jueves, 24 de septiembre de 2015

El encuentro de los contrarios.

La cultura nace del encuentro de contrarios.
Nuestra especie, una de las más interesantes que han poblado este planeta, está llena de actos contradictorios. Una contradicción es cuando lo que digo (pensamiento - criterio) no obedece a lo que hago (creencia – norma). La realidad es que la congruencia no está en nosotros. No como nosotros creemos que esta.

Tenemos un cierto nivel de congruencia, pero solo en actos menores. Actos que empezaron como casi todos, siendo incongruentes, y que al paso del tiempo los hemos ido empatando con el fin de que nuestro decir obedezca a nuestro hacer. No obstante estos actos ocupan una muy pequeña parte de nuestro accionar.

Veamos un ejemplo de nuestras incongruencias. La gran mayoría de nosotros valoramos en mucho la seguridad, la estabilidad y la congruencia, no obstante la realidad es que las tres son una ficción. La seguridad es para los débiles, la estabilidad para las plantas y la congruencia para las piedras. Nosotros no podemos aspirar ni a la seguridad, ni a la estabilidad ni a la congruencia.

La seguridad es una ficción.  
La vida es, ha sido y será incierta, insegura e impredecible (oblicua). Somos nosotros los que en nuestra ficción tratamos de que esta sea lo más segura posible. Buscamos la seguridad en todo lo que hacemos. Actuamos como si la vida fuera lineal y no oblicua.

Creemos, ya una vez que decidimos algo, que todo va ser igual. Que no va a acontecer nada en el entorno que lo amenace o cambie. Que no va a ver obstáculos, reticencias y resistencias de los demás, y que por ende las cosas acaecerán tal como las planeamos y decidimos.

Nada más lejos de la realidad. La vida es oblicua, Una cosa es lo que pensamos y otra la que acaece. Nada es lineal, ni nosotros mismos. Es por ello que se dice que los planes se deben escribir en una barra de hielo un buen día de verano, ya que estos son guía, pero no norma.

La estabilidad es otra de nuestras ficciones.
La vida es un sistema dinámico, cambiante. Inestable a nuestros términos, estable en los suyos.
La vida es un un sistema con varios estados de equilibrio que se ven influidos por la acción de cambios (perturbaciones externas) no fácilmente detectables y que inciden en ella.

Son cambios que se dan en largos periodos de tiempo y que rebasan por mucho nuestro espacio de vida, por lo que no estamos conscientes de ellos. No obstante aunque la vida es meta estable a largo plazo, no lo es en el corto plazo. En el corto plazo sufre perturbaciones de las que no estamos exentos.

Cierto es que debemos consolidar las cosas para migrar a la construcción de otras, pero lo debemos hacer conscientes de que la estabilidad que nosotros buscamos es una ficción, no una realidad. Lo que debemos hacer es reconocer que la consolidación es frágil y que esta tendrá mejores posibilidades de lograrse en la medida en que reconozcamos que esta está sujeta a varios estados de influencia y equilibrio, por lo que constantemente estaremos regresando a lo ya hecho para hacer los ajustes pertinentes.

Permítame, a manera de mala broma, inventar una muy mala anécdota sobre el valor de la estabilidad… No nos vaya a pasar como ese señor que llega y me dice: mi hijo es muy estable. Es su sexto año consecutivo en sexto de primaria.

La estabilidad que debemos buscar es la meta estable. Esa que está sujeta a constantes interferencias y cambios, y que en la medida en que responsamos a ellos con inteligencia y acción, alcanzaremos una estabilidad que nunca deja de ser incierta, pero que nos permitirá avanzar.

El mito de la congruencia.
Nuestra especie es hile-mórfica (materia y forma). Posee a un mismo tiempo materia y forma (mente). La materia tiende hacia un lado y la forma (mente) hacia otro. La congruencia en nuestra especie es una fantasía. La realidad es que somos congruentemente incongruentes.

El Reino Mineral, el Vegetal y el Animal muestran una congruencia propia a su natura. Los tres reinos están formados por una sola esencia cada uno, y con una manifestación propia a su respectiva esencia. En ellos no hay incongruencias. Jamás vamos a ver una piedra que quiera dejar de ser piedra para ser arena, o una planta que quiera dejar de ser planta o cambiar de escenario porque el paisaje ya no le gusto, o un gato que quiera dejar de ser gato porque piense que sería mejor tener los atributos del perro.

El Reino Hominal (humano), por el contrario, está formado por una dualidad que no poseen los otros reinos. Nuestra esencia es dual, está compuesta de materia y forma (mente) y ambas son contradictorias. Una cosa es lo que quiere la materia (placer y confort) y otra lo que quiere la mente (ficción y fantasía).

Decíamos líneas arriba que una contradicción es cuando lo que digo (criterio) no obedece a lo que creo (norma), es decir, cuando mi decir no está en concordancia con mi hacer. Y esto es algo que nos pasa todos los días. No nos damos cuenta debido a que creemos que creemos las cosas, pero la realidad es que es un falso creer, ya que una cosa es lo que pregonamos y otra la que hacemos.

Por ejemplo, cuando usted está enfrente de alguien que constantemente le habla de religión, de moral o de ética (por mencionar unos casos), la realidad es que no está enfrente de alguien que esté convencido de lo que estás diciendo. Lo que realmente pasa en estos casos, es que usted está enfrente de alguien que tiene serios problemas con la religión, con la moral o con la ética. El que ya acepto las cosas, ya no se ve en le necesidad de defenderlas, simplemente las vive y deja vivir.

Lo íntimo, lo propio, lo que ya está dentro de nosotros, es algo que poco o nada compartimos con los demás. Obsérvese por favor a usted mismo... Descubrirá que poco habla de aquello que le es propio, de aquello que le es íntimo. Esto es algo que le pertenece solo a usted. Es algo que no compartirá con los demás, y menos con esos demás que no sus demás.

Descubrirá que lo único que defiende es aquello que aún no termina de aceptar, razón por la cual se ve en la ingente necesidad de estar hablando de ello. No para promoverlo, sino para escucharse una y otra vez, ya que esto le permite analizar lo que enuncia con el fin de clarificar aquello que al final habrá de modificar, aceptar o rechazar.

Somos congruentes en aquello que ya hemos aceptado, en aquello que creemos profundamente (en palabra y acto). En esto la congruencia es natural, criterio y norma están alineados.

Por el contrario, somos incongruentes en aquello que creemos creer. En aquello que no hemos terminado de aceptar, pero que no estamos conscientes de ello, ya que creemos que si lo creemos, aun cuando en los hechos hacemos lo contrario.

Por ejemplo, supongamos que usted cree en la honradez y la promueve con sus hijos un sí y otro también. Un día va con sus hijos al supermercado y descubre un billete tirado en un pasillo abarrotado de gente, y de inmediato le dice a su hijo que lo pise, para que nadie lo vea y lo pueda recoger.

La realidad es que usted no está convencido de la honradez. Sus hechos demuestran lo contrario. No obstante horas después podrá defender el tema de la honradez sin darse cuenta de su contradicción, debido a que usted está en proceso de definición. Aún no sabe si modificará el concepto, lo rechazará o lo aceptará, razón por la cual pudo quedarse con el billete sin sentirse mal.

Por otro lado es importante entender que nos han vendido (y hemos querido comprar) la congruencia como signo de madurez y confiabilidad, no obstante esta es imposible en el todo, más no en sus partes.

Habrá acciones congruentes (las menos) y acciones incongruentes (las más), no obstante el problema real es que no nos damos cuenta de ello, razón por la cual nos afanamos en buscar la congruencia en todos nuestros actos, sintiéndonos mal cuando alguien nos echa en cara nuestras contradicciones e incongruencias, y más si ese alguien es un ser querido o alguien que nos significa.

Sin embargo lo cierto es que la incongruencia no es tan natural como al gato maullar. El problema en si no es la incongruencia. El problema real es que no nos demos cuenta de ellas.

Incongruencias racionales e irracionales.
Hay incongruencias racionales y otras irracionales. Las racionales son aquellas de la que si estamos conscientes (las menos) y las irracionales son aquellas de las que no estamos conscientes (las más).

Una incongruencia racional es aquella que a sabiendas de que está mal, la llevamos a cabo. Por ejemplo, esa persona que sabe que no debe fumar ya que sus pulmones están muy dañados, no obstante se permite fumar una o dos veces al día. Acto al que recurre en momentos de tensión y estrés. Fuma para sentirse mejor y de inmediato regresa a su diario quehacer con un sentimiento de tranquilidad que no tenía antes de fumar. Esta es una incongruencia racional.

Así pues, una incongruencia racional es todo aquello que nos gusta mucho y que a sabiendas de que no debemos hacerlo, lo hacemos. Por favor pregúntese: ¿cuántas de las cosas que hace, las hace a sabiendas de que no las debe hacer? Pues bien, esas son sus incongruencias racionales.

Una incongruencia irracional es aquella que hacemos sin estar conscientes de ella. Por lo general las incongruencias racionales son socialmente aceptadas, lo que hace que sea mucho más difícil identificarlas.

La gran mayoría de las incongruencias irracionales están cobijadas en los decires sociales, aun cuando estos no tengan un mínimo de posibilidad, ya que estás son imposibles por definición e improbables por realidad. Por ejemplo, pregonamos que el líder debe ser humilde, cuando la realidad es que el humilde sirve para servir, no para mandar.

No hay líderes humildes. Hay líderes atentos, educados y corteses, pero no humildes. El liderazgo demanda soberbia, no humildad. Recuerde que si el que sirve sirviera, no sirviera.  

El choque de contrarios y la creación de la cultura.
Todas las culturas (y nosotros mismos) son producto del constante choque que se da entre el criterio y la norma. Por ejemplo el criterio dice que no que hay que mentir, cuando la realidad es que todos mentimos. Unos socialmente, otros intencional y otros racionalmente.

El criterio dice que la humildad es un valor, cuando la realidad es que la soberbia es el secreto anhelo de los humildes. El mundo lo construyen los soberbios, no los humildes.

El criterio dice que la castidad es un valor, cuando la realidad es que casta es una persona no solicitada. Si todos fuéramos castos, no nos reproduciríamos. Lo cierto es casi nada de lo que decimos socialmente es cierto…

Por ejemplo, los empresarios nos quejamos de la indolencia de la gente, pero cuando vemos a alguien que puede hacer empresa, pero no en nuestra nomina, lo despedimos por conflicto de intereses. De tal suerte que la persona, al no encontrar cupo en el mercado de la obediencia, termina saliendo de la empresa para poner su propia empresa, creando así una nueva fuente de producción y empleo.

La cultura de una persona y de una nación emana de la conciliación de sus contradicciones.
Por ejemplo en Estados Unidos la raza es un criterio que tiene un alto valor, cuando la realidad es que gracias a la enorme cantidad de inmigrantes que el país recibe a regañadientes (45 millones de inmigrantes), es que se da el choque de contrarios y con ello la creatividad que distingue a esa nación.

Así como le pasa a las naciones, nos pasa a nosotros. Somos el producto de nuestras contradicciones e incongruencias. Estas nos van formando o deformando, en función de la capacidad que tengamos para hacerlas conscientes y con ello racionales.

Las contradicciones e incongruencias irracionales son las que nos deforman y desvían de nuestros objetivos. Son las que nos hacen perseguir quimeras y creer que estamos haciendo lo que debemos hacer, cuando la realidad es que entre más nos instalemos en ellas, más difícil nos será alcanzar nuestros objetivos.

Por ejemplo, una persona que en lugar de estudiar, le dedica el tiempo al rezo y la oración para que Dios le ayude a pasar el examen, descubrirá, si es que se da cuenta de ello, que el rezo y la oración lo alejaron de su objetivo. Por el contrario, si no se da cuenta de ello, pensará que Dios no escucho sus oraciones.

Por otro lado están las contradicciones e incongruencias racionales- Las que ya tenemos conscientes. Las que hacemos para escaparnos intermite y racionalmente de la realidad. Por supuesto que las contradicciones e incongruencias racionales deben de hacerse con medida, de lo contrario estaremos cayendo en una irracionalidad.

Las contradicciones e incongruencias se deben a la dualidad de nuestra naturaleza y al hecho de que nuestra especie está instalada en la ficción y en el relato. La ficción es la que nos permite construir todo lo que nos rodea, amén de que esta, cuando está bien dirigida, nos brinda un sentido de trascendencia que no nos puede brindar la realidad.

El único sentido que nos puede brindar la realidad es el de la supervivencia, y en ningún lugar es más palpable esto que en las guerras. La gente se olvida de bienes, ideales y demás etcéteras. Lo importante es sobrevivir. Lo demás vendrá después.

La ficción nos hace perseguir metas que están más allá de la realidad. Es la que nos permite hacer cosas extraordinarias, construir imperios, naciones, dinastías y demás etcéteras que nos distinguen.

Así pues, nos es imposible vivir en la ficción y no tener contradicciones. La ficción es contradictoria a la realidad. En la realidad (naturaleza) no existen los imperios, empresas, dinastías y demás etcéteras que perseguimos. Estas están en la ficción, lo que obligadamente hace que seamos contradictorios e incongruentes.

Así pues, el problema suyo y el mío no son nuestras contradicciones e incongruencias. Estas son obsecuentes a la dualidad de nuestra naturaleza (materia y forma) y a la ficción y relato en el que vive nuestra especie.  

El problema real son las contradicciones e incongruencias irracionales. Estas son las que nos hacen creer que estamos haciendo lo correcto, cuando la realidad es que estas nos alejan, sin darnos cuenta, de aquello que podemos llegar a ser.


Pregúntese en todo momento: ¿esto que estoy haciendo sirve para? ¿Me acerca a? ¿Obedece a? 
Entre más identifique sus contradicciones e incongruencias, más fácil le será manejarlas y controlarlas, lo que a la postre le permitirá enfocarse en lo que sí es...

Esto le permitirá dirigir sus incongruencias en lugar de que estas le dirijan a usted.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentarios y sugerencias