jueves, 30 de abril de 2015

Los hacedores de empresas.

El siglo XIX fue el siglo de las monarquías, el XX el de los políticos y el XXI será de los empresarios. En la actualidad los líderes empresariales influyen en el mundo mucho más que cualquier otro actor, sin importar si este es político, social cultural o religioso. Lo que los empresarios hagan o dejen de hacer determina mucho más nuestro ser y hacer que la religión, familia, escuela, sociedad, etc. Estos son los que con sus formas, productos y servicios conforman los usos y costumbres del nuevo acontecer.  

La dinámica del cambio que los empresarios le dan al mundo es impactante. Cada dos años cambia un cien por ciento la tecnología y con ella las formas y conocimientos que se requieren para estar al día. La economía, finanzas, comercio, espectáculos, divertimentos y ocupaciones cambian con una rapidez asombrosa. Los conocimientos de hace cinco años son obsoletos. La dinámica demanda de una constante actualización para que no quedarse fuera de la jugada. Sin embargo lo cierto es que no obstante la dinámica del cambio, el perfil antropológico del empresario es el mismo. La esencia no cambia, lo que cambia son las manifestaciones de la esencia.  

En el artículo de Anómalos, Periféricos y Masa que encontrara en este Blog, explico que el 2% de la población crea mundo, el 5% lo ejecuta y vigila y el 93% consume y opera. De igual forma sucede en el quehacer empresarial. Solo el 2% de los empresarios son los que han logrado crear el mundo a su imagen y semejanza, algunos del siglo pasado y los otros de este. Sirva para ilustrar lo anterior, el caso de Henry Ford, un hombre que fue puente entre siglos (1863 – 1947). Ford cambio el mundo en todos los aspectos. Cambio los horarios y comportamientos de las familias, escuelas, tiendas, etc.  

Ford nos hizo migrar de la división de tareas a la producción en cadena. Nos hizo pasar de un mundo semi-industrial y agrícola a un mundo intensivo en mano de obra, procesos y automatización. Sus formas, productos y servicios cambiaron la forma en que los seres humanos hacemos la vida. Contrato una ingente cantidad de personas. Subió salarios y definió turnos con horas de entrada y salida, lo que obligo a los demás empresarios a hacer lo mismo. 

Las formas de Henry Ford definieron la estructura social y operativa del siglo XX. La gente se tenía que levantar temprano, dejar a los hijos en la escuela y llegar a trabajar. Salir del turno, recoger a los hijos y llegar a casa a descansar. Esta forma de vida se extendió en todo el mundo. El mundo fue un antes y un después de Henry Ford. 
 
Hoy, con la nueva generación de empresarios, que al igual que Ford son puente entre dos siglos, estamos viviendo formas diferentes de hacer negocios, de trabajar, comunicarse y relacionarse con los demás. Los genios del internet (2%) están construyendo las nuevas formas en que se mueve y moverá el mundo. Cada vez será más común trabajar desde la casa en lugar de hacerlo en las instalaciones de una empresa, lo que nos ha llevado a empezar la lenta migración del concepto de pago por hora al concepto de pago por producto, cambiando con ello horarios, formas y costumbres de la familia, de la sociedad y del mercado. 

La dinámica del cambio es un tema que amerita un espacio propio para su análisis y que dejaremos para postrer ocasión. En este momento nos vamos a centrar en las características antropológicas de los hombres que hacen empresa.

Como ya mencionamos, el perfil antropológico de los hacedores de empresa es inmutable. No cambia. Lo que cambia son las creencias, valores y velocidad de los nuevos empresarios. Centrémonos pues, en el análisis de las características antropológicas que les distinguen. 

Características antropológicas de los hacedores de empresa.
Está claro que un ser humano es el producto de una suma de causas. No existe la causa – causa. No obstante hay algunos comunes denominadores que nos permiten distinguir quienes tienen una mayor probabilidad de dedicarse al difícil oficio de hacer empresa. Los hombres y mujeres que hacen empresa, se distinguen, sin importar la edad que tengan, por tener en común las siguientes características antropológicas: Sentido de la oportunidad; Sentido de realidad; Capacidad de reflexión; Capacidad de riesgo; Sentido de urgencia; Capacidad de ejecución; Autocrítica; Tolerancia a la frustración; Capacidad histriónica y Sentido de la inversión. 
 
Sentido de la oportunidad (identificación de oportunidades).
Los hombres de negocios se distinguen por la capacidad que tienen para ver en lo que todo el mundo ve lo que nadie ve, que es en donde están las oportunidades de negocio. Usted y yo vemos un predio y en ese predio la factibilidad de una casa. Ellos ven el predio y en ese predio ven un local, un edificio, un estímulo fiscal, etc., pero jamás una casa.
Usted y yo vemos una obra de arte, mientras que ellos ven un negocio. Usted y yo vemos un artista, ellos la oportunidad de hacer un espectáculo y cobrar por él. Los empresarios ven más allá de lo que nosotros vemos. Poseen el donde de ver e identificar en cada cosa que ven una oportunidad de negocio. Esto tiene una base genética y otra adquirida. No obstante la base genética es la que marca la diferencia entre el genio de los negocios y el empresario común. 

Sentido de realidad (lo que es).
Conocer los hechos como son y no como los percibimos marca la diferencia entre éxito y fracaso.
Para el hombre de negocios los hechos son más importantes que las emociones. Se emocionan y ofenden tanto como nosotros, no obstante la diferencia sucinta es que estos no se detienen en las emociones. Lo que les apremia es resolver los hechos. No quiere decir que las percepciones no sean importantes para ellos. Lo son, sin embargo su prioridad son los hechos, no las percepciones. Estas se nutren de irracionalidad y ambigüedad. Los hechos, por el contrario, se nutren de realidad. Resuelto el hecho la percepción disminuye.   

Capacidad de reflexión (pensar lo que se piensa).
La re-flexión no es otra cosa más que la capacidad de volcarse sobre sí mismo.
Un ser humano que no desarrolle la capacidad de pensar lo que piensa está condenado al fracaso. El hombre de negocios es ante todo un ser pensante. No se distinguen por su academia, literatura, intelectualidad u ortografía. Se distinguen por pensar todo lo que ven, oyen y leen. Son personas que han educado a su cerebro a pensar con lógica, con sentido de realidad, no de posibilidad. Pare ellos es más importante lo probable que lo posible. Son personas con apertura de mente (abiertos a nuevas ideas) y firmeza de criterio (dispuestos a defender lo que piensan). Han educado a su mente para que esta sea práctica, ágil y de rápida respuesta.  

Capacidad de riesgo (decisiones).
La capacidad de riesgo se mide por la toma de decisiones.
Esto que se antoja fácil, es lo que menos hacemos los seres humanos. Para la gran mayoría de la gente la toma de decisiones representa un problema. Es tal el nivel de desgaste emocional que demanda la toma de decisiones, que prefieren demorar la decisión con la esperanza de que algún suceso aleatorio les ayude a resolver su problema. La toma de decisiones implica un antes y un después. Decidir no es pensar si me baño o me pongo loción. Si me voy por una calle o por otra. Esas son opciones, no decisiones. Decidir es trascender. Es cambiar nuestro quehacer biográfico. Decidir es entender que todo lo que hacemos o dejamos de hacer tiene consecuencias y que lo peor que podemos hacer es no decidir.

El hombre de negocios ve los problemas como oportunidades aun no resueltas, cada una con su nivel de riesgo y con consecuencias previsibles e imprevisibles, lo que ineluctablemente le generará un enorme nivel de desgaste, sin embargo estos poseen una estructura antropológica en la que nada les espanta más que la ausencia de problemas. El nivel de adrenalina que poseen les hace estar perenemente en la lucha y ver esta como su estado natural.

Sentido de urgencia (ritmo).
El ritmo es el principal causante de las desavenencias humanas.
La diferencia de criterios, filosofías, creencias y culturas causan problemas de fácil o difícil solución, no obstante cuando el problema es el ritmo del otro, la convivencia se torna casi imposible.

Analice con que personas puede hacer cosas y con cuáles no. Haga a un lado toda la argumentación que se inventó para justificar la posibilidad o imposibilidad de hacer algo con esas personas y analice las diferencias de ritmo entre ustedes. Encontrará que lo realmente le causa problema es el ritmo del otro. No su filosofía, no sus creencias o valores. Estas diferencias se subsanan cuando las partes respetan las formas y creencias del otro, sin embargo el ritmo es algo que no se puede subsanar.

Tomemos por ejemplo a los genios creativos. Esos que poseen una anomalía genética que les permite ver el mundo de diferente forma a la nuestra. La gran mayoría de los genios tienen un ritmo específico. Son mucho más lentos que el resto de la gente. Se tardan más en aprender a hablar, a caminar y hacer las cosas por si solos. Esto debido a que su mente trabaja con un ritmo más lento que el de los demás. La creación demanda minucia, detalle, tiempo. A un genio creativo no se le puede apresurar, aun cuando no este creando. Sus ritmos son lentos y con muchos espacios de soledad. Necesitan tiempo para todo. Para despertar, levantarse de la cama, desayunar, asearse, etc. Todo les demanda más tiempo que al común de la gente, lo cual tiende a desesperar a los que viven con ellos. Por otro lado tenemos a los hacedores de empresas. Estos se distinguen por poseer un ritmo mucho más acelerado que el de los demás. Su energía y sentido de urgencia es altísimo. Todo lo quieren al momento. Viven inmersos en una inmediatez que abruma a todos los que viven con ellos. Nunca descansan Para ellos los días de asueto son iguales que los laborales. El ritmo no les baja en ningún momento y bajo ninguna circunstancia.

Imagínese un proyecto en donde el hombre de negocios tiene que trabajar de la mano con el creativo. La relación va ser ríspida, difícil, explosiva. Lo más probable es que el creativo renuncie o que el hombre de negocios ponga a alguien entre él y el creativo. Ambos necesitan lo que el otro es, lo que el otro hace, pero sus ritmos son incompatibles. Les es menester la presencia de un tercero para que medie entre ambos, ya que el problema entre ellos no es el producto, criterio, filosofías o creencias. El problema entre ellos es la capacidad de respuesta. Uno necesita tiempo y el otro inmediatez.

Capacidad de ejecución (hacer lo que se piensa).
Pensar y no hacer lo que se piensa no es pensar, es imaginar.
Poca gente tiene la capacidad de llevar lo pensado al ser. Si algo distingue al hombre de negocios es su capacidad de acción. La acción no es otra cosa más que el pensamiento en acto. La gran mayoría de la gente esta llena de ideas, no de actos. Lo que distingue a los hacedores de empresa es que poseen una alta capacidad de poner las ideas en acción.

Autocrítica (propio juez).
Difícil oficio del rey el de vomitarse sobre sí mismo.
El principal crítico del hombre de negocios es el mismo. Posee un alto nivel de autocrítica. Todos los días se está auditando, corrigiendo, contradiciendo. No le teme al ridículo. Si necesitan desdecirse para corregirse, lo hará sin miramiento alguno. Su patrimonio va en ello.

Tolerancia a la frustración (volver a empezar).
A fuerza de errar, acotamos el acierto.
El hombre de negocios se siente tan más, que no le apremia empezar cuantas veces sea necesario. Sabe que si ya logro hacerlo una vez, lo podrá hacer cuantas veces sea necesario. No se detiene ante el fracaso. Lo analiza, lo medita, aprende y corrige. Sabe que el camino al éxito está plagado de derrotas. Estas le sirven de alimento, no de lastre, pena o dolor.     

Capacidad histriónica (actuar lo que se es, ser lo que actúa).
El hombre de negocios tiene claro que le queda estrictamente prohibido ser líder sin ser actor, ya que le es menester contagiar crisis en la paz y paz en la crisis.
Lo único que nunca podrá dejar ver son sus emociones y querencias. El hacedor de empresas no puede ni debe dejarse llevar por la presión. La presión es inherente al ejercicio empresarial. Ese fue el oficio para el que nació y no hay forma de evitarla. Una de las características que distingue a los hacedores de empresa, es que estos poseen una sorprendente capacidad para manejar la presión.       

Sentido de inversión (hacer dinero con el dinero).
Si algo tiene claro el hombre de negocios es que el dinero es para hacer dinero. Nunca le sobra un peso. Siempre tiene en que invertirlo. Lo que más trabajo les cuesta es aplicar recursos en todo aquello que no va a generar ingresos. Por eso son tan cautos con el dinero. Puede que algún negocio les haya hecho ganar una fortuna y sin embargo siempre tendrán en que invertir cada peso ganado.

Podemos afirmar con conocimiento de causa que los hacedores de empresas tienen como común denominador, el poseer de génesis las características antropológicas aquí mencionadas, no obstante hay tres características que no hemos mencionado y que priman sobre todas las demás: Sentido de Misión; Sentido de Dirección y Sentido de Negocio. Temas muy trillados en la academia de los negocios, pero poco nada atendidos desde el combes de la antropología.

Perspectiva antropológica.
Es importante entender que lo que es para los hombres, lo es para las cosas de los hombres. Esto quiere decir que las leyes que aplican a nosotros aplican a las cosas de nosotros. La empresa emana del hombre, por lo que ésta está sujeta a las leyes de la antropología. No podemos definir lo que son la Misión, Visión y Filosofía sino las definimos primero desde la antropología, de lo contrario corremos el riesgo de que la definición sea académica y por lo tanto irreal.

En la vida en el amor como en los negocios, el secreto de todo está en el origen. Primero no es menester definir lo que somos y en función de lo que somos lo que hacemos. Es el ser el que determina el hacer y no el hacer el que determina al ser. El hacer es una transitoriedad que me suma o resta. El ser, una permanencia.

Misión (acto).
Lo que intrínsecamente se es. Lo que desde la cuna se anuncia. El ser se manifiesta en más o en menos en función de la idea de destino (visión) que el individuo tiene de sí mismo. Un bajo nivel de visión manifiesta un bajo nivel de misión y por ende una baja proyección del ser.

Visión (potencia).
Corresponde al destino. Al sentido de importancia que el individuo tiene de sí mismo, de lo que será su vida para sí y para los demás. La trascendencia de su misión será mayor o menor en función del espacio mundo que el individuo desea transformar (casa; colonia, estado, país, mundo). Es el destino y no la cuna lo que determina la identidad y fuerza de un ser humano.

Filosofía (creencias).
Es el basamento no consciente de creencias que gobiernan el accionar de un ser humano. Conjunto de valores y creencias que determinan desde el inconsciente lo que una persona puede ver y hacer, así como la forma en que llevará a cabo este hacer. Son todas esas creencias no conscientes que el individuo adquirió los primeros años de su vida. Creencias que incidirán en la creación del ambiente que la persona replicará de adulto en todos los ámbitos de su quehacer biográfico.

La mejor formas de identificar las creencias de una persona es observar los actos descuidados y la palabra inconsciente. Estos emanan de lo más profundo de su filosofía. Obedecen a sus creencias intrínsecas, aún cuando él no este consciente de ellas. 

Misión antropológica (lo que se es).
No hay ser humano sin misión. La misión está en todo ser humano. Consciente en aquellos que rescataron lo que son. No consciente en aquellos que no lograron sobreponerse a su entorno, perdiendo u olvidando lo que son.
Cuando rescatas lo que eres te maximizas, cuando la pierdes te minimizas  
La misión crea presente y forma futuro, tanto para uno mismo como para los demás. El que pierde su misión se instala en la función (terapia ocupacional). El que rescata lo que es, crea y dirige mundo. El primero opera, el segundo un constructor.  

Preguntas que le ayudaran a definir sus tres sentidos:
Sentido de Misión.                 
Qué tiene usted que no tiene nadie más en el mundo, que haga que valga la pena trabajar con usted y no con otro.
Posee usted la capacidad de incidir en el quehacer biográfico de los demás al grado de lograr que sus biografías sean un antes y un después de conocerle.

Sentido de Dirección. 
Posee usted la capacidad de llegar allí donde por lo adverso del entorno, nadie cree que sea posible llegar.
Posee usted la capacidad de hacer que la gente logre lo que jamás pensó que podía lograr.
Posee usted la capacidad de hacer que la gente subordine su logro al logro de usted.

Sentido de Negocio.               
Posee usted la capacidad de hacer lo que le compete o se disgrega en lo que no.
Posee la capacidad de hacer que la gente migre del hacer operativo/ directivo al hacer creativo de negocios.
Posee usted la capacidad de identificar y explotar el negocio de su negocio.
Posee usted la capacidad de hacer que los otros tengan claro lo que aportan al negocio.

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