domingo, 27 de mayo de 2018

Dos neuronas.


No pretendo que este artículo sea el más polémico de todos los que he escrito, no obstante es casi seguro que sea el que más ámpulas levante y el que más detractores tenga, ya que el objetivo de éste es subir a la palestra ese cumulo de ideas que hemos dado como buenas y que no estoy cierto que lo sean, razón por la cual escribo este artículo para retroalimentarme de la siempre rica pluma de mis lectores.


Recién sostuve una charla con una mujer que ocupa un lugar muy importante en mi vida. Es una mujer a la que conozco desde hace poco más de tres lustros, por lo que he sido testigo de su devenir. Actualmente está en sus primeros treintas. Madre de dos hijos que son para ella algo así como un motor adicional, y enfatizo la palabra adicional debido a que no necesita de un motor externo para lograr sus metas. Ella en sí misma es motor y es un motor al que pocos le pueden seguir el ritmo.

La conocí en una empresa donde entro como practicante y en donde a fuerza de talento, ingenio y resultados llego a ocupar el puesto vértice de su unidad de negocio. No conoce otra cultura empresarial ni otra forma de hacer negocios más que esa en la que creció y que le ha dado excelentes resultados.

En este momento está inmersa en una de esas disyuntivas disruptivas que nos presenta la vida. Recibió una propuesta de matrimonio de un hombre atípico, es decir, de un hombre que no encaja con el molde de los hombres que la han buscado ni tampoco en el molde de la filosofía de vida y de negocios en los que ella ha crecido.

El hombre en cuestión tiene cuatro años pretendiéndola. Intervalo en el que con lenta paciencia han estado intercambiando pareceres y filosofías. No obstante la disyuntiva es de ella, no de él, ya que al aceptar casarse con él, se vería en la necesidad de cambiar de ciudad, de entorno, de cultura y otros etcéteras más que debe considerar, por lo que disrupción la sufre ella, no él.

Él nunca ha trabajado en la nómina de un tercero, razón por la cual le cuesta entender el como ella ha hecho de ese entorno un hábitat al que hoy, por obvias razones, no quiere renunciar.

Él piensa que aquel que trabaja para otro termina subordinando la redacción de su biografía al lápiz de otro escritor. No obstante entiende que la empresa es un fenómeno por excelencia y que todos los han crecido bajo la égida empresarial, la ven como una opción obvia y natural.

Opción donde no solo buscan resolver la vida desde un punto de vista pecuniario, sino que además buscan reducir el nivel de angustia e incertidumbre del vivir. Sin embargo le cuesta trabajo entender que ella, con su enorme capacidad, inteligencia y fuerza, no opte por crear un escenario de ella y no de otros.

Ópticas antropológicas.
Una persona que no está en la nómina de un tercero, se ve en la necesidad de inventarse día a día, sin importar si trabaja por su cuenta o si es dueño de un consorcio industrial, inmobiliario, financiero o de otro índole. Este se debe inventar día a día y el día que no se invente, el mercado se lo va a cobrar.

El otro, el que está en la nómina de un tercero, no necesita inventarse. Necesita operar y resolver. Tanto uno como otro son importantes, amén de que cada escenario posee su nivel de estrés.

La diferencia estriba en que los que se inventan día a día aprenden a vivir con la incertidumbre, el cambio y el riesgo como parte inherente de la vida. Su tolerancia a la frustración se pone a prueba todos los días.

Así, pues, el miedo y la incertidumbre les son consustanciales, dado que nada es cierto hasta que se concreta. Tienen tanto miedo como los otros, pero el diferendo está en que ellos no consienten su miedo.

Los que están en la nómina de un tercero, aprenden a vivir con la intriga, el chisme, el rumor. Con la falta de responsabilidad y con la búsqueda de culpables. Trabajan en un ambiente sumamente estresante en el que tienen que lograr que la operación genere los resultados que espera el mercado, aun a costa de las insuficiencias humanas y tecnológicas de su entorno.

Los primeros se levantan, toman una ducha, desayunan y salen al mercado a inventarse. Los segundos, se levantan, toman una ducha, desayunan y salen al mercado a operar. 

Unos crean otros operan. Los primeros son capaces de apostar todo en un proyecto empresarial, al grado que muchos de ellos ni casa tienen (el dinero está en el negocio, no en la casa). Los segundos van a lo seguro, a lo estable, a lo sólido y predecible.

Los primeros no se aburren nunca, tienen una mente que nos les deja descansar. Siempre están ideando, innovando, creando alternativas, construyendo planes alternos debido a que la vida es oblicua y nunca sabes por donde va a surgir la oportunidad o el escollo. Los segundos van a lo seguro, a lo estable, a lo míticamente congruente.

Unos y otros son valiosos y de suma importancia para la sociedad, no obstante son animales diferentes. Valga la disgregación debido a que ella y él pertenecen a mundos diferentes. Ella necesita del trabajo para sentir que gana su dinero, que es independiente y autónoma. Él le dice que deje de trabajar, que eso no es lo importante. Que ya tendrán, cuando estén juntos, mil  y un cosas que hacer.

Ella le dice que debe ganar su dinero. Él le dice que no es necesario, que el dinero que hagan es de los dos. Ella se resiste. Él insiste.

El tema aquí no es educir quien o cual de los dos tiene la razón. Los dos tienen razón y los dos son obsecuentes a su entorno cultural, sin embargo lo importante aquí es entender por qué uno y otro discurren así.

Solo la superficie se conoce a sí misma.
En más de una ocasión he sostenido el hecho de que nosotros somos el resultado de una suma de causas. No obstante hay causas que inciden más en nosotros que todas las demás. Identificar estas causas nos permitirá dirigirlas para que seamos nosotros los que dirijamos las causas en lugar de que estas nos dirijan a nosotros.

Para dar con las causas incidentales nos es menester bucear en lo más profundo de nuestras simas, lo cual no es grato ni placentero. Ya una vez que nos aventuremos a nuestros abismos, lo que sigue es identificar las causas, entenderlas, digerirlas y dirigirlas.

Me queda claro que hay quienes creen que se conocen a si mimos. Nada más lejos de la realidad. Solo la superficie se conoce a sí misma. Es por ello que cuando a los superficiales les da insomnio (lo cual es una contradicción), se les recomienda que cuenten sus defectos y de inmediato se quedaran dormidos.

Así, pues, se requiere dejar la superficie que habitualmente habitamos y bucear en los abismos del ser para encontrar la causa o las causas que definen nuestro basamento de creencias y que dirigen nuestro inconscientemente accionar. Mientras no hagamos esto, siempre vamos a creer que estamos en lo correcto.

Con esto no quiero decir que él o ella están equivocados, sino que cada uno de ellos interpreta la vida en función de sus basamentos, lo cual no significa que tengan que ser concluyentes.

De hecho la primera responsabilidad que un ser humano tiene para consigo mismo, es revisar su código de creencias en función de los resultados y metas a lograr. Es alógico y estulto pensar que haciendo las mismas cosas vamos a lograr resultados diferentes.

La inteligencia es la falsa medida del hombre.
Todos somos inteligentes para unas cosas y mediocres para otras. La inteligencia opera con los datos que tiene en el sistema. Si los datos están acotados y reforzados por nuestras asociaciones libres y por años de hacer las mismas cosas, no podemos esperar que la inteligencia llegue a resultados diferentes.

Se requiere una inteligencia superior para poder analizar, diseccionar, entender y dirigir otras culturas y entornos, tanto desde el punto de vista empresarial como antropológico.

El devenir de mi oficio me ha permitido interactuar con personas cien por cien disímbolas a mí, lo cual, sin lugar a dudas ha sido desgastante, pero sumamente enriquecedor. Entiendo, por ejemplo, la cultura del ejecutivo, empleado u operario que siempre ha estado bajo el manto protector de una estructura.

Lo lógico y plausible en ese entorno es que la persona aspire a lograr mayores cotas de responsabilidad y acción, entendiendo que los beneficios serán una resultante de los mismos.

Las personas que han hecho la vida en este entorno y cultura, difícilmente quemaran sus naves para ir a emprender una gesta antropológica o empresarial donde nada está hecho. Y no lo harán aun a sabiendas de que nadie como ellos para sacar operativa y administrativamente su proyecto.

Para estas personas sería muy difícil dejar de hacer lo que hacen para ir hacer nada, es decir, para darse el tiempo para crear trabajo en lugar de buscar trabajo. Es por ello que cuando estas personas se quedan sin trabajo, lo primero que hacen es buscar trabajo, porque lo que saben es ir a una empresa, no crear empresa.

Insisto, no es que unos valgan más que otros. Tan importante los creadores como los operadores. Nada son los creadores sin los operadores como tampoco nada son los operadores sin los creadores. Unos y otros se completan y complementan. Así, pues, no se trata de ver cuál es más, sino de entender lo extraordinariamente difícil que es para uno vivir en el mundo del otro.

Las tablas te las da el escenario.
Entre más expuesta este la persona a mentalidades, religiones, culturas y oficios diferentes, más entendimiento tendrá de los mismos y de las normas que rigen el inconsciente accionar de esas personas.  

Se requieren dos neuronas para entender que lo nuestro no es lo único que existe. Gracias a este entendimiento es que el mundo progresa.

Veamos un ejemplo: Estados Unidos de Norteamérica.
 Los países de habla hispana del continente americano están muy orgullosos de sus raíces, aun cuando el habitante promedio no tiene en la sangre ni el 2% de esos a los que consideran sus ancestros. Cierto que hay mucho de encomiable en esas culturas, pero también es cierto que son culturas que se han cerrado al mundo, limitando con ello la exposición a nuevas formas de ver y vivir la vida.

El ultimo choque de culturas de esas naciones fue hace 500 años, después de ello no ha habido ningún otro. Los americanos, por el contrario, descienden de los barcos. Más del 50% de la población encuentra sus raíces en otras partes del globo. Y no solo eso, sino que además siguen llegando una gran cantidad de migrantes a estudiar, trabajar y vivir en ese caótico país.

Estados Unidos es un país donde el choque de culturas ha sido una constante. Usted puede caminar en New York y escuchar idiomas de todo el mundo. El choque de culturas crea caos y genera creación y desarrollo económico.

Japón, por ejemplo, es el país que más patentes registra a nivel mundial, seguido en segundo lugar por los Estados Unidos. No obstante la migración en Japón no llega al 2% mientras que en Estados Unidos es poco más del 14%, lo que hace que este país sea caordico, pero sumamente creativo y con un enfoque comercial que no tiene ningún otro país. 

No estoy apuntando aquí si un país es mejor que otro, sino que los países que más se abren a otras culturas, son los que más oportunidades capitalizan. Lo mismo pasa con las personas...

Aquella persona que está casada con sus formas está condenada a la estabilidad (la envidiaría cualquier planta), a la predictibilidad y a la monotonía. No habrá nada nuevo bajo el sol. La obra siempre es la misma. Cambia el escenario y los actores, pero no la trama de la obra.

Ni duda cabe que la persona en cuestión será la mejor en ese papel, pero se estará condenando a la infinita repetición de sí misma.

Estiércol conceptual.
Líneas arriba decía que la primera responsabilidad que una persona tiene para consigo misma, es revisar su código de creencias en función de sus metas de vida. Auscultar las mismas nos llevará a preguntarnos qué es lo que realmente queremos y cuál es el precio que por ello estamos dispuestos a pagar.

En la vida nada es caro cuando sabes su precio, porque entonces ya decides si lo pagas o no. El problema es cuando jamás hacemos esto. Es decir, cuando nos casamos con lo que estamos haciendo sin detenernos a preguntarnos si en realidad eso es lo que queremos..., por lo menos hasta que el destino nos alcance y nos obligue a revisar lo hecho… Y justo en ese momento es cuando tomamos conciencia de que tanto eso que logramos es lo que realmente queríamos.

Mi edad me permite un alto nivel de interacción con personas de mi segmento etario y con otras tantas arriba de él. Por lo general lo que leo en ellos es resignación. No era lo que querían, pero si lo que debían. Es decir, le dieron y le dan razones a su razón para aceptar con resignación el paso de una vida que ya no tienen ni tendrán.  

Regresemos a la autora intelectual o inspiradora de este artículo. Me es menester reconocer que no pude fundamentar, porque me falto capacidad en ese momento, el por qué si o por qué no de su raciocinio. Esta tan casada con el hecho de que debe generar su propio dinero, que no ve más allá de ese horizonte.
En otros artículos hemos explicado que en la vida todo lo masculino es pasivo y todo lo femenino es activo. Al mundo lo mueve la mujer, no el hombre. El hombre lo opera, pero no lo mueve.

Así entones cabe la pregunta; porque pudiendo ser león, se empeña en maullar como gato. Si ella es la inspiradora de todo lo que él hace, justo es que el logro sea de los dos. No tiene que abrir y cerrar la caja registradora para sentir que el logro es de ella.

No concibo que los grandes potentados de las finanzas o del mundo empresarial, se sientan menos cada que uno de sus directores, asociados o colaboradores cierra un buen negocio. Al contrario. Ellos lo pueden hacer gracias a ellos. Unos y otros se completan y complementan.

En el matrimonio es lo mismo. El día que la mujer entienda que se debe atender a sí misma, que se deba dar tiempo para ella, para consentirse, para mimarse, descubrirá que ella y solo ella es el centro del universo de su casa y de todos los que gravitan en su órbita, porque ella es la que nutre y alimenta a todos.

Cierto que hay mujeres que no tienen opción y que se ven obligadas a trabajar para sacar adelante a sus hijos, no obstante hay otras que teniendo la oportunidad de trabajar en ellas no lo hacen por el mito de la igualdad. Prefieren trabajar para un tercero que para ellas mismas.

No estoy en contra de que la mujer trabaje. Estoy en contra de que trabaje en algo que no le dé tiempo para sí misma. Si la mujer tiene la oportunidad de hacer que él genere la plataforma patrimonial de la familia, esa y no otra debiera ser su prioridad.

Crear un patrimonio no tiene ciencia. Cada quien lo crea acorde a sus capacidades. En cambio crear una familia es una tarea titánica. Es algo, que si nos basamos en los hechos, pocos pueden lograr.

Al final lo que le estamos entregando a la sociedad son operadores, de los cuales ya hay muchos. Lo que necesitamos son creadores y muchos.

Lo más difícil siempre debe ser para el más apto y el más apto para crear un hombre de bien es la mujer. Si la sociedad va a cambiar para bien será gracias a la mujer….

La pregunta es: ¿lo entenderá la mujer?

Nos leemos en el siguiente artículo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentarios y sugerencias