lunes, 13 de enero de 2025

Tu emoción - tu responsabilidad.

James Oliver Rigney Jr., fue un escritor de fantasía épica. Sus obras más conocidas son: La Rueda del Tiempo y Conan. Este autor enuncia constantemente lo importante que es que el individuo identifique, entienda y procese sus emociones. Cuando un personaje de la saga habla de sus miedos con su mentor, este le dice a su discente: Es “tu” miedo. Entiéndelo, procésalo y resuélvelo tú. Cuando le habla de su alegría, le dice: es “tu” alegría. Entiende el porqué de está y disfrútala tú. 

Se comprende lo propio, se entiende lo ajeno. 
La responsabilidad de los padres, lideres o mentores es hacer que nuestros hijos, educandos o colaboradores asuman la responsabilidades de sus emociones para que no se las transfieran a los demás. Esto es muy importante ya que con bastante frecuencia transferimos la responsabilidad de nuestros miedos, fracasos y frustraciones a terceras personas, ya sea a los padres porque no nos dan en tiempo y especie lo que deseamos, al mentor que no nos entiende o al líder que no le importa nuestro sentir. 

No obstante, la realidad es que en la vida se comprende lo propio y se entiende lo ajeno. Nadie puede comprender (comprhendere = abrazar, incluir, hacer propio) lo que no vive. Todos podemos entender (intendere = darse una idea) el sentir de los demás, pero no podemos vivir ni sentir lo que ellos viven o sienten. El vivir y sentir es autobiográfico, puedes platicar de él, pero jamás hacer sentir al otro lo que sientes. 

Jamás podrás dirigir y mucho menos cambiar, lo que no conoces.
La tarea del formador es ayudar al otro a que identifique, procese y dirija lo que siente, ayudándole a comprender que eso que siente se debe única y exclusivamente a él. El otro no tiene nada que ver en el proceso.

Sirva, de muy mal ejemplo, el amor… La realidad es que tú nunca te enamoras del otro. Te enamoras de lo que sientes cuando estas con el otro. El otro es un medio, pero no causa raíz de tu sentir. Ya una vez que identificas el por qué de tu sentir, lo podrás procesar y dirigir. Entonces y solo entonces podrás comprender que nadie hace nada por nadie. Las cosas las hacemos por nosotros, poniendo de pretexto a los otros. Todo lo que hacemos en la relación de pareja, con los hijos, familiares o amigos, lo hacemos por la satisfacción que ese hacer nos brinda. Decirle o reclamarle al otro todo lo que hacemos por él, es un ejercicio de persuasión emotiva (chantaje). Esto, en lugar de acercar al otro, lo aleja.
 

Personas bonsái.
Asumir la responsabilidad del sentir de los demás, es propio de aquellos que desean crear individuos bonsái. Personas a las que les será muy difícil asumir la responsabilidad de sus emociones, ya que lo único que han aprendido a hacer, es transferir la responsabilidad de sus emociones a los demás.

En otras palabras, lo que estaremos haciendo es crear parásitos emocionales que toda la vida van a depender de terceros para poder hacer las cosas. De tal suerte que ya de adultos, la pareja será él o la única responsable de todo lo que va mal en la relación de pareja. Los jefes de su poco o nulo desarrollo y los amigos de su incomprensión y falta de apoyo. Para estas personas, nada es suficiente.

Recién me compartió una amiga el desconcierto que le generó el mayor de sus hijos. Por años escuche de sus labios es que su hijo (treinta años) era, además de muy inteligente, una maravilla de persona. El joven en cuestión no solo vive en casa de sus padres, sino que además no trabaja debido a que aún no encuentra un trabajo que este a su nivel. En el intertanto mi amiga le asigna una mesada que difícilmente podrá igualar una oferta de trabajo. El desconcierto se debió a que, en el pasado, por razones fiscales, puso la casa a nombre de su hijo. Cuando ya cansada de que este no solo no hacía nada, sino que además los gastos de él se acercaban mes a mes a lo que gana un directivo medio, le sugirió, en aras de empezar a enfrentarlo con la realidad, que se independizara y buscara donde vivir, a lo que su hijo le contesto que si alguien se debía salir de la casa es ella, ya que la casa estaba a nombre de él.

Su estupor fue mayúsculo, no obstante, la realidad es que ella lo formo así. Al preguntarle qué es lo que pensaba hacer el respecto, me comento que le redujo la mesada a la mitad, cosa que dudo pueda sostener, ya que toda la vida se ha hecho responsable del sentir de los suyos.

Entiendo que es muy difícil hacer que los demás asuman la responsabilidad de sus emociones, pero nuestro deber es enseñarles a asumirla. Es lo mejor que podemos hacer por ellos.

Nos leemos en el siguiente artículo.

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