lunes, 5 de junio de 2023

Ella antes de él.

María y Carlos son personas que conocí hace poco más de tres lustros. Ella en una conferencia; él en una Cafebrería. El contacto con María ha sido esporádico y trivial, salvo dos ocasiones en las que me busco para tratar temas de índole personal: su divorcio, hace ocho años. Y una decisión de futuro que recién tomo y que no está cierta de que sea la correcta.  

Con Carlos, la antítesis de María, me reúno con mucha frecuencia. Es un polímata consumado y un trotamundos con el que se puede hablar de ciencia, arte, economía, literatura y una suma de etcéteras más que, conjuntados con su memoria eidética, hacen del debate un placer.

Lejos estaba yo de pensar que uno y otro se conocían. Cuando María me busco después de mucho tiempo de no saber nada de ella, me pidió la oportunidad de tratar un tema que la tenía inquieta. Me comentó que coincidió en una reunión con un excompañero de preparatoria que hoy es un profesional reconocido en varios países de América, Europa y Asia. Un hombre al que tenía poco que ofrecerle en el ámbito intelectual, pero mucho en lo personal, por lo que se aboco a conseguir que este la invitara a salir. Cosa que hicieron un tiempo hasta que ella se alejo de él, debido a ciertas disonancias que le hacían ruido.

Al preguntarle en que consistían estas, me dijo que no entendía el que un hombre tan exitoso como él, viviera con estrecheces propias de alguien que va empezando su carrera. Su carro, me decía, es como el que mis amigos les compran a sus hijos cuando empiezan a manejar, además de que tiene diez años con él. Su vestir obedece más al nivel de las personas que le asisten en su ejercicio profesional que a los que triunfan en él. Y si bien es cierto que posee atributos y cualidades que no he encontrado en ningún otro, también lo es que la presencia o prescindencia de dinero determina el éxito o fracaso de una relación.

A mi edad, argumento María, el tema del dinero es vital, sobre todo porque ambos estamos en la recta final de nuestra vida productiva. Y era tal la prescindencia de dinero que veía en él que decidí poner distancia de por medio.

Al preguntarle en que exactamente estriba su duda o inquietud. Me contesto: que nunca se había topado con un hombre al que tanta gente respetaba afectiva, profesional e intelectualmente, pero que, en el fiel de la balanza, peso más las prescindencia de dinero que el maravilloso trato que este le dispendio. Le agradecí la confianza no sin antes hacerle saber que nadie podía ayudarla, ya que la respuesta la tenía ella. Le di algunos parámetros de reflexión y me despedí de ella.

El, después de ella.
A los día me llamo Carlos para confirmar día y hora del debate semanal (cuando está en la ciudad). Llego a la hora acordada y me dijo que esta sesión, a la que solo habíamos asistido él y yo, era particular. Pedimos los cafés y ya que este había entrado a su sistema, se dispuso a hablar. Me comentó que estaba confundido. Que había estado saliendo con una mujer con la que sentía muy bien. De la edad, con hijos próximos a la de edad de los de él y con amigos comunes. Que todo iba de maravilla hasta que un día se esfumo. La busco para saber si estaba bien, a lo que ella respondió que sí. Que solo necesitaba estar sola. Que por favor no la buscara.

No había, desde la óptica de él, motivo o razón de tal desvanecimiento. Nos llevábamos de maravilla, tanto con ella como con sus hijos y seres queridos. No entiendo que fue lo que de la noche a la mañana la llevo a alejarse así. Le pregunté si la seguía buscando y contesto que no. Que es de caballeros respetar la decisión de una mujer.

Le pregunté cómo se sentía y me contesto que bien. Que está haciendo su vida. Que recién regreso de Republica Dominicana y que se va a Jordania, Estambul e Israel a una serie de eventos con colegas y amigos de aquellas latitudes, y que a su regreso se va a Egipto con sus hijos. Que en general todo bien, solo que confundido, ya que no entiende lo que paso.

Me preguntó si podía leer una fotografía de ella, a lo que conteste que sí, pero que antes de ver la fotografía hiciéramos una disección de su lengua, hábitat y actos con el fin de no contaminarme con la imagen de la fotografía. Cabe aclarar que hasta este momento yo no tenía idea de quien era la mujer con la que Carlos había estado saliendo.  

Para no aburrir a los dos lectores que tengo, les diré que la síntesis de lo analizado fue lo siguiente:
La mujer en cuestión es, sin duda, una gran mujer. Solo que lo que le significa a ella está en el extremo opuesto de lo que le significa a él.

Carlos vive hacia adentro, por lo que la moda, estatus y símbolos de poder, le tienen sin cuidado.
Ella vive de cara al aparador, lo que hace que la apariencia del “Tener” y todo lo que esto encierra, sean de suma importancia.
Ella necesita demostrar; él, invertir.
Ella ve el futuro como un presente continuado; él, como una construcción. 

A ambos les ha funcionado su forma de ver y operar la vida, sin embargo, la concordancia entre uno y otro se ve poco probable.

Al término de la disección me mostro la fotografía y cual va siendo mi estupor el ver que era María. Le comenté que la conocía y que poco sabia de ella, dado que no es alguien a quien frecuente, pero que el análisis al que llego él al diseccionar el habla, actos y hábitat de María, corresponde a lo que yo he visto en ella.

Lo único que le comenté es que ella viene de un entorno familiar donde la apariencia del Tener es más importante que el mismo Tener… Y eso, no cambia.

Nos leemos en el siguiente artículo.

1 comentario:

  1. Estimado Jaime. Quiero preguntarte ¿La búsqueda de pareja afectiva y sexual, en personas mayores de 50 años, es un acto conciente, inconsciente, condicionado, instintivo o comedia?

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