martes, 15 de diciembre de 2020

Obedecerse a sí mismo.

Solo obedece a los demás, el que no puede obedecerse a sí mismo. 

Todo lo vivo es obediente.
El león se obedece a sí mismo para poder ser león. La planta se obedece a si misma para poder ser planta, lo mismo acece con todas las cosas vivas, se obedecen a sí mismas para poder ser lo que son. Con los seres humanos no sucede así. Se nos educa desde la cuna para obedecer a los demás, pero no a nosotros mismos.

Los padres necesitan hacer que sus hijos los obedezcan para poder protegerlos de sí mismos, ya que es muy difícil que en la puericia puedan dimensionar los riesgos a los que se enfrentan. Así, pues, no está mal que los hijos obedezcan a sus padres, lo que está mal es que los padres no les enseñen a sus hijos a distinguir cuando deben obedecerse a sí mismo y cuando a los demás.

El problema de raíz es el hecho de que los padres no les pueden enseñar a sus hijos lo que no saben, ya que estos no solo no saben obedecerse a sí mismos, sino que además se han pasado toda la vida obedeciendo a los demás, lo cual, por si fuera poco, les ha brindado reconocimiento y aceptación social… Así, pues, ¿Por qué tendrían que obedecerse a sí mismos si todo está diseñado para obedecer a los demás?

Este no obedecerse a sí mismo es algo que en el círculo de las generaciones se transmite de padres a hijos. De hecho, hay padres que hasta se sienten orgullosos de lo bien portados que son sus hijos, lo cual les debiera preocupar en demasía, ya que estarían criando hijos subordinadamente subordinables, es decir, gente que esta convencida que tiene que hacer lo que se le comanda, aun cuando su yo interno este en contra de ello, lo que a la postre genera una frustración e irrealización mayúsculas.

Solo se puede obedecer a si mismo aquel que sabe cuándo y cómo hacerlo.
Para poder obedecerse a sí mismo es menester aprender a pensar. Piensa aquel que sabe porque piensa lo que piensa, siente lo que siente y hace lo que hace. Sabe pensar aquel que gobierna su mente en lugar de que esta le gobierne a él. Si usted no dirige su pensar, sentir y hacer, es porque usted esta robotizado, es decir, hace las cosas sin saber la razón primera y última de porque las hace.  

Al cerebro es menester enseñarle a pensar, lo cual se dificulta si la persona nunca le ha puesto orden a ese errático y disperso imaginar que tiene el cerebro y que hace que nos desgastemos en cosas inútiles y fatuas. Recuerde que pensar que se piensa no es pensar, es imaginar, cosa que el cerebro hace muy bien, ya que está hecho para eso, es decir, para la fantasía, el chisme y el rumor. El cerebro cuando no se le educa, toma las cosas tal como se las dicen, sin analizar nada, sin descartar nada.

¿Por dónde empezar?
Lo primero que debemos hacer es educarnos a nosotros mismos.
Por razones de trabajo me es fácil llevar al otro a un análisis de su pensar, con la intención de que sea él el que descubra que tanto está pensando lo que piensa. 

Es tan contundente la lógica que uso para llevarlos a que descubran su no pensar, que no les queda otra que aceptar que no lo están haciendo, lo que los lleva a prender las alarmas que les permitan regir su cerebro. No obstante, la realidad es que el hábito pesa mucho, por lo que en cuestión de minutos regresan a hacer lo mismo.

Uno de ellos me confesaba: Qué difícil es esto. Es frustrante darse cuenta de que no sabemos pensar. Cuando me doy cuenta de que divago, hago un alto, corrijo mi pensamiento y retomo lo que debo pensar, para darme cuenta en momentos que estoy divagando otra vez. Pensar es un hábito que no hemos desarrollado y que nadie nos enseña a desarrollar.

Los padres se deben educar a sí mismos para poder educar a sus hijos.
Mi recomendación es que tomen un tema en conjunto con alguien más y que hagan un esfuerzo de no abandonar la sala o lugar de reunión hasta que el tema lo hayan agotado. Se recomienda que el tema sea ajeno a ustedes. Ya sea el análisis de una película, de las elecciones de un pais, de la vacuna del COVID o de lo que ustedes gusten, pero ajeno su quehacer biográfico.

El objetivo de este ejercicio no es ver quien tiene la razón o quien gana el debate, sino que cada una de las partes fundamente sus argumentos, basándose en la lógica, en los hechos y no en las opiniones o decires de reporteros o terceras personas. Por ejemplo, nadie en su sano juicio cree que Donald Trump esta interponiendo demandas de fraude para boicotear las elecciones. Lo que esta haciendo es negociar su posición dentro del partido Republicano, al tiempo que negocia inmunidad para él y los suyos.

Aprender a pensar es aprender a analizar y a ver más allá de lo obvio, no solo en lo concerniente al entorno, sino a nosotros mismos.

Un directivo de una empresa que se vio afectada por la contracción económica, fue promovido a otra plaza. El Directivo (padre soltero) en cuestión tiene un hijo que cursa sus estudios primarios. La pandemia obliga al hijo a estudiar vía remota, lo cual puede hacer en cualquier parte, sin embargo, lo lógico es pensar que un cambio de ciudad, con una cultura ajena a la de él y sin poder conocer amigos, le cobrará la factura tanto a él como al padre. La probabilidad de que el directivo en cuestión eche raíces en su nueva locación es minúscula, lo cual no esta mal, lo que está mal es que él y la empresa crean lo contrario.

Pensar siempre nos hace evidentes aquellas cosas que por obvias minimizamos o pasamos de largo. Lo paradójico de esto es que son las que siempre nos causan más estupor, rabia o frustración en el momento en que acaecen. Pensar nos ayuda a no engañarnos y a no caer en los túneles o engaños de nuestra mente.

Entre más repita el ejercicio arriba mencionado, más fácil le será desarrollar el hábito del pensamiento, lo cual le brindará más y mejores herramientas para obedecerse a sí mismo, amén de que también le ayudará a mejorar su capacidad de análisis y a identificar los argumentos lógicos (no rebatibles) que le permitirán que el otro, aunque sea a regañadientes, acepte que usted se obedezca a sí mismo y no a él.

Recuerde que entre más contundente sea la lógica de su argumento, menos posibilidad tendrá el otro de rebatir.

Este es un ejercicio que se tiene que hacer diario. Empiece por temas ajenos a su biografía. Cuando ya haya desarrollado la habilidad de pensar lo que piensa, migre a temas que competan a su quehacer biográfico, pero siempre en compañía de su par, para que éste le ayude a discernir cuando este usted dándole razones a su razón.

Cuando este estadio este dominado, repita el ejercicio, pero ya sin la compañía de su par. Dese el tiempo para analizar, en silencio y soledad, casos ajenos a usted y casos propios a su biografía. Tome un tema, el que usted desee, y agótelo. No se permita desviaciones ni autoengaños de la conciencia. Llegue a una conclusión y después repita el caso con su par y coteje el proceso y el resultado...

Esto le hará ver que tan apto esta para hacer el análisis usted solo, que es a la meta a la que usted debe llegar.

Entre más haga usted esto, más fácil le será llegar a la esencia de las cosas y a esgrimir argumentos que no solo le harán más fácil obedecerse a sí mismo, sino que además le va a ayudar a que el otro u otra entienda que lo que está haciendo está bien. Algo que probablemente no sea del agrado del otro, pero que no quiere decir que este mal.

Recuerde que a nadie le va a gustar el que usted se obedezca a si mismo, ya que estamos acostumbrados a obedecer y a que se nos obedezca, ya sea a través de la compensación monetaria, la persuasión emotiva, el enojo, el chantaje o el miedo. 

Sin duda al principio va a ver en sus relaciones más desencuentros que encuentros, sin embargo, la realidad es que al final van a ganar todos, ya que el otro o la otra siempre sabrá que esperar de usted.

Contra lo que usted puede creer, siempre es mejor obedecerse a sí mismo que a los demás.
Las personas que se ven obligadas a obedecer a los demás (esposo, esposa, familiares, jefes, amigos y demás etcéteras), cargan un nivel de frustración mayúsculo, ya que se ven en la necesidad de hacer todo aquello que intrínsecamente no quieren hacer.

La frustración los instala en el rol de víctimas, lo que a la postre los terminará convirtiendo en victimarios, ya que es la única forma en que le pueden cobrar a los demás lo que estos les obligan a hacer. La agresión de estas personas es psíquica. Agreden a través de ensalzar su sacrificio, del chantaje emocional. Lo que buscan es que el otro se sienta mal, ya sea inspirando lástima o haciendo que el otro se sienta culpable por no satisfacer las necesidades de su victimario (a esto le llaman solidaridad).

Es importante anotar que como la gran mayoría se han instalado en el rol de víctima, la sociedad ha enaltecido hasta el absurdo el concepto de la solidaridad, no obstante, la realidad es que si a la gente se le hubiese enseñado a obedecerse a sí misma y a entender cuándo debe obedecerse a sí y cuando a los demás, la solidaridad perdería su razón de ser ya que lo que la gente buscaría de manera natural es la subsidiaridad.

A los hijos es menester guiarlos, entendiendo que guiar no solo es dirigir. Es enseñarles a pensar, a que entiendan porque piensan lo que piensan y sienten lo que sienten. Enseñarles que los seres humanos gravitamos de manera natural hacia la fantasía y que a nada teme más el ser humano que a la realidad, por lo que es de suma importancia que identifiquen, procesen y dirijan la realidad, pero sin que tengan que hacérsela patente a los demás.

Enseñarles lo que el ser humano es y que no está mal ser como uno es, lo que está mal es dejar que lo que uno es sea lo que nos gobierne, cuando somos nosotros los que tenemos gobernar lo que somos.

Cuando a los hijos se les enseña a obedecer sin enseñarles el porqué de esa obediencia y sin darles oportunidad de refutar con razones lógicas y sustentables el porqué de sus objeciones, lograremos crear individuos que además de ser subordinadamente subordinables, crecerán con una frustración e irrealización que los llevara a ser grandes consumidores.

Los mercados viven gracias a todos esos que aprendieron a obedecer a terceros y no a sí mismos. Estos necesitan consumir y lo hacen pensando que tener lo que tiene el otro, los va a semejar al otro. Nada más lejos de la realidad, lo suyo es una interminable caída del vacío en el vació, ya que nada sustituye la capacidad de obedecerse a sí mismo.

El pretexto siempre oculta la causa.
Le dejo, a manera de despedida, un truco muy sencillo...
Escúchese hablar y escuche a los otros. Descubrirá que tanto usted como ellos se escudan en mil y un pretextos para no hacer las cosas, cuando la realidad es que el pretexto solo sirve para ocultar la causa…

La causa real es que no quiere hacer las cosas, pero como no sabe obedecerse a sí mismo, se ve en la necesidad de decir que sí va a hacer lo que no quiere hacer…, y como lo más probable es que termine no haciendo las cosas tal como se las pidieron, usara un pretexto que le servirá para ocultar la causa.

Entre más se obedece la persona a sí mismo, menos pretextos usa.    

 Nos leemos en el siguiente artículo.

1 comentario:

  1. Pondré en marcha estos ejercicios para saber que tanto puedo llegar a obedecerme a mí mismo y aplicarlo en el día a día.
    Saludos

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Comentarios y sugerencias