En la vida todo está
hecho a imagen y semejanza, y la literatura, la más importante creación del
hombre después de la invención de la escritura, no es la excepción. Esta es, como
el hombre, fantástica. No por maravillosa, que si lo es, sino porque toda ella,
desde sus orígenes hasta la actualidad, obedece a la fantasía.
La literatura es un conjunto de saberes relacionados con
el arte de la gramática, la retórica y la poética (poesis –hacer, fabricar, materializar pensamientos), de tal suerte
que la literatura no es solo saber escribir. Es algo que está mucho más allá de
saber escribir. La vida es reflexión, acción, pasión y movimiento. La
literatura, en cuanto tal, te debe llevar a la reflexión para que esta sea el
impulso de la acción, de la pasión y del movimiento.
La literatura, en sus
primeras manifestaciones, se dio de manera oral. Las narraciones, y con ellas
el conocimiento de la época, se transmitía verbalmente de generación en
generación, hasta que al paso de los siglos se empezó a hacer de manera
escrita, naciendo con ello la historia y las demás ramas del saber.
Uno de los primeros textos
literarios del que se tiene registro escrito, es el Poema de Gilgamesh -narración
de origen sumerio que dio origen a casi todas las religiones. El poema de
Gilgamesh está escrito en escritura cuneiforme y grabado en arcilla, gracias a
ello es que duro hasta nuestros días. Es el texto más antiguo del que se tiene
registro objetivo. La primera versión de ese se remonta al año 2000 A.C.
Como dato anecdótico es
importante considerar que la literatura china (posterior a la sumeria) es la
que más registros escritos tiene, lo cual explica mucho del actual acontecer de
esa nación.
Como contraparte esta la
literatura en español. Esta se remonta al siglo X,
con las “Glosas Emilianenses”, texto escrito en formas románicas pero que no
cuenta con carácter literario, ya que la intención del copista no era hacer
literatura, sino explicar el significado de algunos de los pasajes del códice
Emilianense, el cual estaba escrito en latín.
No obstante se considera
que el texto fundacional de la literatura en español es el Cantar del mío Cid,
el cual narra las hazañas de Rodrigo Días de Vivar, el primer mercenario de la
historia, ya que este lucho a favor y contra de sus patrones (Mostain II, Sancho
Ramírez y Pedro I de Aragón), en función de quien le contrataba y pagaba.
Cuando le cierras la puerta a la realidad, le
abres paso a la fantasía.
Dejemos a un lado esta inútil disgregación para regresar al curso
de nuestro tema… La literatura ha sido, es y será fantástica, ya que obedece al
hombre. Y el hombre, lo sabemos bien, es fantástico. Vive cerrándole la puerta
a la realidad, para poder darle paso a la fantasía. Los ejemplos más claros del
imperio de esta en la vida de los hombres, está en los libros sacros.
Todos los libros sacros son una entelequia. Los son el Antiguo y
el Nuevo testamento, el Avesta, el Bhagavad-gita, los Vedas, el Corán y toda esa
suma de narraciones fantásticas a las que les hemos dado un valor que a todas
luces no pasan el filtro de la razón. Cierto es que el objetivo de estos libros
no es la lógica, ni la coherencia, ni la razón, sino transmitir un mensaje y
brindar una guía moral aquellos que no la pueden encontrar por sí mismos.
La razón de ser de la literatura fantástica es la fantasía, el divertimento,
el escape, el mensaje y la enseñanza y en ningún lado queda tan claro esto como
en los libros sacros. Estos le permiten al hombre echar a volar su imaginación
y hacer de la fantasía una realidad.
Así pues, la literatura fantástica se distingue por construir
una realidad que no existe, al tiempo que hace de eso que no existe, una realidad…
Mental, claro está, pero realidad al fin. Los temas recurrentes de la
literatura fantástica son los demonios, duendes, hadas, dioses, monstruos,
diablos, prodigios y milagros. ¿Inexistentes, ilógicos e improbables? Sí, pero ricos
en posibilidades y deseos, que es lo que más necesita y busca la mente humana.
Creer lo increíble. Esperar lo improbable.
Los políticos están en deuda con lo que los libros sacros han
hecho en nuestra mente, ya que estos, como vivos ejemplos de la literatura
fantástica, nos han enseñado a creer lo increíble y esperar lo improbable.
Gracias a ellos es que hoy le hacemos caso al mesías de turno. Es decir, a ese
o a esos actores políticos que con su discurso nos llevan a recorrer los
diferentes géneros de la literatura fantástica: de ciencia ficción durante la campaña, ya que pretende ser verosímil;
de fantasía ya una vez terminada la
campaña y de terror en el poder.
Otro ejemplo de la literatura fantástica es la historia. La
historia la escribe el vencedor, y cuando ha sido escrita por el vencido se
torna en elegía, lo que en ambos casos la hace subjetiva. La realidad es que no
podemos reconstruir la historia. No estuvimos ahí, y aunque hubiésemos estado
nos sería imposible reconstruirla objetivamente, ya que nuestra humana
subjetividad nos haría idealizar a unos y vituperar a otros.
Nos es menester reconocer que nos imposible no tergiversar la
realidad. Si lo hacemos siendo testigos presenciales de los hechos, que nos
hace creer que no lo haremos cuando reconstruimos las cosas de oídas, que es lo
que hace la historia. Todo lo que hacemos es falso. Es un artificio, una
ficción. Una fantasía que nos alimenta pero que no obedece a la realidad.
Todo nuestro hacer está subordinado a la fantasía. Cierto que
cómo en todo hay grados. Ni todo debe ser fantasía, ni todo, realidad. Tenemos
que lograr un equilibrio que nos permita mantener una mente sana. Una mente en
la que la fantasía salpique a la realidad pero no la envuelva.
El problema es que no tenemos y no queremos darnos idea de la
realidad. Yo vivo inmerso en el mundo de los negocios, más específicamente en
el de las finanzas internacionales. Las transacciones en las que me veo
envuelto ascienden a montos que obligan a que los actores se sujeten cien por
cien a la realidad, sin embargo no sucede así... Siempre hay un espacio para la
subjetividad, para la interpretación y el deseo, lo que termina haciendo más difíciles
y lentas las operaciones.
Igual nos pasa en todos los ámbitos del ser, en el Amor de
pareja, en los hijos, familia y amigos. Nos pasa en el trabajo, en el deporte y
en todo lo que hacemos. Nada de lo que hacemos es cien por cien real.
Voluntaria y objetivamente no queremos vivir en la realidad.
Todo lo interpretamos en función de nuestra historia, entorno, cultura,
formas, estilos y sentimientos. Nadie besa igual a nadie... Nadie es igual a
nadie... Todos somos parecidos pero diferentes, y es ahí, en esa minúscula
diferencia, donde anida nuestra recreación de la realidad, haciendo que todo lo
que hacemos sea único y especial para cada uno de nosotros en función de
nuestra muy particular dosis de fantasía.
Nos leemos en el siguiente artículo.
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