martes, 3 de noviembre de 2015

La pasión y el dinero.

Mucho se ha escrito sobre el arte de hacer negocios. No obstante pocos de los que escriben al respecto saben de ello. Poco tiempo nos damos los hombres de negocios para escribir sobre el mundo de los negocios.

En otros artículos he dicho que la principal responsabilidad que tiene el hombre de negocios, es formar hombres de negocio. Y la realidad es que poco nada hacemos esto. Hoy voy a compartir algunas reflexiones de mi devenir en el mundo de los negocios. Reflexiones que espero le sean de utilidad a esos que están por iniciar un negocio, o que recién lo inician o que tienen tiempo en él, pero en calidad de hombre empresa.

La creación de negocios.
Lo más importante en la creación de un negocio, es que sea negocio. Esto que a primera impresión se antoja ridículo, es, en la realidad, el principal obstáculo en la creación de negocios. Lo que creamos nos gusta tanto, que perdemos objetividad en la creación.

La creación implica un proceso de enamoramiento, y todos sabemos que el enamoramiento es una imbecilidad transitoria que te hace ver las cosas mucho mejor de lo que son.

Esta imbecilidad transitoria hace que no observemos la realidad como es, sino que quisiéramos que fuera. En el enamoramiento tergiversamos la realidad con un exceso de optimismo, lo que inevitablemente causa la gran mayoría de los fracasos de los nuevos emprendimientos de negocio.

El negocio no tiene que gustarnos.
El secreto de todo negocio es que sea negocio. El giro del negocio no tiene que gustarnos. Lo que tiene que gustarnos es ganar dinero. Y esto lo podemos hacer en muchos tipos de negocio. Podemos no creer en lo que vendemos (productos light = resultado sin esfuerzo), pero si creer en la ingente necesidad que la gente tiene de comprar los productos light.

Esos gritos que en estos momentos oye, son los de los puristas de la ética, esos que están desgarrando las vestiduras por lo aquí enunciado, no obstante la realidad es que en los hechos, poco creen en lo que enuncian. Si creyeran en la ética, estarían en negocios diferentes con prácticas diferentes.

Así pues, en los negocios la pregunta más inútil es: ¿Me gusta este negocio? ¿Obedece a mi vocación? La única pregunta que uno se debe hacer en los negocios, es: ¿esto es negocio?

Para arrancar un negocio, lo más importante es que le guste hacer negocios, que le guste ganar dinero. Formas para ganar dinero hay muchas y muchas de ellas éticas, aun cuando el giro o ramo de negocios no sea su agrado. Recuerde que no es necesario que el giro del negocio le guste, lo que es necesario es que sea negocio y que le guste hacer negocio. Los negocios son para ganar dinero.

Un negocio que no gana dinero, que demanda más esfuerzo de lo que se recibe, no es negocio. Las tiendas que más productos de la religión católica venden, son de personas que no profesan la religión católica. La única religión que profesan es la de ganar dinero.

Nunca hagas de tu pasión un negocio.  
Uno de los problemas de muchos hombres de negocio o de hombres empresa, es que han hecho de su pasión un negocio. Lo cual no está nada mal, siempre y cuando su pasión sea hacer negocios. No obstante la realidad es que no conozco hasta la fecha a un hombre empresa que haya hecho del ganar dinero, una pasión.

Lo que normalmente hacen los hombres empresa es hacer de su pasión un negocio, lo que limita en mucho la posibilidad de que sea negocio y de que pueda trascender a su fundador. Si una empresa requiere de la existencia de su fundador para existir, entonces no es negocio. La personalidad del fundador limita el crecimiento y expansión de la empresa. Es una empresa condenada a perecer. Muere él, muere la empresa.

Otro de los problemas de los hombres empresa, es el hecho de que les cuesta mucho trabajo hacerse de una masa crítica de clientes para su negocio. Esto debido a que como todo está hecho a imagen y semejanza, los clientes que tienen obedecen al inconsciente del fundador. Este, sin estar consciente de lo que está haciendo, diseña el lugar y el producto pensando en él, no en el mercado, de tal suerte que los clientes que logra captar son muy parecidos a él.

En otras palabras, los pocos clientes que logra son miembros de una tribu que no permiten la llegada de ningún otro miembro que no valore el producto o servicio como lo valoran ellos. Estos negocios están condenados a vivir al día. En muchas ocasiones no llegan ni al punto de equilibrio. Para poder crecer es menester que el fundacional reestructure su concepto de negocios, cosa que difícilmente quieren hacer, ya que sienten que pierden identidad y con ella el control del concepto o negocio.

Este tipo de empresarios están perennemente cerrados a nuevas ideas. Los miembros de su muy reducida tribu le pueden dar sugerencias o ideas que ayuden al negocio. No obstante este tendrá problemas para aplicarlas, ya que el negocio es él.

Los hombre empresa son hombres orquesta y así se sienten bien. Necesitan sentir que tienen el control de todo, aun de aquello que no aporta nada sustancial a la generación de utilidades.

Una cosa es crear negocios, otra dirigir negocios y una muy distinta operar negocios.
Este tipo de empresarios son operadores de negocio. No dirigen, no crean nada más allá del concepto original, y si algo nos ha enseñado la vida y el mundo de los negocios, es que estos, para tener éxito, necesitan estar en constante recreación.

En síntesis, antes de arrancar un negocio, evalué que efectivamente sea negocio. Lo menos importante del negocio es si el giro del mismo le gusta o no. Qué bueno sería que le guste, pero lo más importante es que sea negocio.
No arranque un negocio por que le gusta. Arránquelo por que es negocio. Pregúntese, qué quiere, trabajar o ganar dinero.

El dinero se gana haciendo negocios. Se trabaja igual o más que en aquellos negocios donde la operación es lo que le gusta, no obstante la diferencia en rentabilidad e sustancial.

Aproveche las oportunidades de negocio y déjese ayudar. Hay gente muy valiosa con excelente ideas de negocio. Capitalícelas, pero sobre todo PIENSE. No trabaje. Hay mucha gente dispuesta a trabajar por usted. Gente para la cual la operación del diario quehacer es más importante que la utilidad personal del diario quehacer.

Rodéese de ellos y déjelos trabajar, pero usted aboquese a hacer dinero. 

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