lunes, 6 de julio de 2020

Un problema de estilo.


Cuando dos personas hacen la misma cosa, ya no es la misma cosa.
Comento esto debido a que es muy frecuente que en las conferencias que imparto o en las juntas de negocio en las que participo, al decir un aforismo, éste sufra tantas interpretaciones como personas haya en el lugar, ya que cuando dos personas hacen o escuchan la misma cosa, justo, en ese instante, deja de ser la misma cosa.

El aforismo es una sentencia breve que encierra lo más en lo menos. Es un cumulo de sapiencia en muy pocas letras. Es una herramienta de formación que nos permite dejar en el otro una frase fácil de repetir, la cual, por añadidura, lo llevará al momento al que la escucho, anclando con el aforismo el momento vivido…, no obstante, debemos tener en cuenta que una cosa es lo que uno dice y otra la que el otro escucha, por lo que el uso que este hace del aforismo será acorde al significado que le dio, más que a lo que uno quiso decir.

Es común que de repente una persona me diga que hizo tal o cual cosa en función de un aforismo que exprese y que eso que hizo no tenga nada que ver con lo que yo quise decir. Así, pues, aprovecharé este foro para ir publicando una serie de artículos cortos con la finalidad de brindar un marco amplio para la comprensión de estos.

Iniciaré esta colección de artículos con un aforismo de liderazgo.

El líder debe ser versátil e inconsistente con los estilos, pero consistente con los problemas.
En este aforismo lo que queremos enunciar es que hay tantos estilos de liderazgo como personas hay. Y que el líder, en cuanto líder, debe saber identificar el estilo que demanda cada uno de sus colaboradores para lograr que la comunicación con su gente logre que se dé entre ellos, lo que la palabra significa: una acción común.

Como todos sabemos existen tres inclinaciones o espíritus en el mundo de los haceres. Inclinaciones genéticas contra las que nada podemos hacer más que entenderlas y dirigirlas.

Espíritus o inclinaciones: Transformador; Especulativo; Contemplativo.
De estos tres, el transformador es el único que se bifurca, de tal suerte que genéticamente la persona es operadora o transformadora.   

El Operador, como su nombre lo dice, opera, para lo cual es menester que se le especifiquen claramente los qué´s, los cómo’s y los márgenes de acción. Si usted osa esperar algo que este más allá de ello, el confundido es usted, no su operador.

El operador puede aportar mucho, pero siempre lo hará en función de lo aprendido, Difícilmente le va a sorprender con algo que este más allá de lo aprendido. Sus atributos no están en ver más allá de la operación, lo suyo es operar y probablemente lo haga mejor que usted, ya que, en él, la continuidad, es una virtud.

El Transformador es un Co - creador. Crea los qué´s, los cómo´s y los límites de la acción, no para sí, si para los demás. El transformador no para nunca. Siempre está transformando una cosa en otra. La Co - creación y la eficacia le son inherentes.   

Todas las empresas, negocios y emprendimientos que usted ve en el mundo, son producto de un Transformador, sin embargo, la operación de todas esas creaciones, obedecen al trabajo del Operador.

El transformador necesita reto y donde no lo hay, lo crea. El operador necesita ocupación y si no la hay, yerra. Lo único tienen en común es que ambos necesitan de la acción. En otras palabras, no saben estar sin hacer nada.

Estos, transformador y operador, están ciertos de que, si el trasero de su pantalón se desgasta más rápido que la suela de sus zapatos es porque están trabajando en el lugar equivocado.  

El Especulativo es un creador de abstracciones. Crea ideas, conceptos y productos que nos hacen la vida más agradable, fácil y rentable. Los especulativos crean el arte pictórico, escultórico y auditivo, amén de los sistemas, herramientas mecánicas, administrativas, financieras, bursátiles y cibernéticas que hacen que el mundo sea más productivo.

La incertidumbre es inherente al especulativo. Su capacidad de riesgo y tolerancia a la frustración es alta. Tiene un pie en la acción y otro en el escritorio. Está convencido de que la suela de sus zapatos se debe desgastar tanto como el trasero de su pantalón. Es mejor administrando que operando. La rutina los destroza.  

El Contemplativo estudia el entorno. Observa, estudia y analiza cada uno de los elementos que integran el entorno. Le da forma en su mente. Lo estructura y crea las ideas, hipótesis, teorías y conceptos que ayuden a los demás a entender y operar la vida.

Aquí están los intelectuales, los filósofos, ensayistas, matemáticos, científicos, antropólogos y poetas. Para estos lo importante es entender el porqué del entorno y del accionar humano (cada uno en su especialidad). Su objetivo no es entender para hacer, es entender para explicar y que así los otros, puedan avanzar.

Para estos es más importante el desgaste del trasero del pantalón que el de la suela de sus zapatos. La acción está en su mente, no en su cuerpo. Las cosas primarias: cambiar un foco, elegir ropa, lavar el carro, convivir con los demás, les exasperan. Por lo general usan el mismo tipo de ropa y los mismos colores. Pueden comer lo mismo todos los días de la semana sin que eso les afecte. Lo importante en ellos está en su mente, no en el mundo.

Los tres son útiles, necesarios y complementarios. No obstante, es importante entender que una cosa es la inclinación y otra la adecuación.

Si usted es un Transformador nato, podrá adecuar su natura para trabajar en áreas especulativas o contemplativas, sin embargo, su potencial no esta ahí. Podrá hacer su mejor esfuerzo y aplicarse a ello toda la vida, pero lo que logre en esas áreas, no será ni la sombra de lo que hubiese podido lograr en la suya, es decir, en esa área donde solo tenía que ser usted mismo, ya que en ella está su inclinación.

Lo mismo acontece con los otros espíritus. El especulativo no gusta de la operación, tan no le es que se ve en la penosa necesidad de tener que adecuar su perfil para poder operar, ya que no esta en ella su inclinación. Para el especulativo es más importante estudiar la operación que operar. Lo suyo es la mejora, la oportunidad, la búsqueda de nuevas formas. En él es más importante la relación que la operación, pues si de algo esta cierto es que los negocios salen de las relaciones, no de la operación

El contemplativo ve las cosas (objetos y sujetos) como lo que son: cosas. Si usted lo lleva a una línea de producción, no va a ver en ella lo que usted ve. Para él va a ser más importante entender el por qué le llama tanto la atención un trabajo así. Lo mismo va a acontecer si le presenta a su pareja. No pensara si es atractiva, atractivo o algo más, para el contemplativo el misterio a resolver es el porqué de su elección. El motor del contemplativo es descubrir el porque de las cosas, no hacer las cosas.

El contemplativo es muy útil en los consejos de administración, ya que siempre ve lo que los demás no ven, amén de que ve las cosas desapasionadamente, lo que conmina a los demás integrantes del consejo, a analizar las cosas desde otros ángulos, lo que a la postre siempre ayuda a lograr una mejor toma de decisiones.

Uno es el tipo de liderazgo que demanda el transformador, otro el especulativo y otro el contemplativo.

El transformador en su vertiente de operador necesita objetivos claros, preciso y concisos, así como indicadores de medición que le permitan que su superior inmediato evalúe sus resultados, más allá de las diferencias de estilo.

El transformador no necesita que usted le fije retos, se los fija solos y por lo general, ambiciosos. La mejor forma de dirigir a un transformador es definir con él los objetivos y dejarlo trabajar.

Al especulativo lo que le mueve es el logro de todo aquello que los demás creen que es imposible lograr: nuevos productos, obras, clientes, proyectos, herramientas y relaciones. La mejor forma de dirigirlos es fijándoles estándares que los lleven a crear nuevas inercias, que ya se encargaran los operadores de darle continuidad. No obstante, es menester fijarle límites, ya que siempre tenderá a expandir su margen de maniobra, ya que es lo que le permite hacer negocios y tomar decisiones que otros no tomarían. Un especulativo sin control, es un barco a la deriva.
    
El contemplativo necesita retos intelectuales, descubrir el porqué de las cosas para poder incidir en ellas. No le interesa operar o instrumentar sus descubrimientos, lo que le mueve es estructurarlo de tal forma, que los transformadores y especuladores los puedan capitalizar y rentabilizar.

La mejor forma de dirigir a un contemplativo es pedirle que descubra por qué las cosas funcionan como funcionan, así como la mejor forma de incidir en ellas. 

El líder que no identifica la inclinación natural de su gente cometerá muchos yerros en su dirección. La responsabilidad del líder es dirigir lo que el otro es y dirigirlo desde lo que es.

Es muy común escuchar a lideres que en un acto de confianza expresan que tal o cual persona no les satisface, sin embargo, la pregunta que se deben hacer es: ¿la persona en cuestión está cumpliendo con los objetivos que se le encomendaron? Si la persona está cumpliendo, entonces es el problema es de forma (estilo) y no de fondo (resultados), así pues, pregúntese usted: ¿Qué es lo que cuestiona: el estilo o el resultado?

Recuerde que usted debe ser versátil e inconsistente con los estilos, pero consistente con los problemas.

Nos leemos en el siguiente artículo.

2 comentarios:

  1. Qué tal Jaime, se puede cambiar el estilo si la persona incrementa su nivel de conocimiento??

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  2. Albert. Gracias por tus letras. Mi recomendación es que busques capitalizar lo que eres. Nadie puede ser lo que no es. La genética se pude administrar, pero no cambiar. Tu filón o área a potencializar esta en lo que eres y no lo que te gustaria ser.

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Comentarios y sugerencias