Recién tuve la oportunidad de platicar con una joven
ejecutiva a la que tengo en alta estima personal y empresarial. Es una mujer inteligente
y con un nivel de fuerza y empuje que hace de ella el epitome del Hacedor. No
para nunca y nada le desespera más que ver al otro sin hacer nada, y más si ese
otro u otros son o están en su coto de influencia. Entendiendo que el
significado de nada es todo aquello que la gente de su coto hace sin que
sea por o para ella (de esto, las mujeres saben mucho).
La idea que esta joven ejecutiva tiene del amor es una contradicción
funcional. Es romántica en el amor y pragmática en la vida. El amor, me decía, debe
ser romántico y funcional. Él puede ser inteligente, atento, caballeroso y educado,
pero si no tiene la capacidad de resolver lo económico, no funciona. Ese hombre
será mi amigo, pero no mi pareja. El amor en nosotras se sustenta en un
romanticismo realista, cosa que no sucede con los hombres. Ustedes son idealistas
por definición y realistas por excepción.
Al concluir la plática me comentó que ella jamás podría
estar con un hombre carente de recursos, no por los recursos en sí, sino porque
la ausencia de estos, le hacía ver que en ese hombre carece del coraje
necesario para salir adelante, amén de un exagerado nivel de conformismo.
Confieso que la conversación me dejo más dudas que
certezas, ya que el Resorte – Motor de las personas define lo que es importante
para estás y no todos nos interesamos por las mismas cosas. Por ejemplo, para
aquel que su Resorte – Motor está en el logro y el tener, realizara
conquistas totalmente ajenas a las que realizara una persona que tenga su Resorte
– Motor en la afiliación y el hacer. Los dos necesitaran dinero,
solo que uno de ellos lo necesitara en grado sumo y el otro, no.
El Resorte (Afiliación; Logro; Poder) nos genera los
impulsos, pero no el rumbo. La dirección de vida de un ser humano la genera el Motor.
Este es el que define los objetivos intrínsecos de la persona (Ser; Hacer;
Tener).
Truman Streckfus Persons, mejor conocido como Truman
Capote, fue un escritor al que su Resorte - Motor (afiliación – ser), lo
llevo a brillar en lo más alto de la sociedad. En su Motor no estaba el Tener.
Tan no estaba que no solo dilapido todo el dinero que gano con sus libros, sino
que además vivió toda su vida arrimado en la casa de un amigo. Cuando la
sociedad lo castigo y le retiro su apoyo por los chismes que publico de la alta
sociedad, siguió escribiendo y vendiendo libros, pero en un ostracismo social
que lo llevo a la tumba.
Cuestión de géneros.
Las dudas que me genero la plática con la joven arriba
mencionada, me llevo a indagar las percepciones que hombres y mujeres tienen sobre
el dinero y el amor. A los encuestados se les planteo el siguiente escenario y pregunta:
conoces a alguien que reúne todos los requisitos cualitativos que buscas en una
persona para establecer una relación, pero está carece de recursos, es decir,
es pobre: ¿te darías la oportunidad de establecer una relación con esa persona?
El cien por cien de los hombres respondió que sí. El 92% de las mujeres respondió que no.
La muestra de esta indagación se hizo entre personas que
oscilan entre los 40 y 60 años, por lo que es posible que las respuestas
cambien en función del segmento etario. El objetivo al enfocarnos en este segmento
fue escoger personas con responsabilidad económica a cuestas, sin importar si vivían
solas o con hijos.
Las razones que argumentaron las mujeres fueron muy
parecidas a las que me dio la ejecutiva en cuestión. Le otorgaron un alto valor
al tema económico. Lo que definió la intensidad del más o del menos de cada una
de ellas, fue su respectivo Resorte – Motor.
Algunas decían que los viajes, las casas, los carros
(todo en plural) y forma de vida eran requisitos no negociables. Otras se
centraban en que fuera un hombre capaz de proveer lo que ella y sus hijos
necesitaban, amén de una casa confortable y una renta para la vejez y para los
imprevistos (salud). Ninguna cuestiono el trato, ya que todas daban por sentado
que el hombre las tenía que tratar como princesas, al grado que algunas de
ellas me dijeron: puede ser lo que sea con los demás, pero a mí…, o me trata
como princesa o se va.
A ellos el tema económico no les preocupo, pero si la pobreza
mental. Le daban un alto valor al hecho de que fuera una mujer que más que tener
más, quisiera ser más. Que al ser ella más, serían más ellos. Al
preguntarles si esto no iba de la mano con la inteligencia y el dinero, respondieron
que no, ya que puedes ganar mucho dinero y ser un idiota. La inteligencia,
argumentaban, tiene que ver más con la forma en que llevas tu vida, que con el
dinero que ganas.
La diferencia entre hombres y mujeres es abisal. El
hombre busca dar lo que puede su capacidad. La mujer no. Ella siempre va a
exigir más allá de la capacidad. La mujer construye el mundo; el hombre, lo
opera.
En síntesis, la ambición y el hambre de progreso está en
ambos, pero en ellas está en grado muy superior al de los hombres. La mujer va
a estirar la liga hasta donde sea posible. El hombre, no. Éste tenderá a instalarse
en lo que tiene y a buscar el más por excepción. Excepción que, por lo general,
suele ser una mujer, ya sea pareja, la hija o la madre, pero siempre una mujer.
Nos leemos en el siguiente artículo.
Que distancia enorme entre hombre y mujere. Algo cierto es que la feminidad que todos poseemos pero que las mujeres mayoritariamente poseen es el motor transformador, tiene sentido que ellas exigan más de su capacidad porque así como poseen capacidad de procrear y de dos hacer uno nuevo, tambien cuentan con la habilidad de transformar. Pena de aquel hombre que no se deja transformar por una mujer que exiga más.
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