lunes, 22 de mayo de 2017

Entre la realidad y la fantasía.

En la vida todo está hecho a imagen y semejanza, y la literatura, la más importante creación del hombre después de la invención de la escritura, no es la excepción. Esta es, como el hombre, fantástica. No por maravillosa, que si lo es, sino porque toda ella, desde sus orígenes hasta la actualidad, obedece a la fantasía.

La literatura es un conjunto de saberes relacionados con el arte de la gramática, la retórica y la poética (poesis –hacer, fabricar, materializar pensamientos), de tal suerte que la literatura no es solo saber escribir. Es algo que está mucho más allá de saber escribir. La vida es reflexión, acción, pasión y movimiento. La literatura, en cuanto tal, te debe llevar a la reflexión para que esta sea el impulso de la acción, de la pasión y del movimiento.  

La literatura, en sus primeras manifestaciones, se dio de manera oral. Las narraciones, y con ellas el conocimiento de la época, se transmitía verbalmente de generación en generación, hasta que al paso de los siglos se empezó a hacer de manera escrita, naciendo con ello la historia y las demás ramas del saber.

Uno de los primeros textos literarios del que se tiene registro escrito, es el Poema de Gilgamesh -narración de origen sumerio que dio origen a casi todas las religiones. El poema de Gilgamesh está escrito en escritura cuneiforme y grabado en arcilla, gracias a ello es que duro hasta nuestros días. Es el texto más antiguo del que se tiene registro objetivo. La primera versión de ese se remonta al año 2000 A.C.

Como dato anecdótico es importante considerar que la literatura china (posterior a la sumeria) es la que más registros escritos tiene, lo cual explica mucho del actual acontecer de esa nación.

Como contraparte esta la literatura en español. Esta se remonta al siglo X, con las “Glosas Emilianenses”, texto escrito en formas románicas pero que no cuenta con carácter literario, ya que la intención del copista no era hacer literatura, sino explicar el significado de algunos de los pasajes del códice Emilianense, el cual estaba escrito en latín.

No obstante se considera que el texto fundacional de la literatura en español es el Cantar del mío Cid, el cual narra las hazañas de Rodrigo Días de Vivar, el primer mercenario de la historia, ya que este lucho a favor y contra de sus patrones (Mostain II, Sancho Ramírez y Pedro I de Aragón), en función de quien le contrataba y pagaba.

Cuando le cierras la puerta a la realidad, le abres paso a la fantasía.
Dejemos a un lado esta inútil disgregación para regresar al curso de nuestro tema… La literatura ha sido, es y será fantástica, ya que obedece al hombre. Y el hombre, lo sabemos bien, es fantástico. Vive cerrándole la puerta a la realidad, para poder darle paso a la fantasía. Los ejemplos más claros del imperio de esta en la vida de los hombres, está en los libros sacros.

Todos los libros sacros son una entelequia. Los son el Antiguo y el Nuevo testamento, el Avesta, el Bhagavad-gita, los Vedas, el Corán y toda esa suma de narraciones fantásticas a las que les hemos dado un valor que a todas luces no pasan el filtro de la razón. Cierto es que el objetivo de estos libros no es la lógica, ni la coherencia, ni la razón, sino transmitir un mensaje y brindar una guía moral aquellos que no la pueden encontrar por sí mismos.

La razón de ser de la literatura fantástica es la fantasía, el divertimento, el escape, el mensaje y la enseñanza y en ningún lado queda tan claro esto como en los libros sacros. Estos le permiten al hombre echar a volar su imaginación y hacer de la fantasía una realidad.

Así pues, la literatura fantástica se distingue por construir una realidad que no existe, al tiempo que hace de eso que no existe, una realidad… Mental, claro está, pero realidad al fin. Los temas recurrentes de la literatura fantástica son los demonios, duendes, hadas, dioses, monstruos, diablos, prodigios y milagros. ¿Inexistentes, ilógicos e improbables? Sí, pero ricos en posibilidades y deseos, que es lo que más necesita y busca la mente humana.

Creer lo increíble. Esperar lo improbable.
Los políticos están en deuda con lo que los libros sacros han hecho en nuestra mente, ya que estos, como vivos ejemplos de la literatura fantástica, nos han enseñado a creer lo increíble y esperar lo improbable. Gracias a ellos es que hoy le hacemos caso al mesías de turno. Es decir, a ese o a esos actores políticos que con su discurso nos llevan a recorrer los diferentes géneros de la literatura fantástica: de ciencia ficción durante la campaña, ya que pretende ser verosímil; de fantasía ya una vez terminada la campaña y de terror en el poder.

Otro ejemplo de la literatura fantástica es la historia. La historia la escribe el vencedor, y cuando ha sido escrita por el vencido se torna en elegía, lo que en ambos casos la hace subjetiva. La realidad es que no podemos reconstruir la historia. No estuvimos ahí, y aunque hubiésemos estado nos sería imposible reconstruirla objetivamente, ya que nuestra humana subjetividad nos haría idealizar a unos y vituperar a otros.

Nos es menester reconocer que nos imposible no tergiversar la realidad. Si lo hacemos siendo testigos presenciales de los hechos, que nos hace creer que no lo haremos cuando reconstruimos las cosas de oídas, que es lo que hace la historia. Todo lo que hacemos es falso. Es un artificio, una ficción. Una fantasía que nos alimenta pero que no obedece a la realidad.

Todo nuestro hacer está subordinado a la fantasía. Cierto que cómo en todo hay grados. Ni todo debe ser fantasía, ni todo, realidad. Tenemos que lograr un equilibrio que nos permita mantener una mente sana. Una mente en la que la fantasía salpique a la realidad pero no la envuelva.

El problema es que no tenemos y no queremos darnos idea de la realidad. Yo vivo inmerso en el mundo de los negocios, más específicamente en el de las finanzas internacionales. Las transacciones en las que me veo envuelto ascienden a montos que obligan a que los actores se sujeten cien por cien a la realidad, sin embargo no sucede así... Siempre hay un espacio para la subjetividad, para la interpretación y el deseo, lo que termina haciendo más difíciles y lentas las operaciones.

Igual nos pasa en todos los ámbitos del ser, en el Amor de pareja, en los hijos, familia y amigos. Nos pasa en el trabajo, en el deporte y en todo lo que hacemos. Nada de lo que hacemos es cien por cien real. Voluntaria y objetivamente no queremos vivir en la realidad.

Todo lo interpretamos en función de nuestra historia, entorno, cultura, formas, estilos y sentimientos. Nadie besa igual a nadie... Nadie es igual a nadie... Todos somos parecidos pero diferentes, y es ahí, en esa minúscula diferencia, donde anida nuestra recreación de la realidad, haciendo que todo lo que hacemos sea único y especial para cada uno de nosotros en función de nuestra muy particular dosis de fantasía.


Nos leemos en el siguiente artículo.

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