miércoles, 11 de noviembre de 2015

Tiempo y espacio

El afán de justificarse.
Recién sostuve un intercambio dialógico con uno de mis socios. Un joven que frisa los 30 años. Poseedor de un cerebro privilegiado, con una buena capacidad de riesgo y una mucha mejor tolerancia a la frustración. Educado en un entorno típico, en donde el mito de la familia, la religión, tradición y el buen decir y sentir de los demás, ha ocupado y ocupa un espacio de en su mente que incide para bien y para mal en su sorprendente capacidad de análisis.

Se pudiera decir que es un hombre frió, lógico y racional en la gran mayoría de sus análisis y juicios, no obstante, él, como todos nosotros, tiene almacenada en su cerebro una gran cantidad de basura conceptual en lo referente a los respetos y sentires sociales, variables, ambas, que enturbian dramáticamente su proceso de análisis y con él el juicio que se requiere para la correcta toma de decisiones.

Esto, no obstante, sucede solo cuando en el proceso está involucrada gente que le es afín, que conoce de años o con la que tiene un aparente vinculo sentimental, aun cuando en la realidad, el vínculo sea de él hacia ellos, pero no de ellos hacia él.

El intercambio dialógico se suscitó debido a un desencuentro que tuvo con un amigo y su tío. El amigo en cuestión, es todo menos un amigo. No solo lo dejo embarcado con un activo que este necesitaba y que al final no pago, sino que además le puso al tío para que este, en un ejercicio de persuasión emotiva (chantaje sentimental), lo invitara a participar en negocios en los que ni el mismo tío participa.

Ambos, el amigo y el tío, son suspicaces y desconfiados. Piensan que todo el mundo los está timando al tiempo que ellos están timando a todo el mundo. Son turbios en ser y en el hacer. Se asumen como empresarios de alto espectro, pero mendigan pequeños préstamos para salir de sus problemas.

El fin de semana pasado se entrevistaron con mi socio para invitarlo a participar en un negocio de minería, y para definir el estatus de un activo que necesitaban y que le habían pedido a mi socio que comprará, en el inter tanto de que ellos se hacían de recursos para pagarle. Mi socio compro el activo, bajo el esquema de que lo pondrían a trabajar juntos, cosas que nunca sucedió.

Después se citan con él para ver si pueden negociar el activo que nunca pagaron y para pedirle dinero para hacer otras cosas, al tiempo que le recomendaban que no se metiera en negocios que no sean los acordados con ellos.

Lo que es, es.
Lo que aconteció con mi socio es que primero se involucró en el juego emocional, después puso distancia y vivió el proceso como un experimento antropológico.

Días después vino a mi estudio y me comento los detalles de la reunión, al tiempo que hizo una comparación entre lo que paso con ellos y lo que le ha pasado con otros grupos de inversionistas, diferenciando claramente el que es y no es.

Por ejemplo, la junta con ellos (amigo y tío) fue subjetiva. Centrada en una oportunidad no fundamentada en números, amén de que le pidieron una pequeña aportación económica para salir de algunos apuros que tenían, aun cuando se presentaban a sí mismos como inversionistas de alto espectro.

Como contraparte están los inversionistas a los que les presento un proyecto de muebles de exportación. La junta con estos fue objetiva, centrada en el negocio, rendimiento y retorno de la inversión... Y por supuesto que ninguno le pidió una pequeña aportación para salir de sus apuros.

En la junta con el amigo y tío, le hicieron énfasis en que lo más importante es que no les quedara mal, para lo cual era menester que les diera la aportación que estos pedían para que lo pudieran considerar en sus negocios. En la junta con los inversionistas extranjeros, se hizo énfasis en el negocio, en la proyección de ventas, utilidades y retornos de inversión…

Con los primeros no hizo nada y con los segundos consiguió una línea de crédito para iniciar el negocio cuanto antes.

La síntesis de ambas experiencias es la mecánica del proceso. Cuando el emisor no Es, tenderá a centrarse en las emociones, sentimientos, culpas y remordimientos que le pueda generar al receptor. Para el que no es, lo más importante es la imagen y hacerle sentir al receptor que lo peor que le puede pasar es que él piense mal de él.

Por el contrario, cuando el emisor Es, se centrara en el negocio, en la objetividad, en los números, en lo concreto, en lo que si Es. Para éste lo más importante no son las emociones del otro, sino la total comprensión del tema a tratar.

La diferencia entre uno y otros es sustancial.

Tiempo y espacio.
Ya una vez que comentamos el tema, le hice que ver que dado que nosotros somos finitos, nos es menester tener en cuenta que los dos únicos enemigos que tenemos son el tiempo y el espacio.

Nuestro tiempo y espacio están limitados. Por más que hagamos no podemos estar en dos lugares al mismo tiempo, por lo que nos es menester escoger muy bien en qué y con quien vamos a estar. No tenemos el don de la inmortalidad como para darnos el lujo de perder el tiempo con gente que no es y que por ende no puede ni quiere respetar nuestro tiempo y espacio.

Dedicarle tiempo a esa gente es, además de poco inteligente, innecesario.


Nos vemos la próxima semana con un tema de naturaleza distinta.

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