miércoles, 19 de agosto de 2020

La mística del dinero.

He estado inmerso en un proyecto de escritura personal que me ha alejado de la pública, no obstante, regreso a esta para compartir una experiencia asaz interesante. Recién sostuve una reunión con jóvenes treintañeros de diverso cuño. Todos se encontraban en sus segundos treintas, lo que de entrada me llevo a suponer que la vida ya les había dado la oportunidad de cotejar sus ideas con la realidad, cosa que observe en muy pocos. 

El grupo en sí era una representación fiel de lo que somos como humanidad; había soñadores, académicos, pragmáticos y esotéricos. De los soñadores y académicos poco hay que decir. Para estos es más importante la letra escrita que el acto. Su hacer es más un decir que un hacer. Son ese tipo de personas para las que es más importante el saber especulativo que emana del aula que el saber pragmático que emana de la praxis. Tan es así que cuando la realidad no se adecua a la teoría,  peor para la realidad.

De los falsos esotéricos hay mucho que decir. Los dislates intelectuales de estos han sido una constante en la historia y biografía de la humanidad. Es importante anotar que no tengo nada en contra de los falsos esotéricos. Entiendo sus justificaciones; no comprendo sus razones. Lo cual no tiene nada de extraño, ya que antropológicamente, se entiende lo ajeno, se comprende, lo propio.

En mi circulo intelectual hay personas a las que respeto mucho por su ser y saber, y son, debo decirlo, profundamente esotéricos y exotéricos, amén de que en lo personal me decanto de manera natural por los libros esotéricos, en especial los de Aristóteles, Tomas de Aquino, Nietzsche, Schopenhauer, Ortega y Gasset, Unamuno y Bertrand Russel.

Antes de que el lector me corrija, reconozco que incluir a Aristóteles es un error, ya que los únicos libros que tenemos de él son los exotéricos (los que estaban dirigidos al vulgo, a la Masa). De los esotéricos no sabemos nada, ya que todos se perdieron. No obstante, lo incluyo en mi lista debido a que los otros autores que menciono parten de los libros para el vulgo que Aristóteles escribió, para llegar a la parte esotérica de sus postulados.

Como todos sabemos, el conocimiento exotérico es el que se imparte en las aulas. Es el conocimiento que nos lleva a un mejor hacer; el conocimiento esotérico se imparte a los iniciados, es el que nos lleva a un mejor ser. Lo exotérico estudia la superficie; lo esotérico, la profundidad, es decir, la causa primera y última de las cosas.

El esoterismo de la gran mayoría de la gente no tiene nada que ver con el conocimiento esotérico. La Masa cree que el esoterismo es la búsqueda de lo subyacente, de lo oculto. De esos arcanos o llaves del saber que les van a permitir hacer lo que no han podido ni podrán hacer, por lo menos no mientras sigan en esa falsa veta del saber.

Estos están convencidos de que atrás de la fortuna de esos grandes actores del quehacer empresarial, político, social, intelectual y artístico, existe un arcano secreto al que cada uno de ellos accedió, y que gracias a él han logrado construir imperio, fortuna y poder… Y si, tienen razón. Existe un arcano secreto que es lo que ha hecho que esa gente este donde esta. El secreto en cuestión es que estos grandes personajes desvelaron la mística del dinero. 

La mística del dinero. El dinero es un recurso y este, como cualquier otro recurso, si no se multiplica, se pierde. El dinero es la resultante del acto más rebelde que hay: el de la creación. Toda creación es una rebelión. El objetivo de toda creación es derogar lo hecho en aras de algo mejor.

Si el nuevo orden ofrece ideas, conceptos, productos y/o servicios superiores a los existentes, la gente pagara por ellos sin cuestionar el precio de estos, no obstante, los creadores de este nuevo orden deben tener claro que atrás de ellos hay otros que están trabajando en la creación de algo que derogue lo hecho por ellos, en aras de algo mejor. Así, pues, dejar de crear es empezar a morir.  

Solo la Masa cree que el trabajo duro va a resolver sus problemas de dinero. Es como creer que todo les va a salir bien, porque son buenas personas, nada más lejos de la realidad. El secreto de la riqueza no está en trabajar intensamente, está en trabajar inteligentemente. Huelga decir que cuando a la inteligencia se le suma la intensidad, el resultado se magnifica.

Así, pues, la mística del dinero está en crear para multiplicar. No está en la búsqueda de esos secretos ocultos que de la noche a la mañana les van a permitir hacer lo que nunca han hecho. Varios de los jóvenes estaban plenamente convencidos de que la riqueza depende de variables a las que solos los escogidos pueden acceder. Pensamiento alógico que lo único que logra es alejarlos de la realidad. El secreto de la riqueza está en la creación y multiplicación de lo creado. 

La realidad es que las cosas están ahí, solo hay que aprender a verlas y no porque estén ocultas, ya que son más que visibles. Tan evidentes son que siempre hay más de uno que cuando ve la materialización de otro creador, dice: eso, ya se me había ocurrido a mí. La pregunta es: ¿Por qué no lo hizo? La respuesta es simple, porque no le interesa, porque no vio en ello una fuente de riqueza, ya sea porque cree que esta obedece a algún código oculto o porque no se ve a sí mismo como un creador.

El mundo no nos lo dieron terminado. Nosotros le hemos tenido que poner todo lo que usamos hoy. Así pues, todos somos creadores o cocreadores de la realidad. Depende de nosotros y no de un código oculto.

Nos leemos en el siguiente artículo.

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