martes, 27 de marzo de 2018

Desocupado lector.


Miguel de Cervantes inicia el prólogo del “Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” con la siguiente frase: “desocupado lector”; lo cual nos deja ver que la lectura en esa época era, como en la de hoy, una actividad atípica. Cierto que antes se leían mucho más libros que los que se leen hoy, no obstante ese mucho era insignificante comparado con el tiempo que se le dedicaba a otros divertimentos.

Leer nunca ha sido la norma, no obstante es innegable el hecho de que la lectura ha sufrido un acusado descenso y con ella las habilidades neurológicas que esta desarrolla (atención, concentración, abstracción, memoria visual y expresión oral y escrita), las cuales no solo son muy importantes sino que además cada vez es más notoria la ausencia de las mismas en todos los niveles, en especial en el segmento etario que nació y creció bajo la influencia de la cultura visual. Sin embargo nos es menester reconocer que cada era desarrolla las habilidades que emanan de las circunstancias de su época.

La cultura actual es una resultante de la anterior. Gracias a la lectura y escritura es que fue emanando poco a poco la cultura visual. La abstracción de las ideas y conceptos que emanan del ejercicio de la lectura, genero una serie de imágenes que en una lenta pero inexorable proyección, fueron ocupando su lugar en la sociedad actual, lo cual ha generado un nivel de creatividad que está muy por arriba de la que se tenía cuando la lectura era uno de los divertimentos de la gente.

Por supuesto que todas las culturas tienen claroscuros. La época en que la lectoescritura era la regla a seguir, la linealidad, el orden y la predictibilidad eran la norma, llegando, cuando caía en los excesos, a la imposición dogmática e irracional de las cosas -si está escrito, es real, lo cual poco a poco fue constriñendo una sociedad que migro lenta e ineluctablemente a la cultura visual.

La visual, como contraparte, nos ha hecho más flexibles, tolerantes e incluyentes, amén de que nos abrió un filón de creatividad inconmensurable y con ella una estética que ha dejado atrás las líneas verticales, los ángulos y las poco cromáticas creaciones de épocas pasadas. La predictibilidad y el orden dejaron de ser la norma para instalarnos en la flexibilidad y en la variedad, con una estética que cuando cae en los excesos le da más valor a la forma que a la función o utilidad de las cosas.  

Debido a esto es que hoy encontramos en el mercado casas, departamentos, carros y un sinfín de artículos y productos donde la apariencia y estética son más importantes que la funcionalidad, al grado que hoy estamos dispuestos a pagar un sobre precio con tal de que la estética lo justifique (no importa si funciona, mientras se vea bien), lo que hace que la relación precio valor sea deficitaria.   

Otro de los claroscuros de la cultura visual es que el segmento etario que ha nacido y crecido bajo la égida de esta cultura, cada vez batalla más para encontrar las palabras correctas para expresar lo que desean. Esta dificultad se hace patente cuando se les cuestiona la precisión de su decir, ya que al no encontrar las palabras correctas para expresar lo que quieren, se desesperan y contestan con un: bueno, eso, como se diga, pero eso. 

La exigua conformación de vocabulario de las generaciones que nacieron bajo la cultura visual, les lleva a usar vocablos y modismos a los que les asignan una gran cantidad de significados, lo que inevitablemente termina creándoles una menta ambigua que se manifiesta en todos los ámbitos del ser, no obstante esta ambigüedad ha hecho de ellos unas personas más flexibles y creativas que las que crecieron bajo la egida de la lectoescritura.

El conocimiento se da hablando.
El que esto escribe es un ávido lector y lo son también mis hijos, cofrades y amigos, lo cual no tiene nada de extraño, ya que las asociaciones libres hacen que nos rodeemos de aquellos que nos semejan y reflejan. Tengo también en las antípodas de estos, a un grupo de conocidos y allegados que no leen un solo libro, y sin embargo los debates e intercambios dialógicos con estos son tan enriquecedores como los que sostengo con los otros.

Unos y otros aportan y suman al conocimiento. Los lectores aportan fundamento y profundidad, los no lectores, pragmatismo y funcionalidad. La mezcla de ambos genera un conocimiento que es útil a todos, a los abstractos lectores y a los pragmáticos hacedores.

El conocimiento se da hablando y se da más en el encuentro de contrarios.
Un cofrade próximo a mi vive a diario el encuentro de contrarios. Su pareja y él no pueden ser más disímbolos en el tema que nos ocupa (la lectura). Ambos están en el negocio de la salud. Ella no lee más que aquello que le demanda su inmediato quehacer. Él, prestigioso médico con reconocimiento internacional, lee por oficio y beneficio.

Ella lee por necesidad, el por gusto. Ella circunscribe su lectura al devenir de su oficio, él a la de sus disquisiciones intelectuales. No obstante él se alimenta del pragmático discurrir de ella al tiempo que ella se alimenta del lógico procesar de él y del fundamento teórico de las cosas. Ambos, gracias al encuentro de contarios, terminan sumando a su conocimiento una parcela del saber del otro.

Lo ideal, se lea o no, es formar un círculo de amigos y conocidos próximo y disímbolos a nosotros. El intercambio dialógico de dichos encuentros nos abrirá nuevos y mejores escenarios de acción y reflexión.    

La antropología nos proporciona identidad.
Cuando alguien te pregunta qué quien eres, lo que realmente te está preguntando es: ¿qué eres? Lo común es que como no sabemos ni quien ni que somos, respondamos en términos históricos. Así, la respuesta normal a esa pregunta en apariencia simple pero difícil de responder, es hacer una síntesis biográfica de uno mismo que le permita al otro tomar una idea de nosotros: nací en tal parte, estudie en las escuelas tal y tal, trabaje, viví, viaje y cuantos etcéteras se nos ocurran.

Lo que quiero demostrar con esto que nosotros, en forma individual, hacemos un viaje por nuestro historial biográfico para definir nuestra identidad, tal como la especie lo hace a través de la antropología.

La antropología es lo que nos ayuda a definir nuestra identidad como especie. Es un viaje por nuestra historia. Un viaje que demuestra que todos somos miembros de la misma tribu. Tan cierto es esto que no hay sobre el planeta persona alguna que se sienta ajena a algún descubrimiento que arroja luz sobre el devenir de nuestra especie, aun cuando en lo personal nos sintamos ajenos y distantes a todos a aquellos que nacieron y crecieron en una cultura diametralmente opuesta a la nuestra, no obstante la realidad es que, nos guste o no, somos miembros de la misma especie.

Regresemos al tema. La razón por la cual no podemos responder lacónicamente la pregunta arriba mencionada, es porque no tenemos ni la más mínima idea ni de qué ni de quien somos. No se enoje conmigo. Mejor constátelo. Por favor pregúntele a la persona próxima a usted, que quien es. Lo más probable es que ésta le conteste diciéndole su nombre, aun cuando usted no se lo haya preguntado.

Otros, dada su inseguridad, le contestarán en base a lo que estudiaron: enfermero, médico o abogado (por mencionar algunos ejemplos). Otros le dirán el nombre del puesto que ocupan como queriendo significar la trascendencia de lo que hacen. Y así como estas, mil cosas más, pero ninguno le dirá ni qué ni quién es.

Este no saber lo que somos es lo que constantemente nos mete en problemas, es como si en nuestro interior habitara otro ser que está en perenne conflicto con la vaga, etérea y cambiante idea que tenemos de nosotros mismos.  

Entre las muchas cosas en las que nos ayuda y soporta la antropología, está el hecho de que ésta nos proporciona una identidad como especie. Nos separa y nos distingue de las otras especies, por muy semejantes o próximas que sean algunas de ellas. Pues bien, así como la antropología nos ayuda en lo general, la literatura nos ayuda en lo particular.

La literatura nos ayuda a entendernos como humanos, y si hacemos una fina elección y disección de la misma, podemos llegar a leernos y encontrarnos en ella como individuos. En ocasiones anteriores he explicado que los dos mejores libros del mundo son: el otro y lo otro, y que todos los libros que existen en el mundo son para explicar al otro (mi semejante) y lo otro (el mundo).

El tema que nos compete hoy es el otro, en la inteligencia de que entre más nos acerquemos al otro, más fácil será leernos y encontrarnos en él. Sirva para ejemplificar esto, tres libros que son del dominio común y que nos van a ayudar a desvelarnos como especie y como individuos.
Los libros son:
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Don Miguel de Cervantes y Saavedra;
Las desventuras del joven Werther de Johann Wolfgang von Goethe;
Memorias del subsuelo de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski.

Les propongo que en lugar de leer los libros, los consigan en el formato de audio libro para que lo escuchen cuando vayan en el carro o transporte público. Lo importante es escuchar y diseccionar al o a los personajes, preguntándose qué es lo que les impele a decir y hacer lo que dicen y hacen. No olvidemos que la novela es la mejor herramienta que hay para desvelar los prototipos humanos y con ellos su psicología.

Por ejemplo, el ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha nos muestra la paradoja de una persona cuerda que se disfraza de loca (el Quijote), y la de una loca que aparenta ser cuerda (Sancho Panza), cosa muy común en nuestra sociedad.

El libro de Don Miguel de Cervantes nos hace evidente esa enorme capacidad que tenemos como especie y como individuos para crear ficciones y habitarlas, en donde el único objetivo de estas creaciones es escaparnos de una realidad que no nos gusta para ir a habitar otra que no tiene un viso de posibilidad, pero que nos gusta más. Es algo así como un suicidio pasivo.

Esto que le puede parecer plausible en la novela y aberrante en la realidad, es más común de lo que se imagina. Por favor revise las creencias de sus próximos. Encontrará que la gran mayoría de ellas no solo son alógicas, sino que además no tiene un ápice de probabilidad, y sin embargo la gente cree en ellas ya que estas le sirven como válvula de escape de eso que no entiende: la realidad y su papel en ella.

El personaje Alonso Quijano nos muestra como las personas que no encuentran una satisfacción y realización en lo que son y hacen, se ven en la necesidad de crear una realidad alterna que les permite hacer su vida más llevadera.

Las realidades alternas son útiles como intermitencias, sin embargo cuando en lugar de entrar y salir de ellas, las habitamos, descubriremos que las asociaciones libres nos llevarán a rodearnos de otros, que como nosotros, ya perdieron contacto con la realidad. Personas que no obstante cuerdas en apariencia, se pasan la vida persiguiendo quimeras e imposibilidades (Sancho Panza).

La dupla no solo es peligrosa, ya que lo peor de uno se convierte en la base de cultivo para lo peor del otro y a la inversa, de tal suerte que uno y otro se van alejando de la realidad hasta que les es casi imposible regresar a ella, amén de que lenta y progresivamente han ido construyendo una lógica que les acredita su alógico accionar.

Así, el Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha es algo más que una novela emblemática de las letras españolas, es, ante todo, una disección del comportamiento humano que mucho nos puede ayudar a entender el nuestro. 

Los otros dos libros se los dejo a usted, no obstante le pido que por favor los diseccione desde el combes de la inseguridad.

La inseguridad es intrínseca al ser humano. Mora en nuestro interior y nos acompaña toda la vida. Podemos, si estamos conscientes de ella, trabajar interna y conscientemente para minimizarla, conscientes de que jamás la podremos subsanar en su totalidad, ya que esta obedece a ese conflicto perenne que se da entre nuestras dos naturalezas: la material y la espiritual (hile mórfica).

La materia (hile) gravita hacia un lado y el espíritu (mórfica) hacia el lado contrario.
Este constante encuentro y desencuentro que se da entre nuestras dos naturalezas, hace que sea imposible subsanar del todo nuestra inseguridad, no obstante podemos mantenernos alertas para minimizar sus manifestaciones, sin importar si estas se dan en el combes del amor (celos = bajo nivel de amor propio). En el del liderazgo con las estultas e innecesarias manifestaciones de poder (el que es ya es, no necesita demostrar nada, solo es), en lo social con ese cargante mundo de apariencias que no nos convencen ni siquiera a nosotros mismos (máscaras) y en cuanto escenario se le ocurra.

Mi recomendación es que escuche ambos audio libros. Los diseccione y los analice con la intención de entender que rasgos de inseguridad son los que impelen al personaje a decir y hacer lo que hace. Descubrirá en el análisis, algunas parcelas de su propio accionar, lo que le será de suma utilidad para atemperar las inevitables manifestaciones de su ser. En la inteligencia de que entre más entienda y dirija sus inseguridades, más seguro será interna y externamente.

Nos leemos en el siguiente artículo.

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