progenitores, el instinto le hará mostrarse reservado y temeroso. Pero es algo que hará inconscientemente, ya que el instinto le hará mostrarse así.

Así pues, en la ventana oscura no hay consciencia. Esta está en proceso de formación, pero no iniciará hasta que la ventana oscura se cierre. En esta solo hay instinto, no conciencia.

Identidad (conciencia de sí).
Un día pasa algo en la mente del infante que cambia todo. A partir de ese momento, la ventana oscura se cierra abriendo paso a la conciencia de sí mismo. Esto no quiere decir que el proceso es de un día para otro. Líneas arriba comentamos que la formación de la conciencia lleva un proceso de varios años.

El primer paso de la conciencia es saber que uno es (conciencia de sí). Que existe. Verse en el espejo y saber que ese que está ahí es el reflejo de uno mismo. Distinguir mi cuerpo, saber que lo que toca mi cuerpo no es parte de él, sino algo mío pero ajeno a mí. Mi madre es mía pero no soy ella. Mi padre es mío pero no soy él. Mis juguetes son míos pero no soy ellos. Es la etapa donde se aprende a separar el yo de los demás y de lo demás. 

Ya una vez que el individuo toma conciencia de sí, de su existencia, inicia la larga tarea de saberse en el mundo. De aceptar que el mundo no soy yo. Que los demás existen. Hasta que un día logro entender que los demás existen y existen en sí y para sí mismos, no para mí y para los demás. Cierto que hay quienes nunca logran entender esto, no obstante este no entender terminará afectando su conciencia, su autoestima y con ella su lugar en el mundo.

Esta etapa se distingue por ser altamente centrípeta e individualista. Es una etapa larga y difícil, ya que nos cuesta mucho aprender y aceptar que no somos el centro del universo, sino una parte de él.

Es la etapa más difícil de superar, ya que si nos atenemos a los hechos, nos veremos en la necesidad de tener que aceptar que hay muchas personas que, sin importar la edad, siguen actuando como si ellos fueran el centro del universo. Cierto que cada uno de nosotros debemos ser el centro de nuestro universo, pero no del universo.  

El bien y el mal en la conciencia.
En la etapa de la identidad se dan los afectos conscientes y con ellos la formación conceptual de eso que llamamos Bien o el Mal.

Esto quiere decir que más allá de la moral, de la ética, de las clases de religión, de la arenga de nuestros padres, maestros y tutores, la idea del bien y del mal de cada persona es única e irrepetible, ya que esta se forja de manera inconsciente en la etapa de la identidad

El bien y el mal son una abstracción de los padres de nuestros padres, de nuestros padres, de las iglesias, maestros y tutores. El bien y el mal son una abstracción teorética que poco tiene que ver con nuestra realidad. Los valores humanos son tres, los demás son usos sociales y estos cambian con el tiempo, con la geografía, con la raza y con la historia de cada pueblo. 

Por favor obsérvese a usted mismo. La idea que usted tiene del bien y del mal es exactamente eso, una idea. Es decir, algo que defiende conscientemente con sus palabras pero que reprueba inconscientemente con sus actos.

Hagamos un ejercicio…
Por favor escriba en un papel todo lo que usted siempre ha defendido como bien y mal. Elabore cuantas copias necesite en función de cuantas personas vayan a colaborar con usted en ese atisbo de conciencia que hará de usted mismo.

Ponga por favor sus definiciones en igual número de sobres, ciérrelos y déselos a los suyos o a quienes vayan a colaborar con usted en este experimento. Es de suma importancia que ellos no lean lo que usted escribió.

Acto seguido pídale por favor a cada uno de ellos que escriba en una hoja de papel esa suma de actos de cuestionable honorabilidad en los que usted frecuentemente incurre (hablar de los demás, criticar al prójimo, ser elitista, clasista y demás etcéteras del hacer humano). Ya una vez que estos hayan terminado, les pedirá que abran el sobre y cotejen lo que usted escribió con los que ellos escribieron.

Descubrirá que pocas cosas de las que hace obedecen a lo que dice. Ya que una cosa es lo que usted cree creer de sí mismo y otra lo que usted es.

La diferencia estriba en lo que en acto usted profesa como Bien o como Mal. Los seres humanos forjamos a través del afecto, reconocimiento y aceptación, eso que profesamos como Bien o Mal.

Si a una persona se le brindo cariño, reconocimiento y aceptación por mostrase obediente, esta será obediente el resto de su vida.

Si una persona recibió cariño, reconocimiento y aceptación por su astuta inteligencia y por su capacidad para salir con ventaja de cualquier situación, se mostrara así el resto de su vida.

Nosotros escogemos a aquellas personas que son para nosotros el todo de nuestra vida. Son personas a las que deseamos agradar más que a nadie en el mundo, por lo que inconscientemente buscamos hacer aquello que hace que nos hace más amables (dignos de amar) a sus ojos. 

Por ejemplo, si una persona escogió como signo (persona a la que se quiere parecer) a uno de sus progenitores, y éste le brindaba todo su reconocimiento, cariño y aceptación cuando este mostraba un comportamiento ventajoso sobre los demás… Esa persona vera como bien el sacar ventaja de todo lo que hace. Esto mismo hará que se sienta muy mal cuando se presente una oportunidad de sacar ventaja y no la haya aprovechado. Esa noche la conciencia no lo dejara dormir en paz, ya que se sentirá muy mal consigo mismo. En cambio, si saco una ventaja desmedida en el trato con la otra persona, esa noche dormirá de lo mejor, con la conciencia tranquila de que está haciendo bien las cosas... Para esta persona el ser ventajoso lo asociara siempre con el bien y el ser equitativo lo asociara siempre con el mal... Ya que estará fallando en eso que le hacía ganar el cariño, reconocimiento y aceptación de su ser querido.

Si una persona escogió como signo a uno de sus familiares, y este le brindaba reconocimiento, cariño y aceptación cuando se desprendía de lo que tenía para dárselo a los demás. Esta persona será altruista y desprendida el resto de su vida. El día que no se desprenda de algo para ayudar a un desfavorecido, se sentirá mal consigo mismo. Su conciencia no lo dejará dormir. Por el contrario, si se desprendió de algo para ayudar a otros, se sentirá bien consigo y dormirá de lo mejor. Para esta persona el compartir tiene que ver con el bien, el no compartir, con el mal. 

El concepto del bien y del mal no se aprende con la teoría, las clases de moral, religión, ética y demás hierbas de ese tipo. Se aprende de manera inconsciente a través de los afectos, reconocimiento y aceptación de esos a los que hemos elegido como modelo de éxito. Esto es lo que hace que haya una clara discrepancia entre lo que decimos y lo que hacemos… Ya que una cosa es el decir social que le externamos a los nuestros..., y otra la que en acto nos ven hacer.

Así pues, lo que en acto nos hace sentirnos y dormir bien, lo aprendemos en esa etapa de formación de la conciencia que tiene que ver con la identidad (conciencia de sí). 

Si en la formación de mi identidad está bien ser ventajoso, dormiré de lo mejor cada vez que logre sacar provecho de los demás. Por el contrario, si en la formación de mi identidad está bien ser justo y equitativo, dormiré de lo mejor cada vez que logre ser justo con los demás. En ambos casos mi conciencia estar tranquila y dormiré de lo mejor.

Un empresario que conozco de años atrás, reconocido en su ciudad por su altruista participación en todo tipo de campañas orientadas a formar en los jóvenes discentes en la ética y la moral, financia campañas de ética en varias universidades al grado que una aula lleva su nombre. No obstante, en los negocios es desalmado y ventajoso como pocos. Y jamás ha tenido un conflicto de intereses entre lo que dice y hace, porque como bien dice él, a los jóvenes hay que meterles la ética y la moral hasta el tuétano, para que cuando lleguen a los negocios no te roben.

Nominar las cosas.
Ya hicimos un breve recorrido por la conciencia. Vimos que esta para por varias etapas: 
-          La ventana oscura (de los cero a los cinco años). 
-          La formación de la identidad (conciencia de sí). 
-          El bien y el mal en la conciencia. 
-          Verdad y realidad en la conciencia (nominar las cosas).

Esta última etapa, verdad y realidad en la conciencia, es la que demanda más disciplina y tiempo de formación en el individuo. De hecho es una etapa que está en constante construcción. En esta etapa es donde la persona define lo que es la verdad.

En artículos anteriores hemos explicado que las cosas son por si solas, es decir, usted puede llamar a la mesa con el nombre de silla, incluso puede usarla como silla, no obstante la mesa seguirá siendo mesa.

Lo importante de este estadio de la conciencia es aprender a llamar a las cosas por su nombre, aun cuando no nos guste, ya que nadie quiere un chubasco de realidad. No obstante es de suma importancia hacerlo (por ello la disciplina), ya que la forma en usted nomina a las cosas, definirá lo que en la cosa y con la cosa puede llegar a hacer…

Si usted cree que brindándole a su hijo carrera, maestría y doctorado le está asegurando su futuro, descubrirá al paso del tiempo que no es así. Ya que la instrucción pública nada es sin la educación. La educación es la que forma al individuo, la instrucción lo instruye pero no lo forma.

El problema es que si usted confunde instrucción con educación, descubrirá al final del día (cuando ya no hay nada que hacer), que su hijo tendrá carrera, maestría y doctorado, pero no la voluntad y el coraje para salir adelante. Estas se aprenden en la casa, no en la escuela.

El problema no solo es que tratamos de estandarizar lo que es el bien y el mal en función de nuestro teorético decir, ya vimos que una cosa es lo que creemos que somos y otra lo que realmente somos, sino que el problema en si es la forma en que nominamos las cosas.

En síntesis no podemos estandarizar lo que es el bien y el mal para una persona, ya que cada quien definió en función de sus afectos, reconocimiento y aceptación lo que es el bien y el mal para él, amén, claro esta, de la geografía donde creció.

Por otro lado está el hecho de que la verdad y realidad en la conciencia (nominar las cosas: llamar las cosas por su nombre) es lo que más afecta en el desarrollo de la persona. Su moral puede ser la mejor a ojos de los demás, no obstante si la persona no aprende a nombrar las cosas por su nombre, su horizonte de posibilidad y acción se verá limitado a ese mundo imaginario que construyo en su mente, descubriendo que en la vida real los que avanzan no son necesariamente los que poseen una moral mejor que la de usted. 
Un ejemplo de ello es el dinero. Me queda claro que el dinero no lo es todo, pero obligadamente necesitas el dinero para comprar todo aquello que compra el dinero. No vas a pagar la luz con amor, ni la despensa, ni la escuela de tus hijos. El dinero es de suma importancia para el quehacer cotidiano de la vida…

Entonces, si este es tan importante: ¿porque la gente no tiene dinero?

La gente no tiene dinero debido a la idea que tiene de él. Idea que adquirieron desde la infancia y que reforzaron en su entorno familiar y social...

Muchos creen que el dinero es para gastar. Craso error. El dinero es para hacer dinero.

Otros creen que el dinero llama dinero. Craso error. Lo que llama al dinero es la inteligencia y la capacidad para crear cosas que generen dinero. 

Otros invierten el dinero en una casa. Craso error. La casa consume rentas, no las genera... y así, mil ejemplos más.

En una ocasión conocí a una persona que invertía todo su dinero en oro. Efectivamente, el oro tiene un valor, siempre y cuando este en certificados bancarizados o en su defecto con el sello Hallmark, pero no en joyas. Esta persona nomino como inversión a la compra de joyas. Cuando se vio en la necesidad de vender su inversión, descubrió que esta no valía ni la mitad de lo que había pagado por ella.

Así, la forma en que la persona nomina a las cosas es lo que hace que se limite o potencie al máximo. Ya que esto es lo que generara lo que para esa persona es verdad y realidad en su conciencia, aun cuando no lo sea.

En el caso de mis clientas, lo único que respondí es que sus maridos no necesitan de un tercero para hacer lo que quieran hacer… La pregunta no es si la persona que querían contratar era de dudosa moral… La pregunta real es si ellas confían en su maridos, no en el otro.

El silencio fue total. Nadie dijo esta boca es mía. Cambie el tema y no se habló más de ello.


Nos leemos en el siguiente artículo.