jueves, 16 de marzo de 2017

El Síndrome de Tarzan.

En este dinámico y cambiante mundo en el que vivimos, hay una constante antropológica que se repite frecuentemente a nivel mundial y que poco tomamos en cuenta, ya sea porque esta es asaz frecuente y ya no atrapa nuestra atención, o porque los círculos empresariales en los que nos movemos no nos la hacen tan evidente.

Antes de continuar con mi dislate intelectual, me es menester confesar que por un momento me sentí como mis ancestros (amén de que ya tengo la edad de ellos), los cuales frecuentemente se quejaban del dinámico y cambiante mundo que les tocó vivir, lo cual era cierto comparado con esa época de luto y gris en que vivieron sus padres, pero no comparada con la actual. No obstante la realidad es que cada generación enfrenta lo suyo y esta no es la excepción.

Dejemos atrás esta inútil y anti diluviana reflexión para centrarnos en el presente, en el cual la dinámica del tiempo cambia tan vertiginosamente que en menos de dos años el mundo da una vuelta de 180 grados, desaprobando, ante los innegables avances de hoy, mucho de lo que se defendía ayer.

No obstante hay cosas que no cambian ni cambiaran nunca, y una de ellas es la estructura antropológica de ese bípedo implumedo al que amablemente llamamos hombre. Cambia su forma de vestir, su lenguaje, sus modos y formas de expresión, pero no lo que es.

Un ejemplo palpable de los cambios que la vertiginosa dinámica del mundo nos demanda a todos, está de manera muy palpable en el combés de lo empresarial, donde los antiguos capitanes de la industria de hace 20 o 30 años (entre los que me encuentro yo, por antiguo, no por capitán), se descubren obsoletos y sin el poder de adaptación y mutación que demanda el curso de los tiempos, donde jóvenes imberbes que aún no llegan a la mayoría de edad, desarrollan en el mundo cibernético imperios económicos que jamás hubiesen alcanzado a imaginar y mucho menos visualizar los industriales de ayer.

Hoy vivimos en el mundo de los negocios el fenómeno de las supra personalidades, donde jóvenes con secundaria o preparatoria inconclusa construyen imperios económicos sin mayor preparación que la fortuita posesión de un cerebro privilegiado, que les brinda un entendimiento del mundo de hogaño que no tienen los de antaño.

No obstante la realidad es que sin importar la época o el giro de negocios, se da en cada una de ellas la manifestación de dos sintomatologías muy comunes en el ser humano: el síndrome de Tarzan y el síndrome de Mowgli. En este artículo explicaremos ambos, no obstante el de Mowgli es el que nos es más familiar, ya que es el que se espera que acontezca en todo ser humano.

Una junta de negocios con Tarzan.
Recién asistí a una junta de negocios en la que el objetivo era ver si podíamos establecer una alianza de negocios con una petrolera. Es la segunda vez que me siento con ellos a negociar. La anterior fue aproximadamente hace cinco años. En aquel entonces decidimos no proseguir con el negocio, dado que las condiciones del mercado aconsejaban extrema prudencia.

En el tránsito de este lustro la vida nos llevó a ambos (la petrolera y a un servidor) por derroteros diferentes, por lo que no supe más de la petrolera hasta que un accidente me llevo a ellos. Un cliente de mi financiera se acercó a nosotros para asesorarse sobre los mejores instrumentos financieros para una operación petrolera que contemplaba varios países de Europa del este, de Asia y de América.

Ya una vez que revisamos la transacción, así como a las partes involucradas, me di a la tarea de contactar a la compañía en cuestión, ya que esta era la empresa con la cual se iba a realizar la transacción.

Me atendió el presidente de la misma, el cual para este efecto llamaré Fidel. Fidel es hijo de inmigrantes mexicanos. Creció en Estados Unidos. Hizo sus estudios profesionales en una de las mejores universidades del país, amén de hacer una especialización de negocios en la más prestigiosa escuela de negocios que existe.  

Su éxito fue tal que se llevó a su hermano mayor a trabajar con él. Contrató a un director de finanzas y operaciones de amplia experiencia en el ramo. Su empresa se ha especializado en la construcción de plataformas marinas, amén de tener los talleres más grandes de reparación de plataformas de Texas.

Formo una alianza de latinos, de tal suerte que a excepción de Mike, su director de finanzas, todos los demás colaboradores y socios son hijos de inmigrantes mexicanos de primera o segunda generación. Esto hizo de él algo así como el líder moral de un sindicato de negocios conformado por personas de origen hispano.

Fidel, como muchos hombres de negocio que recién empiezan en el mundo de las altas finanzas, suele dejarse llevar por la ambición, la cual le priva del raciocinio lógico que demanda toda operación, cayendo inexorablemente en trampas y fantasías de piratas financieros.

Los piratas financieros son expertos en finanzas que optaron por la ilegalidad, lo cual a la fecha no deja de sorprenderme, aun cuando me es dable entender antropológicamente sus motores, de los cuales hablamos ampliamente en el artículo intitulado: Una familia de criminales.

Dada que la operación que íbamos a realizar con Fidel ascendía a varios miles de millones, procedí a pedirle lo normal en este tipo de operaciones: una prueba de fondos (POF). En este tipo de transacciones es menester que las partes involucradas presenten una POF actualizada, así como la caratula de los instrumentos que se van a utilizar, ya sea una SLBC (Carta de Crédito) o una BG (Garantía Bancaria).

Esto se hace con la intención de que las partes validen y constaten la viabilidad financiera de su contraparte, razón por la cual mi azoro fue mayúsculo, cuando este se negó a proporcionarme la POF. Lo que más me consterno es el hecho de que me consta que la empresa en el pasado hacia operaciones similares o mayores. Por supuesto que en cinco años pueden pasar muchas cosas, entre ellas una sensible disminución de ingresos ante la seria contracción del mercado, pero eso no justifica de modo alguno el proceder de Fidel.

La causa, obviamente, debería estar en otro lado. Pase por alto su negativa y sin mover un musculo facial le conteste que no se preocupara, que ese era un escollo menor y que estaba cierto de que lo íbamos a sortear, no obstante era menester revisar el instrumento financiero que iba a utilizar.

Me mando la SBLC, la revise y cual va siendo mi estupor al darme cuenta de que esta era falsa. Era una falsificación magistral y sin lugar a dudas iba a pasar muchos filtros, sin embargo al final no se iba a poder ejecutar.

Decidí no decirle nada. Deje pasar dos semanas, en las que me aboque a darle seguimiento emocional pero no procesal.

El seguimiento emocional le dio confianza por lo que poco a poco distendió el proceso, migrando de un trato empresarial a uno social. En esa migración me invito a varias reuniones de su círculo social y si bien es cierto que no me fue dable asistir a todas ellas, también lo es que las pocas que asistí fueron más que suficientes para darme una idea de su psique.  

Al poco tiempo hizo una reunión en su casa, por lo que hice un ajuste en la agenda para poder asistir y no perderme esa oportunidad, ya que nada nos dice más del otro que su hábitat.

Imagen y semejanza.
En la vida todo está hecho a imagen y semejanza, y nada nos semeja y refleja más que lo que nos es intimó: la pareja (cultura, lenguaje, estrato y forma –geografía corporal), la casa (arquitectura y forma), el suburbio, colonia o lugar en la que esta está, los muebles de la casa (estilo y color), la decoración iconográfica de la misma (cuadros, esculturas), las habitaciones, baños y demás etcéteras que conforman el yo íntimo.

Por la pareja de una persona conoces a la persona.
La pareja de Fidel es obsecuente a su nivel (estrato). Su cultura, lenguaje, arquitectura del rostro y geografía corporal corresponden a la de él, lo cual es obvio si la pareja viene de antaño, no obstante se lee en ella lo mismo que se lee en él… La resistencia a dejar el pasado atrás.

Por otro lado está el tema del hogar. Este habla de nuestro yo interno. De ese yo que poco mostramos a los demás pero que hacemos evidente al invitar a alguien a nuestra hábitat. Entrar a la casa de una persona es entrar a su estructura interna. A lo que es. A la cuna en la que nació y al entorno socio cultural en el que creció. A sus valores y motores, así como a sus criterios de decisión.  

Entrar al hábitat de una persona es acceder a dos de sus tres máscaras: la íntima y la motivacional Máscaras que poco muestra el ser humano, pero que dicen más de lo que nos dice su máscara social.

Para acceder a la máscara social nos es menester acceder al círculo de amigos o asociados de la persona que queremos conocer, ya que esta, como cualquier otra, tenderá a rodearse de sus pares. Me queda claro que esto puede ser visto como una aberración, sin embargo es lo que normalmente hacemos. Por ello es que los pares del otro son tan importantes, ya que estos nos dicen mucho de lo que la persona fue, de lo que es y de lo que puede llegar a ser.

La gente con la que asiduamente nos reunimos, dice más de nosotros de lo que nosotros mismo quisiéramos decir.

La gente que asiste consuetudinariamente a la casa de Fidel, lo tratan con una deferencia especial. Es su líder, su héroe, su modelo a seguir. Y si bien es cierto que Fidel ha hecho mucho por ellos, también lo es el que se ha beneficiado de ellos.

El síndrome de Tarzan.
Un tránsfuga es aquella persona que no conforme con su origen, trabaja con denuedo para construir un destino diferente.

Este no aceptar su origen le hace luchar contra todas las profecías de su núcleo familiar y social. El objetivo intrínseco del tránsfuga es demostrarles a las figuras de autoridad de su historia (padres, hermanos, familiares, maestros y ex jefes), que él es capaz de lograr todo aquello que le dijeron que no iba a poder lograr.

Los tránsfugas representan el síndrome de Mowgli, cuando su fuga es total, y el de Tarzan, cuando su fuga es parcial.

Fidel padece el síndrome de Tarzan, lo que a la postre terminara afectándolo más de lo que se imagina. Se siente orgulloso de todo lo que ha logrado y no le sobra razón, no obstante necesita reestructurarse, ya que de no hacerlo se va a quedar lenta y progresivamente fuera de lugar… Cosa que le sucede a todos los que padecen el síndrome de Tarzan.

El síndrome de Tarzan habla de ese tránsfuga que lidia con su historia para construir una mejor, pero “sin salirse de su historia”.

Emprenden, arriesgan, innovan y logran todo lo que la gente de su medio considera imposible lograr, no obstante esto lo hacen sin salir jamás de su entorno. Se convierten en los ricos del barrio. Construyen la mejor casa. Adquieren los mejores carros. Emplean a sus vecinos. Hacen fiestas suntuosas a las que asisten sus compañeros de infancia. Se convierten en las personas más admiradas de su entorno socio cultural, lo cual sin duda alguna les nutre y satisface.

Son personas que buscan el reconocimiento y admiración de sus pares, de gente que los ve hacia arriba, que les brinda su admiración. Son personas que necesitan un alto nivel de apoyo moral. Un apoyo que no piden directamente pero que buscan a través de la confirmación de sus actos, de sus éxitos. Para tal efecto les es menester no cambiar nada.

Viven en el mismo lugar, se juntan con la misma gente. Hablan de la misma forma en que lo hacían antes, pero ahora lo hacen con desenfado, lo que les hace verse más grotescos, sobre todo en el mundo de los negocios y de las altas finanzas.

Sus cuentas bancarias las tienen en algunos de los diez bancos más importantes del país, pero en las sucursales de su colonia. Ahí son alguien. Fuera de ella no son más que un pobre con dinero. Por favor no me mal interprete. Todos venimos del mismo origen. Lo que nos hace diferentes son las formas. Estas nos condenan a unos escenarios o nos llevan a nuevos y mejores escenarios.

Escenarios que nos abren nuevos horizontes, donde las formas son de vital importancia para la formación de la dinastía, el crecimiento como persona y el desarrollo de oportunidades.

Los que padecen el síndrome de Tarzan se niegan a cambiar sus formas. Se sienten orgullosos de sus raíces, lo cual es encomiable, pero una cosa es sentirse orgulloso de ellas y otra muy distinta el que no querer crear nuevas y mejores raíces para los que nos van a suceder.

A nada temen más que al rechazo de la mal llamada clase alta. Se aíslan de ella, la critican (síntoma de que admiran y temen) y cuando por alguna razón les es menester inter actuar con ellos, mandan a un propio, es decir, a un ejecutivo o un directivo contratado en ese nivel para que los represente e introduzca.

Los que padecen el síndrome de Tarzan se sienten muy bien en su estrato social. Se niegan a salir de él, ya que este no les demanda nada. Los acepta como son. No solo los aceptan sino que además los idolatran, cosa que jamás van a lograr en otro estrato social. No mientras no cambian sus formas, su vocabulario y formas de expresión social (risa y bromas), cosa que les cuesta en demasía, razón por la cual luchan contra su historia para construir un destino mejor, pero sin salir jamás del entorno en el que crecieron.

En todo engaño hay siempre algo de ingenuidad.
A Fidel lo buscaron unos piratas financieros. Estos se distinguen por la elegancia de sus formas. Visten con una elegancia propia de su oficio y su objetivo es hacer sentir al otro que es uno de ellos, aun cuando no lo sea.

Lo trataron con admiración, le brindaron reconocimiento. Le llevaron a los mejores lugares, tratándolo con una deferencia inusual, lo que inevitablemente hacia que los dependientes de dichos lugares se preguntarán quiera era Fidel.

Me es menester hacer una pequeña disgregación para se entienda lo arriba escrito. Fidel es una persona asaz inteligente. Es, sin ánimo de ofender pero si de enunciar, un pobre con dinero que tiene una ingente y estulta necesidad de hablar de lo que tiene, lo cual lo hace verse mal en todos los estratos sociales. Creció en una familia de empresarios, con un padre sumamente exigente que nunca le dio a sus hijos lo que no se ganaran ellos. Esto hizo que Fidel desarrollara una amabilidad y capacidad camaleonica para comunicarse y empatar con las bases operativas de los negocios, cosa poco común en personas que han nacido en esferas donde el dinero es basto. 

No obstante ni él, ni su padre ni sus hermanos le dieron la espalda a sus raíces y aun cuando ha estado en las mejores universidades, se muestra como una persona operativa, brusca y falta de tacto al hablar. Esta impropia forma de hablar y de posicionarse en las juntas de negocios, restaurantes y eventos empresariales, hace que la gente se sorprende al descubrir que él es el creador y director del negocio.  
Retomemos el curso. Ya una vez que los piratas financieros tendieron la red, le pidieron que les monetizara un instrumento (SBLC) en el cual entrarían como socios. Fidel pago los millones que le pedían. Pusieron el instrumento a su nombre y me lo dio para la operación… el cual, obviamente, era falso.

Ya una vez que entendí su entorno y la forma en que lo habían engañado, le hice saber que el instrumento era falso. Su estupor fue mayúsculo y le costo mucho entender que no solo habían engañado sino que en todo engaño siempre hay algo de ingenuidad y en este caso el ingenuo fue él.

La operación fructifico gracias a que le ayudamos a tramitar un SBLC que si bien es cierto que la obtuvo a un costo mayor, también lo es que el negocio dio para eso y más. No obstante fue menester que Fidel se mantuviera en la sombra en lo referente al proceso financiero y que la cara del negocio la diera el despacho de gestores que se contrató para tal efecto. Ya una vez terminada la instrumentación, se hizo cargo con maestría de la operación, logrando resultados muy por arriba de lo esperado.

Dejemos atrás a Tarzan y centrémonos en Mowgli.
El síndrome de Mowgli es el que se espera que acontezca en todos los seres humanos. Mowgli es ese que lucha por salir de su entorno para crear uno mejor. Renunciando, en esa lucha, a muchas cosas que le eran queridas para migrar a otras que aprecia en más.

Estos buscan cambiar sus formas. Conocer gente que los rete, que los motive a aprender nuevas formas de expresión, de conducta, de lenguaje, de interacción social y empresarial. Son personas que nunca dejan de aprender, de explorar nuevas latitudes geográficas, nuevas culturas, alimentos, modas e idiomas.

Viajan y se rodean de gente que es mejor que ellos. Que tienen más experiencia y conocimientos. Que poseen una visión del mundo y de las cosas del mundo que les ayuda a ver y hacer más y mejores cosas.

Esta gente nunca busca regresar a su origen. Ven y reconocen a sus antiguos compañeros. Los saludan con gusto y en la medida de lo posible les ayudan con un consejo, con una recomendación y en casos extraordinarios con trabajo. Pero jamás hacen de ellos sus consejeros.

Al contrario, buscan que sus consejeros, socios y amigos les ayuden a construir con sus conocimientos, visión y experiencia, nuevos y mejores horizontes de posibilidad y acción.

Tarzan tiene el mérito de sobreponerse a su entorno. De ser el mejor de su medio. Y ya una vez que lo logra, luchara con denuedo para no salir jamás de ahí. Su identidad se la da su pasado. El futuro es para él una línea continuada donde siempre va a ser el modelo a seguir de su entorno. Tarzan no renuncia a nada.

Mowgli se sobrepone a su entorno. Quiere ser el mejor de su medio y de cada uno de los medios a los que va escalando. Nunca ve para atrás ni se solaza con el pasado. Su identidad está en el futuro. En aquello en lo que se tiene que convertir para logar lo que quiere lograr. Mowgli renuncia a casi todo en aras de un futuro mejor.

A Tarzan se le dificulta la relación con Mowgli. Considera que es soberbio, pedante y que considera a los demás como inferiores.

A Mowgli se le dificulta la relación con Tarzan. Lo considera vulgar, corriente y sin un ápice de educación. Piensa que es un operador con dinero, pero no un hombre de dinero. Más claro, considera que es una persona que ha hecho dinero pero que no sabe para qué es el dinero, razón por la cual no viaja, no se instruye, no explora nuevas y mejores formas de ser y hacer la vida.

Mowgli se asociara con Tarzan en cosas operativas. Tarzan jamás podrá asociarse con Mowgli en las trascendentales.

Tarzan y Mowgli en el amor.   
Uno de mis socios, hombre culto e inteligente, termino una relación de cinco años con una mujer instinto. Inteligente, divertida, pero instinto. Ni él era el hombre de su vida ni ella era la mujer de su vida.

Ella es una mujer con la que se puede hablar de cualquier tema, y si bien es cierto que no posee la preparación adecuada para muchos de los temas, también lo es que es una persona que escucha, razona y discierne bien, lo que hace de ella una compañera ideal para el debate, amén de divertida y ocurrente.

El encuentro entre ellos obedeció a la razón y al instinto. No había erotismo, no había amor, solo razón e instinto, amén de que cada uno tenía sus hijos y no deseaban ni querían más. No estaban buscando hacer una familia. Lo que querían era acompañarse en el camino y hacerlo bien, lo cual no está mal, salvo que te equivoques en el proceso y creas que el acompañamiento es amor.

Experimento antropológico.
Invito a los dos lectores que tengo a que lleven a cabo un experimento antropológico:
Escojan dos o tres parejas de su entorno.
Busquen interaccionar socialmente con ellas, ya sea a través del intercambio dialógico, de un café o de una cena.
Observen la forma en que cada uno de ellos gravita hacia el otro y la forma en que lo hacen, ya sea a través de la mirada, del lenguaje, del tacto o del cuerpo en sí.

Una pareja donde solo hay instinto, gravita poco hacia el otro, debido a que el instinto se satisface al consumarlo y es menester dejar que la biología haga su trabajo para que este se vuelva a manifestar.

Una pareja en donde hay instinto y erotismo, la gravitación va a estar más en el lenguaje y en la mirada que en el cuerpo. El erotismo tiene que ver con el deseo y este con la imaginación. Pero el deseo necesita del lenguaje para ser. El lenguaje lo nutre y lo imagina. Los amantes empiezan a saborear al otro con los oídos. Lo demás, llega después.

Una pareja donde hay instinto, erotismo y amor, gravitan con la mirada y el cuerpo. No pueden dejar de verse, de tocarse. Necesitan estar haciendo tierra con el otro. Ya sea a través de miradas intermitentes y roces constantes.

Estas parejas se dicen pocas cosas. Lo que se tienen que decir se lo dicen con los ojos, no obstante están constantemente tocándose… Ya sea tomándose de la mano, acariciándose el pelo, la mejilla…, rozándose el brazo o las piernas, pero tocándose.

En lo personal tuve oportunidad de interactuar con mi socio y su expareja en varias ocasiones. Algunas en cenas y las más en el intercambio dialógico intelectual. Observarlos era enriquecedor. En ellos solo había instinto y razón. Poco se veían, poco se tocaban, poco se decían.

La razón por la cual duraron cinco años fue por el encuentro de la razón, no obstante él era Mowgli y ella Tarzan. Ella siempre regresando a su origen, él siempre llevándola al mundo. La relación estaba condenada a perecer. Tarzan no quería dejar de ser Tarzan y Mowgli no quería dejar ser Mowgli.

¿Cómo es entonces que se dio el encuentro entre Tarzan y Mowgli?
Se dio por el encuentro de la razón y por una muy fuerte atracción del instinto. Pero fuera de eso no había nada más. Ella, forzosamente, iba a buscar que la relación terminara. No se hallaba bien en el mundo de Mowgli. Le gustaba, pero al mismo tiempo que le atraía, se cohibía y aislaba.

Él nunca la iba a terminar. Estaba en una posición muy cómoda. Tenía resueltas dos cosas importantes para él: el instinto y el divertimento intelectual. En ese orden.

La relación de Tarzan y Mowgli en el amor, siempre está condenada a perecer. Tarzan está en las raíces y Mowgli en el mundo. No existe entre ellos punto de unión.

Nos leemos en el siguiente artículo.

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