Andrés Manuel López Obrador, quien está a escasos días de terminar su periodo presidencial, es un fenómeno de la política que no se había dado en 90 años (el anterior fue Lázaro Cárdenas del Río). De ese entonces a la fecha, ningún presidente había logrado una popularidad como la de Andrés Manuel. Cierto que Salinas de Gortari tuvo su momento, pero nunca como el de López Obrador.
El problema, no obstante, los avances y los muy onerosos yerros que deja su gobierno no son las oportunidades perdidas, ni los dislates económicos (cancelación del aeropuerto, tren maya, dos bocas, aduanas, aeropuerto Felipe Ángeles y demás etcéteras), ni los dislates políticos (suprema corte, guardia nacional, eliminación del seguro popular y etcéteras). No, el problema real es que él ya no va a estar, por lo menos no al frente del gobierno ni de los medios de comunicación.
López Obrador, con todos los yerros y desatinos que usted le desee agregar, se convirtió
en un dique de contención para millones de personas que encontraron en él a un
hombre que se interesaba por ellos. Él era uno de ellos. Uno que podía hablarle
de tú a los poderosos, a los lideres de potencias extranjeras y a las grandes elites
políticas y económicas del mundo. En otras palabras, un hombre que podía hacer
lo que ellos no podían hacer.
A esos millones de mexicanos que lo siguen e idolatran, no les importa si miente, roba o permite que los suyos se enriquezcan. Eso es algo que dan por hecho, ya que han sido bastos los sexenios en que los políticos del PRI, PAN, PRD, PT, Verde y demás, lo han hecho. Lo que les importa es que él es el primer presidente que les hacia llegar unos recursos que ningún otro político les entrego.
Ellos no se detienen a pensar si eso que les da es mucho menos que lo que antes recibían en especie (guarderías, seguro popular, medicamentos y demás etcéteras), lo que les importa es que tienen en efectivo un dinero que les ayuda a pagar algunos mínimos que antes no podían pagar. Aunado a esto hay que considerar que es el único Presidente que hablaba con ellos todos los días.
Las mañaneras no se diseñaron para hablar con los lideres
de otras potencias, ni con los inversionistas, críticos o clases altas o medias
de la sociedad, se diseñaron para hablar con las clases económicas menos
pudientes del pais, es decir, con esas clases que los políticos atendían solo
en tiempo de elecciones. Cosa que no pasaba con López Obrador, ya que él hablaba
con ellos todos los días. No les importaba si lo que decía eran mentiras o
inexactitudes, lo que les importaba es que hablaba con ellos como uno de ellos.
Era el hombre que le podía cobrar facturas a esos otros hombres de poder o
dinero que ninguno de ellos podría cobrar. Si el cobro era imaginario o improcedente,
les tenía sin cuidado. Lo importante es que les dijera todo eso que por décadas
querían decir y que no podían. Y él no solo lo hacía con un nivel de desparpajo
sin igual, sino que además lo hacía en el lenguaje de ellos.
Reitero, el problema real, sin animo de desestimar todos los desatinos de su gestión
(que son muchos), es que ya se va.
Los intelectuales, críticos y partidos de oposición, pensaban, erróneamente, que bastaba con demostrar que todo lo que él decía era mentira. Fatal error. No supieron leer lo que la gente veía en él. Tan grave fue la lectura que no solo arraso en el 2018, sino que se consolido en el 2024. Usted puede argumentar fraude, compra de votos, manipulación y muchas cosas más y créame, tiene razón, sin embargo, el problema no es ese.
El problema es que veían que sexenio tras sexenio le iba muy bien a ciertos
segmentos del poder económico y político, pero que nada de lo que esa gente ganaba
se derramaba en ellos. En otras palabras, la gente no voto por AMLO porque estuvieran
ciertos de que este iba a combatir la corrupción, el nepotismo y favoritismo de
sexenios anteriores. Votaron por él porque sabían que él les iba a repartir
unas migajas que antes no tenían.
Votaron por él porque veían en él a uno de ellos. El que AMLO llegara al poder equivalía a que todos ellos llegaban con él.
Así, pues el problema que nos debe ocupar en este momento no son los grandes yerros económicos y políticos que está dejando y que van a demandar de más de dos generaciones de trabajo duro para salir de ellos. No, lo que nos debe preocupar es que él ya no va a estar.
Carlos Salinas de Gortari decía que era muy fácil dejar
de tener contacto con la realidad. Que todos los días al despertar lo saludaban
con el toque de diana. A los cuatro años, decía Salinas de Gortari, ya sientes
que te lo mereces. A los seis, lo vez como lo más natural. Ahora imagínese a un
pueblo que por seis años tuvo un dialogo directo e indirecto con el Presidente,
cuando por décadas sus antecesores no solo se mantuvieron alejados de ellos,
sino que literalmente los ignoraban.
Ese dialogo se convirtió en un dique que contenía todas esas frustraciones
acumuladas que ningún político atendió, el problema pues, es que ese dique ya
no va a estar.
¿Qué va a pasar con todo ese cúmulo de frustraciones que van a empezar a salir por todo el pais, en calidad de revueltas, protestas y paros? ¿Quién los va a contener?
¿Tendrá la nueva gobernante o alguien de su equipo el carisma, la paciencia y el cariño que la gente le tenía a él?
Lo que probablemente siga en el combés de los social, va a ser que veamos el
periodo de López Obrador como un sexenio de paz y certidumbre. Todo indica que
lo que viene en lo social va a ser tan oneroso como lo que viene en lo político
y económico.
Esperemos que mi lectura sea errónea y que todo salga bien…Nos leemos en el siguiente artículo.
Pues si, supo mover esas masas populares que le perdonaron todo (errores,desfachatez, etc etc.)solo espero que a futuro no nos traiga consecuencias a todos los mexicanos, gracias y saludos
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