Mucho se
ha escrito sobre el arte de hacer negocios. No obstante pocos de los que
escriben al respecto saben de ello. Poco tiempo nos damos los hombres de
negocios para escribir sobre el mundo de los negocios.
En otros
artículos he dicho que la principal responsabilidad que tiene el hombre de
negocios, es formar hombres de negocio. Y la realidad es que poco nada hacemos
esto. Hoy voy a compartir algunas reflexiones de mi devenir en el mundo de los
negocios. Reflexiones que espero le sean de utilidad a esos que están por
iniciar un negocio, o que recién lo inician o que tienen tiempo en él, pero en calidad
de hombre empresa.
La
creación de negocios.
Lo más
importante en la creación de un negocio, es que sea negocio. Esto que a primera
impresión se antoja ridículo, es, en la realidad, el principal obstáculo en la
creación de negocios. Lo que creamos nos gusta tanto, que perdemos objetividad
en la creación.
La creación
implica un proceso de enamoramiento, y todos sabemos que el enamoramiento es
una imbecilidad transitoria que te hace ver las cosas mucho mejor de lo que
son.
Esta
imbecilidad transitoria hace que no observemos la realidad como es, sino que quisiéramos
que fuera. En el enamoramiento tergiversamos la realidad con un exceso de
optimismo, lo que inevitablemente causa la gran mayoría de los fracasos de los
nuevos emprendimientos de negocio.
El
negocio no tiene que gustarnos.
El
secreto de todo negocio es que sea negocio. El giro del negocio no tiene que
gustarnos. Lo que tiene que gustarnos es ganar dinero. Y esto lo podemos hacer
en muchos tipos de negocio. Podemos no creer en lo que vendemos (productos
light = resultado sin esfuerzo), pero si creer en la ingente necesidad que la
gente tiene de comprar los productos light.
Esos
gritos que en estos momentos oye, son los de los puristas de la ética, esos que
están desgarrando las vestiduras por lo aquí enunciado, no obstante la realidad
es que en los hechos, poco creen en lo que enuncian. Si creyeran en la ética, estarían
en negocios diferentes con prácticas diferentes.
Así pues,
en los negocios la pregunta más inútil es: ¿Me gusta este negocio? ¿Obedece a
mi vocación? La única pregunta que uno se debe hacer en los negocios, es: ¿esto
es negocio?
Para
arrancar un negocio, lo más importante es que le guste hacer negocios, que le
guste ganar dinero. Formas para ganar dinero hay muchas y muchas de ellas éticas,
aun cuando el giro o ramo de negocios no sea su agrado. Recuerde que no es
necesario que el giro del negocio le guste, lo que es necesario es que sea
negocio y que le guste hacer negocio. Los negocios son para ganar dinero.
Un
negocio que no gana dinero, que demanda más esfuerzo de lo que se recibe, no es
negocio. Las tiendas que más productos de la religión católica venden, son de
personas que no profesan la religión católica. La única religión que profesan
es la de ganar dinero.
Nunca
hagas de tu pasión un negocio.
Uno de
los problemas de muchos hombres de negocio o de hombres empresa, es que han
hecho de su pasión un negocio. Lo cual no está nada mal, siempre y cuando su
pasión sea hacer negocios. No obstante la realidad es que no conozco hasta la
fecha a un hombre empresa que haya hecho del ganar dinero, una pasión.
Lo que
normalmente hacen los hombres empresa es hacer de su pasión un negocio, lo que
limita en mucho la posibilidad de que sea negocio y de que pueda trascender a
su fundador. Si una empresa requiere de la existencia de su fundador para existir,
entonces no es negocio. La personalidad del fundador limita el crecimiento y
expansión de la empresa. Es una empresa condenada a perecer. Muere él, muere la
empresa.
Otro de
los problemas de los hombres empresa, es el hecho de que les cuesta mucho
trabajo hacerse de una masa crítica de clientes para su negocio. Esto debido a
que como todo está hecho a imagen y semejanza, los clientes que tienen obedecen
al inconsciente del fundador. Este, sin estar consciente de lo que está
haciendo, diseña el lugar y el producto pensando en él, no en el mercado, de
tal suerte que los clientes que logra captar son muy parecidos a él.
En otras
palabras, los pocos clientes que logra son miembros de una tribu que no permiten
la llegada de ningún otro miembro que no valore el producto o servicio como lo
valoran ellos. Estos negocios están condenados a vivir al día. En muchas
ocasiones no llegan ni al punto de equilibrio. Para poder crecer es menester
que el fundacional reestructure su concepto de negocios, cosa que difícilmente quieren
hacer, ya que sienten que pierden identidad y con ella el control del concepto
o negocio.
Este tipo
de empresarios están perennemente cerrados a nuevas ideas. Los miembros de su
muy reducida tribu le pueden dar sugerencias o ideas que ayuden al negocio. No
obstante este tendrá problemas para aplicarlas, ya que el negocio es él.
Los hombre
empresa son hombres orquesta y así se sienten bien. Necesitan sentir que tienen
el control de todo, aun de aquello que no aporta nada sustancial a la
generación de utilidades.
Una cosa
es crear negocios, otra dirigir negocios y una muy distinta operar negocios.
Este tipo
de empresarios son operadores de negocio. No dirigen, no crean nada más allá
del concepto original, y si algo nos ha enseñado la vida y el mundo de los negocios,
es que estos, para tener éxito, necesitan estar en constante recreación.
En
síntesis, antes de arrancar un negocio, evalué que efectivamente sea negocio. Lo
menos importante del negocio es si el giro del mismo le gusta o no. Qué bueno
sería que le guste, pero lo más importante es que sea negocio.
No
arranque un negocio por que le gusta. Arránquelo por que es negocio. Pregúntese,
qué quiere, trabajar o ganar dinero.
El dinero
se gana haciendo negocios. Se trabaja igual o más que en aquellos negocios
donde la operación es lo que le gusta, no obstante la diferencia en
rentabilidad e sustancial.
Aproveche
las oportunidades de negocio y déjese ayudar. Hay gente muy valiosa con
excelente ideas de negocio. Capitalícelas, pero sobre todo PIENSE. No trabaje.
Hay mucha gente dispuesta a trabajar por usted. Gente para la cual la operación
del diario quehacer es más importante que la utilidad personal del diario
quehacer.
Rodéese
de ellos y déjelos trabajar, pero usted aboquese a hacer dinero.
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