miércoles, 9 de septiembre de 2015

Los tres sentidos del Líder. Sentido de Misión.

Cuídate de los humildes, que los soberbios siempre dan la cara…
El origen antropológico de la misión subyace en la soberbia, elemento penado por la religión, la familia, la sociedad y la cultura. 

Es difícil educar, dirigir y cohabitar con los soberbios, pero son ellos los que crean y transforman el mundo que habitan los demás.

El soberbio tiene misión. El humilde, función.
La misión es un ejercicio de soberbia que nos impulsa a construir el mundo a nuestra imagen y semejanza. El que tiene misión transforma su entorno y el de los demás.

El que tiene función se mimetiza, se adapta… Muere un poco cada día que pasa. Cambia, se engaña, se contradice y a esto le llama madurez.

Sentido de Misión.
Posee sentido de misión el que desde la infancia tiene claro el Qué de su vida. Ese en el que el Qué es tan contundente, que es imposible que no logre transmitir su diferenciación a los demás.

Las personas que poseen sentido de misión logran crear con su presencia y forma de ser, un halo de seguridad y destino que no poseen los demás, razón por la cual a los otros les es muy fácil sumarse a lo que él es, ya que éste les brinda un porque que ellos no tienen.

En varios artículos hemos anotado el hecho de que lo que nos distingue de las especies que nos precedieron es que la nuestra no está atada a la realidad. Nuestra especie (Homo Sapiens) tiene un pie en la ficción y el relato, y el otro pie en la realidad. La ficción nos permite creer lo increíble y el relato nos permite hacer de lo increíble algo creíble.

Esta estructura antropológica es la que nos hace ser ilógicamente lógicos en todos los ámbitos de la vida. No obstante este ilógico proceder es lo que nos permite entrar y salir de la realidad cuantas veces sea necesario. De lo contrario nos volveríamos locos, ya que la realidad por sí sola no nos puede brindar ningún porque que este más allá de la diaria supervivencia. Los porqués que nos llevan a hacer grandes proezas están en la ficción, no en la realidad.

La realidad es. No necesita de maquillajes ni disfraces, simplemente es. Somos nosotros los que disfrazamos la realidad con el fin de hacerla más tolerable. En la realidad no hay ficciones ni fantasías. En la realidad no existe el deber ser, el ideal, el romanticismo y esa suma de etcéteras que nos llevan a realizar grandes hazañas.

Las grandes hazañas obedecen a la ficción. La ficción es la que nos lleva a construir un imperio económico, político, literario, pictórico, musical, filantrópico, familiar y demás etcéteras que el idealismo y la fantasía nos han vendido.

Gracias a esta fantasía que emana de la ficción, es que algunas personas poseen un sentido de misión que les lleva a sentir que están predestinados a grandes proezas. Esta disociación de la realidad que en psiquiatría se conoce como esquizoide, es lo que les lleva a recrear el mundo que habitan a su imagen y semejanza.

Esquizoides han sido todos los grandes líderes de la historia, ya sea en las artes, ciencia, política, economía y demás menesteres del quehacer humano.

Esta disociación de la realidad es lo que hace que algunas personas manifiesten desde temprana edad un sentido de misión que determinará el resto de su vida. Conforme la persona avanza en edad, ira teniendo un mayor nivel de conciencia su ser y de lo que tiene que hacer…

Recién me tome un café con un amigo que posee un muy alto sentido de misión. Estábamos revisando su proyecto y justo en el momento en que estábamos entrando a lo más álgido del mismo, se acomoda en la silla, me ve de frente y me dice lo siguiente: Es muy satisfactorio ver que lo que tengo hacer coincide con lo que mi entorno necesita.

El sentido de misión les da a los líderes una sensación de predestinación que les impulsa a lograr aquello que otros, por lo difícil y adverso del entorno, consideran que es imposible lograr. Amén de que les brinda una sensación de grandeza que deriva en una seguridad personal que les permite enfrentar cuanto obstáculo se les presenta.

Veamos dos de los muchos ejemplos que hay, de personas que desde la infancia hicieron patente su sentido de misión.

Uno de los biógrafos de Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de México, narra en un libro una anécdota infantil de éste. Anécdota que seguramente tiene que ver más con la novela que con la realidad, pero que ilustra muy bien lo que queremos ejemplificar.

Dice el autor que con tempranos seis años de edad, el infante Carlos Salinas de Gortari reúne a su familia para informarles que de ahí en adelante lo deberán dirigirse a él como el Señor Presidente, ya que va a ser el próximo Presidente del México. Cuatro años después convoca a su familia para hacer una corrección. Les informa que no va a ser el Presidente de México… Que va a ser Emperador del país y que la presidencia es tan solo un paso que deberá cumplir para llegar a su meta.

Al paso del tiempo logro ocupar la Presidencia de México y en la actualidad es un referente de poder en todos los ámbitos del acontecer político de México.

Veamos otro ejemplo…

A Julio César lo nombran Alto Sacerdote de Júpiter a los 16 años de edad, amén de lograr a esa misma edad un escaño en el Senado. En el Senado se distingue de los demás senadores por su edad y por sus fuertes y acertadas críticas al Dictador de Roma, Lucio Cornelio Sila, un hombre de 58 años de edad, que en ese entonces tenía el poder absoluto en Roma.

Julio César enfrentó repetidas veces a Cornelio Sila, y como resultado de estos enfrentamientos lo condena al destierro.
Le preguntaron a Cornelio Sila:
-¿Qué necesidad de desterrar a un muchacho tan joven?
A lo que Sila contesta: Este muchacho, a pesar de su juventud, vale más que todos los senadores juntos. Sólo él será capaz de hacerse dueño de Roma.

El sentido de misión en Julio César era tan fuerte que era imposible que pasara desapercibido. Lo demás ya lo conocemos, cruza el Rubicon con sus ejércitos (algo impensable para la época) y toma el poder de Roma.

Preguntas que le ayudan a identificar su Sentido de Misión:
¿Por qué vale la pena estar con usted?
¿Por qué es menester seguirle?
¿Qué tiene usted que no tiene nadie más en el mundo que hace que valga la pena estar con usted y no con otra persona? ¿

Lo que usted es y tiene, ¿es algo que necesitan los demás?

En el siguiente artículo hablaremos del Sentido de Dirección.

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