sábado, 24 de agosto de 2024

Tribulación y tranquilidad.

La tribulación y la tranquilidad son propias de la edad, la inocencia y, en la gran mayoría de los casos, de la ignorancia. Las personas que ya tuvieron la oportunidad de constatar las consecuencias de las decisiones erráticas de sus gobiernos y de ellos mismos, se atribulan ante ciertos aconteceres de una forma que resulta inexplicable para quien no han vivido lo que ellos visualizan que podrá acaecer.

Cierto que el grado de tribulación de estás personas está subordinado a su carácter, conocimiento y herramientas. Una persona puede ser atribulada por natura y, sin embargo, haber desarrollado el conocimiento y las herramientas que le permitan salir adelante ante lo que el devenir le anuncia. Otros, aun con herramientas, se centrarán solo en lo malo, mientras que los más, es decir, esos que por edad y experiencia no han vivido nada similar, verán el futuro con ojos de oportunidad y hasta con optimismo.

Sirva esto para explicar lo que esta aconteciendo en México. El partido en el poder logro tener mayoría calificada en la cámara de diputados y se quedo a dos votos de lograrla en la de senadores. Dos votos que se pueden comprar coercitiva o económicamente, lo que le permitirá modificar la constitución y formas de gobierno sin obstáculo real de la oposición y de la sociedad.

Lo que esto anuncia es la posibilidad de que lleguemos a tener un gobierno que podrá tener control de las elecciones, de las leyes y de los juzgadores. De tal suerte que no solo podrá perpetuarse en el poder, sino que además el ciudadano, el empresario y el inversionista no podrán contar con un marco legal de certidumbre que los proteja ante cualquier atropello de sus gobernantes.

Justo es reconocer que llegamos a esta situación por las urnas, es decir, el voto popular le brindo al partido en el poder un nivel de fuerza y de legitimidad que le permitirá hacer lo que desee, más allá de lo que el inocente votante pudiera llegar a fantasear o especular.  

Pero si la voluntad del pueblo es que se deje de tener en cuenta la voluntad del pueblo, qué líder va a poder actuar en contra de su voluntad o abrirles los ojos para que vean que una cosa es el resultado de sus decisiones y otra las consecuencias. El resultado, que se festejó a bombo y platillo, es que ganaron las elecciones. Las consecuencias, apenas las van a conocer. El problema es que cuando las conozcan y padezcan ya no habrá nada que hacer.

Se requerirá del paso de una a tres generaciones para cambiar el orden que la inocencia y la ignorancia estableció. Lo paradójico es que precisamente los que los llevaron al poder serán los que hartos de las consecuencias prendan la mecha para que la generación que sigue busque regresar a lo que ya tenían: estabilidad y certeza jurídica.

En el matrimonio hombre y mujer están en el mismo equipo, pero no juegan con las mismas reglas. Lo mismo acaece entre ciudadanos y gobierno, juegan en el mismo equipo, pero no con las mismas reglas. El problema es que con esta mayoría que el voto inocente e ignorante le dio a partido en el poder, lo que va a descubrir es que él y su partido están en la misma cancha, pero no en el mismo equipo y con unas reglas que solo benefician al partido, pero no al ciudadano.

Lo que habrá de venir esta por escribirse, pero de algo podemos estar seguros, a Estados Unidos esto no le afecta. Le beneficia. No porque ellos busquen propiamente que el pais pase por un agudo estado de inestabilidad, sino porque está en su ADN sacar provecho de la inestabilidad de sus socios. Entre más inestabilidad tengan sus socios (Unión Europea, Ucrania y Medio oriente), mejor les va a ellos. Esto lo comento no como crítica, nadie critica al gato por maullar, está en su naturaleza. Lo comento porque hay quienes con una perversa ingenuidad creen que Estados Unidos va a poner orden en México.

El orden que va a poner es el que le convenga a su país, no al nuestro. Lo cual no es criticable. Ellos ven por su pais tanto como nosotros debiéramos ver por el nuestro. En síntesis, lo que está acaeciendo en México lo tenemos que arreglar nosotros y seguramente lo vamos a hacer, pero para ello va a ser menester que los que los llevaron al poder vivan las consecuencias de su decisión y esto es algo que probablemente requiera de mucho tiempo.

Ya nos dirá el devenir que es lo que viene, pero confieso que nada deseo más que estar equivocado en mis apreciaciones.

Nos leemos en el siguiente artículo.    

jueves, 15 de agosto de 2024

Resignación o renuncia.

La cortesía, para con uno mismo y con los demás, nos lleva a ser tolerantes con el disfraz de las palabras de los demás y de nosotros mismos. Disfraz que no nos ayuda a tomar conciencia de lo que pensamos y sentimos respecto a las personas y circunstancias con las que interactuamos y vivimos, sobre todo en aquellos ámbitos donde la ambigüedad nos embarga (deseo, pero no quiero; quiero, pero temo).

Esto viene a colación debido a una plática que sostuve con un inversionista, el cual me aseguraba que ya había renunciado a la no realización de un proyecto deseado, pero no logrado. Ante la disonancia cognitiva que me genero su decir (si lo tienes que decir es porque no es), me atreví a preguntarle si había renunciado o si se había resignado, ya que una cosa es la renuncia y otra la resignación.

Respondió, con un poco de enojo, que su renuncia era total y que no le iba a dedicar ni un minuto más de su tiempo al tema (aunque estuviera hablando de él). Le comenté que mi objetivo no era incomodar, sino ayudarle a clarificar si era una u otra, ya que la paz viene con la renuncia. El incordio y la lucha, con la resignación.

Te resignas porque nos has encontrado la forma de coronar lo que pretendes, pero eso no quiere decir que has renunciado. La diferencia entre una y otra es la ausencia o presencia de la voluntad.

En la renuncia hay ausencia de voluntad. Dejas de desear, querer o ambicionar determinadas cosas, personas o proyectos. En donde lo paradójico de este dejar de querer, es que genera paz. Una paz que hace que no pienses ni hables más de ello…, pero si eso a lo que crees que has renunciado sigue en tu mente y en tu boca, entonces estás en un estado de resignación, pero no de renuncia.

En la resignación la voluntad no desaparece. Esta en estado latente y presta a activarse en cuanto encuentre la forma de conseguir lo que se propone. En la resignación lo que hay es una lucha con uno mismo, no con lo deseado. Por eso es muy importante distinguir si lo que hemos hecho es una renuncia que nos ha permitido alcanzar la paz o un estadio de resignación, que no es otra cosa más que una pausa que hace la voluntad en el inter de que encuentra la forma de lograr lo que se propone.

La resignación nos incita al incordio, a la lucha, pero no a la paz. En la resignación, por sintetizarlo arbitrariamente en una sola palabra, lo que hay es dolor. Tan es así que nos vemos en la necesidad de hablar de ello, ya sea con uno mismo o con los demás. Ya que lo que estamos haciendo al hablarlo es educir los medios para lograrlo o los medios para sacarlo de nuestro sistema y enterrarlo.

En el inter de que lo logramos o enterramos, adoptamos un cierto grado de tolerancia (disfraz elegante del desdén) primero con nosotros mismos y después con la idea, proyecto o sujeto deseado. Tolerancia que desaparecerá en el momento en que encontramos la forma de conseguir lo que queremos… O que se agudizará en el momento en que nos demos cuenta de que nada podemos hacer para lograrlo.

Cuando sucede esto último se inicia en nuestro interior un lento proceso de minimización del objeto deseado. Proceso que lleva un tiempo, pero que nos ayuda a convertirlo en una anécdota (en el mejor de los casos) o en un recuerdo (en el peor de ellos). Justo en ese momento llega la renuncia y con ella, la paz.

Nos leemos en el siguiente artículo.

domingo, 11 de agosto de 2024

El ente maldito (Un seductor nato).

En la Abstracción tenemos un compañero al que de cariño llamamos el: “Ente maldito”. Epíteto que no tiene nada que ver con la ausencia de cualidades, sino con un dejo de admiración (disfraz elegante de la envidia) por sus innatas cualidades de seducción.

En estricto sentido, un seductor es aquel que tiene la habilidad de identificar y atender las necesidades del seducido. Esta pequeña diferencia es sustancial, ya que la gran mayoría de los seres humanos poseemos la habilidad de identificar las necesidades del seducido, pero no la disposición de atenderlas. Diferencia que marca, valga la redundancia, todas las diferencias.

La capacidad para identificar las necesidades del otro puede ser innata (en la gran mayoría de las mujeres) o adquirida (hombres), no obstante, esta demanda de un arduo trabajo de observación escucha y memoria, ya que no es el conocimiento sino la comprensión de lo aprendido lo que permite hacer uso de ello.

Para el seductor lo más importante es la indagación, es decir, no ser él o ella la persona que hable, sino la que escucha, analiza y guarda en la memoria lo que mañana habrá de reforzar o rectificar. Y lo hará plenamente consciente de que lo más natural es tergiversar lo observado a su favor, es decir, ver y oír lo que no está ahí (loco es aquel que espera encontrar en la vida lo que no está en la vida).

Este proceso de ajuste o adecuación de lo observado se hace a través de una larga y paciente indagación, en donde lo más importante es hacer las preguntas correctas. Preguntas que no solo inviten al otro a responder, sino a dejar ver en su lenguaje corporal, las emociones, miedos y ambiciones que oculta.    

Es importante saber distinguir entre el seductor y el Don Juan. El Seductor entiende de manera innata o adquirida que la seducción se sustenta en dos variables; la primera es que el poder de la seducción no está en la seducción sino en la(s) carencia(s) del otro; y la segunda en que la seducción requiere tiempo de incubación.

El Don Juan, por el contrario, está convencido de que la seducción depende de él, de su gracia, encantos y capacidades, lo que le hace suponer que, por el solo hecho de ser lo que es, va a hacer que el otro u otra se rinda sus pies.

Esta por demás anotar que, a menor nivel de carencias psíquicas, menor necesidad de validación o seducción requerirá la persona de nuestro interés, por lo que será menester un mayor horizonte de observación, escucha, análisis, atención y tiempo, ya que no hay un solo ser humano que no tenga una necesidad sin atención o sin la cota de atención que necesita y demanda. Lo que cambia entre uno y otro es el grado de necesidad. Entre más completa la persona, más difícil será la seducción, pero no imposible.

El ente maldito.
Lo que distingue al Ente Maldito de la abstracción de los demás miembros de ella y de la gran mayoría de los hombres, es que este no solo identifica las necesidades, sino que además está dispuesto a atenderlas, sin importar si estas son triviales o sustanciales. Él siempre está ahí para lo que necesitan esos otros que si son sus otros (pareja, hijos, amigos).

Sirva, como ejemplo, el servicio de Uber. Sus hijos (dos mujeres y un hombre que ya viven solos), pueden hablarle para que les haga el favor de pasar por ellos al aeropuerto o a la salida de un evento sin importar si la hora es de vigía o sueño. Lo mismo acontece con su mujer. Esta puede, sin reparo alguno, tomar para ella el tiempo de él a sabiendas de que este jamás se lo negará, ya que para él lo más importante es lograr que su relación tenga significado, conexión y dirección.

Yo, por desviación de oficio, estoy expuesto directa e indirectamente a una gran cantidad de personas, lo que me ha permitido observar, analizar y guardar en memoria lo que mañana habré de reforzar o rectificar de las personas que me interesan como objeto de estudio. A él no lo mueve el estudio de los demás. Lo que lo mueve es lograr que los demás encuentren en él significado, conexión y dirección. Y lo hace porque para él es de suma importancia lograr lo mismo con ellos.

Le llamamos el Ente Maldito debido a que ninguno de los miembros de la abstracción (salvo un servidor que vive solo), le platica a su pareja o amigas sobre el ser y hacer de este cofrade, ya que ello propiciaría de inmediato un nivel de exigencia que ninguno esta dispuesto a ofrecer.

El hombre, huelga decirlo, es tan egotista y egoísta como la mujer, solo que el egoísmo del hombre esta más centrado en el no hacer, mientras que el de la mujer está centrado en el ser, lo que le genera un egotismo diferente al del hombre. La mujer no concibe que él no gire en torna a ella y sus necesidades, mientras que él no concibe que la mujer no entienda y acepte su enorme necesidad de no hacer. Tan es así que cuando el hombre tiene un tiempo libre, su mujer ve un lienzo en blanco y como tal, habrá de llenarlo.

El objetivo de anotar esto es explicar el porque ninguno de ellos platica sobre él. Hacerlo les exigiría de parte de ellas un nivel de entrega que no están dispuestos a ofrecer, ya que esa entrega les exime de lo más preciado para ellos: Tiempo para no hacer. Recuerde que a nada tiende más el ser humano que al confort, pero el hombre, género masculino, es el rey del confort (las mujeres lo llamarían de otra forma).

Así pues, hablamos de él entre nosotros y con él. Algunos en grado de incredulidad…, lo que lo hace más paradójico, ya que todos ellos son Abstractos, y, otros en forma de reclamo. Y los más, con extraña curiosidad. A él, huelga decirlo, le divierte en grado sumo la estupefacción que genera en sus cofrades. Lo importante de todo esto es que ya se le aviso que, de seguir sí, puede llevar a todos sus congéneres a la extinción, ya que son pocas las mujeres que aceptarían algo menor (como si estuviéramos los Abstractos en edad de atraer mujeres).

En el inter de que decidimos como neutralizar tan nefasta influencia, les dejo estas letras para su análisis y diversión.

Nos leemos en el siguiente artículo.

jueves, 8 de agosto de 2024

Una nueva dinámica poblacional.

El tema que nos ocupa en este artículo son los cambios que se han venido gestando desde hace tres generaciones (60 años) y que modificaran el balance de poder de las naciones. El poder siempre ha mutado de geografía y lo más probable es que los ciudadanos de aquellos epicentros de poder vieran con preocupación la progresiva e inevitable decadencia del imperio, aun cuando ninguno de ellos tuviera la oportunidad de llegar a ser testigo de esa caída terminal que imaginaban y conceptualizaban, ya que la coronación o pérdida del poder no solo es gradual, sino que toma muchas generaciones.

España fue el eje del poder en los siglos XIV y XV. Francia en el XVI y XVII. Inglaterra en el XVIII y XIX… Y Estados Unidos de Norteamérica en el XX y XXI. Obviamente las líneas divisoras se traslapan entre uno y otro, tan es así que Inglaterra, a través de la City ha podido incidir (cada vez menos) en el acontecer del entorno mundial. No sucede así con Francia. Esta nación que fue el epicentro de poder hace varios siglos, no es hoy ni la sombra de lo que fue…, y de España, ni hablar. Es un estado más de la Unión, pero nada más.  

En la actualidad el poder está centrado en Estados Unidos, sin embargo, al analizar su dinámica poblacional, uno no puede más que constatar una lenta e irreversible pérdida de poder. En algunos momentos gradual, en algunos otros, acelerada. Pudieran, si cambian su dinámica, ralentizar su pérdida de influencia, pero si lo que desean es extender su poder más allá del siglo XXI, tendrían que hacer cambios drásticos en su estructura social (una mayor presencia de la familia patrilineal), laboral (estimular el desarrollo de las ingenierías y plantas productivas) y económica (guardar un equilibrio entre el sector secundario y terciario).

El tema es que mientras esos cambios no se den, vamos a vivir una lenta transición del eje del poder de Estados Unidos a Asía y con él, el inexorable ocaso de la Europa que conocimos y el cada vez mayor debilitamiento de la Unión Europea como Unión. El poder económico de Occidente es financiero. En este momento Estados Unidos y Europa no producen más del 30% de los productos manufacturados del mundo, el resto se producen principalmente en Asía y en el Sudeste asiático.

Esto va a generar en el tránsito de una generación, un conflicto bélico totalmente ajeno a la geopolítica, a las ideologías o doctrinas políticas. El conflicto no va a ser por el poder económico, va a ser por el poder financiero. El 80% de la riqueza de Occidente viene de la especulación financiera, no de la manufactura. En otras palabras, lo que principalmente genera Occidente es una riqueza basada en la especulación, no en la producción. Produce y ofrece poco (30%), sin embargo, para especular es menester que exista una base productiva que genere el dinero sobre el que se va a especular. De no ser así lo que ofrece es aire, es decir, riqueza sin sustento.

Si Estados Unidos no hace lo que tiene que hacer en lo social, laboral y económico en los siguientes veinte años, va a depender de aquellos países que sean dueños de la ingeniería y de la producción. Países que inevitablemente marcaran la pauta del acontecer mundial.

Un ejemplo de debilidad son las medidas proteccionistas (aranceles) que están adoptando en Estados Unidos y en la Unión Europea, las cuales no solo atentan contra su ciudadanía (que es la que los paga), sino contra su industria, ya que esta, al estar protegida por los aranceles, no se ve en la necesidad de hacer más eficiente sus plantas productivas.

Lo que pase en Estados Unidos los siguientes dos periodos presidenciales, nos dejará ver lo que está por venir: el cambio de rumbo o el conflicto bélico.

Nos leemos en el siguiente artículo.

 

jueves, 1 de agosto de 2024

Habitar las palabras.

Es poca la gente que habita sus palabras, pero a todos los habitan sus palabras. Esto que parece más un juego de palabras que un aforismo, determina nuestro ser y hacer mucho más allá de lo que nuestra mente es capaz de asimilar y dirigir. No porque la mente sea débil, sino porque la hemos hecho débil. Y si usted se pregunta cómo es que podemos debilitar algo tan poderoso como la mente, le diré que la respuesta está en su boca, es decir, en las palabras que usa.

Hace un tiempo una persona a la que estimo en mucho, me comentó que me faltaba barrio. Esto debido a algo que me dijo y que no entendí. Mi respuesta fue que no me interesaba el barrio. No porque tenga algo contra el barrio (de ahí venimos todos), sino porque lo que menos deseo es regresar a él. El problema es, como enuncie al principio de este artículo, que son muy pocas las personas que habitan sus palabras, pero las palabras que usamos nos habitan a todos. Usar las palabras del barrio va a ayudar a que este me habite a mí.   

Habitar las palabras no es otra cosa más que usar palabras que realmente obedezcan a lo que intrínsecamente queremos ser y no al momento en sí. Lo invito a que escuche detenidamente el lenguaje que usa para hablar con usted y con los demás, tanto en lo trivial como en lo sustancial. Y ya una vez que tenga claro el lenguaje que le habita, pregúntese a donde lo va a llevar ese lenguaje. Y si ese es el lugar en el que desea estar, felicidades. Ya llego a donde quería llegar.

Ahora bien, si el paisaje y paisanaje al que lo llevan sus palabras no es el que quiere para usted, cambie su lenguaje. Si usted desea relacionarse y asociarse (en lo sentimental, filial o empresarial) con personas que posean un mejor horizonte socio cultural que el suyo, deberá usar el lenguaje y las formas de estos. Para poder hacerlo va a ser menester que habite ese lenguaje, tanto en forma (tono) como en fondo (significado) y hacerlo de tal forma en que llegue el momento en que estas expresen a ese otro ser en el que se ha transformado. Su esencia no va a cambiar, lo que va a cambiar es la forma de expresarla.

Al hablar nos traicionamos, porque al hablar nos transparentamos.
Nuestra forma de hablar le deja ver a los otros la tribu a la que pertenecemos. Uno es el lenguaje del artesano y otro el del artista, aunque ambos se dediquen a lo mismo. Solo que uno en calidad de artesano y el otro en calidad de artista. Uno es el lenguaje del operario y otro el del transformador. Ambos hacen lo mismo, solo que uno con la visión y alcance del operario y el otro con la visión y alcance del transformador. Lo que nos sitúa a cada uno de nosotros en una determinada tribu es el lenguaje, no el uniforme.

Es de suma importancia que evaluemos si el paisaje y paisanaje en el que estamos es en el que deseamos estar. Y si no lo es, prepararnos tanto en forma como en fondo para formar parte de ese otro al que deseamos pertenecer.   

El proceso de cambio es lento, pero notorio. Lo primero que va a cambiar es su forma de hablar (vocabulario, tonos y formas) y con ello su forma de ver e interpretar el mundo, así como sus relaciones y asociaciones. Lo segundo es que muchas personas y cosas que antes le interesaban van a pasar a un estadio de ocasión, pero ya no de pertenencia. La tercera es que lenta y gradualmente va a empezar a rodearse de personas y cosas que expresan ese nuevo ser que usted es.

En otras palabras, usted, sin perder su esencia, se expresará acorde a las nuevas circunstancias que construyo para usted.

Es importante anotar que no hay un paisaje y paisanaje mejor que otro. Todos tienen posibilidades y limitaciones. Lo importante es definir cual obedece más a su esencia, talentos y posibilidades, que ahí es donde podrá expresar y desarrollar lo mejor de usted.

Nos leemos en el siguiente artículo.