lunes, 22 de junio de 2020

El amor en tiempos del coronavirus.


No vamos a hablar aquí del amor como abstracción, de eso ya hablamos en otro artículo. Aquí de lo que vamos a hablar es del amor de pareja y de la forma en que los jóvenes van a enfrentar la posibilidad de la unión en tiempos del COVID 19.

El coronavirus ha trastocado tantas cosas que incluso el amor se ha hecho digital, sin embargo, este amor, visto desde la antropología, tiene pocas posibilidades de ser.

Es importante anotar que una cosa es el amor y otra muy distinta los amores o historias de amor. Estas, por lo general, tienen de todo menos amor. El amor no tiene historia. El amor es, se vive y se construye en el día a día. Cuando la persona con la que usted habla solo tiene historias de amor, es porque lo único que no tiene…, es amor.

Comentó esto debido a que es muy posible que el amor digital (si a eso se le puede llamar amor) le ha ayudado a algunas personas a tener con quien platicar de ese algo más que las cuatro paredes de su cotidiano vivir. Otros seguramente encontraron en él un medio por el cual lograron paliar su soledad con la soledad del otro, sin embargo, para los más, ha sido un entrar y salir de algo que, en estricto sentido tiene pocas posibilidades de ser.

Cierto que es muy posible que en este andar nos topemos con una que otra persona que logro consolidar un amor digital, sin embargo, serán la excepción, no la norma. El amor digital es una abstracción, una idea… Una construcción mental que obedece más a las necesidades del amante que a la realidad del amado.

En el amor digital, ese otro u otra que hemos construido en nuestra mente, toma dimensiones que están más allá de la realidad, al grado que deformamos sus palabras para hacer de ellas un cuerpo y de su imagen una poesía, sin embargo, la realidad es que no sabemos nada de ese supuesto ser amado… No sabemos si el olor de su piel nos embarga, si su cuerpo nos salva, si su voz nos acoge y nos lleva a casa… De ese otro, lo único que tenemos, es una abstracción.

Amor que no se escribe en la piel, no es amor.
El amor de pareja se sostiene en una triada que es indivisible. Cuando falla uno de sus pilares, falla todo. La relación se convierte en otra cosa, pero no en amor.

En el amor antropológico nos es menester que nos trastorne la piel del otro, que nos exceda, que nos incendie a tal grado que con una sola caricia podamos dibujar en su piel…, el mapa de nuestra locura. Tan es así, que podemos tener noventa años y sentir la necesidad de hacer tierra, de tocar al ser amado. Es tan importante la piel del otro, que las parejas al dormir tienen una enorme necesidad de hacer contacto con los pies… No para saber si el otro está ahí (lo está), sino para decirse a sí mismo: te puedes dormir, estas en casa.

Esto que parece insustancial, no lo es. Tan no lo es que las parejas empiezan a darse cuenta de que las cosas no están bien entre ellos, por el simple roce de los pies a la hora de acostarse. Cuando usted busca con los pies a su pareja y esta rechaza el contacto, es que algo está muy mal. Es la manifestación de algo que aún no han llevado a la razón, pero que el cuerpo expresa.

Es el momento de hacer un alto en el camino y preguntarse qué es lo que usted ha dejado de hacer o lo que debe de hacer para recuperar ese contacto… Y ya una vez que tenga clara su parte, entonces y solo entonces estará en posibilidad de hablar con su pareja.  

Por supuesto que la piel no lo es todo, se requiere de algo que está más allá de la piel para que el amor sea amor. La piel, aunque esencial, es tan solo uno de los tres pilares del amor antropológico. Necesita de los otros dos para su consolidación.

La piel atrae la mirada, pero no la retiene.
Lo que retiene la mirada del otro es la personalidad y esta es el resultado de la conjunción de dos elementos:
1)      La forma que la persona tiene de ver, observar, pensar, decidir y operar el mundo;
2)      La forma en que el individuo se porta a sí mismo (porte, elegancia, clase, léxico).

Una se alimenta de la otra y así subsecuentemente… Mejora el lenguaje de la persona (por mencionar un solo ejemplo) y en ese instante mejora el tipo de personas con las que el individuo se relaciona, y por ende la forma de observar, pensar, decidir y operar el mundo, y con ello, la forma de portarse a sí mismo… Cambia el entorno, cambia la persona.

Lo paradójico de esto es que: “lo único que nadie te da, nadie te quita y desaparece contigo al morir, es la personalidad, y es lo único que nunca trabajas, aun cuando esta es la llave del éxito”.

Todo lo arriba mencionado tiene que ver con la forma en que el individuo educa a su cerebro, lo cual es de suma importancia, ya que, amén de ayudarle a crear una ventaja competitiva en la vida, es también el segundo pilar del amor antropológico.  

Si en el otro solo hay piel, la relación muere con ella, ya que esta está basada en el instinto…, y este se satisface al consumarlo. En el amor antropológico la piel necesita del cerebro tanto como el cerebro de la piel. Uno y otro están íntimamente ligados.   

Es importante no confundirse en lo referente al cerebro, ya que usted se puede sentir atraído por su polo opuesto, pero recuerde que polos opuesto se traen, pero no se retienen (no tienen nada en común). En el amor, el cerebro del otro no solo nos debe atraer, nos debe atrapar. Un cerebro que no te atrapa, no te retiene.

En más de una ocasión ha asistido usted a alguna junta o reunión donde el cerebro del otro le atrae de sobremanera, pero es una atracción que obedece a la circunstancia. Tan es así, que al paso del tiempo la experiencia se difumina, llegando, en el mejor de los casos, a convertirse en una anécdota. En estos casos, el cerebro le atrajo, pero no le atrapo.

Pareja viene del latín par. Así, pues, la pareja es pareja solo en la medida que es mi par… El otro, en estricto sentido, es un yo mismo, pero mejorado. Si el otro no nos mejora, no nos podrá retener. Sera una liga de días, meses o años, pero jamás una pareja.  

Es importante anotar que cuando el cerebro es lo único que nos atrapa del otro, estamos ante una amistad, pero no una relación y mucho menos una pareja.  

El tercer pilar de la triada es el alma (el ser del otro). En el amor, lo importante no es quien estar, sino con quien Ser.

Una relación toxica es aquella donde la piel del otro nos trastorna de tal manera que nos es imposible no gravitar hacia ella. En ella se dan piel y el cerebro, pero no el Ser, ya que para poder estar con ese otro que no es nuestra Otredad, nos es necesario dejar de ser lo que somos para ser aquello que no somos.

La felicidad necesita para ser, de la plena expresión del Ser.
Cuando una persona no puede expresar su ser debido a que al otro todo le parece mal, la persona se disminuye o huye. Esto no significa que con todo aquel con quien uno pueda expresar el ser puede llegar a ser nuestra pareja. Para que así sea es menester que además de poder volcar el ser en el ser del otro, nos trastorne su piel y su cerebro.

El amor, en cuanto amor, es centrifugo. Sientes una ingente necesidad de salir de ti para ir al otro. Te es menester olerlo, tocarlo, sentirlo, saberlo… Y eso es algo que no es factible en lo digital. Ahí, a lo más que podemos llegar es a elaborar una bella abstracción del otro, la cual es posible que pueda devenir en una relación racional, o, que cuando se conozcan, se de todo lo demás.

Así, pues, el amor para ser amor necesita de piel, alma y cerebro. Cuando falla una de estas, falla todo, por el contrario, cuando esto se da, se da todo. Nada ni nadie podrá alejarlo de ese amor. Es un amor de vida. Un amor que enfrentara reveses y probablemente dolorosas separaciones en el tránsito de la unión, pero ya una vez que este se da, se da para toda la vida.

El amor en tiempos del coronavirus.
La relación de pareja ha venido sufriendo los ajustes propios de la dinámica de los tiempos, no obstante, la irrupción del COVID a nuestra vida, va a hacer que la relación cambie en lo fundamental.

Los matrimonios de la gran mayoría de nosotros son muy parecidos a los de nuestros padres y abuelos. Si estos tuvieran la oportunidad de regresar del más allá, lo más probable es que encontrarían que nuestra relación es muy similar a la que ellos tuvieron. Una relación en donde lo importante para la pareja…, era la pareja.

El trabajo lo veían como algo importante pero secundario, ya que lo vital era la unión y la familia que se iba crear con esa unión. El trabajo era el medio por el cual se construía la plataforma que necesitaba la familia para vivir y proyectar a los hijos, pero el objetivo eran la pareja e hijos.

Por supuesto que era muy importante lograr medios mejores a los que la pareja tuvo de origen, sin embargo, y sin ánimo de ser reiterativo, el objetivo era la pareja y la familia que con esta se creaba, no el trabajo.

Me queda claro que las penas con pan son buenas y con mantequilla, mejores. Sin embargo, las parejas, mientras se tuvieran la una a la otra podían hacerle frente a cuanta crisis se presentará. Esto no quiere decir que la vida era más fácil, simplemente que para la pareja lo importante era la pareja.

La llegada del COVID a nuestras vidas, cambio de la noche a la mañana el horizonte de las personas que desean establecerse como pareja. Para estas va a ser más importante asegurar el sustento, no porque al amor haya disminuido o esté tomando otras características, el amor ha sido, es y será el mismo… Lo que no es lo mismo, es el entorno.

La humanidad ha pasado por momentos más difíciles que este (pestes, guerras, hambrunas), sin embargo, esta es la primera vez que el mundo se detiene noventa días. El impacto fue tal, que el mundo previo al COVID, ya pertenece a la historia.

Los jóvenes que se habían independizado están regresando a casa de sus padres ante la imposibilidad de pagar una renta. Los que estaban próximos a independizarse están dando marcha atrás, sin tener una idea de hasta cuándo podrán lograr la ansiada independencia.  

Algunos que se habían independizado para irse a vivir en pareja, están separándose para poder regresar a casa de sus respectivos padres. Son parejas que no han dejado de amarse, simplemente la economía se paró. Y aun cuando muchos piensan que esto es temporal (y lo es), la realidad es que la recuperación va a ser lenta, dolorosa y onerosa.

Todos los que han tenido o tienen negocio, saben que van a necesitar de siete a diez años de duro trabajo para alcanzar los niveles que tenían antes de la cuarentena. Por supuesto que este un plazo optimista, pero acudo a la gracia del lector para que me permita el uso arbitrario de este plazo, y más cuando en muchos giros se van a requerir hasta veinte años para la recuperación.

El amor en los jóvenes.
Los jóvenes que tuvieron la suerte de contar con unos padres que les enseñaron a escuchar el instinto y a dirigirlo desde la razón, se verán en la necesidad de invertir los términos pareja – trabajo por el de trabajo – pareja. Para ellos va a ser muy importante asegurar el sustento, ya que este va a ser el medio que les permita coronar la posibilidad de la unión.

Me queda claro que los jóvenes encontraran las formas y maneras de resolver esto, sin embargo, pienso que la unión formal de las parejas es algo que corre el riesgo de ralentizarse. Las parejas pensantes, sin dejar de amarse, van a trabajar para construir los escenarios que necesitan para su unión, cosa que seguramente estaban haciendo…, en un mundo que ya cambio.

También es muy posible que muchos opten por construir una pareja a distancia, sin embargo, esto, antropológicamente, tiene pocas / nulas posibilidades de ser.

Usted puede viajar o ser transferido a otra ciudad o país y la relación va a continuar, pero para que se corone es menester que ambos definan una fecha de unión. Ya sea que usted regrese o que su pareja se mude al lugar donde vive usted, pero la pareja, en cuanto tal, necesita estar unida, de lo contrario, será cualquier cosa menos pareja.

Hay personas que tienen una relación a distancia y así se sienten bien. Otras que se ven de vez en vez y están a gusto, y otras en las que cada uno vive en su casa, sin embargo, estas personas lo que tienen es una relación, pero no una pareja… Y no está mal, mientras estén conscientes de ello, ya que así dirigirán la relación como lo que es: una relación…, no una pareja.

Recuerde que las cosas cuando las nombra, ya no tienen retorno. Por ello es muy importante llamar a las cosas por su nombre. Si usted a la relación la llama como tal, jamás pedirá ni dará más que lo que demanda cualquier relación. Por el contrario, si lo que tiene es una pareja y la nombra como tal, ambos pedirán y darán lo propio de una pareja.

El secreto de todo está en el origen.
Si usted de origen busca una relación, siempre, aun cuando no esté consciente de ello, dirigirá el proceso como lo que es: una relación. Si de origen busca una pareja, desde el día uno empezará a construir el vínculo que coadyuve a la unión.

Una es la forma en que usted se relaciona con la transitoriedad y otra la forma en que se relaciona con la permanencia. El problema es cuando confundimos una con otra.

Esto es muy importante entenderlo porque si lo que busca es una pareja, deberán trabajar codo a codo para lograr lo más pronto posible la unión. Si lo busca es una relación, entonces diríjala como tal, sin esperar de la relación más que lo esta es…, una relación.

Por último, el crecimiento real del ser humano se da en PAREJA, jamás en relación. No quiere decir que usted no vaya a crecer estando en una relación, por supuesto que lo va a ser, pero va a depender única y exclusivamente de usted y no de la suma de dos. Crecerá, sí…, pero jamás como lo hará en pareja.

La pareja es origen motor y destino.

Nos leemos en el siguiente artículo.    

2 comentarios:

  1. Estimado Jaime. Admiro mucho tu trabajo y el bien que haces compartiendo tu pensamiento. Quiero pedirte por favor que escribas un articulo tratando el tema de las "malas rachas". Ojala puedas hacerme ese gran favor.

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