Son cuatro los pilares antropológicos que rigen el accionar humano: Símbolos; Mitos; Retórica y Ritual. Pilares válidos para todos los seres humanos sin importar época, idioma, religión o color.
Símbolos.
Los símbolos nos dan identidad y sentido de pertenencia.
Estos, por ejemplo, nos hacen creer que el ponernos la camiseta de un equipo
deportivo, somos parte de él. Cuando la realidad es que nuestro papel se
circunscribe a dos actos:
I.- Deshacernos voluntaria y gozosamente de nuestro dinero para entregárselo a los
dueños del equipo;
II.- Canalizar nuestro sentido de irrealización, asumiendo el rol de espectador
(persona que prefiere ver lo que no puede hacer).
Lo mismo acaece en todos los ámbitos de la vida. Compra identidad el que carece
de ella. El que posee identidad compra función, no marca (la marca es él).
Esto no quiere decir que el o los símbolos tengan una connotación negativa. Al
contrario, su función es utilitaria, ya que nos hacen la vida más simple. El símbolo
no solo habla por sí mismo, sino que nos exime de tener que investigar lo que
la cosa es.
La pregunta que nos tenemos que hacer en cuanto a los símbolos es: ¿Nos hemos erigido en símbolo o nos es menester comprar los símbolos (identidades) que nos permitan proyectar una identidad que no poseemos?
Mitos.
Los mitos nos dan en qué creer. Lo cual es de suma
relevancia, ya que el destino de un ser humano está subordinado a un conjunto
de creencias que ha seguido consciente o inconscientemente y que le han
gobernado la vida. Cambia sus creencias, cambia su vida.
Si usted cree, por ejemplo, que el secreto del éxito está
en el grado de estudios y no en su personalidad, optará por darle más
importancia a los grados académicos que a la creación y formación de una personalidad
que lo lleve al éxito.
Lo único que nadie nos da, nadie nos quita y desaparece con nosotros al morir
es la personalidad (la llave del éxito) y es, paradójicamente, a lo que menos importancia
le damos.
Si en lugar de dejar que nuestro diario quehacer nos la deforme de manera no consciente, nos abocáramos a mejorar y cuidar la calidad de lo que vemos, escuchamos, leemos y pensamos, cambiaríamos, para muy bien, la expresión y proyección de nuestra personalidad. Y con ello el grupo de personas con las que nos podemos asociar afectiva, social y empresarialmente (todo se da por contagio).
Observe a su alrededor, descubrirá muchos especialistas con doctorado o
postdoctorado que están plenamente conscientes de la superioridad de su saber y
frustrados de la inferioridad de su poder. Un grado académico sin una
personalidad que lo soporte, es papel. Una personalidad fuerte con un grado
académico fuerte, hacen maravillas.
Retórica.
La retórica no es otra cosa más que los temas de los que hablamos.
Los líderes cuidan mucho de proporcionarle a la masa las noticias,
declaraciones y discursos que norman su cotidiana conversación. Es la
herramienta más valiosa que poseen los lideres para poblar la mente de su grey,
amén de que a través de esta logran desviar la mirada de sus fieles, para poder
hacer lo que tienen que hacer sin la debida atención de estos.
El mismo objetivo persiguen todas esas otras invenciones para la desviación (mundiales, olimpiadas, conciertos y demás etcéteras) que llenan de ideas y conceptos inútiles a esa masa que no tienen, en calidad de rebaño, la capacidad de incidir en los acontecimientos. Pero que al hablar de ellos canalizan su impotencia a través de una retórica que les hace sentirse mejor (la energía se les sale por la boca), aun, cuando en esencia, no cambien nada. Es un ejercicio de despresurización que le ayuda al líder a atemperar la presión social.
Ritual (rutina).
Nada nos tranquiliza más que la rutina. A los seres
humanos no se nos da bien la incertidumbre y si hay algo que nos permite
evitarla, es el hacer siempre las mismas cosas. Usted va confiado a misa,
debido a que el ritual se repite una y otra vez. Y eso le hace sentirse en casa
(seguro). Lo mismo acaece con las franquicias. Conocer el procedimiento de
trabajo, si uno labora ahí, o la forma de ordenar algo, si uno consume ahí, nos
hace sentir que estamos en terreno conocido, sin importar si nos encontramos en
nuestro pais o en las antípodas. El ritual es, en sí mismo, un regreso al hogar
(a lo conocido). A eso que nos da tranquilidad y sensación de control.
Los tres capitalismos.
El mundo ha transitado por tres tipos de capitalismos. El
primero de ellos fue el Capitalismo de producción. Este se instituyo a
mediados del siglo XVIII y estuvo vigente hasta el principio de la Segunda
Guerra Mundial. El capitalismo de producción hacía que la gente se sintiera
orgullosa de lo que producía su empresa, ya sea en calidad de dueño o empleado
de esta. Trabajar en una empresa que contribuía tanto al bienestar social, nos hacía
sentir bien con nosotros mismos. Lo importante era producir lo que el mercado necesitaba
en la cantidad que este demandaba.
El mito y sentido de este periodo fue el de la: Producción.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo de producción fue
desvaneciéndose lenta y gradualmente, para dar paso al Capitalismo de
consumo. La gente empezó a sentirse orgullosa por su capacidad de consumo.
Lo importante ya no era en donde y en que se trabajaba. Lo importante era la
capacidad de consumo.
Esto hizo que lenta y gradualmente fueran más importantes los beneficios del puesto que los retos y responsabilidades de este. La gente medía el éxito no por la capacidad que tenía el individuo de producir determinados bienes o servicios, sino por su capacidad de consumo. Capacidad que era palpable a través de los símbolos de poder que ostentará (carros, joyas, ropa).
Este tipo de capitalismo estuvo vigente de finales de la
Segunda Guerra Mundial hasta la crisis de las hipotecas de alto riesgo del 2008
y el nacimiento de las redes sociales.
El mito y sentido de este intervalo fue el: Consumo.
Del 2008 en adelante empezamos a migrar del capitalismo de consumo al Capitalismo de ficción. En este tipo de capitalismo el prestigio ya no se mide por la capacidad de producción o de consumo que posea el individuo, sino por la capacidad que tenga de aparentar que es dueño de una vida que no posee. Cosa que logra a través de la publicación en redes sociales de imágenes que no solo ocultan sus carencias intelectuales, espirituales y económicas, sino que las usa para proyectar no lo que es, sino la forma en que desea ser percibido (si lo tienes que decir o publicar…, no es).
El problema del capitalismo de ficción es que carece de mitos y sentido. Carencia que genera, en las personas que han adoptado este modelo, un vació que los sumerge en una espiral a la baja y una pérdida de sentido que los impele a buscar y a aceptar a cualquier Mesías que posea la capacidad de decirles eso que necesitan para explicarse a sí mismos y a los demás, el por qué las cosas van tan mal en lo individual y en lo comunal.
Es tal el hambre de mitos y sentido que crea esta carencia, que si una persona les vende los mitos que les permitan proyectar en terceros su falta de sentido, incompetencia e irrealización, lo harán presidente… Ya sea en Estados Unidos de Norteamérica, México, Turquía, Colombia y próximamente en Alemania, Austria, Canadá, Francia, Polonia y demás países donde va a haber elecciones.
Ante el capitalismo de ficción que impera hoy, es menester que revise si sus acciones son de cara a sí mismo o de cara al aparador...
Recuerde, si eso que es intrínsecamente personal, lo que tiene que decir o publicar..., no es.
Nos leemos en el siguiente artículo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Comentarios y sugerencias