martes, 12 de mayo de 2015

San Judas Iscariote

Cuando uno escribe, se describe.
La personalidad es como un pueblo, está lleno de casas, parques, tiendas, edificios y demás componentes. Y en cada casa, edificio o lugar hay infinidad de rincones, cuadros, muebles, cajones, etc., en las que existe información que nos puede ser de suma utilidad para esbozar la personalidad del pueblo y en nuestro caso del individuo.

No existe la causa única o variable predominante que nos permita definir con exactitud la personalidad de un individuo, no obstante cada uno de sus actos, palabras y manifestaciones nos brindan información al respecto. El currículo de una persona, sus correos, mensajes, etc., son fuente muy valiosa de información, no tanto por lo que dice, sino por la forma en que lo dice.

Todo está hecho a imagen y semejanza.
Todo lo que decimos, decidimos, hacemos y compramos nos imagina y semeja. Y la forma de estructurar una carta, un currículo, correo, etc., no es la excepción. Podemos saber un poco del que escribe a través de la redacción que utiliza, las palabras que usa, la forma en que las usa y el orden en que las usa. Estas nos dejaran ver su cuna, estrato social, valores, inteligencia, raciocinio, cultura, fobias y filias, así como intenciones y motivaciones. Es importante entender que el que escribe no es alguien carente de ideas, juicios, emociones y sentimientos. Escribe con intención e inspiración, por lo cual no está exento de que su texto nos transparente sus afinidades e identidades, filias y antipatías.

Para ilustrar lo anterior me voy a permitir usar unos textos conocidos por todos o casi todos. El objetivo no es juzgar. Es entender la personalidad, temperamento, inteligencia, valores, intenciones y motivaciones de los autores. Vamos a revisar los cuatro evangelios, en especial el de Juan, que es él que más información nos da de sí mismo. Para tal efecto me voy a centrar en lo que estos dicen de Judas Iscariote, el cual es un santo en Oriente y un demonio en Occidente.

Es importante hacer notar que de los cuatro evangelistas solo dos conocen aquello de lo que están hablando: Mateo y Juan. Los otros dos, Marcos y Lucas no conocieron al protagonista de su historia. Marcos fue discípulo de Pedro. Por lo que su texto contiene información de segunda mano. Lucas está más lejos aún, es un repetidor de repetidores. El evangelio de Lucas es una narración de tercera, cuarta y quinta mano.

Lucas fue discípulo de Pablo, el cual adquirió el título de apóstol sin haberlo sido. Es un apóstol honoris causa. Pablo no conoció a Jesús. Conoció a los que conocieron a Jesús y a aquellos que conocieron a los que conocieron a Jesús. De tal suerte que el evangelio de Lucas no tiene la cercanía de los dos primeros. En conclusión, tenemos dos evangelios de primera mano, uno de segunda y uno de tercera, cuarta y quinta mano.

Los textos de los evangelistas son emocionales. No prima en ellos el más mínimo resquicio de objetividad. El objetivo de los evangelistas no es llevarnos a la razón. Lo que buscan es contagiarnos su emoción, su pasión. Imagine usted una religión racional, sería ciencia, pero no religión. La religión debe tocarnos nuestras fibras más íntimas y ni duda cabe que los cuatro lo logran.

Análisis de los textos.
En los cuatro evangelios se ve una clara animadversión contra Judas Iscariote. ¿Con o sin razón? No sabemos. Nos es menester leer el texto y ver si esta está justificada o si obedece a los celos, envidias, filias y fobias de los evangelistas.

Hay varias frases en los evangelios que poseen una enorme carga de agravio contra Judas. Una de ellas es la siguiente: Judas era ladrón y por eso llevaba la bolsa. No podemos saber si la frase en cuestión cuenta con los fundamentos requeridos para tal afirmación, lo que si podemos hacer es revisar los textos y poner evidencia lo que estos nos dicen.

Basándonos en el contenido de los textos, podemos afirmar que la frase: Judas era ladrón y por eso llevaba la bolsa deja muy mal parados a los cuatro evangelistas y muy bien a Judas Iscariote.

La frase, en conjunto con los hechos narrados en los evangelios, muestra a Judas como un hombre probo, honrado. Un hombre que tenía en primer lugar los intereses del grupo que los de él mismo. Los evangelios nos dicen que Judas administro tres años la bolsa y ninguno de ellos nos hace saber que en ese inter haya faltado un solo centavo.

Judas tenía a su cargo la tesorería del grupo, tarea nada fácil, ya que si se satisfacen las necesidades del grupo, el mérito es del grupo, mientras que si no se satisfacen, el fallo es del administrador. Podemos leer en los textos que Judas siempre satisfizo a plenitud las necesidades de los trece miembros de la comuna. Miembros que comían y bebían como hombres expuestos a una enorme necesidad de desgaste físico y emocional. Y lo cierto es que jamás les falto nada, lo que de nuevo, habla muy bien de Judas. 

Como bien sabemos ninguno de los trece miembros trabajaba. Ninguno aportaba para los gastos. Por tres años no hicieron nada productivo. Nada que les generara ingresos. Lo único que hacían es consumir. La responsabilidad de mantener al grupo era de Judas. Por tres años les dio de comer, les pago sus gastos, hospedaje y demás menesteres, y todo esto sin recibir un centavo de parte de ellos.

La imagen que hoy tenemos de Judas se debe a lo que de él nos han dicho los demás apóstoles, los cuales hablan de él con un cierto grado de animadversión. Veamos algunos ejemplos…

En los Evangelios de Marcos, Mateo y Lucas dice que los demás apóstoles criticaron el que la Magdala haya uncido los pies de Jesús con un ungüento tan caro, sobre todo cuando ese dinero le podía servir a los pobres. En el evangelio de Juan dice que Judas critico el acto porque era ladrón. En ningún momento hace referencia de que los demás también lo hicieron. Se circunscribe exclusivamente a Judas, lo que de suyo dice mucho de Juan.

Otro tema en el que Juan hace patente su animadversión, es en el del Sanedrín.
No sabemos si Juan era adivino, si tenía súper poderes o una red de micrófonos secretamente instalados en el Sanedrín, lo que sí sabemos es que narra con lujo de detalle los acuerdos que tuvieron las autoridades del Sanedrín con Judas Iscariote, aun cuando no estuvo ahí.

En dicha reunión se acordó, según Juan, la entrega y captura de Jesús. Juan no tuvo acceso a esa junta y no podía saber si en realidad aconteció, ni los términos de la misma, ya que Judas se ahorco y nada dijo, y ninguno de los miembros del sanedrín hizo pública dicha reunión. De hecho no hay registro en los evangelios de que persona alguna le haya informado a Juan.

Otro ejemplo es el de la traición.
Dicen los evangelios que cuando Jesús anunció: uno de ustedes me va a traicionar. Todos se abalanzaron -incluido Judas- para preguntarle: ¿seré yo acaso señor? Los evangelistas nos dicen que Jesús le respondió a Judas en secreto: tú lo has dicho. Secreto que los cuatro evangelistas mencionan y que ninguno de ellos lo podría saber, ya que como ellos mismos dicen, Jesús le respondió en secreto. El propósito de Jesús era que solo lo escuchara Judas. Si él lo hubiese querido hacer público lo hubiese dicho en voz alta para que lo escucharan todos.

La animadversión de Juan es patente en esa otra frase que habla del demonio.
La frase dice que Judas estaba poseído por el demonio. Frase escrita con toda la intención de agraviar a Judas, al tiempo que incide en el ánimo de los lectores. La frase: Judas estaba poseído por el demonio es a todas luces una equivocación. Es una frase que no persigue otro fin que el de perjudicar, ya que un poseso no es dueño de sus actos. No es él el que actúa. Funge como instrumento de otro, por lo que no es alguien a quien se puede culpar. En estricto sentido, la frase debiera haber sido usada para absolverlo, no para culparlo.

No obstante Juan llega al grado de afirmar que él vio cuando el demonio le entró. Nos hace saber no solo que el demonio le entro, sino el momento justo en que esto paso. Nos dice que el demonio le entro justo en el momento en el que Judas abrió la boca para meterse el pan que Jesús le dio. Juan, claro está, se lo reservo para sí. Nada dijo a los demás. No le hizo saber a Jesús ni a los otros que el demonio le había entrado a Judas, lo que le hace culpable del pecado de omisión.

Otro tema es el que narra la identificación y prendimiento de Jesús. Hay dos versiones. Las dos diferentes. Una obsecuente a la divinidad de Jesús y la otra emocional.
Dicen los evangelios que salieron de la cena y que al poco tiempo llego un grupo de civiles y de militares. Los primeros con palos y los militares con sus respectivas espadas. Jesús al verlos les preguntó que a quien buscaban, por lo que estos, que no sabían quién era Jesús, que no tenían ninguna referencia de él a pesar de lo que mucho que había hecho y predicado, le contestaron que a Jesús de Nazaret. Los textos de los otros evangelistas nos dicen que Jesús les respondió: Yo soy y enseguida cayeron todos inertes al suelo. Los tres evangelios dicen que tres veces cayeron inertes hasta que Jesús tolero que lo maniataran.

Juan nos presenta la versión emocional. Nos hace saber que gracias al beso de Judas fue que estos supieron quién era Jesús. Esto del beso es a todas luces innecesario. Obedece más a las necesidades de Juan que a lo que realmente ocurrió. Qué necesidad tenía Judas de identificar a Jesús si los mismos evangelistas nos dicen que estuvo tres años predicando. Que todo el mundo lo conoce. Que había predicado en las mañana en el templo, en la tardes en la sinagoga y próximo a la puesta del sol en las calles y plazas. Qué necesidad hay de identificar a un hombre que es público a más no poder, en especial para la autoridad. No olvidemos que Jesús tiro las mesas de los cambistas en el templo, es decir, frente a la autoridad. Es imposible que no lo conocieran.

El tema del cenáculo guarda el mismo comportamiento.
Juan nos dice que salen del cenáculo y pasean. Sabemos con certeza que esto no aconteció. No pudo ser. A Juan se le olvido que era la Pascua y la ley era y es muy clara: desde la tarde del día anterior hasta el alba de la festividad de Pascua, ninguno saldrá de la puerta de su casa hasta el amanecer del día siguiente. Y sabemos que todos ellos, en especial Jesús, eran israelitas observantes, por lo que es algo que jamás pudo pasar, tanto por las convicciones de Jesús como por el hecho de que lo prohibía el Sabbat como la misma Pascua.

Desde nuestra humanidad es posible pensar que Jesús y los apóstoles violaron flagrantemente la ley, pero no podemos pensar eso del Sanedrín, siendo este el responsable de hacer guardar la ley a un pueblo observante y exigente con sus autoridades. El Sanedrín no tenía necesidad alguna de violar la ley. Podía prender a Jesús un día después. Este no se iba a escapar. No tenía a donde ir. Tendría que tomar un avión para salir de Judea y no ser prendido, ya que de hacerlo en burro o a pie, se hubiese tardado meses en salir de Judea, con la posibilidad de prenderle en cualquier momento.

Lo de José de Arimatea entra en el mismo caso.
Es algo que no pudo haber acontecido. No como lo narra Juan. Juan nos dice que José de Arimatea, después de labrar todo el día su campo, compra una sábana para que sirva de sudario. No podía estar en el campo. Lo prohibía la Pascua y las penas eran durísimas. Por otro lado donde iba a comprar la sábana si todos los comercios estaban cerrados. Los anales de la historia nos demuestran que todas las rebeliones que hubo en Judea contra el Imperio romano fueron por violaciones menores que estos hicieron a sus ritos, en especial el de la Pascua y el Sabbat.

Tampoco es posible creer que el tribunal se instituyo para juzgar a Jesús y a los otros dos (Dimas y Gestas). Si esto no sucede hoy, mucho menos en esa época en donde la religión era lo más importante de los seres humanos. Nada de lo narrado obedece a los usos y costumbres de la época. Obedece a las intenciones de los evangelistas y en especial a las de Juan.

Conclusión y posibles causas de la animadversión.
Una de las posibles causas de la animadversión es la preferencia que tuvo Jesús sobre Judas Iscariote. Lo prefirió sobre sus propios primos y sobre todos los demás que le conocen desde la infancia.

A él, el extranjero, el extraño, el que no conoce nada de Jesús. El que no conoce a su familia. A él que era el único de los apóstoles con la preparación y cultura necesaria para confrontar a Jesús y hacerle pensar lo que está diciendo y haciendo. A él, el extraño, el ajeno, el diferente es al que le confiere la administración del grupo.

A él le hizo responsable de pagar posadas, alimentos y necesidades del grupo. Lo cual sin lugar a dudas le gano muchas animadversiones, ya sea por celos o por lo impopular de su tarea. A Judas le correspondía negar prebendas y favores, lo cual es posible que le haya generado algunas enemistades.

Judas, si le hacemos caso a los textos, fue el único que dejo todo por Jesús. Los demás dejaron encargadas sus cosas a otros. Tan es así que en la resurrección, Jesús tuvo que ir a buscarlos a sus antiguos oficios. Lo que no aconteció con Judas. Este dejo todo. Dejo familia, dinero y posición por Jesús. Fue el único que lo hizo. Judas era un hombre rico. No necesitaba treinta monedas. Tal vez los otros, pero no él. Él era el único que generaba ingresos. Los demás dependían de él.

Es muy probable que la suma de todo esto le haya generado un cumulo de animadversiones. Judas, como ya mencionamos, no solo fue el elegido por Jesús para llevar la administración del grupo, sino que fue elegido sobre aquellos que Jesús conocía desde la infancia, sus primos, amigos y compañeros.

Jesús hacia milagros intermitentes. Uno de ellos es el de la multiplicación de los panes. Judas, en cambio, tenía que alimentarlos a diario. Y no hay en los evangelios una sola palabra de agradecimiento hacía él. Todo lo contrario.

Los textos no nos hacen patentes las razones por las que los evangelistas se ensañaron con Judas y no nos toca a nosotros escudriñarlas. Lo que si nos corresponde es entender que cuando una persona habla mal de otra, no podemos saber si lo que esta dice es cierto o no, lo que sí sabemos es que tiene algo contra el otro, de lo contrario no nos habría dicho nada.

Analizar el texto del otro, nos da la posibilidad de acercarnos un poco más al otro.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentarios y sugerencias