jueves, 18 de agosto de 2016

Una familia de criminales.

Recién tuve oportunidad de coincidir con varios miembros de una familia de criminales en una operación internacional. En esta participaron dos hermanos y el hijo de uno de ellos, aun cuando más tarde supe que toda la familia (hermanos, tíos, primos, cuñados) estaba involucrada en el negocio.

La inteligencia, capacidad histriónica y manejo del escenario de los tres que conocí es extraordinaria. Al grado de que si yo no tuviese los conocimientos adecuados, me hubiese sido muy fácil creer en lo que estos tan magistralmente me presentaban.

En el decurso del montaje coincidimos en varios países y en tres continentes. El destino, siempre dirigido por ellos, era el responsable de que coincidiéramos en dichas ciudades, ya que ellos, como yo, tenían operaciones en curso en los mismos lugares.

El primero de ellos, un hombre con muchas habilidades, con una personalidad avasalladora y con un muy buen nivel de conocimiento sobre el mercado secundario y las finanzas internacionales, fue el responsable de abordarme y presentarme el esquema con la intención de que me subiera a su estafa.

Su actuación y exposición lograron transmitirme un sentimiento de certeza y realidad, aun cuando lo que me ofrecía atentaba a la más pura lógica financiera. Por supuesto que él ni idea tenia de que yo estaba cierto de la improbabilidad de la operación, no obstante pienso que aun cuando notara mi escepticismo, hubiese hecho una presentación magistral con el fin de lograr que me subiera a su estafa.

La persona me impacto, por lo que me dedique a estudiarlo sin perder detalle de los gestos, ademanes y palabras que emitía. Para ello fue menester que tuviera sumo cuidado en no dejar ver mis emociones ni mi incredulidad, pues lo que menos deseaba era alertarlo y con ello perderme la posibilidad de estudiar, analizar y desvelar la raíz de sus intenciones.

La realidad es que no me interesaba la operación en sí. Cualquiera que conozca bien de finanzas internacionales, en especial las de alto espectro, rechazaría de inmediato la propuesta. Lo que me interesaba desvelar es el por qué una persona tan inteligente enfoca sus baterías a algo así, pudiendo crear y ganar mucho dinero en el lado ortodoxo de los negocios.

La persona en cuestión me presento el proyecto, lo que yo tendría que invertir y las utilidades a obtener. Le comenté que si me interesaba el negocio, pero que dado que la inversión era bastante cuantiosa, me era menester analizar a detalle la operación y el instrumento para tomar una decisión correcta para ambos, ya que él, así me lo hizo saber, participaría con la mitad del dinero que se requería.

Le hice saber que tenía una serie de viajes programados, pero que lo vería a mi regreso. Se interesó (como cualquier persona educada) en mi itinerario, recomendándome hoteles y restaurantes en cada uno de los países que iba a visitar, haciendo énfasis en los detalles de los mismos (arquitectura, decoración, menús y demás etcéteras del lugar) y en las personas con las que comió o convivio en dichos lugares.

Su objetivo real no era la recomendación en sí, sino hacerme ver que conoce a la perfección lo que recomienda, así como el nivel de personas con las que se relaciona.

Salí encantado de la reunión y con una alta expectativa para la siguiente. Días después aborde mi avión para ir a mi primer destino, sin que en él coincidiera con persona alguna. En la siguiente fase de mi itinerario, mi compañero de asiento resulto ser un joven brillante que viajaba al mismo lugar que yo, ya que, así me lo hizo saber, tenía unas operaciones del mercado secundario en proceso de cierre.

Como quien no quiere la cosa me comentó de una excelente oportunidad de inversión en la que había participado y de lo bien que le había ido. Oportunidad que como ustedes bien suponen, es la que me habían presentado días atrás en Austin, Texas. Me interese en dicha oportunidad y le pedí cuanta información me pudiera dar, ya que él, a diferencia mía, ya había participado y la había concluido con éxito.

Este se volcó a darme detalles de la misma, centrándose en las ganancias, en la seguridad de la operación y en la institucionalidad del proceso. Demostré todo el interés en ella y le comenté que me estaban invitando a una similar en Estados Unidos. Me felicito y me deseo mucho éxito, conminándome a no dejarla pasar, ya que una oportunidad así no se presenta todos los días.

Le pregunté qué porque él no volvía a participar y me contesto que ya estaba preparando su siguiente participación. Le interrogue sobre la persona que lo había invitado y si me lo podía presentar para tener una segunda opción. Me contesto que sí y que le gustaría que en reciprocidad participara con él en su operación o que lo invitará a la operación que me habían ofrecido a mí, ya que esta, por el tamaño de la misma, necesitaba de dos o más inversionistas, en donde si los dos acordábamos participar, el tiempo de instrumentación se acortaría sustancialmente.

Llegamos a nuestro destino y quedamos de vernos en dos semanas en las oficinas centrales del Oficial Bancario responsable de su operación, las cuales estaban en el corazón financiero de Londres.

Aproveche el intervalo para atender mis operaciones y repasar lo platicado en el decurso del viaje, centrando mi análisis en las coincidencias de formas y vocablos (sintaxis y semántica) que usaron cada uno de ellos en sus respectivas exposiciones. Y si bien es cierto que había semejanzas, sobre todo en la expresión verbal y corporal, pensé que era mi natural paranoia la que me hacía atar cabos donde no los había.

Dos semanas después viaje a Londres para acudir a la cita que habíamos acordado. Me entreviste con el Oficial Bancario. Este me presento sus credenciales, licencias y todo lo pertinente del caso. Había entre ellos un aire de similitud genética más no de raza, amén de que el acento de uno y otro eran diametralmente opuestos.

El Oficial Bancario me explico el instrumento, me mostró los documentos bancarios, los formatos contractuales y me hablo de la garantía vivencial de mi compañero de viaje. Las oficinas estaban acordes al nivel del negocio y de las supuestas operaciones del Oficial Bancario.

Le agradecí la presentación y le comenté que ya me habían hecho una invitación en Estados Unidos, pero que no obstante iba a considerar la opción. Me despedí de ambos y seguí mi odisea.

Llame por teléfono a la persona de Estados Unidos y le pedí que le entregara toda la documentación a mis abogados para que empezaran a hacer el análisis pertinente.

Le hice saber que por un cambio de planes me era menester prolongar mi estancia un poco más, pero que al termino de diez días bancarios volaría a Estados Unidos para entrevistarme con él. Me pregunto qué en que hotel me hospedaba normalmente en Alemania y al darle el nombre me hizo algunas recomendaciones pertinentes sobre el personal y sus restaurantes.

Volé a Berlín, trabaje en lo mío y justo tres días antes de mi partida me presentaron a una persona que era muy reconocida en el ámbito de las finanzas en Berlín (yo nunca había escuchado de él). La persona en cuestión resulto ser un individuo agradable, de esos que te caen bien a la primera y con una muy buena capacidad para la interacción social.

Como quien no quiere la cosa me comento sobre unas operaciones muy rentables, las cuales eran, casualmente, las que me ofrecieron en Estados Unidos y las que me platico mi fortuito compañero de avión.

Le pedí sus datos y de regreso a Estados Unidos entregue la información al área de inteligencia para que procedieran a hacer una investigación exhaustiva de cada uno de ellos. En el intertanto yo le daba largas al contacto original, mostrando a un mismo tiempo interés y reflexión, pero nuca escepticismo, pues mi objetivo era obtener más información de ellos y de sus motores.

El área de inteligencia me presento su reporte y con ello la relación consanguínea de los involucrados. En el informe venían los nombres y fotografías de todos ellos, incluso de los que aún no conocía, así como la relación que existía entre ellos (padre / hijo /hermano /primo).

La organización es cien por cien familiar y vienen trabajando en estafas financieras desde hace tres generaciones. El papa de los hermanos es el que había empezado el negocio, adiestrando concienzudamente a sus hijos para que estos a su vez adiestraran a los suyos.

Lo que me impacto no fue la organización ni la estafa en sí. Lo que realmente llamo mi atención es la inteligencia de todos sus miembros, así como su extraordinaria creatividad, actuación y capacidad de exposición de cada uno de ellos.  

La pregunta obligada era: ¿Por qué no usan sus capacidades para crear negocios ortodoxos, institucionales y heredables?

La persona que me contacto en un inicio me busco unas semanas después de haber recibido la información del área de inteligencia. Me entreviste con él en mis oficinas centrales en la Ciudad de Austin y le comenté que no iba a participar en la operación, pero que todos ellos me parecían extraordinarios.

La persona en cuestión no movió un solo musculo. Lo único que hizo fue preguntarme con una cara de asombro, que a que me refería con todos ellos. Le dije que había conocido a su sobrino en el avión y a su hermano en Berlín. Su cara mostraba sorpresa e indignación, como si yo estuviese inventando todo con el fin de no participar en una oportunidad que a su juicio era única.

Para no hacer esto más largo de lo debido, me limitaré a decirles que la persona en cuestión se retiró de mi oficina manteniendo en todo momento una actitud de indignación por mi proceder, haciéndome ver que seguramente el éxito de mi empresa se debía a terceras personas pero no a mí.

Conclusión:
Estoy seguro que el motor primario de ellos no es el dinero, sino la satisfacción de haber engañado al otro. Cierto que la operación mínima ascendía a varias decenas de millones, sin embargo eso y más pudieran ganar si enfocaran sus talentos a la ortodoxia financiera, pues me consta que son muy brillantes y que es mucho lo que pudieran diseñar y lograr.

Los seres humanos tenemos seis motores primarios: el poder, la religión, el arte, el dinero, la gente y la academia.

Son estos motores los que gobiernan nuestro devenir biográfico. La combinación de estos motores son los que nos hacen actuar de una forma u otra, aun cuando no estemos conscientes de ello.

Por supuesto que tenemos una dosis de cada uno de ellos. No obstante hay uno o dos de ellos que priman sobre los demás y son los que rigen nuestro accionar.

Descubrir cuáles son nuestros motores es fundamental, ya que nos permitirá dirigirnos de una manera más inteligente y consciente. También es de suma importancia descubrir los motores del otro, ya que esto equivale a tener la llave del querer ajeno. Es como si tuvieras la capacidad de pulsar el botón interno que hace que el otro haga lo que desees, pensando que es él, el que está tomando la decisión.

Motores humanos.

Poder.
Los que poseen este motor como primario encontrarán que lo que los impulsa a la acción es la dirección, la persuasión, el incidir en los otros.
Cuando este motor esta combinado con un muy bajo nivel de presencia del motor Religión y del motor Social, actúan como el caso arriba mencionado, como una familia de criminales.
Estos, al poseer el Poder como motor primario y la Religión y lo Social como motores ínfimos, edifican de manera natural la manipulación, el engaño, el lograr que el otro actué conforme a sus planes y perjudicarlo.
En ambos casos el hombre de Poder busca tener hombres a su servicio, ya sea de ocasión, como el caso arriba explicado (una familia de criminales) o permanente como el caso de los políticos.

Religión.
Los que tienen la Religión como motor primario, les mueve el orden, el deber ser, la estructura, la norma, las reglas.
Su neurosis los lleva a ser obsesivos compulsivos en lo referente al orden, la limpieza y a todo aquello que anida en su mente como bien o mal.
Son moralistas y por ende están contra todo lo natural, es decir, contra el instinto.
Para ellos todos lo que obedezca al instinto está mal. Es pecado.
Suelen ser rígidos, suspicaces, paranoides, inflexibles y obtusos, tanto en el ser como en el hacer.

Arte.
Aquellos que tienen el Arte como motor primario, son unos estetas por excelencia.
 A estos los mueve lo estético, la elegancia en las formas, en el hablar, en el hacer.
Les agrede lo vulgar, lo prosaico.
Son elitistas y elegantes en el ser y en el hacer.
Su elegancia tiene que ver con las formas, con la educación, con el buen gusto.
Aprecian el arte, lo bello y lo bueno.
Tienden a crearse una imagen el otro en base a su apariencia y formas de expresión, al grado que el desencanto puede ser mayúsculo cuando el contenido les muestra lo contrario.
En ellos cabe el adagio de pobres pero ridículos. No tendrán para comer, pero se visten, viven y actúan como si tuvieran. 

Economía.
Los que tienen el dinero como motor primario, encontrarán que lo que les mueve a la acción es el dinero, las utilidades, el ganar un peso más que los demás.
Todo lo ven bajo la óptica del utilitarismo, ¿sirve, funciona, me conviene?
Esto lo extienden a todos ámbitos del ser: el amor, los hijos, la familia, los amigos, compadres, socios, o conocidos.
Para ellos todo debe tener una función y una utilidad. La pareja sirve o no. ¿Aporta? ¿Conviene?
No gastan dinero a lo tonto. No buscan lo mejor para sus hijos, por lo menos no en la forma en que lo buscan los demás.
Lo que hacen es preguntarse: ¿esto está bien invertido? Si el hijo no da para más, no invierten en él más que justo lo que éste puede dar.

Social.
A estos les mueve la gente. El qué dirán. Los respetos sociales.
Viven de la opinión pública y por ende terminan siendo esclavos de la misma.
Para ellos lo más importante es el otro. Lo que este piensa o siente. Así como la imagen que el otro pueda tener de él.
Se les distingue porque cuando al otro le pasa algo, por ínfimo que sea, su expresión verbal y corporal es de solidaridad: “Pobrecito, se le murió su perro”.
Estos son fácilmente manipulables e influenciables, ya que su motor es la gente en su más amplia expresión.  

Teoría.
A estos les mueve el conocimiento, la academia, el saber, ya sea un saber para sí o un saber para los demás.
En este motor es menester distinguir entre aquellos que desean saber para aplicar (el saber biográfico) o saber para decir (el saber bibliográfico).
Los primeros saben para sí. Estos buscan el conocimiento para aplicarlo a su diario vivir. Para saber, entender y dirigir mejor a los suyos, a sí mismos y a su entorno.
Los segundos, los que buscan saber para contar, son sabios de solapa, sabios de segunda mano. Casi todo lo que saben lo saben de oídas. Su saber es bibliográfico.
Lo que quieren es saber para contar, para que el otro que los escucha diga: cómo sabe esta persona.
Su saber es un falso saber.
Tienden a ser idealistas, románticos y soñadores. 

La combinación de estos motores son los que definen todo nuestro accionar…

Veamos un ejemplo. En el caso de la Familia de Criminales, estos tienen el Poder como motor primario, el Dinero como motor secundario, y la Religión y la Gente como motores últimos.  

Esta combinación: Poder y Dinero como motores altos y Religión y la Gente como motores bajos, es lo que les permite crear estafas donde el dinero sea el instrumento, sin que ello represente para ellos un sentimiento de culpa o un problema de conciencia.

Lo que en realidad les crea un problema de conciencia o sentimiento de frustración e incapacidad, es el no haber logrado engañar al otro. Esto es lo que les quita el sueño.
Por el contrario, cuando engañan, timan y desvalijan al otro, ganan el reconocimiento de los suyos y llegan a la cama satisfechos de su ser y hacer, lo que les permite dormir de maravilla.

Así pues, son los Motores Humanos los que dictan nuestros accionar y los que determinan nuestro concepto del Bien y el Mal.


¿Sabe usted cuáles son sus motores?

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