lunes, 22 de mayo de 2023

Perfiles antropológicos: Una aproximación.

Este será el primero de varios artículos sobre el interminable tema de los Perfiles Antropológicos. El objetivo de estos es brindar un marco de referencia que sirva para entender un poco más la muy compleja e interesante estructura humana. Sin más ambiciones que el de ayudar, empezamos con el primero de ellos. 

Suma de causas.
Los seres humanos somos el resultado de una suma de causas. No existe una causa – causa. Son múltiples los factores que inciden en el ser y quehacer de una persona. No obstante, y más allá de la suma de causas, es la esencia del individuo la que guía su accionar y conducta como ser humano. La esencia es inmutable. No cambia. Lo que cambia es su expresión (a más o a menos en función del entorno y de la suma de causas), pero no la esencia. Esta nos distingue y separa de los demás. Es la que nos hace únicos e irrepetibles.   

La esencia se expresa en mayor o menor medida en función del entorno socio cultural en el que nos movemos (dos). El primero de ellos es que la familia nos creó y el que consciente o inconscientemente hemos decidido seguir (los más). El segundo es el que hemos creado en función de nuestra esencia (los menos). Amén de lo ya mencionado, la esencia se expresa en más o en menos en función de nuestras creencias. Estas pueden ser heredadas (asumidas y jamás cuestionadas), extrínsecas (lo que la persona cree que cree) o intrínsecas (las que la persona ha creado racionalmente para sí), así como de la idea o visión que el individuo tenga de sí mismo. 

La identidad no la crea la cuna. Esta, la gran mayoría de las veces es freno, no acelerador. La identidad se crea en función de la visión intrínseca (no imaginaria, no fantasiosa) que el individuo tiene de sí mismo, es decir, de aquello que esta tan convencido de lo que es y puede llegar a ser, que trabaja con denuedo para demostrárselo. Cosa que solo podrá lograr si crea los entornos propios a él.

El combes sociocultural en el que nace y crece el individuo en su primera etapa está formado por sus padres, hermanos, tíos, abuelos, familiares y amigos. Este entorno no solo le contagiara una forma de vida que aceptará, modificara o rechazará en función de su esencia, carácter e idea de sí mismo, sino que además le creara una moral propia a ese círculo, pero extraña a los demás.   

Es importante anotar que hay tantas clases o tipos de moral como personas hay. De tal suerte que cada individuo, familia o grupo posee una moral propia a ellos, pero no a los demás. De hecho, y sin ánimos de jugar con las palabras podemos afirmar que toda moral es amoral, ya que al tiempo que respeta la propia, penaliza la ajena. Explorar las creencias y valores de una persona nos permite atisbar los resortes y motores que lo llevan a la acción.   

Creación de entornos.
Los escenarios que la persona crea para sí mismo son los más importante de todos. No obstante, es importante anotar que para poder crear estos, es menester que el individuo tenga la capacidad de romper con su pasado, haciendo a un lado las historias, compromisos y chantajes emocionales que el entorno de cuna le vendió. No porque estos sean malos, sino porque estos obedecen al ámbito socio cultural y temporal en el que crecieron y se desempeñaron sus padres, pero no a los de él. Los retos y complejidades que ellos tuvieron que resolver en su espacio tiempo, son opuestos a los que usted tiene que responder y distintos a los que sus hijos habrán de resolver.

Lo cierto es que son pocas las personas que tienen el coraje de crear el entorno que necesitan. Lo común es que repitan el de sus padres, abuelos y demás familiares. Lo que hace que las historias y ciclos familiares se repitan en el devenir de las generaciones.

Creencias (historias que nos contamos).
En este rubro es importante entender que el individuo tiene solo dos opciones: o dirige sus creencias o estas lo dirigirán a él.

Las creencias pueden ser heredades, extrínsecas o intrínsecas. Las heredadas, como su nombre lo indican, son las que le legaron sus familiares directos e indirectos. Estos las sembraron de tal manera en sus descendientes, que quedan como improntas que automatizan el ser y hacer de los suyos, al grado que estos ni siquiera llegan a considerar la posibilidad de cuestionar la temporalidad, vigencia y valides de estas. Son, por decirlo de una manera, un tipo de religión.

Las creencias extrínsecas, primas hermanas de las heredadas, son todas esas cosas que la persona cree que cree. Cosas que están en su boca, pero no en sus actos. Es, por ejemplo, ese hombre de familia que es muy apreciado en su círculo social debido a que de la boca para afuera habla de su esposa e hijas como lo más sacro y respetable que hay, aun cuando en su vida íntima vive oscilando de mujer en mujer. Otro ejemplo sería ese al que nada le agrede más que la gente deshonesta, aun cuando él mismo no pierda oportunidad de capitalizar cuanta oportunidad se le presente para hacerse de un dinero no ortodoxo.

Es importante anotar que nosotros somos las historias que nos contamos. Historias que nos sirven para explicarnos y explicar a los demás el devenir de nuestros avatares, desgracias o éxitos. Y si bien es cierto que todas esas historias son mayoritariamente fantasiosas, también lo es que hay en ella un ápice de realidad…, mínimo, pero lo hay.

Así pues, las creencias extrínsecas no son otra cosa más que ese cumulo de historias que nos contamos a nosotros mismos. Historias que nos llegamos a creer de tal forma, que bien podríamos llegar a rompimientos o desavenencias con todos aquellos que nos las niegan o refutan. Sabemos que no son ciertas, pero las hemos usado tanto como justificación de nuestros actos, que nos es muy difícil abandonarlas.   

Está por demás anotar que la razón por la cual este tipo de creencias tienen tanto éxito entre la Masa, es debido a que a esta gusta más del mito que de la realidad. Lo que los lleva a rodearse de otros que, como ellos, creen que creen lo que creen.

Para estos siempre será preferible rodearse de gente que este instalada en el mito que de aquellos que estén instalados en la realidad, ya que esos son poco o nada susceptibles a la psicología del autoengaño.

Creencias intrínsecas.
Estas tienen una particularidad: no se dicen, se hacen. Están en acto, no en palabra. Sirva para ilustrar lo anterior el siguiente marco de referencia: Una persona que posee creencias intrínsecas, no siente la necesidad de prometer nada. Simplemente hace lo que tiene que hacer sin necesidad de decirlo o prometerlo. Por el contrario, el que está instalado en las extrínsecas siente una ingente necesidad de prometer lo que se le pide. Lo cual de suyo es una mala señal, ya que solo se promete lo que no se quiere hacer. Lo que se quiere hacer, no se promete, se hace.

Una persona con creencias intrínsecas vive conforme a ellas. No habla, no explica, no dice lo que va a hacer, simplemente, lo hace. Una persona con creencias extrínsecas vive justificando todos sus actos. Es tal su necesidad de explicar el por qué hace las cosas que crea, dentro de su falsa moral, las razones que justifican su mal hacer. Cosa que no sucede con el que posee creencias intrínsecas. Este no explica, asume su responsabilidad y actúa en consecuencia…

Nos leemos en el siguiente artículo.

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