martes, 29 de diciembre de 2020

Verdad, realidad e intepretación.

Verdad y realidad son conceptos que con frecuencia nos llevan al error, aun cuando en nada se semejan uno y otro. La realidad es objetiva, extrínseca y ajena al individuo; la verdad es intrínseca, subjetiva y propia a al individuo.

La realidad obedece a lo que las cosas son; la verdad, a lo que la persona es.

Huelga decir que lo que la persona es, está más allá de la interpretación que esta haga de la realidad. Las tres: realidad, verdad e interpretación; son cosas disímbolas y ajenas entre sí.

La realidad es exógena, la verdad, endógena.
La verdad obedece al sujeto, a lo que la persona es. A eso que intrínsecamente ha buscado, busca y buscará aun cuando no esté consciente de ello. Razón que explica el por qué toma y ejecuta una serie de decisiones y acciones que son, inexplicables al principio, entendibles al final.

Por ejemplo, ese individuo, hombre o mujer que intrínsecamente se siente mejor solo que acompañado, se saboteara a sí mismo cuando esa relación que nació como transitoria, toma visos de formalidad. Así, sin estar consciente de porque hace lo que hace, realizará una serie de acciones que provocaran incomodidad y/o alejamiento de su pareja, de tal suerte que cuando la pareja se vaya, se dirá a sí mismo: fue mi pareja y no yo el que termino la relación… Inexplicable al principio, entendible al final.

La verdad púes, no tiene que ver con la interpretación que la persona hace de su mundo, sino con lo que la persona es. Si usted desea acceder a la verdad, a ese árbol de la sabiduría que mora en su interior, pregúntese a sí mismo que es lo que quiere y cuanto quiere lo que quiere. Ojo, lo que quiere, siempre le ayuda a crecer, lo que desea, a contraer.

Es importante anotar que eso que intrínsecamente quiere, lo quiere desde siempre. El problema es que poco o nada se observa y poco o nada se piensa, no obstante, si analiza la razón primera y última de sus actos descubrirá que hay cosas, que más allá del sacrificio que ha tenido que hacer por ellas, no le han dolido pagar, mientras que otras, aun sin sacrifico, le han costado mucho.

Esas que no le han dolido pagar son las que intrínsecamente quiere.

Recién me decía un amigo que le costaba mucho trabajo tener que ir a la oficina. Yo, que le conozco de años sé que lo que en realidad detesta es el tener que rendir cuentas de sus actos. Este no rendir cuentas de sus actos es lo que lo llevo al divorcio y a mantener su soltería e independencia de criterio.

El dueño de la empresa (que también es amigo mío y que me consulto sobre la mejor forma de dirigir a Fernando), lo acota con tiempos y fechas compromiso, lo cual es lo único que Fernando ni ningún otro creativo pueden tolerar. Lo paradójico de todo esto es que la única forma de dirigir a un creativo es acotándolo con tiempos y fechas compromiso.

Si Fernando se pensará un poco más, se tomaría un tiempo para aislarse y crear una serie de productos y/o servicios que, colocándolos en el mercado correcto, le darían la libertad que busca sin demerito de su responsabilidad pecuniaria.

Así pues, la verdad no tiene que ver con lo que nos dice la pareja, los padres, hijos, hermanos, socios o amigos. La verdad tiene que ver con lo que somos, queremos y necesitamos. No con lo que deseamos, si con lo que queremos. Confundir lo que deseamos con lo que queremos nos lleva al error y a la equivocación.

En la vida son más los deseos que las necesidades… Deseos hay muchos, necesidades, muy pocas. El deseo habla de sus vacíos, las querencias, de sus necesidades. Los primeros nos destruyen los segundos, nos construyen.

Permítame darle un ejemplo masculino. El hombre, ser que gravita más hacia el hacer que hacia el ser, fantasea con un carro deportivo, sobre todo cuando entra a esa edad en que hasta los señores le dicen señor.  

Lo que tiene que hacer antes de comprar un carro deportivo que no lo va a hacer más atractivo para nadie, es construir una personalidad que lo haga interesante por su psique y por su saber. Y si después quiere darse el lujo de comprar el carro, que lo haga. Este será un gusto que se está dando, pero no más.

Realidad de los objetos; realidad de los sujetos.
La realidad de los objetos es escueta. Los objetos, nada más son, y si bien es cierto que construimos interpretaciones que justifiquen nuestro querer y hacer respecto a estos, también lo es que, satisfecha la justificación, pierden su valor… Razón por la que al paso del tiempo podemos regalar sin afectación alguna, lo que ayer atesorábamos.

Los objetos son lo que son, independientemente de los valores o atributos que nosotros les brindemos. La dimensión que nosotros le damos a los objetos está subordinada a la edad, experiencia y sabiduría de la persona. Entre más sabia es la persona, más objetiva el objeto (lo ve como lo que la cosa es: un objeto). Por el contrario, entre menos sabia es, más subjetiva al objeto (le da valores y atributos que el objeto no posee).

No acontece lo mismo con los sujetos. La realidad de estos es más compleja. No porque los sujetos lo sean. Estos son simples, llanos y transparentes. La relación es compleja debido a la subjetividad con la que leemos, tergiversamos y modificamos al otro en nuestro interior.

No nos damos cuenta de lo que el otro es y quiere debido a que nuestras ganas de que la persona en cuestión quiera lo que nosotros queremos en la forma en que queremos, nos obnubila la mente al grado que modificamos lo que el sujeto es y quiere en aras de una fantasía que nada tiene ver con su realidad.

Si algo nos ha enseñado la vida es que la gente hace las cosas por sus razones, no por las nuestras. Nos es menester aprender a poner distancia emocional del sujeto en cuestión, sin importar si este es nuestro padre, hermano, pareja, hijo, socio o amigo. Esto nos permitirá observar lo que la proximidad afectiva no nos deja ver, en la inteligencia de que lo importante no es juzgar, sino entender.

Observe a sus hijos, descubrirá que estos están muy lejos de usted, tanto por la brecha generacional, como por lo que persiguen y desean. Por supuesto que sus hijos le quieren, pero el hecho de que lo quieran no significa que van a dejar de ser lo que son para darle gusto a usted, amén de que entre más crecen, más extraños serán para usted, no porque lo sean, sino porque construimos en nuestra mente unos hijos que no tenemos.

Todo cambia cuando observas y entiendes lo que el otro es, justo en ese momento es cuando empiezas a crear una relación fructífera y sana. Por ejemplo, cuando observas a tus hijos entiendes que lo normal es que vean por su pareja e hijos y no por ti. La vida nunca ve hacia atrás y, los padres, nos guste o no, representamos el atrás.

¿Está mal? No, por supuesto que no. El instinto ve hacia adelante, el ideal, hacia atrás. Lo que está mal es que creamos y esperemos lo contrario.

Uno de mis socios sufrió recientemente un accidente que casi le cuesta la vida. El accidente le ayudo a refrendar lo que ya hacía, darle más importancia a la forma de Ser que a la forma de Hacer. La frase que le distingue es: si el negocio lo haces con la persona correcta, es negocio… Y esto aplica en todo, en el matrimonio, en la amistad, en los negocios y en esa suma de etcéteras del convivir humano.  

Es menester entender que el sujeto es y que en su es no hay maldad, negligencia o falta de interés. Todo lo que hace es obsecuente a su esencia, aun cuando no esté consciente de ello.

En síntesis, una es la realidad de los objetos y otra la de los sujetos. El objeto es una cosa y como tal tiene un valor funcional, no más. El sujeto posee un es y es precisamente su es lo que le hace ser relevante en nuestro transitorio coincidir. Podrá cambiar la coincidencia, pero no su valor, ya que siempre habrá coincidencias en las que sume al es de otro. Todos somos una suma coincidente en él es de otra persona.

Interpretar es para el ser humano lo que para el ave volar.
La interpretación es la herramienta que usamos para contar historias que nos expliquen a nosotros y al mundo. El problema es que hemos hecho de la interpretación una verdad, cuando esta nada tiene que ver con la verdad. La interpretación está subordinada a nuestro devenir y entorno. Cambia tu entorno, cambia tu interpretación.

Nadie nace judío, católico, alemán, protestante, francés o musulmán. Todos al nacer somos humanos, después nos inculcan historias que nos hacen tomar nacionalidades y religiones que nada tienen que ver con el acto de ser humano. Todas esas historias son interpretaciones obsecuentes a una geografía, raza y cultura. Interpretaciones que nos alejan de nosotros mismos y de la realidad.

Si lo que usted desea es mejorar su accionar, es menester que coteje su verdad (lo que usted es y quiere) con lo que le exige la realidad. Esto le permitirá hacer las adecuaciones correctas, tal como se explicó en el ejemplo que mencione líneas arriba.

También es de suma importancia cotejar sus historias o interpretaciones con la realidad de los objetos y de los sujetos. Esto le hará ser más asertivo y efectivo.

Recuerde que se decide desde la realidad, se dirige desde el poder y se vende y opera desde la fantasía.

Nos leemos en el siguiente artículo.

3 comentarios:

  1. Hola! Es necesario contactarlo, por favor póngase en contacto conmigo a la brevedad. Mi correo es alexparra03@gmail.com

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  2. Estimado Jaime. Extraño tus sustanciosos artículos. Por favor obséquianos uno más en el que nos expliques tu saber sobre los valores de rentabilidad, posición y competencia.

    Gracias de nuevo.

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  3. Hola Jaime, espero se encuentre bien, hace tiempo que no lo leemos. Se le extraña
    Saludos

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Comentarios y sugerencias