martes, 10 de marzo de 2015

El hacer griego. El hacer romano.

La identidad de un ser humano la define su futuro. De ninguna manera la define su presente (siempre transitorio) y mucho menos su pasado. La identidad la define el futuro. Es la idea que la persona tiene de si misma lo que habrá de definir su identidad. Es el cómo se ve y se conceptualiza en el tiempo lo que consciente o inconscientemente impulsará sus motores y acciones, para edificar ese otro yo que ve en el futuro. No obstante es su pasado el que definirá el cómo instrumental de su quehacer personal, laboral, social, político y empresarial. Razón por la cual en el imaginario social, se cree erróneamente que es la cuna de un hombre lo que define su identidad. Nada más lejos de la realidad. El pasado lo único que define es la forma de hacer las cosas, más no la idea que el individuo tiene de si mismo.

Nuestra cultura tiene una raíz grecolatina, la cual, aun cuando no estemos conscientes de ella, influye dramáticamente en nuestra forma de ver, pensar y operar el mundo. Así, unas veces actuamos como griegos y en otras como romanos. Hay quienes son más griegos que romanos, otros mas romanos que griegos, y algunos otros, los menos, que guardan una muy buena proporción entre su parte griega y romana.

Los griegos pensaban que el mundo es un lugar de preguntas. Los romanos pensaban que era un lugar de respuestas. Gracias a que los griegos veían el mundo como un lugar de preguntas, es que nació la filosofía, y gracias a que los romanos veían el mundo como un lugar de respuestas, es que éste es funcional.

Los griegos estaban centrados en el qué y por qué de la cosas. Los romanos en el cómo y para qué de las cosas. Los griegos ante un nuevo día se preguntaban el porque de éste nuevo amanecer. Por qué es que sale el sol todos los días. Cual es su función. Qué es lo que esta atrás de este constante salir del sol. Que finalidad tiene. A qué obedece, etc. Este constante preguntarse sobre la causa primera y última de las cosas fue la que dio origen a la filosofía.

Los romanos, prácticos y funcionales, no se desgastaban sobre la causa primera y última de las cosas. Para ellos lo verdaderamente importante ante la salida del sol, es el que este había salido. No les quitaba el sueño el hecho de que este fenómeno fuera algo que se repitiera todos los días. Lo que les quitaba el sueño era el cómo funcional. Como aprovechar la salida del sol para obtener de ese hecho el máximo provecho.

Hoy, muchos siglos después, los herederos de la cultura grecolatina nos movemos en una u otra de sus raíces. Decantándonos más hacia una u otra de ellas, sin embargo lo común es que una de ellas sea la que prima sobre nosotros, aun cuando no estemos conscientes de ello. El hecho de que una de ellas sea la que prime en nosotros, es lo que hace que seamos mejor en unas cosas que en otras. Así, pues, somos griegos cuando pensamos y romanos cuando actuamos. Algunos más orientados al pensar y otros mas orientados al hacer.

Me queda claro que la dinámica del mundo se ha acelerado en las dos ultimas décadas. La infancia de nuestros padres fue parecida, en cuanto a valores, usos y costumbres, a la de nuestros abuelos, y la nuestra, sino parecida, similar en algunas cosas a de nuestros padres, sin embargo la infancia de nuestros hijos fue totalmente diferente a la nuestra y la de ellos lo será a la de sus hijos. Lo mas probable es que la infancia de nuestros nietos se parezca un poco a la de nuestros bisnietos, y la de estos a la de nuestros choznos, hasta que la dinámica del cambio entre otra vez a una estacionalidad de dos generaciones para acelerarse después vertiginosamente. Este tema, el devenir de las eras, lo trataremos en otro articulo. En este momento nos abocaremos al hacer griego y al hacer romano.

La dinámica mundial inicio su aceleración las ultimas dos décadas y si bien es cierto que aún no llega a su cima, si lo es el hecho de que esta aceleración le ha exigido más a la raíz romana que a la griega. Esto, que nos ha dado tantos beneficios, nos ha alejado cada vez mas de nuestra raíz griega. Este instalarnos en nuestra raíz romana nos ha llevado a confundir el usar con el saber. Vivimos inmersos en la era digital, la cual ha llevado el hacer a dimensiones no vistas, sin embargo la cara oculta de este imperioso hacer es la automatización cerebral, poco a poco nos vamos automatizando en todo lo que hacemos. Poco nos detenemos a pensar y más poco a conocer.

Estamos inmersos en un hacer que si bien es cierto que es muy productivo, también lo es el que nos automatiza. Hacemos las cosas sabiendo poco/nada de ellas. Sabemos que debemos hacer y damos por supuesto el por que de ese hacer, ya que es obvio el resultado, pero poco/nada pensamos lo que hacemos.

Este poco pensar nos instala cada vez más en el mundo de las imágenes, lo que de suyo explica el vertiginoso crecimiento de las redes sociales, de los canales de internet y de televisión de paga. Lo común hoy es que lo primero que hacen al despertar los infantes, adolescente y adultecentes (21 -33 años), es ver las redes sociales. Estas los conectan al mundo y les pueblan su soledad. Se sienten más próximos a ese otro que habita lejos de él, que a ese otro que habita la casa de al lado.

Cierto es que la sabiduría popular, que siempre muestra solo una parte de la realidad, nos ha dicho que una imagen vale mas que mil palabras. Lo que nunca nos ha dicho es que no es del todo cierto, ya que en la realidad es al revés: una palabra vale mas que mil imágenes. Tan es así que todos los seguidores de la imagen se extasían viendo películas y/o videos que salieron de la mente fértil de un hombre que escribió o leyó un libro, un guion, una idea o un concepto que después llevo a la imagen. Es la palabra la que crea la imagen y no al revés.

Este centrarnos en el mundo de las imágenes, hace que aquellos que son preponderantemente romanos se alejen cada vez mas de sus raíces griegas. Estos, tan productivos en el mundo autómata del hacer, se convierten poco a poco en entes operativos que, como el caballo de molienda, se instalan en un hacer en el que avanzan sin llegar a ningún lado.

Por el contrario, los que son preponderantemente griegos les basta una palabra para crear un sin fin de imágenes y una imagen para crear un sin fin de palabras. Sin embargo, es menester extraerlos del refugio de su mente para que su parte romana se vea en la imperiosa necesidad de hacer algo. Son malos hacedores. Algunos de estos se convierten en líderes, empresarios, políticos, intelectuales, escritores, pintores, etc. Estos son los creadores por excelencia, sin embargo un creador tiene la grave responsabilidad de llevar lo pensado al ser y lo cierto es que muy pocos lo logran. Los creadores que han pasado a la historia y los que hoy mueven el mundo, son aquellos que tienen un muy buen equilibrio entre su parte griega y romana.

En una ocasión tuve la fortuita oportunidad de conocer y platicar unos días con un líder de la guerrilla centroamericana. Lo conocí en un debate entre intelectuales. Tenia un Doctorado en economía y se expresaba perfectamente en cuatro idiomas y dos dialectos. Era un acusado defensor de las corrientes socialista y estaba fuertemente influenciado por la Teología de la Liberación. Era un hombre culto, bien preparado y con una mente privilegiada. El organizador y anfitrión del evento era el único que sabía en que militaba este hombre. Lo cual, obviamente, no hizo público en la presentación curricular del mismo.  

Este hombre, que en vida respondía al nombre de Carlos, fue, por mucho, el mejor ponente del debate. Cierto que sus ponencias encontraron un alto nivel de reticencia, ya que, excepto el anfitrión, ninguno de los participantes compartía sus premisas, lo que no nos impedía reconocer que era el más preparado de todos y el que tenía mas habilidades y capacidades para el debate. Sus argumentos estaban muy bien presentados y con una lógica difícil de rebatir. El encuentro duro cinco días, los cuales aproveche al máximo para platicar con él. Después del debate se quedo dos días mas en casa de su anfitrión (uno de los líderes de la liga comunista 23 de septiembre), lo que me dio la oportunidad de conocerlo en otro escenario, pues el anfitrión y él comulgaban en muchas cosas, propiciando que el ambiente fuera propio para el dialogo franco y abierto.

Fue en ese dialogo cuando supe a que se dedicaba. Mi estupor fue mayúsculo. ¿Cómo era posible que un hombre tan preparado, educado, cortes y amable, anduviera en las inhóspitas sierras armado hasta los dientes, enfrentando al ejercito de diferentes países?

A partir de ese momento mis preguntas nada tuvieron que ver con lo filosófico, social, político o intelectual. De hecho tampoco tuvieron que ver con la antropología. Todas mis preguntas se circunscribieron a él.

Recuerdo todas sus respuestas y confieso que muchas de ellas fueron sumamente reveladoras, pues me llevaron a ver al ser humano desde una óptica distinta. Por ejemplo, me comento que son tres las variables claves que hacen que un guerrillero se distinga de otro: comer bien; dormir bien y prepararse bien. Cosas a las que no solo no les damos la importancia que tienen, sino que además las damos por obvias. Al grado de que nunca nos detenernos a pensar en las enormes diferencias que estas pueden generar en los resultados si se aplican bien.

Aplique usted estos tres elementos antes de una Junta de Consejo, de Dirección o antes de una negociación. Descubrirá que el resultado es diametralmente diferente. No obstante lo enriquecedor de esta lógica y reveladora respuesta, la que deseo compartir, por que viene a bien con el tema que estamos tratando, es la siguiente: cuando le pregunte qué cómo era posible que un ex seminarista, licenciado en filosofía y doctor en economía tuviera las agallas para exponerse a un sin fin de batallas en donde la posibilidad de ser torturado y ejecutado fuera tan alta. Su respuesta me dejo pasmado. Me dio una respuesta tan simple, tan lógica que era imposible refutar. Me dijo que “cualquiera, si se lo propone, puede ser tan peligroso como el que más”.

Extrapolemos la respuesta que me dio a otros ámbitos del hacer humano. Esto quiere decir que cualquiera, si se lo propone, puede ser tan inteligente como el que mas. Puede ser tan rico, creativo, reflexivo y productivo como quiera serlo. Así, pues, cierto es que una de nuestras dos raíces es la que impera en nosotros, pero esto no quiere decir que la otra no se pueda trabajar. El líder, decía un amigo, es el que dirige a los malos. Los buenos se dirigen solos.

Una de las responsabilidades del líder es la de formar y dirigir a los suyos. Lo único que diferencia a un líder del resto de la gente, es el hecho de que éste puede hacer más bien que los demás. Así, pues, el líder debe crear el ambiente y momento para que lo griego de cada uno de sus familiares, socios y colaboradores salga a flote. Debe crear mesas de debate (léase juntas) en las que el líder presente el problema y pida soluciones.

Haga usted una junta con los vigilantes (por mencionar un ejemplo) y plantéeles un problema ajeno a la vigilancia. Presénteles, por ejemplo, un problema menor del área de operación. Pídales que formen equipos de trabajo, en donde cada uno de los equipos va a tener la responsabilidad de hacer un análisis del problema para poder diseñar una solución. La primera reacción va a ser negativa. Le van a decir que no saben del tema y usted debe decirles que eso ya lo sabe, pero que también sabe que en medio de esos dos parietales tienen una masa encefálica que sirve para pensar.

Entre mas juntas de este tipo realice, descubrirá que su gente se involucra mas en el todo de la empresa. Descubrirá que lenta pero inexorablemente irán mejorando sus habilidades del pensamiento y por ende la calidad de su trabajo.

Se nace, es cierto, más griego que romano o mas romano que griego. Sin embargo, y sin demerito de una u otra, es nuestro proceso de formación o el proceso de formación que el líder sepa crear, el que terminara definiendo si él y su equipo de trabajo se instalan en la parte griega, romana o en ambas. En otras palabras, es el líder el que decide si trabaja con un equipo de griegos, de romanos o si trabaja con un equipo al que le enseña a ser griego en el análisis de los problemas y romano en la ejecución de los mismos.

Es como escribir un libro. Un griego no tendrá problema para saber lo que en el quiere expresar. Tendrá problemas para escribirlo (hacer), debido a que su parte romana no esta trabajada. De que le sirve saber si no puede transmitir ese saber. Para poder escribir el libro le va a ser menester educar su parte romana y refrenar su parte griega, ya que esta le estará constantemente proponiendo nuevos temas de reflexión que lo alejaran de la acción.

En síntesis, cada uno de nosotros debe trabajar intensamente la raíz que menos fortalecida tiene, al tiempo que como lideres deberemos crear los medios y entornos para que nuestro quipo de trabajo pueda desarrollar al máximo ambas raíces.

Todos saldremos ganando, el individuo, la sociedad, el líder y la empresa.

 


 

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