sábado, 30 de mayo de 2015

El hombre erótico.

El erotismo se nutre de la imaginación y el deseo. La imaginación alimenta al deseo y el deseo exacerba la imaginación. No obstante la doble alimentación de imaginación y deseo es previa al encuentro de los amantes. El encuentro los circunscribe a los limites del otro, limites definidos por sus dos geografías: la corporal y mental.

El cuerpo del otro, con sus contenidos y continentes, es lo que define la exploración y magnificación de los sentidos. Por mucho que la imaginación haya concebido múltiples formas del acto amoroso, es el cuerpo y la mente del otro lo que define los alcances del proceso erótico.

En el erotismo el cuerpo juega un papel preponderante. Representa esa porción de tierra virgen que el explorador ha de descubrir, explorar, sentir y hace sentir. Podrá ser un cuerpo atlético, estético, normal o pasado de peso. Un cuerpo alto o bajo y sin embargo lo cierto es que sin demerito de la importancia estética del cuerpo, es la mente de los amantes donde anida la esencia del erotismo.

En el erotismo la magnificacion de los sentidos es esencial.
El acto amoroso siempre es el mismo. Los amantes podrán experimentar posiciones o formas que agotaran al poco tiempo cayendo en la repetición del acto en si. El acto amoroso es como la manducación, lo que cambia es la comida, no la forma de masticar. Por mucho que el gastrónomo innove formas de masticar, estas al paso del tiempo terminaran siendo las mismas. La diferencia real no esta en la manducacion, sino en el plato.

El gastrónomo disfruta el plato antes de comerlo. En el acto amoroso sucede lo mismo. El erotomano disfruta el acto antes de consumarlo, no obstante la realidad es que el acto en sí siempre es el mismo, con pequeñas variantes pero el mismo. Por lo que ambos, 
erotómano y gastrónomo, están limitados por el otro y lo otro.

Por mucho que el gastrónomo disfrute el plato antes de comerlo, es en el momento de comerlo donde sus sentidos aprobarán o desaprobaran el plato. Lo mismo acontece en el erotismo, es al momento del acto donde el erotomano aprueba o desaprueba el acto.

Decíamos lineas arriba que en el erotismo la magnificación de los sentidos es esencial. Sin embargo los sentidos tienen una limitante, la mente del otro. El erotomano tiene una mente creativa, abierta a la exploración, a los sentidos, sin embargo la realidad es que por mucho que el erotomano sea en si mismo el epitome del disfrute, es en la mente del otro donde esta la receta del placer.

La capacidad del seductor esta íntimamente ligada a la necesidad del seducido.
El erotómano, consciente de que sus limites son los limites del otro, seduce al otro antes del acto. Seducir es preparar la mente del otro, es hacerle desear, querer, estar dispuesto. La seducción aplica en todos los ámbitos del quehacer humano, no solo en el acto amoroso. Seduce el vendedor, el político, el empresario, el líder, el padre de familia, la madre al dirigir y educar al hijo.

La seducción esta en todos y en el erotomano más que ninguno. El erotomano necesita identificar la necesidad del seducido y seducirlo en función de su necesidad y de la suya propia. El erotomano, al descalificar el acto se esta descalificando a si mismo. Descalificar el acto significa que no hizo lo que tenia que hacer, que no preparo al otro, que no lo llevo a romper sus barreras, a ampliar sus límites.

El erótomano no puede exponenciar los sentidos del otro y los suyos propios si la mente del otro se mantiene cerrada a la exploración, a experimentar, sentir y vivir cada caricia como una sola. 

El erotismo demanda de dos. De dos mentes cultas, finas, abiertas a la exploración a los sentidos. El erotismo es correspondencia, dar y recibir. Demanda tiempo, preparación, cultura e imaginación. El erotismo no demanda deseo, lo crea.

En ello estriba la diferencia entre una persona sexual y una erótica. El sexual necesita del deseo para hacer, sin deseo no hay acto. El erótico crea el deseo y el deseo lo lleva al acto.

El sexual esta limitado al deseo. No lo puede crear. Se le tiene que alimentar. Lo que se refleja en todos su actos, ya sean laborales, académicos, familiares, empresariales, etc. Esta necesidad de ser alimentado por el deseo hace de él un hombre vulgar, burdo, limitado.

El erótico no esta limitado al deseo, todo lo contrario, lo crea, lo estimula, lo lleva a su máxima expresión. El hacer del erótico se manifiesta en todo lo que hace, la familia, el trabajo, los negocios, etc. El erótico es elegante, sabe elegir, crea necesidades para si y para los demás.

El primero empuja, obliga, el segundo invita, atrae.

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