viernes, 16 de junio de 2023

El riesgo tiene cara de mujer.

Recién me invitaron a una exposición de pintura de una artista muy peculiar. Su obra me causo asombro por la explosión de color y por esa inteligente y picara forma de plasmar la naturaleza de la mujer, lo que ineluctablemente me llevo a una reflexión que comparto con ustedes y que va de la mano con el artículo anterior.

Con frecuencia escucho al hombre quejarse de la mujer y a estas de ellos, no obstante, los argumentos que sustentan las quejas de unos y otros están en las antípodas. Ellas se quejan de la poca o nula sensibilidad que estos tiene para entenderlas y ellos de lo complejo, contradictorias y frágiles que son.

Lo que más me extraña de la minimización que el hombre hace de la mujer, es el hecho de que no solo piensa que puede minimizar las quejas de esta, sino que, además, la puede direccionar. Lo cual no es más que una muestra de la extraordinaria ignorancia e ingenuidad del hombre.

Se requieren dos neuronas y un poco de observación para entender que el hombre que piensa que va a poder direccionar a su mujer, está plenamente equivocado.

La mujer, desde que nace, logra hacer en los adultos de su familia (padre, abuelo y tíos), lo que nadie más logra hacer: la gravitación incondicional hacia su ser. Gravitación que poco a poco se irá extendiendo a otros hombres dentro y fuera de la familia.  

De lo primero que se da cuenta de infanta, es que ese hombre al que todos temen y hablan con tanta circunstancia, se derrite como mantequilla cuando camina hacia él con los brazos abiertos para darle ese beso y ese abrazo que solo ella puede dar. Nada hay que le pida a su padre, que este no haga hasta lo imposible para dárselo.

Este saber que puede lograr en él lo que nadie más puede lograr, va desarrollando en ella esa ingente necesidad de validar su poder más allá de las paredes del hogar y de los hombres de su familia. La experiencia la va indicando en ese lento devenir de la vida, cuáles son las características que poseen esos hombres en los que su poder es mayor… Y hacia ellos dirigirá su mira.

Por supuesto que los hombres elegidos por ella creerán que son ellos los que la eligieron a ella, lo cual en sí mismo es una muestra del poder de esta para incidir en ellos. Incidencia que ira perfeccionando hasta llegar a ese hombre con el que ha decidido hacer la vida…, aun cuando este no tenga ni la menor idea de la decisión de esta.

Este capacidad de influencia desarrolla en la mujer una picardía que le distingue desde la cuna y que crece y se agudiza con la edad. Picardía y malicia que el hombre jamás llegará a tener.

Otro tema recurrente en los hombres es la frase que sale de sus labios cuando discute con su pareja: “mujeres hay muchas”. Lo cual es cierto, no obstante, la pregunta obligada es: si mujeres hay muchas, ¿por qué estas con ella y no con otra? La respuesta es más simple de lo que ellos creen. Están con ella debido a que esa picardía o malicia de la mujer que oscila entre lo benigno y lo maligno, los tiene gravitando hacia ella sin poder escapar de su órbita.

Cierto que este poder de la mujer no aplica por igual a todos los hombres, tan es así que, si hay algo a lo que le ha dedicado tiempo, es a identificar a ese otro que con muy poco puede hacer que gravite hacia ella... El hombre, reconozcámoslo, poco es lo que le pide a la mujer. La mujer, en cambio, mucho es lo que le exige al hombre, no obstante, es menester reconocer que la gran mayoría de las veces es esta exigencia sin fin de la mujer la que hace que el hombro logre lo que muy probablemente solo, no hubiese sentido la necesidad de lograr.

La mujer nace con ese extra que le permite que el hombre gravite hacía ella, aun cuando este crea, porque así se lo dice su espejo, que por el solo hecho de ser él, ella gravitara hacia todo lo que disponga él…

Esto, estará usted de acuerdo conmigo, no se ve ni en las novelas decimonónicas de Jane Austen.

¿Será, entre otras cosas, que sea gracias a esta bendita inocencia e ingenuidad del hombre lo que hace que vivamos en pareja?

La respuesta la tiene usted…

Nos leemos en el siguiente artículo.

3 comentarios:

  1. Estimado Jaime. Abusando de tu generosidad ¿podrias compartirnos un perfil antropologico del personaje ficticio Lydia Tár?

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  2. Entiendo el porque de la pregunta, pero sería un perfil ficticio. Cuando vea la película analizare al personaje y compartiré mis reflexiones.
    Gracias.

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  3. Inocencia e ingenuidad del hombre… jajajaja Cerrando con broche de oro.

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