viernes, 31 de enero de 2025

Una pareja fuera de catálogo.

Lo humanamente normal es que creamos que somos: “una pareja fuera de catálogo”. La pregunta es: ¿Lo somos? 

Los criterios de elección de pareja varían en función de la edad de los participantes. En los primeros veintes, la parte estética es de suma importancia. El ojo no solo quiere su parte, sino que este es capaz de pasar por alto algunos detalles en aras de no perder la estética de la contraparte. 

En la segunda veintena la estética se iguala a la psíquica. Tan importante es sentirse bien con el otro, como el físico del otro. Esto no quiere decir que el ojo no quiera su parte. La quiere, pero es capaz de sacrificar parte de la estética si los atributos de la contraparte son los que la persona necesita para edificar una relación y construir un proyecto. 

En la tercera veintena, el ojo es más un diletante que un determinante. Lo determinante es la psique del otro. Por supuesto que la psique no está peleada con la estética, pero pesa más el
ser que la apariencia del otro. Es difícil que las parejas en este estadio de la vida se queden en la relación solo por la atracción. Lo que se busca es que la pareja sea alguien con quien se quiera y pueda estar por su trato, calidez, dulzura, atención y una suma de etcéteras que varían de persona a persona. 

En la vida, en el amor y en los negocios, el secreto de todo está en el origen.
Una pregunta que poco o nada nos hacemos es: ¿Por qué queremos estar con determinada persona? Es posible que la pregunta parezca poco atinente, pero si se da la oportunidad de meditarla, descubrirá cosas importantes…, no de la otra persona, sino de usted. La respuesta que le dé a esta pregunta le hará visible esas partes de su personalidad que busca subsanar en la psique del otro.

Comprender el origen (causas que lo llevaron al otro) es de suma importancia, ya que por lo mismo que llegas a una persona…, la dejas.

Cuando pierde eso que estaba en el otro, mengua también, el interés en el otro… Razón por la que le recomiendo que aplique la pregunta en primera persona, ya que cuando el otro pierde lo buscaba en usted, perderá también el interés en usted. 

Sentido de Misión.
Una pregunta que nos ayudaría a definir lo que ofrecemos en una relación es la del sentido de misión. Este lo va a desvelar contestando la siguiente pregunta: ¿Por qué vale la pena estar conmigo? ¿Qué tengo yo que no tiene nadie más y que hace que valga la pena vivir y estar conmigo?

Si se toma el tiempo para meditar y contestar con honestidad esta pregunta, no solo sabrá cuál es su distingo o diferenciación, sino el tipo de personas con las que se pudiera emparejar.

La otra interrogante a contestar es: ¿Qué estoy dispuesto a ofrecer? Tan importante es saber porque vale la pena vivir y estar con nosotros, como saber qué estamos dispuestos a ofrecer.

Comprendo que la pregunta sea cuestionable, debido a que el mito nos dice que el que ama todo lo da, lo cual no es del todo cierto, ya que el único amor que es unidireccional y que no espera nada a cambio es el amor de los padres a los hijos. El amor de pareja es bidireccional, si este es desigual o unidireccional, muere. Así pues, pregúntese: ¿Qué está dispuesto a ofrecer y a cambio de qué?

La familiaridad confirma o sorprende, pero desmitifica.
Al otro lo desmitificas cuando lo vives. Nuestros ancestros decían: vive un mes con Inés y sabrás quien es.

Lo que nos define son nuestros límites, no nuestras potencias. Entre más trabajemos nuestras limitaciones, mayores serán nuestras potencias, no porque estas se hayan ampliado, sino porque nuestros limites se estarán acotando… Se trata de gobernar lo que eres para que lo que eres no te gobierne a ti.  

La mejor herramienta para gobernar lo que eres es la disciplina. La motivación cambia con la edad. La disciplina crece con el tiempo. Una persona disciplinada hará de esta un hábito… Y la virtud del hábito es que este, ya una vez que te habita, te crea una segunda naturaleza... Una forma de ser y hacer las cosas que harán que la vida te sea más fructífera y placentera. 

El dinero en el amor.
Cuando no se tiene dinero, hasta uno es carga. El tema económico toma mayor relevancia entre mayor sea la edad de las partes. Si una de las partes se convierte en carga, la posibilidad de que la relación fructifique es nula. Salvo que no sea una relación de pareja, sino un acuerdo comercial, el cual, de origen, va a terminar mal.

En la relación de pareja hay roles antropológicos que inciden más allá de los usos y costumbres del momento. Y aun cuando hoy se habla mucho de equidad y de compartir gastos, lo cierto es que, en el intrínseco de la mujer, está el convencimiento de que el hombre es el que debe responsabilizarse de la parte pecuniaria. El problema, huelga decirlo, no es el recurso económico, sino el dispendio de lo inútil (el gasto de cara al aparador).

En mis andares empresariales he tenido la oportunidad de interactuar con empresarios e inversionistas de diferentes rubros y espectros. Y siempre han sido los más pudientes los que viven pegados a la sustancia.  Cierto que estos al comprar carro, compraban confort y marca, pero también es cierto que cambiaban de vehículo cada seis, ocho o diez años. Por el contrario, los que aún no se consolidaban compraban el que mejor los situará de cara al aparador, ya que lo que necesitaban era un carro que les brindará el estatus que aún no tenían (apariencia sobre sustancia).

Lo mismo acaece en el amor. La sustancia le será de suma importancia al que ya es; el aparador, al que no es. La posibilidad de que ambas personalidades formen una pareja es muy baja, dado que lo que buscan las partes está en las antípodas de la otra.

Los últimos dos años he estado inmerso en un laboratorio social que me ha permitido observar diferentes manifestaciones del hacer humano, ente ellos el de hombres y mujeres que están en la segunda y tercera veintena de su vida. He visto hombres que, sin perder la estética del ojo, consideran con muy buenas intenciones a mujeres que antaño no hubiesen considerado. No es que les haya cambiado el gusto, les cambio la necesidad. 

En un artículo anterior (https://antropologiayotrashierbas.blogspot.com/2023/08/interrogantes-para-matias.html), mencioné a un amigo que se distinguía por andar con mujeres propias de las mejores pasarelas del mundo de la moda… Cuando años después me invito a su casa para presentarme a su pareja, me encontré con una mujer que en nada encajaba con el molde de antaño, pero era una mujer que había logrado crearle un hogar del que no quería salir.

Lo mismo he visto en mujeres en la segunda y tercera veintena de su vida. Los atributos psíquicos del hombre les pesan más que los físicos. Gustan, es cierto, de que el hombre sea inteligente, que tenga sentido del humor y que las trate bien, y, si además es guapo, pues que mejor. Pero en esos estadios de su vida le dan más valor a la personalidad que al físico. Tan es así que en cuanto ven que el individuo es apariencia y no sustancia, se retiran.

Lo importante pues, no es si usted acuerda o desacuerda con lo aquí expuesto, sino como se construye para hacer de usted y del otro: una pareja fuera de catálogo.

Nos leemos en el siguiente artículo.

 

 

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