El
Jesús histórico versus el Jesús bíblico.
Actualmente
hay más de dos billones de cristianos en el mundo, de los cuales la gran
mayoría dicen creer en la resurrección. Por lo que no deja de extrañar que en
las Iglesias y templos del mundo adoren la imagen del cristo agónico en lugar
del resucitado.
Hay
dos posibles explicaciones de esto: una de ellas es que el Hombre Masa prefiere
el cristo agónico porque identifica su vida con la de él, y la segunda es que
las iglesias y la Masa en sí, prefieren el agónico ante la duda inconsciente de
la resurrección. Ya que la agonía la conocen todos, la resurrección, no.
Otra
buena parte de ellos cree que Jesús es hijo de dios. De un dios cruento y crudo
que ante sus propios errores opta por sacrificar a su hijo, para que la sangre
de éste redima a los hombres ante él, que es el causante de haberlos creado así.
Amén, claro está, que al hacer esto logra que los hombres se sientan culpables
de por vida de un muerte que sentencio él y no nosotros.
Esto
nos pone ante un dios que decidió sacrificar a su hijo para que la sangre de este
salvara a la humanidad de la ira de él mismo por los errores de él mismo.
Esto,
obviamente, no es propio de un dios. Por lo que lo más probable es que los
escritores se hayan equivocado al escribir la Biblia, ya que dios sería incapaz
de hacer esto.
Dejemos
al dios de los escritores atrás y centrémonos en su supuesto hijo.
Nos
es menester reconocer que la humanidad sabe poco de Jesús. Fue este un hombre
como todos los demás, es decir con papá, mamá y hermanos de sangre… Con fortalezas
y debilidades, con virtudes y defectos como cualquier mortal o en realidad fue
hijo de dios.
Por
ejemplo, si en realidad fue hijo de dios, qué tratamiento recibían sus
desechos, ya que al comer y beber, obligadamente tenía que defecar y orinar.
Así, la pregunta obligada es: ¿eran estos desechos divinos tratados con la
veneración que amerita toda sustancia celestial o eran tratados como los de cualquier otro mortal?
La
realidad es que el misterio sobre la carnalidad o divinidad de Jesús ha suscitado
mil y un problemas en del devenir del tiempo, no obstante la polémica sigue sin
que se haya podido llegar a una conclusión.
La
polémica se avivo en el 2002 cuando se descubrió el osario de Santiago.
Este decía así: Santiago, hijo de José, hermano de Jesús. Indistintamente de
que el osario haya sido un fraude, la polémica se intensifico y una muestra de
ello es lo que sigue…
Las
iglesias de inmediato negaron que Jesús hubiese tenido hermanos biológicos,
alegando que María (que quedó embarazada a los 14 años -lo que diría mi mamá),
fue virgen antes del parto, durante el parto y después del parto, conservando
su virginidad hasta el día de su muerte. Lo cual significa que José jamás tuvo
relaciones con ella (lo que diría mi mujer).
Casi
todo lo que sabemos del Jesús mítico viene de cuatro evangelios: Marcos; Mateo;
Lucas y Juan. Evangelios que supuestamente fueron escritos entre cuarenta y
setenta años después de la muerte de Jesús, aun cuando algunos de ellos vieron
las luz cientos de años después. No obstante este escribir fuera de tiempo significa
que lo que se plasmó en ellos no es lo que realmente sucedió, sino el recuerdo de una
memoria distorsionada intencionalmente para cambiar la realidad y reclutar
adeptos…
Aunque también está la otra versión que por plausible es más creíble, que estos fueron el brillante y majestuoso trabajo de un grupo de literatos que instituyeron un mito para crear una religión.
Aunque también está la otra versión que por plausible es más creíble, que estos fueron el brillante y majestuoso trabajo de un grupo de literatos que instituyeron un mito para crear una religión.
Los
Evangelios están llenos de inexactitudes y contradicciones entre uno y otro, amén
de un sin fin de idealismos, posibilidades, romanticismos e improbabilidades que
subliman al Hombre Masa, que es, al final de todo, el objetivo de toda
religión.
El
Hombre Masa aspira a lo posible, no a la probable.
El
antiguo testamento es una narrativa idealizada de la historia de Israel, cosa
que no sucede con el nuevo testamento. Este es producto del trabajo febril (en
su acepción correcta: fiebre) de hombres que escucharon de trasmano lo que unos
le contaron a otros sobre los hechos de Jesús.
La
narrativa que los cuatro evangelios hacen de la vida de Jesús es subjetiva y
ambigua. Lo que permite que los ministros y pastores de turno puedan acomodar
los conceptos justo como ellos los necesitan. Amén de que la ambigüedad ayuda a
que la fe cobije aquello que la razón no puede aceptar. Es por ello que las
contradicciones e inexactitudes en fechas y lugares sean irrelevantes, ya que lo
importante no es demostrar, sino hacer que la gente crea.
Tan
bien redactado está el nuevo testamento que si usted se afana en demostrarle a
un Hombre Masa que es improbable que una Mujer conserve la virginidad durante
el embarazo, alumbramiento y posterior nacimiento de un niño, este le dirá con
convicción que usted está equivocado. Que por supuesto que sí es probable… Siempre
y cuando, claro está, esto no le suceda a una de sus hijas. Ahí la cosa cambia.
De
igual forma el cuento de la resurrección es una artimaña psicológica que los
redactores de los cuatro evangelios usaron con maestría para darle tranquilidad
a aquel, que en su infinita mediocridad, necesita de otra vida que justifique
las miserias de esta.
Un
ejemplo de cómo se crea un mito es la forma en que los evangelistas redactaron
la crucifixión y resurrección de Jesús. Su objetivo no era explicar las cosas
desde la realidad, sino lograr que el Hombre Masa se identificara plenamente
con el dolor y abuso que ellos mismos padecen día a día.
Como
usted sabe las crucifixiones en ese entonces eran muy comunes. Pontius Pilatus crucificaba a diario a malhechores y delincuentes. Era una forma de demostrar
el poder de Roma.
A
los ladrones y sinvergüenzas se les crucificaba cabeza arriba. A los líderes
políticos se les crucificaba cabeza abajo, y a los apostatas o creadores de
nuevas religiones, que sería el caso de Jesús, se les condenaba a morir lapidados.
A
Jesús se le crucifico junto a dos ladrones debido a que la autoridad lo tenía fichado
como tal, ya que en el asalto al templo los cambistas que estaban en el
pórtico perdieron una gran cantidad de dinero. Lo paradójico de estos es que no
obstante lo aparatoso de su acto, su crucifixión paso desapercibida. Era una
más de las muchas que se hacían día a día.
Pedro
y los demás le abandonaron por razones obvias, ya que la ley condenaba con la
misma pena a los involucrados en el bandidaje. Las únicas personas que es
posible que lo acompañaran fueron su madre, la Magdala y el misterioso joven de
la manta. La función de estos era espantar los cuervos para que no se comieran
los ojos de Jesús.
El
relato evangélico dice que los soldados se mofaron de Jesús, cosa que era de lo
más normal después de todo lo que había hecho (asalto al templo). También dicen
que cuando tuvo sed le dieron a beber vino mezclado con hiel, pero no dice que
se lo dieron por consideración, ya que era lo que la gente acostumbraba a tomar
para calmar la sed.
También
dicen que una vez que le crucificaron los legionarios se repartieron sus
vestidos echándolos a la suerte. Lo que no dice es que en aquel entonces la
ropa era un lujo y que lo justo era que se lo echaran a la suerte para ver
quien se quedaba con ella.
Los
evangelistas no explican que la ley romana prohibía que los crucificados
tuvieran sepultura alguna. Todos los crucificados eran arrojados a una fosa
común, donde los perros y los cuervos se comían los cadáveres. Ningún
crucificado tenía derecho a sepultura y no hay registro de uno solo que lo haya
tenido.
No
obstante la narración dice que Jesús fue enterrado en el sepulcro de José de
Arimatea, miembro del Tribunal Supremo de los Judíos (Sanedrin) y Decurión del
Imperio Romano, lo que de suyo hace poco plausible la idea, ya que esto le
acarrearía graves problemas.
Así
pues pareciera ser que los evangelios nos dicen: vamos a contarles algo
increíble pero lo tienen que creer, lo que ineluctablemente nos lleva a Tertuliano
(160 - 220), ya que éste, en su calidad de Padre de la Iglesia, es el que acuño
la frase: Credo quia absurdum (creo porque es absurdo). Frase que dicta que los dogmas de religión deben creerse
con una convicción inversamente proporcional a la racionalidad de los mismos.
Un ejemplo de lo
anterior es Pablo, un mito que da testimonio de otro mito, el de Jesús.
Pablo ocupa casi el 50% del nuevo testamento, por lo que no hay forma de que no se le considere, ya que es el que más escribió sobre un Jesús que no conoció.
Pablo ocupa casi el 50% del nuevo testamento, por lo que no hay forma de que no se le considere, ya que es el que más escribió sobre un Jesús que no conoció.
Pablo de Tarso.
Pablo escribió
casi el 50% del nuevo testamento, 80 mil palabras en trece cartas de las cuales
cuatro son personales (Filemón, Tito, Primera y
Segunda a Timoteo), mientras que el resto son colectivas (Primera y Segunda a
los Tesalonicenses, a los Gálatas, Primera y Segunda a los Corintios, a los
Romanos, a los Filipenses, a los Colosenses y a los Efesios), es decir, cartas no
dirigidas a una persona en particular sino a la comunidad eclesiástica de
manera colectiva.
Lo primero que nos llama la atención es que
Pablo nunca escucho hablar de María, ni de José, Belén, Herodes y Juan el bautista.
Nunca escucho de los múltiples milagros que se le achacan a Jesús, ni cita de
primera mano algo dicho por él, así como tampoco menciona que Jesús tuviera
ministerio alguno.
No sabe nada de
la entrada de Jesús a Jerusalén. Nunca menciona a Poncio Pilatos y mucho menos
el supuesto papel que tuvo el Sanedrín en la captura y posterior crucifixión de
Jesús.
Menciona, cierto
es, la crucifixión, resurrección y ascensión de Jesús, pero habla de él como si
nunca hubiese estado en la tierra. Como si siempre hubiese sido una idea, una abstracción,
pero no un hombre de carne y hueso.
La razón por la
que Pablo ha tenido tanto existo, amén de su pluma, si es que las escribió él, es
debido a que éste uso como base de sus escritos una idea etérea y desdibujada de
un mito que yacía en el subconsciente colectivo de la época y que satisfacía (y
satisface) las necesidades intrínsecas del Hombre Masa.
Otro tema no
menos importante y que le ha pasado desapercibido al hombre Masa, es el hecho
de que el primer evangelio haya aparecido cuarenta años después de la muerte de
Jesús, cuando supuestamente fue una figura que marco un parteaguas en su época.
No obstante la realidad es que Jesús vivió, murió y de inmediato paso al olvido.
Por cuarenta años nadie hablo de él.
Pablo es el creador
del Cristianismo. Él es que empezó los escritos del nuevo testamento y lo hizo
con las cartas que les escribía a las iglesias que había fundado en las
ciudades del este de Grecia. En donde lo más probable es que estos fueran
escritos con la intención de brindarles paz a los judíos de la diáspora, sobre
todo después de la primera revuelta (66 DC) y posterior destrucción de
Jerusalén (70 DC).
Un dato curioso
es que así como no existe registro del Jesús histórico fuera de la biblia y el
que existe es negado por la iglesia (Jesús, hijo de Judas de Gamaliel,
conocido como el Mesías fallido, el cual también murió crucificado), tampoco existe
registro alguno fuera de la biblia que hable de Pablo de Tarso.
En otras
palabras, lo más probable es Pablo también sea una figura ficticia, ya que no
hay rastro histórico documental de ninguno de los dos. No obstante fue el
personaje de Pablo el que transformo a Jesús el judío olvidado en Jesús el hijo
de Dios. Lo cual fue muy oportuno para mitigar el dolor de la diáspora.
Las cartas de
Pablo son una novela llena de emoción y misterio. No obstante la realidad es
que por mucho que nos gusten, nos vemos en la necesidad de reconocer que nos imposible
estudiarlas a fondo, ya que las cartas más antiguas que existen de él son
copias de copias, con una distancia de siglo y medio de las originales. En
otras palabras, no existe en el hipogeo ni en ningún otro lugar, una sola carta
escrita de su puño y letra.
Es como si Pablo nunca
hubiesen existido. Se puede decir que son como él, ya que no hay testimonio
real de su existencia y las únicas evidencias existentes son las religiosas. La
más antigua de todas es un manuscrito llamado Papiro 46 (P46), del 200 DC. Las copias están en Chester Beatty y
la Universidad de Michigan.
Si bien es
cierto que el libro de los Hechos de los Apóstoles habla de Pablo, también lo
es que el libro de los Hechos miente o miente Pablo en Gálatas. Ya que en Gálatas podemos
leer que el itinerario de Pablo contradice totalmente lo dicho
en el de Hechos.
En
Gálatas podemos leer que Pablo viajo de Damasco a Arabia (Jordán moderno). De
Arabia a Damasco (donde permaneció tres años). De Damasco a Jerusalén donde
estuvo quince días con Pedro y el hermano de Jesús. Después se fue a Siria y
Cilicia (Gálatas 1.21) donde permanece 14 años. Después regresa a Jerusalén
(Gálatas 2) llevando con él a Bernabé y Tito.
Por
lo que lo dicho en el libro de Hechos está equivocado, ya que ahí dice que
Pablo empieza en Jerusalén y persigue a los discípulos. Sin embargo en Gálatas
1.22 dice: y no era conocido de vista a
las iglesias de Judea, que eran en Cristo. Es decir, que nunca habían visto
su cara. En palabras de Pablo, nunca estuvo en Jerusalén persiguiendo a la Iglesia.
Si
estuvo persiguiendo a alguien, cosa que está en duda, los hizo en Siria, no en
Judea, por lo que no fue visto en Jerusalén hasta 17 años después. De tal
suerte que: o Pablo miente en Gálatas o
miente la Biblia en el Libro de los Hechos.
Regresemos
al tema. La copia más antigua del Libro de Hechos que habla de Pablo es del siglo
III (Papiro 20, P45 y P53), los demás son del siglo IV y V de nuestra era. Del
libro de Pedro existe solo una copia del año 300 de nuestra era (P72).
Las cartas de
Pablo fueron los primeros escritos cristianos, sin embargo, como ya
mencionamos, ninguno de los cuatro evangelios hablan de él. Las cartas de
Santiago, Judas y Juan tampoco lo hacen y el Apocalipsis lo omite totalmente.
No hay en ningún
documento de la época que haga referencia alguna de ellos dos (Jesús y Pablo), cosa por
demás difícil de aceptar. Lo más curioso es que hay mucha evidencia de gente de
mucha menor importancia, pero no de ellos.
La realidad es
que ningún poeta, funcionario o recaudador de impuestos los menciona o habla de
ellos (Jesús y Pablo), ni aparecen en sus registros. Aparece mucha gente de la época,
menos ellos dos.
Conclusión: El Jesús real, si le hacemos caso a la biblia, nació, vivió, murió y paso al olvido en un santiamén.
Conclusión: El Jesús real, si le hacemos caso a la biblia, nació, vivió, murió y paso al olvido en un santiamén.
Y nada tiene que ver uno con el otro. Amén de que no hay forma de que estas figuras se entrelacen entre sí.
El resultado sería una mala teología o una muy mala historia….
Usted decide.
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